martes, 28 de septiembre de 2010

Un invitado que da mucho juego

No tenía pensado hablar en este blog de programas televisivos, series aparte, pero no me he podido resistir después de ver un par de entregas de ‘El convidat’, la nueva propuesta del periodista Albert Om para TV3, la autonómica catalana. En medio del erial que supone el panorama de las teles patrias, resulta esperanzador encontrarse con un espacio que te reconcilia con la ‘caja tonta’, logrando aquello tan difícil de entretener y hacer reflexionar a la vez, toda una hazaña en los tiempos que corren.

La idea es tan sencilla como tremendo el partido que se le saca: Albert Om pasa un fin de semana invitado en el hogar de algún famoso, lo que da pie a una nueva manera de entender el género de la entrevista y demuestra que aunque todo está inventado, aún se le puede dar una vuelta. Reconozco que me perdí la primera entrega, dedicada a Teresa Gimpera, pero los dos siguientes programas, dedicados a dos personalidades tan dispares pero tan interesantes como Buenafuente y Eduard Punset, no han tenido desperdicio.

El primero de ellos permitió ver que el popular showman es mucho más que eso, todo el trabajo que hay detrás de la marca El Terrat, y que Andreu es hiperactivo, no deja de crear en ningún momento, ya sea escribiendo, dibujando o pintando. Pero los momentos más intimistas llegaron cuando explicó lo que supuso el fallecimiento de su padre o cómo superó las dos crisis de ansiedad que le llevaron a retirarse temporalmente de las pantallas, mostrando la fragilidad del éxito.

Tampoco tuvo precio ver a Punset regando su jardín con ese aspecto de genio despistado y reflexionando sobre la soledad, Dios o qué significa ser un científico. Impagable presenciar cómo su nieta se queda en silencio ante esta pregunta, para más tarde soltar una parrafada al estilo de su abuelo y después ponerse a jugar a baloncesto.



Albert Om incluso se las apaña para no perderse un partido del Barça (el programa de Buenafuente se grabó durante el Real Madrid-Barça de la temporada pasada y el de Punset coincidiendo con un derbi ante el Espanyol), arrastrando al televisivo científico a un bar si hace falta. Pero lo que tiene más mérito es la entrevista a un sacerdote que se sacó de la manga tras hablar de Dios con Punset, en la que el pastor reconocía que cada vez va menos gente a misa y que el principal motivo es que la Iglesia no ha sabido adaptarse a los cambios de la sociedad.

Por si le faltara algo, ‘El convidat’ cuenta con una banda sonora de lujo, sólo comparable a las de ‘Anatomía de Grey’ o una película de Isabel Coixet (y es que las canciones elegidas van en esa línea), y se programa inmediatamente después de ‘Crackovia’, el mayor éxito de TV3 y el único programa del canal que es imprescindible ver.

Vamos, que pronto lo veremos copiado como tantos otros programas de TV3, desde aquel de Mikimoto que dio origen a ‘Españoles en el mundo’, ‘Valencians pel món’ y tantos otros, o ‘Mi paisaje favorito’, que acaba de copiar Cuatro, y el propio ‘Crackovia’, ahora en Telemadrid.

Y de regalo, la parodia de esta misma semana en 'Crackovia'. Para que os echéis unas risas.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Historia de un 'bluff': 'Flashforward'

El final de ‘Perdidos’ ha propiciado la aparición de diversas series que aspiran a ocupar su lugar entre la audiencia. Entre todas ellas fue ‘Flashforward’ la que apostó más fuerte y arrasó con un primer episodio muy ambicioso. Después… se deshizo como un azucarillo. La audiencia empezó a darle la espalda, hubo un parón para reflotarla y finalmente cerró la primera temporada sabiendo que sería la última. Pero, ¿tuvo razón el público?

El punto de partida de ‘Flashforward’ utilizaba el mismo recurso que la cuarta temporada de ‘Perdidos’: sabemos lo que va a pasarles a los protagonistas dentro de varios meses, pero no cómo se va a llegar allí ni el por qué, o incluso si dicho futuro se cumplirá. La serie se basaba en un libro de Robert J. Sawyer, uno de los mejores autores actuales de ciencia-ficción, lo que parecía garantizar que aquí había una sólida trama, evitando el principal defecto que se le achacó a ‘Perdidos’.

Sin embargo, a mí nunca me dio la impresión de que los guionistas de ‘Flashforward’ lo tuviesen todo atado y bien atado, cuando sí me lo había parecido en ‘Perdidos’... hasta la última temporada, claro. También falló la dirección, algo vital en esta última, donde sabían crear momentos inolvidables que te clavaban a la butaca. En cambio, en ‘Flashforward’, y eso no cambió tras el parón, pocas veces me ha llegado de verdad lo que me estaban contando, algo que también achaco a unos personajes desdibujados y faltos de carisma. La verdad es que al final te daba igual si se cumplían o no sus futuros… y la misma sensación queda una vez cerrada la serie. Pero lo peor es que se ha perdido la oportunidad, no ya de hacer una serie de éxito más apasionante, sino indagar sobre cómo afecta al ser humano conocer su futuro, ya que en ese sentido apenas hubo algunos apuntes.

Y ahora vamos con SPOILERS.

De entre todas las tramas, la más tonta es la romántica por excelencia, la de la japonesa y su amado, que no hay por donde cogerla. Que él y la niñera del prota acabasen liados pese a que él vio que estaba con la japonesa en el flashforward sí era original y daba credibilidad, pero al final, se ve que había que cumplir el futuro sí o sí. Menos mal que la visión de la niñera sí tuvo una explicación que no esperábamos.

No estuvo mal el final del prota, a lo Rambo en las oficinas del FBI, pero, francamente, lo del segundo desvanecimiento ya es una tomadura de pelo. Más que nada porque ya se veía venir desde el principio, pero sobraba dado que no habrá más capítulos. Y encima lo sitúan dentro de cinco años…!

No estuvo mal que Demetri se salvara, aunque en el mismo capítulo la palmó D. Gibbons y eso le restó interés a la serie. Lo de que Janis fuera triple agente, pues tampoco fue como para echar cohetes, lo mismo que toda la trama de Marc, su mujer y Lloyd. Al final, ni siquiera supieron acabar de sacarle provecho a Simon Campos, el único personaje con auténtico carisma, ni dar una explicación al origen del primer desvanecimiento ni al verdadero causante. En fin… no descarto leer el libro original, que supongo le sacará más partido a la idea.


domingo, 19 de septiembre de 2010

Las pasiones de Lope de Vega

Las superproducciones son cada vez más habituales en el cine español, hasta el punto de empezar a convertirse en un género propio. Así lo demuestra uno de los últimos estrenos, ‘Lope’, basada en un capítulo de la vida de uno de los mayores genios de las letras españolas, Lope de Vega, cuya biografía no desmerece a la más apasionante de sus obras. Ese es, para mí, el único pero que se le puede atribuir al film, que limita sus ambiciones al quedarse sólo con las peripecias más aventureras y románticas del poeta y dramaturgo, dando lugar a una película de capa y espada que no defrauda, pero dejando de lado otros muchos hechos de interés en su biografía.

Así, se obvia, por ejemplo, que a los cinco años Lope ya leía castellano y latín, la misma edad a la que Mozart compuso su primera obra. En cambio, su primera aparición en el film es como soldado que regresa a casa, para potenciar su imagen aventurera, de modo que parece darse a entender que sus habilidades literarias le venían por ciencia infusa, sin entrar más en ello. Por el contrario, la escena en la que Lope parece descubrir su vocación de dramaturgo al asomarse a un teatro es de las más logradas, ya que consigue transmitir a la perfección esa pasión por la escena.

Dejando de lado las posibles licencias que pueda tomarse la película sobre los hechos reales, su referente más obvio es ‘Shakespeare in Love’, sin olvidar la cinta española ‘Miguel y William’, donde se narraba un ¿ficticio? encuentro entre Cervantes y Shakespeare. Los tres films tienen en común el elemento romántico, aunque el más reciente renuncia por completo al tono de comedia que tan bien les iba a los otros. Por ahí empieza a perder encanto, aunque no brío, posiblemente la palabra que mejor lo describe. Y es que la parte más brava de la vida de Lope de Vega pedía a gritos un film como este. Ahora, a ver cuando filman ‘Lepanto’, ahí dejo la idea.

El mayor acierto de la película es el casting, en el que Alberto Amman confirma lo que ya vimos en ‘Celda 211’, que este actor vale mucho, sobre todo para papeles épicos. Le secundan a la perfección Pilar López de Ayala, más loba que nunca, y Leonor Watling, cuya interpretación sólo se puede describir con una palabra: maravillosa. Alrededor de ellos, una nómina de secundarios de impresión haciendo gala de su prestigio: desde una irreconocible Aitana Sánchez Gijón en un minúsculo papel, a un formidable Juan Diego que casi le roba la película a Amman, pasando por Antonio Dechent, Antonio de la Torre o Luis Tosar, muy alejado de su imagen de Malamadre.

Resumiendo, muy buen film de aventuras y amoríos en la España del Siglo de Oro, que supone una manera perfecta para descubrir a Lope de Vega y empezar a profundizar más en su vida y obra. Una recomendación: si podéis, recuperad la magnífica adaptación de su obra ‘El perro del hortelano’ que filmó Pilar Miró con unos excepcionales Emma Suárez y Carmelo Gómez. Lo pasaréis en grande.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Cartas inolvidables desde Guernsey

‘La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey’. Tan estrafalario título supone la única novela de Mary Ann Shaffer, editora, bibliotecaria y librera, cuyo sueño era escribir un libro que a alguien le gustara bastante como para publicarlo. Y lo logró con creces. Nacida en 1934, fue en 1976 cuando gestó el argumento de esta singular obra durante una visita a Londres. Decidió visitar la isla de Guernsey, que forma parte de las islas del Canal de la Mancha, y supo de la ocupación alemana de las islas. A causa de una enfermedad, su sobrina Annie Barrows le ayudó a terminar el libro.

Lo primero que destaca de esta obra es su concepción epistolar, lo que al principió me dificultó un tanto su lectura. ‘La sociedad literaria…’ nos transporta pues a una época, tampoco hace tantos años, en la que los seres humanos se comunicaban mediante cartas… aunque no sería difícil imaginar una versión actual sustituyendo las misivas por emails. Se trata de la correspondencia entre la protagonista, Juliet Ashton (una joven escritora) y los miembros de la sociedad literaria en cuestión. Todo surge por casualidad, ya que un libro del escritor Charles Lamb que perteneció a Juliet llega a manos de uno de los miembros de la sociedad y este se dirige a ella para saber quién es.

La sociedad literaria acabará convirtiéndose en el tema del próximo libro de Juliet, o mejor dicho, sus vivencias y las de los vecinos de Guernsey durante la ocupación alemana, y especialmente de uno de ellos, Elizabeth, cuya figura domina la novela. Así, ambientándose en 1946, y mediante una sucesión de pequeños relatos y fragmentos de vida, descubrimos la historia de Guernsey durante la ocupación nazi, donde se alternan imágenes realmente duras y sobrecogedoras, con otras llenas de humanidad. Todo el libro refleja a la perfección el clima de los primeros años de posguerra, en los que la tristeza y el dolor por lo ocurrido daban paso tímidamente a la esperanza que traía la paz. Lejos de maniqueísmos, recoge testimonios que dejan patente que los soldados alemanes, además de verdugos, también fueron víctimas, y que hubo sufrimiento en ambos bandos.

Pero lo mejor del libro es la galería de excéntricos personajes que va conociendo Juliet a través de las cartas que le envían, lo que la hará trasladarse a Guernsey para conocerlos. Baste decir que la sociedad surge para ocultar a los nazis una cena en la que sus miembros se zampan un cochinillo que estaban obligados a entregar a los alemanes. Al final, el lector no sólo llega a la última página con el deseo de que el libro no acabara nunca, sino convencido, como Juliet, de que no hay mejor lugar que Guernsey para vivir, ni mejores vecinos. Tal vez la conclusión resulte demasiado almibarada, pero tras el ‘asunto Oscar Wilde’ (impagable, de verdad), uno no puede hacer otra cosa que rendirse a los pies de la autora y lamentar que su obra se limite a este libro.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Tiempos difíciles en el Seattle Grace

Acaba el verano y con él la mejor serie que he visto en estos últimos meses, ‘Anatomía de Grey’, cuya sexta temporada la sitúa de nuevo entre las mejores producciones norteamericanas del momento. Una nueva entrega del serial médico que arrancaba con la duda sobre si George e Izzie sobrevivirían y acaba con un baño de sangre en los dos últimos capítulos. Entre medias, los personajes nuevos y otros ya conocidos se enfrentan a situaciones aún más duras que de costumbre, en una temporada que no ha sido fácil para ninguno de ellos… a pesar de lo cual estos episodios han tenido un mayor toque de comedia que en anteriores ocasiones, con momentos realmente hilarantes.

Y a partir de aquí, un spoiler tras otro. La temporada viene marcada (cosas de la crisis, de la que no se salvan ni las series) por la fusión entre el Seattle Grace y otro hospital, con los consiguientes despidos y la llegada de varios cirujanos procedentes de dicho centro. En total, cuatro nuevos personajes, dos chicos y dos chicas, con los que los guionistas no parecen tener claro qué hacer. Ahora parece que van por aquí, ahora van por allá… Claro que, vistos los dos últimos episodios, ya se ve el motivo del escaso interés en estos personajes…

Uno de los que peor lo pasa con la fusión es el ‘jefe’, que (de una manera bastante forzada, todo hay que decirlo) recae en su alcoholismo y acaba ‘cediendo’ su puesto al ‘doctor macizo’, cuyo protagonismo aumenta a la par que baja el de su querida Meredith (bien!). También lo pasa mal Izzie, que se recupera del cáncer (el que la palma es George, claro) pero es despedida y acaba dejando la serie de una manera más que forzada. Y es que su intérprete, Katherine Heigl, ya es una estrella de Hollywood, la serie se le quedaba pequeña… y los guionistas improvisaron… bastante.

Y como efecto colateral, el marido de Izzie, Alex, también ha tenido una trayectoria un poco caótica. Por un lado los guionistas parecen querer convertirlo en un nuevo George, con su gran corazoncito, pero también lo lían con la hermana de Meredith tras su forzada (y van…) ruptura con el ‘doctor macizo 2’. En fin, que ya estamos en la sexta temporada y cada vez resulta más difícil mantener unas relaciones coherentes.

En este sentido, la pareja formada por la doctora Torres y la pediatra Arizona es tal vez la más creíble de la temporada, lo mismo que su ruptura. En cuanto al triángulo entre Cristina, Owen y la recién llegada Teddy (la novia de Jack Bauer en ‘24’), los guionistas caminan todo el tiempo sobre el alambre, equilibrio tras equilibrio.

La temporada se cierra con un doble capítulo, en el que la serie recurre a algo que ya hemos visto en ‘Urgencias’ (y varias veces), ‘House’ y ‘Miénteme’: un psicópata armado que deambula a sus anchas por el hospital. Y como es algo que ya se ha visto, aquí rizan el rizo y tenemos dos episodios de antología en los que los cirujanos van cayendo como moscas. También se recurre al ‘paciente cabreado que busca represalias’, recurso que ya vimos en ‘Urgencias 13’ con un mayor desarrollo en más capítulos y nada menos que con Forest Whitaker. Eso sí, a diferencia de otras ocasiones, no hay ‘continuará’, aunque habrá que ver cómo se retoma el día a día en el Seattle Grace tras la masacre. Abajo tenéis los dos tráilers con el inicio y el final de la temporada.

El detalle: No me olvido, faltaría más, de Miranda Bailey, que sigue siendo de lejos mi personaje favorito. Ni de Arizona Robbins. Y es que si Bailey es Dios, los ángeles deben de ser como Arizona.