Que la nueva versión televisiva de Sherlock Holmes made in USA use como
título la referencia al célebre ‘Elemental, Watson’, frase que nunca escribió
Conan Doyle, no parecía presagiar nada bueno… pero lo cierto es que Elementary
ha sido una de las sorpresas positivas de la última temporada de series.
Lo reconozcan o no, Elementary, creada por Robert Doherty, es la versión USA del
Sherlock británico, dado que ambas han apostado por actualizar al personaje
trasladándolo al presente. A partir de ahí, Sherlock se ha mantenido mucho más
fiel a la letra y al espíritu del modelo original literario, en tanto que
Elementary ha innovado mucho más.
Para empezar, si Sherlock convierte el Londres moderno en el escenario
perfecto para las andanzas del personaje, aquí se mantiene su origen británico
pero se le traslada a Nueva York en pleno proceso de rehabilitación tras caer
en las drogas, con las que siempre jugó el personaje original. A partir de ahí,
al igual que en la versión británica, se convierte en asesor de la policía,
donde tenemos a un recuperado Aidan Quinn impecable como inspector, en uno de
los secundarios más acertados de la serie. Otra cosa es su ayudante, Marcus, que
apenas brilla en un capítulo en el que la trama le toca de cerca.
Pero la mayor novedad es convertir a Watson en una mujer. Una jugada que
les ha salido tan bien, que se han animado a cambiarle el género a algún que
otro personaje más del entorno holmesiano, incluida una señora Hudson, la
casera de toda la vida del detective, que aparece aquí en un capítulo como
transexual. Y que nadie se lleve las manos a la cabeza, porque el personaje se
hace querer tanto como la señora Hudson original, o la de Sherlock, por nombrar
un referente más cercano.
Por su parte, Lucy Liu, la actriz elegida para encarnar a Watson, se
convierte desde el principio en uno de los puntos fuertes de la serie, sobre
todo por la particular relación que se establece entre los dos personajes
principales, en ningún momento romántica. Watson, excirujana, es contratada por
el padre de Holmes (al que aún no hemos visto) para ‘vigilar’ a su hijo una vez
finaliza su estancia en la clínica de desintoxicación. Sorprendida por la
peculiar, por decir algo, personalidad de Holmes, Watson irá entendiéndole
cada vez mejor, al tiempo que el detective, completamente asocial, la deja
entrar en su mundo. Sencillamente, se le saca mucho más partido a la relación
entre ambos que en Sherlock –tal vez el único punto en el que la versión USA
supera a la británica-, y no digamos ya que en el Sherlock de Guy Ritchie.
Elementary, por otra parte, es un procedimental de libro, con uno o dos
casos autoconclusivos por episodio, al margen de cómo se va desarrollando la
relación entre los personajes principales capítulo a capítulo. Con la mitad de
duración por episodio que la versión británica, lo cierto es que la serie no
arranca precisamente con mucha fuerza, pero en solo unos pocos episodios
empieza a crecer, de la mano de unas tramas de lo más enrevesadas, donde nada es lo que parece, al más puro estilo de Miénteme (cómo echo de menos
la serie de Tim Roth!).
Valga como ejemplo el capítulo en el que, simplemente mirando los restos de
un avión destrozado, Holmes deduce que el accidente ha sido provocado,
iniciándose una trama llena de giros sorprendente. Y es que, como en House,
durante varios episodios todo apunta primero a un asesino, luego a otro, y
finalmente al auténtico. Y como en Miénteme, tenemos desde secuestros a
asesinatos, pasando por chantajes, etc.
Sin embargo, superado el ecuador de los nada menos que
24 capítulos de esta primera temporada, y coincidiendo con el nuevo estatus de
Watson, que pasa de ‘cuidadora’ de Holmes a su aprendiz como detective, el
interés de las trama va cayendo paulatinamente hasta convertirse en una
sucesión de episodios intrascendentes y anodinos… hasta que llega Moriarty, of
couse.
Al igual que en Sherlock, mucho se habla de Moriarty en Elementary antes de
que la némesis de Holmes haga su aparición. El ‘prólogo’ es el episodio 12, M, con
un fantástico Vinnie Jones (que no se pierde un partido del Arsenal, faltaría
más), donde, una vez que ya se han revelado los motivos por los que Sherlock se
dio a las drogas y empezamos a ver el papel que va a desempeñar en esta versión
Irene Adler, el detective va a la caza de un asesino por motivos personales,
dispuesto a llegar tan lejos como haga falta... lo que acabará cambiando su relación con el inspector encarnado por Aidan Quinn.
Esta trama se retoma en el capítulo 21, Una historia para recordar, que inicia una saga de cuatro
capítulos bastante autoconclusivos, pero en el transcurso de los cuales Holmes
va acercándose cada vez más a Moriarty, mientras desfilan como estrellas
invitadas desde F. Murray Abraham a Arnold Vosloo, pasando por Natalie Dormer. Aquí,
especialmente en las dos últimas entregas, es donde se luce Doherty como guionista,
deparando grandes momentos, sobre todo en los cara a cara entre Holmes y
Moriarty en el desenlace de la temporada. Poco que ver con el Moriarty de
Sherlock, en Elementary también han acertado con su versión, y en ambos casos
superan, de lejos, la cinematográfica, demasiado conservadora.
Para acabar, comentar la labor de Jonny Lee Miller, del que reconozco
saber poco más que que fue el primer marido de Angelina Jolie. Le toca lidiar con la versión más estrafalaria del personaje, yendo
aún más allá que la versión británica, la cinematográfica, o esa versión
inconfesa, y tal vez la mejor, que fue House. Ya que gustan los personajes de
este tipo, pues aquí se pasan tres pueblos, corriendo el riesgo de que el
público no llegue a conectar con un Holmes de lo más raro… al que al final se
hace difícil imaginar interpretado por otro actor, permanentemente sobreactuado.
Veremos qué da de sí la segunda temporada. Y en los spoilers hablamos del
desenlace, de Moriarty y de Irene Adler.
SPOILERS
Doherty se acaba jugando el todo por el todo, y tras cambiarle el género a
Watson, no solo hace lo mismo con Moriarty, lo que ya no hubiera sido tan
original, sino que, y aquí está su jugada maestra, fusiona a Moriarty y a
Irene Adler.
Tras los primeros episodios se nos cuenta que Holmes amó a Irene –algo que
nunca ocurrió en el original literario, pero que Hollywood se empeña en cambiar
una y otra vez en pro del elemento romántico- y que esta fue asesinada, algo
que no creí ni por un momento, de modo que el final del episodio 22 me lo veía
venir desde el principio. Y hablando de finales de episodio, Doherty se sale en los últimos tres
continuará: el capítulo 21 acaba con la primera conversación –telefónica- entre
Moriarty y Holmes, el 22 con la revelación de que Irene está viva, y el 22 con
el descubrimiento de que Irene… es Moriarty.
Lo mejor es que todo cuadra, y que Natalie Dormer no solo compone una Irene
Adler-Moriarty magnífica, sino que aprovecha la gran oportunidad de interpretar
a los dos personajes a la vez y logra estar a la altura de la Irene de Sherlock, algo
que se antojaba poco menos que imposible.
Lástima que el desenlace de la temporada apueste por un final feliz y
cerrado, perdiendo la oportunidad de dejar un gran final abierto para la
siguiente entrega. Por mi parte, hubiera dejado a Holmes con la sobredosis, y
desde luego a Moriarty libre, planteando en la segunda temporada cómo Holmes
vuelve a recuperarse, retoma su colaboración con Watson e inicia la caza
implacable de Moriarty… quien de todos modos no creo que tarde en salir de la
cárcel con un plan maestro.