domingo, 30 de junio de 2013

'Elementary': Cuando Watson es la estrella


Que la nueva versión televisiva de Sherlock Holmes made in USA use como título la referencia al célebre ‘Elemental, Watson’, frase que nunca escribió Conan Doyle, no parecía presagiar nada bueno… pero lo cierto es que Elementary ha sido una de las sorpresas positivas de la última temporada de series.

Lo reconozcan o no, Elementary, creada por Robert Doherty, es la versión USA del Sherlock británico, dado que ambas han apostado por actualizar al personaje trasladándolo al presente. A partir de ahí, Sherlock se ha mantenido mucho más fiel a la letra y al espíritu del modelo original literario, en tanto que Elementary ha innovado mucho más.

Para empezar, si Sherlock convierte el Londres moderno en el escenario perfecto para las andanzas del personaje, aquí se mantiene su origen británico pero se le traslada a Nueva York en pleno proceso de rehabilitación tras caer en las drogas, con las que siempre jugó el personaje original. A partir de ahí, al igual que en la versión británica, se convierte en asesor de la policía, donde tenemos a un recuperado Aidan Quinn impecable como inspector, en uno de los secundarios más acertados de la serie. Otra cosa es su ayudante, Marcus, que apenas brilla en un capítulo en el que la trama le toca de cerca.

Pero la mayor novedad es convertir a Watson en una mujer. Una jugada que les ha salido tan bien, que se han animado a cambiarle el género a algún que otro personaje más del entorno holmesiano, incluida una señora Hudson, la casera de toda la vida del detective, que aparece aquí en un capítulo como transexual. Y que nadie se lleve las manos a la cabeza, porque el personaje se hace querer tanto como la señora Hudson original, o la de Sherlock, por nombrar un referente más cercano.

Por su parte, Lucy Liu, la actriz elegida para encarnar a Watson, se convierte desde el principio en uno de los puntos fuertes de la serie, sobre todo por la particular relación que se establece entre los dos personajes principales, en ningún momento romántica. Watson, excirujana, es contratada por el padre de Holmes (al que aún no hemos visto) para ‘vigilar’ a su hijo una vez finaliza su estancia en la clínica de desintoxicación. Sorprendida por la peculiar, por decir algo, personalidad de Holmes, Watson irá entendiéndole cada vez mejor, al tiempo que el detective, completamente asocial, la deja entrar en su mundo. Sencillamente, se le saca mucho más partido a la relación entre ambos que en Sherlock –tal vez el único punto en el que la versión USA supera a la británica-, y no digamos ya que en el Sherlock de Guy Ritchie.

Elementary, por otra parte, es un procedimental de libro, con uno o dos casos autoconclusivos por episodio, al margen de cómo se va desarrollando la relación entre los personajes principales capítulo a capítulo. Con la mitad de duración por episodio que la versión británica, lo cierto es que la serie no arranca precisamente con mucha fuerza, pero en solo unos pocos episodios empieza a crecer, de la mano de unas tramas de lo más enrevesadas, donde nada es lo que parece, al más puro estilo de Miénteme (cómo echo de menos la serie de Tim Roth!).

Valga como ejemplo el capítulo en el que, simplemente mirando los restos de un avión destrozado, Holmes deduce que el accidente ha sido provocado, iniciándose una trama llena de giros sorprendente. Y es que, como en House, durante varios episodios todo apunta primero a un asesino, luego a otro, y finalmente al auténtico. Y como en Miénteme, tenemos desde secuestros a asesinatos, pasando por chantajes, etc.

Sin embargo, superado el ecuador de los nada menos que 24 capítulos de esta primera temporada, y coincidiendo con el nuevo estatus de Watson, que pasa de ‘cuidadora’ de Holmes a su aprendiz como detective, el interés de las trama va cayendo paulatinamente hasta convertirse en una sucesión de episodios intrascendentes y anodinos… hasta que llega Moriarty, of couse.

Al igual que en Sherlock, mucho se habla de Moriarty en Elementary antes de que la némesis de Holmes haga su aparición. El ‘prólogo’ es el episodio 12, M, con un fantástico Vinnie Jones (que no se pierde un partido del Arsenal, faltaría más), donde, una vez que ya se han revelado los motivos por los que Sherlock se dio a las drogas y empezamos a ver el papel que va a desempeñar en esta versión Irene Adler, el detective va a la caza de un asesino por motivos personales, dispuesto a llegar tan lejos como haga falta... lo que acabará cambiando su relación con el inspector encarnado por Aidan Quinn.

Esta trama se retoma en el capítulo 21, Una historia para recordar, que inicia una saga de cuatro capítulos bastante autoconclusivos, pero en el transcurso de los cuales Holmes va acercándose cada vez más a Moriarty, mientras desfilan como estrellas invitadas desde F. Murray Abraham a Arnold Vosloo, pasando por Natalie Dormer. Aquí, especialmente en las dos últimas entregas, es donde se luce Doherty como guionista, deparando grandes momentos, sobre todo en los cara a cara entre Holmes y Moriarty en el desenlace de la temporada. Poco que ver con el Moriarty de Sherlock, en Elementary también han acertado con su versión, y en ambos casos superan, de lejos, la cinematográfica, demasiado conservadora.

Para acabar, comentar la labor de Jonny Lee Miller, del que reconozco saber poco más que que fue el primer marido de Angelina Jolie. Le toca lidiar con la versión más estrafalaria del personaje, yendo aún más allá que la versión británica, la cinematográfica, o esa versión inconfesa, y tal vez la mejor, que fue House. Ya que gustan los personajes de este tipo, pues aquí se pasan tres pueblos, corriendo el riesgo de que el público no llegue a conectar con un Holmes de lo más raro… al que al final se hace difícil imaginar interpretado por otro actor, permanentemente sobreactuado.

Veremos qué da de sí la segunda temporada. Y en los spoilers hablamos del desenlace, de Moriarty y de Irene Adler.



SPOILERS
Doherty se acaba jugando el todo por el todo, y tras cambiarle el género a Watson, no solo hace lo mismo con Moriarty, lo que ya no hubiera sido tan original, sino que, y aquí está su jugada maestra, fusiona a Moriarty y a Irene Adler.

Tras los primeros episodios se nos cuenta que Holmes amó a Irene –algo que nunca ocurrió en el original literario, pero que Hollywood se empeña en cambiar una y otra vez en pro del elemento romántico- y que esta fue asesinada, algo que no creí ni por un momento, de modo que el final del episodio 22 me lo veía venir desde el principio. Y hablando de finales de episodio, Doherty se sale en los últimos tres continuará: el capítulo 21 acaba con la primera conversación –telefónica- entre Moriarty y Holmes, el 22 con la revelación de que Irene está viva, y el 22 con el descubrimiento de que Irene… es Moriarty.

Lo mejor es que todo cuadra, y que Natalie Dormer no solo compone una Irene Adler-Moriarty magnífica, sino que aprovecha la gran oportunidad de interpretar a los dos personajes a la vez y logra estar a la altura de la Irene de Sherlock, algo que se antojaba poco menos que imposible.

Lástima que el desenlace de la temporada apueste por un final feliz y cerrado, perdiendo la oportunidad de dejar un gran final abierto para la siguiente entrega. Por mi parte, hubiera dejado a Holmes con la sobredosis, y desde luego a Moriarty libre, planteando en la segunda temporada cómo Holmes vuelve a recuperarse, retoma su colaboración con Watson e inicia la caza implacable de Moriarty… quien de todos modos no creo que tarde en salir de la cárcel con un plan maestro.


sábado, 29 de junio de 2013

El estreno: Hawke y Delpy, no hay dos sin tres


Y con el verano se va animando la cartelera. Este año manda la ciencia ficción, y tras el nuevo Superman, llega After Earth, la nueva aventura de Will Smith, dirigida por... M. Night Shyamalan. Por si no lo sabíais, ya que la promoción se ha cuidado mucho de ocultar este detalle, dado el descalabro de cada uno de los últimos estrenos del director de El sexto sentido, cuyo último trabajo fue Airbender. Mi principal problema con este film, sin embargo, no es su director, sino que a Smith le acompaña su vástago, que parece erigirse en protagonista absoluto con papá en el banquillo. La propuesta es similar a la de Oblivion, con una Tierra devastada y abandonada en un futuro lejano como salvaje escenario donde se estrella la nave de los protagonistas, que tienen que sobrevivir en un entorno hostil. Lo mejor, a priori, la potencia visual de Shyamalan. ¿Volverá el director a sus mejores momentos, o hundirá la carrera de la Smith family? Aviso para navegantes: en los USA se ha estrellado en la taquilla, y aquí pilla entre los estrenos de Superman y la nueva entrega de Star Trek. Claro que España nunca ha sido demasiado trekkie.

After Earth lo tenía todo para ser el estreno del fin de semana, donde su competencia se reduce prácticamente a la ¿comedia? Los becarios, de nuevo con Owen Wilson y Vince Vaughn tras De boda en boda, y la valiente La bicicleta verde, tristemente famosa por ser obra de Haifaa Al-Mansour, directora en Arabia Saudí, donde las mujeres tiene prohibido este oficio, y donde se cuenta la historia de una niña que sueña con tener una bicicleta, en un país donde no está nada bien visto que las mujeres usen este vehículo.

Pero al final, me quedo con Antes del anochecer, el cierre (o no, ojalá tengamos nueva entrega dentro de otros 9 años) de la trilogía que inició Antes del amanecer (1995), con Richard Linklater filmando de nuevo el encuentro entre la pareja encarnada por Ethan Hawke y Julie Delpy, tras la secuela, Antes del atardecer (2004), que tendré que ver antes de ponerme con esta última entrega. Si mantienen el nivel del original, estamos ante una de las mejores trilogías de la historia del cine, donde la palabra es la reina.

domingo, 23 de junio de 2013

Holmes, así no (o mucho ruido y pocas nueces)


No se ha lucido precisamente Hollywood con la secuela del Sherlock Holmes (2009) dirigido por Guy Ritchie y protagonizado por Robert Downey Jr, que palidece ante las dos versiones televisivas que han renovado el personaje a ambos lados del charco. Esta segunda entrega es el clásico ejemplo de pirotecnia vacua, y lo cierto es que me ha aburrido bastante.

Y eso que, a diferencia de las otras dos adaptaciones del personaje de Conan Doyle, en la gran pantalla se apuesta por el espectáculo a gran escala, con una trama que lleva al inmortal detective por toda Europa, desde París a Suiza, pasando, obviamente, por Londres, como si de James Bond se tratara, y buscando la acción a cualquier precio.

El problema es que la trama es de lo más anodina y simple, con los personajes limitándose a ir de un sitio a otro, sin demasiadas explicaciones, y pasando de una escena de acción a otra. Además, nos encontramos con la peor versión de Moriarty de las tres que nos acaban de brindar. Poco que objetar al trabajo de Jared Harris como el archienemigo de Holmes, pero lo cierto es que también resulta de lo más rutinario. Harris, de hecho, ha encarnado el mismo papel en la serie Fringe, pero con mucho más acierto y carisma. El guión no ayuda mucho, pero lo cierto es que a Mark Strong no le hacía falta llamarse Moriarty para ser un villano mucho más siniestro y perturbador en el film anterior.

La otra incorporación a la saga, Noomi Rapace, que sigue rentabilizando su Lisbeth Salander, también aporta muy poco, con un personaje que sirve a la trama pero resulta intrascendente, al igual que la mujer de Watson, cuya boda apenas añade algo de humor a la historia. Aunque ahí, el más brillante es Stephen Fry, lo mejor de la película como Mycroft Holmes con sus toques excéntricos… aunque me quedo con la versión de la serie británica, donde han clavado al personaje y le sacan un gran partido.

En cuanto a la relación entre Holmes y Watson, no deja de ser la de una buddy movie al uso, con los dos lanzándose puyas una y otra vez, sin aportar nada a lo ya visto en una primera entrega bastante más inspirada. Jude Law está correcto, aunque le toca en suerte el peor de los tres Watson actuales, y Downey Jr sigue derrochando frescura e ironía. Este último es apenas lo único salvable de la película, que tiene muy pocos mimbres para dos horas de metraje.

Tampoco ayuda la labor en la dirección de Ritchie, repitiendo los errores de la primera entrega, con su abuso de recursos visuales rebuscados en las escenas de acción, a las que les sobra tanto exceso. ¿Hace falta repetir todas las escenas de lucha dos veces?

Y eso que tenemos la única versión de Holmes de las tres actuales en las que la acción transcurre en la época del original literario, con toda la recreación histórica, y el personaje se ciñe más al Holmes clásico, incluida su afición por el disfraz y sus habilidades pugilísticas.

Pero, como he dicho, la trama peca de linealidad y sosez. Una cosa es que no se pueda crear un ambiente de misterio en torno al personaje de Moriarty como han hecho en las dos series capítulo a capítulo, mencionándolo una y otra vez mientras se retrasa su aparición, en tanto que en la película a los cinco minutos ya lo han presentado y lo han revelado todo sobre él, y otra que no sean capaces de generar una trama brillante en dos horas, cuando las dos series, una con capítulos de hora y media y la otra de 40 minutos, las han dado mucho mejores.

Desde luego, desperdiciando así a Moriarty y a Irene Adler (véanse los spoilers), a mí me han quitado todas las ganas de ver una nueva entrega de este Holmes. Y eso que los planes de Moriarty no dejan de tener su lógica y dan pie a ciertas reflexiones.

El detalle: La mejor escena, de lejos, la pelea durante la despedida de soltero de Watson, mientras suena una giga irlandesa. Imperdible.


SPOILERS

Lo peor de la secuela es cómo se cargan el personaje de Irene Adler, la única mujer que ha amado Holmes. Un personaje al que le han sacado un partido extraordinario en las dos series televisivas, cada una a su modo, pero al que aquí, tras la magnífica labor de Rachel McAdams en la primera entrega, despachan de la manera más burda en los primeros minutos del film. Todo un desperdicio.

viernes, 21 de junio de 2013

El estreno: Superman vuelve a volar


Y se acabó la sequía. Hoy comienza el verano, y junto con un montón de estrenos independientes, de todo pelaje y nacionalidad, llegan los dos primeros bombazos de la campaña estival. Si tenéis críos, entonces toca Monsters University, la precuela de Monsters que se ha sacado de la manga Pixar, muy perezosa últimamente, y que ya pinchó, artísticamente hablando, con la secuela de Cars...

...y si no tenéis críos, toca darle una nueva oportunidad al superhéroe por excelencia, Superman. Difícil lo tienen para borrar la memoria de Christopher Reeve, y más después del fiasco de la, más que apreciable, Superman returns, cuyo gran error fue tal vez insistir en el homenaje a las pelis de Donner que el público joven actual desconoce.

Pero tenemos en la dirección a Zack Snyder tras 300, Watchmen, Sucker Punch y Gahoole, y a Christopher Nolan en la sombra, sin olvidar al guionista de sus Batman, David S. Goyer. Ah, y Amy Adams como Lois Lane, solo por eso ya vale la pena pagar la entrada... y eso que están a precios prohibitivos.

No sé si será la película del año, pero es el estreno del año, y desde luego el tráiler del año. A volar. 

PD: No esperéis que en ningún momento del film le llamen Superman, que por algo el film se titula El hombre de acero. Y sí, tiene toda la pinta de que podría haberse titulado... Superman begins. O sea, que no hay comparación posible con las pelis anteriores, porque estamos ante (muchas comillas) un remake de Smallville.

sábado, 15 de junio de 2013

El estreno: Tombatossals cobra vida... animada


Parece que ya definitivamente, a la espera de que llegue la película del año con mayúsculas, o sea, The man of steel, que no Superman (ahí se nota la mano de Nolan), hay que conformarse con estrenos de segunda fila, aunque ahí a veces nos encontramos no pocas sorpresas...

No parece este precisamente el caso, o vaya usted a saber, de Un invierno en la playa, comedia romántica con Greg Kinnear y Jennifer Connelly, que es lo único que nos llega de los USA. Bastante más promete lo último del británico Danny Boyle, Trance, con un argumento que recuerda en parte al de Origen: un jefe mafioso (Vincent Cassel) contrata a una hipnoterapeuta (Rosario Dawson) para que investigue en la mente de un ladrón (James McAvoy) que sufre amnesia y no recuerda donde escondió un valioso cuadro.

Podría ser el estreno de la semana, pero este sale de los nada menos que seis estrenos patrios de la semana. Para empezar, un par de comedias: Menú degustación, otra de cocina, con el catalán Roger Gual dirigiendo a un reparto internacional encabezado por Jan Cornet y Clàudia Bassols, donde tienen cabida desde Stephen Rea a Santi Millán, pasando por Fionnula Flanagan o Marta Torné, y la más modesta Somos gente honrada, sobre dos cincuentones en paro que encuentran 10 kilos de heroína, y donde encontramos a Manuela Vellés o Unax Ugalde.

Vía Argentina nos llega Sola Contigo, con Ariadna Gil y Leonardo Sbaraglia, que por el título y el cartel parece otro film sobre la violencia de género, pero no van por ahí los tiros en este thriller. Más originales son las propuestas de Insensibles, cinta de corte fantástico con Àlex Brendemuhl y Juan Diego sobre unos niños nacidos en plena guerra civil con insensibilidad al dolor físico, y New York Shadows, sobre cine dentro del cine... con Javier Gurruchaga.

Pero en esta ocasión se lleva la palma, por motivos obvios, Gigantes, la leyenda de Tombatossals, cinta de animación en la que Mique Beltrán en el guión y Manuel J. García en la dirección, adaptan la inmortal obra de Josep Pasqual Tirado sobre los orígenes mitológicos de Castellón. Buena oportunidad para descubrir o conocer mejor las aventuras de Tombatossals, Cagueme, Bufanúvols o Arrancapins.

miércoles, 12 de junio de 2013

'Smallville 4': Hola, Lois. ¿Adios, Lana?


Todo lo que había ganado Smallville con las temporadas 2 y 3, en constante progresión, se echa a perder en la cuarta, un despropósito que casi la convierte en la peor de la serie, aunque para eso ya está la primera.

Y eso que el arranque mantiene el buen nivel de la recta final de la tercera temporada, mientras se desvela el destino de cada personaje después del magistral continuará de aquella. Sin desvelar gran cosa, al final solo desaparece uno de los protagonistas, Pete, que siempre había sido el más flojo del reparto y que simplemente se traslada a otra ciudad… con el secreto de Clark a cuestas.

Sí tenemos en cambio un nuevo personaje fijo para la cabecera, Jason, el novio que Lana se trae de París… y que por supuesto también tiene algo que ocultar. El olfato de Lana para los novios no acaba de funcionar.

Las novedades se completan con las apariciones esporádicas de la veterana Jane Seymour como la madre de Jason, aún más oscura que su vástago, y la incorporación, casi como personaje fijo, de Lois Lane, la novia de toda la vida de Superman, reconvertida aquí en la prima de Chloe… que odia el periodismo.

Lois es precisamente lo único salvable de la temporada, con su desparpajo y ese juego del gato y el ratón que mantiene desde el primer momento con Clark, que aún no sabe que ella será el amor de su vida, mientras su relación con Lana es más complicada que nunca.

Más allá de eso, la trama central se centra en tres piezas de un objeto de Krypton que Jor-El le ordena reunir a Clark tras regresar de su viaje estelar. Pero también las quieren Lex y su padre, al igual que la madre de Jason. El problema, para empezar, es la falta de credibilidad de toda la trama, puesto que las piezas tienen siglos de antigüedad y se hallan diseminadas por Egipto o China. ¿Es que Jor-El también dominaba el viaje por el tiempo? Y tampoco se explica por qué algunas piezas tienen guardianes de kriptonita…

El siguiente problema es la parte de la trama que afecta a Genevieve, la madre de Jason, quien resulta ser la reencarnación de una noble que en la Edad Media ya buscaba las piedras ¿? y quemó en la hoguera a una bruja que también las buscaba. Una bruja que queda unida a Lana después de que esta visite su tumba en París y que tomará posesión de su cuerpo en alguna que otra ocasión.

Todo demasiado rebuscado. Y para rematar, la trama central ocupa muy pocos episodios y se resuelve al final de la forma más apresurada y chapucera posible.



Por lo que respecta a los capítulos autoconclusivos, la gran mayoría son muy flojos, volviendo al bajo nivel de la primera temporada. Así, tras el díptico inicial, tenemos a unas animadoras ¡expertas en química avanzada! que mediante un brebaje basado en la kriptonita (para variar) convierten a los hombres en esclavos sumisos; una chica a la que su madre opera, con kriptonita, por supuesto, para que pase de ser fea a la más atractiva del instituto, o a un chico que gana todas las apuestas gracias a un curioso poder sobre el azar.

El instituto vuelve a ganar terreno en las tramas, y es que al fin y al cabo, como ocurriera en la tercera temporada de Buffy, cazavampiros, acaba el paso de Clark por el instituto y hay que ir cerrando una época. Para ello tendremos al protagonista tratando nuevamente de triunfar en el rugby a pesar de la reticencias de su padre. Y por supuesto, eso nos llevará a un capítulo sobre dopaje… con kriptonita, of course.

La temporada incluso presenta a Krypto, el superperro de Superman, que se queda en la granja aunque sin desempeñar ningún papel más allá del de mascota decorativa.

Entre lo poco salvable está el capítulo 5, Corre, con una particular versión de Flash, el superhéroe del universo de Superman cuyo poder es correr a toda velocidad. Aquí toma el nombre de Bart Allen, el personaje más joven que ha vestido el traje de Flash, y al que ya tenemos compitiendo con Clark para responder a la eterna pregunta: ¿Es más rápido Flash o Superman? Por cierto que, en un magnífico guiño a los cómics, Bart lleva identificaciones falsas con los nombres de otros personajes que han sido Flash: Jay Garrick, Barry Allen y Wally West.

Pero lo mejor llega en los capítulos 11 y 12, Peligroso y Paria, un díptico en el que reaparece Alicia, la chica que se teletransporta, ya presentada en un capítulo de la anterior temporada. Aquí vuelve, aparentemente rehabilitada y convertida en la única chica con la que Clark siente que puede construir una relación romántica, dado que ambos conocen sus respectivos poderes. Pero las cosas no van a ser nada fáciles… y de paso, con Pete ya fuera de escena, otro allegado de Clark va a descubrir su secreto… aunque no compartirá esta revelación con el propio Clark.

Esta temporada también reincide en un recurso muy utilizado con anterioridad, el de los cambios de personalidad, que nos muestran a los personajes actuando de forma muy distinta a la habitual. En el apartado cómico tenemos el episodio 8, Hechizo, en el que por primera vez la bruja posee a Lana y otras dos brujas a Lois y Chloe, travestidas para la ocasión como si de un remake alocado de Jóvenes y Brujas se tratara. Y en el capítulo 18, Espíritu, una pija insoportable va poseyendo a la práctica totalidad del reparto. Inolvidable el momento en el que la madre de Clark se convierte en una adolescente alocada.

Pero donde este recurso alcanza todo su potencial es en otro de los episodios más inspirados, el 6, Transferencia. Hasta ese momento hemos disfrutado con una nueva versión de Lionel, ahora rapado y entre rejas, pero sin perder un ápice de su maldad. En este capítulo él y Clark intercambian sus cuerpos, de modo que mientras Clark debe sobrevivir en la cárcel dentro del cuerpo de Lionel, este descubre todos los secretos de Clark y puede lograr lo que se le antoje con sus poderes. Claro que, al final, todo volverá a la normalidad, con borrado de memoria de Lionel incluido… y un drástico cambio de personalidad que nos hará dudar el resto de la temporada de las verdaderas intenciones de Lionel.

No nos olvidamos del capítulo 17, Ónice, en el que la kriptonita negra provoca que Lex se desdoble en una versión buena y otra mala de sí mismo, lo que también dará bastante juego, ni del 19, Olvido, en el que por segunda vez en la misma temporada Clark pierde la memoria. Mención especial, por último, para el 20, Eterno, en el que a Lana y Clark les toca ejercer de ‘padres’ de un bebé que se convierte en adolescente a las pocas horas de su nacimiento.

Y como ocurriera en Buffy, aquí con una temporada más, toca despedir el instituto, y qué mejor que hacerlo con una nueva lluvia de meteoritos y dejando a varios personajes de nuevo al borde de la muerte. El continuará de esta entrega no llega a ser tan logrado como el anterior, pero resulta más que evidente que cuando ¡al fin! las tres piezas forman una, lo que tenemos es la ‘llave’ de… (véase el próximo post sobre la quinta temporada).



El detalle: Si en las dos anteriores temporadas hubo aparición estelar de Christopher Reeve, el Superman de la gran pantalla por excelencia, en esta ocasión, además de dedicar un capítulo a su memoria tras su fallecimiento, tenemos como invitada en algunos capítulos a Margot Kidder, precisamente la Lois Lane de las películas de Reeve, cuya aparición en la serie coincide con la presentación de la Lois Lane de Smallville.

El detalle 2: Jensen Ackles, quien interpreta a Jason en esta temporada, protagonizaría después Sobrenatural, serie de terror que ya va por la novena temporada.

domingo, 9 de junio de 2013

'Los idus de marzo': La política apesta


Lo del titular no va por la situación política actual en España, sino por el último trabajo de George Clooney tras las cámaras, Los idus de marzo (2011), en el que vuelve a mostrar sus inquietudes políticas (que es cuando da lo mejor de sí como director) en un film que le acerca a Haneke. Y es que resulta imposible no verse afectado por el demoledor final, ese último plano de Ryan Gosling, impecable durante todo el metraje, que refleja la aniquilación de un sueño.

Con la precisión de un cirujano, Clooney adapta magistralmente la obra teatral Farraguth North y no deja títere con cabeza. Nadie se salva en una película que empieza narrándonos con la eficaz maestría de los buenos artesanos de Hollywood las interioridades de las campañas electorales, en este caso la de los dos finalistas a ser el candidato demócrata a las presidenciales.

Clooney, perfecto, interpreta a uno de los candidatos, que tiene como jefe de prensa al personaje encarnado por Philip Seymour Hoffman, veterano y curtido en mil batallas, y como segundo al joven interpretado por Gosling, protagonista del film, idealista y convencido de que su candidato encarna realmente todos los valores con los que se identifica y puede cambiar el mundo para bien si es elegido presidente de Estados Unidos.

Todo cambiará después de que Gosling reciba una propuesta del director de campaña del otro candidato, encarnado por Paul Giamatti, y de que inicie una relación con una becaria, personaje a cargo de Evan Rachel Wood, que se está haciendo con una filmografía de oro a pesar de su juventud.

Los hechos se irán encadenando de manera diabólica hasta dar lugar a la tragedia y a que todos revelen su escasa -o nula- moralidad. La última víctima será la inocencia, la de quien aún no se había corrompido y la de Gosling, que verá caer como un castillo de naipes todos sus ideales y conocerá el oscuro corazón de la política, asumiendo que todo aquello en lo que creía era irreal.


Clooney triunfa a la hora de trasladar el texto del escenario a la pantalla y en la selección del reparto, sencillamente portentoso, que se completa con Marisa Tomei como una periodista y Jeffrey Wright como un senador al que los dos candidatos tratan de atraer. La duración del film, poco más de hora y media, también contribuye a que no haya un segundo de más y la trama avance al ritmo justo hacia su desolador desenlace, en el que Gosling descubre, como suele ocurrir con Haneke, que el horror está en nosotros.


El detalle: Como curiosidad, el cartel que se publicó en algunos países, como Italia u Holanda, bastante peor que el original, es clavado al de Buenas noches y buena suerte (2005), el film mejor acogido de cuantos ha dirigido Clooney.

El detalle 2: Los fans de 24 descubrirán a Gregory Itzin, el presidente Charles Logan, en un breve papel como el padre de la becaria.

sábado, 8 de junio de 2013

El estreno: Querejeta recupera a 'El comisario'


Y después se extrañan de que los cines estén vacíos, con lo pobre que anda la cartelera. De los USA solo nos llega El mensajero, el último vehículo de acción para The Rock, así que hay que recurrir a otras cinematografías para nutrir la lista de estrenos semanales.

De Reino Unido nos llega Turistas, comedia negra en la que un joven emprende un viaje por carretera para enseñarle las Islas Británicas a su novia, de Canadá, Inch'Allah, cine denuncia con una doctora en un campo de refugiados en Cisjordania, y de Francia, como suele ocurrir, llega la propuesta más solvente y atractiva, Popularie, comedia ambientada en los 50 sobre una secretaria que mecanografía a una velocidad asombrosa. Muy apetecible (la película, no la secretaria, mal pensados).


Pero al final, España se lleva el gato al agua, otra vez. No es el caso de Clara no es nombre de mujer, comedia con Jorge Sanz viajando a Cuba para vivir una insólita aventura en la que las Harley Davidson tienen un papel clave, pero sí el de 15 años y un día, aunque sea porque es lo nuevo de la directora de Gracia Querejeta, y tenemos encabezando el reparto a Maribel Verdú y a Tito Valverde, que regresa tras el final de la televisiva El comisario.

A tenor del argumento intuyo que lo de la Verdú es publicidad engañosa, ya que al fin y al cabo interpreta a la madre de un chaval que es expulsado del colegio, y para enderezarlo lo envía con su abuelo, un ex militar al que da vida Valverde. Eso sí, la cinta viene avalada por los cuatro premios que se llevó en Málaga, incluyendo película y guión. Habrá que darle una oportunidad.

domingo, 2 de junio de 2013

'Smallville 3': Yo soy tu padre

La tendencia al alza de Smallville se confirmó en la tercera temporada, la mejor hasta ese momento, en la que las figuras paternas se ciernen sombrías sobre los dos protagonistas, Clark (en este caso hablamos de Jor-El) y Lex, condicionando sus acciones.

La nueva entrega, que mantiene al mismo reparto que la anterior, arranca con un díptico en el que tanto el vástago de los Kent como el de los Luthor lo van a pasar realmente mal (bueno, uno bastante peor que el otro, incluyendo un matrimonio fallido), y van a arrastrar las consecuencias de ese verano durante el curso siguiente. Y es que se mantiene la estructura de que cada temporada narra un curso escolar y el verano es el periodo entre temporada y temporada.

El díptico también trae un nuevo villano, encarnado nada menos que por Rutger Hauer, quien desvela un muy oscuro secreto del pasado de Lionel que llevará de cabeza a Lex toda la temporada. Pero Lionel no está dispuesto a pagar por sus antiguos pecados y aprovechará el frágil estado mental de su hijo para internarle en un psiquiátrico. Será en los capítulos 8 y 9, Destrozado y Manicomio, uno de los puntos álgidos de esta tercera entrega, tras el cual tendremos a un Lex aparentemente recuperado, pero que ha olvidado dos semanas de su vida… y con ellas secretos que atañen a Lionel… y a Clark.

La siempre complicada relación entre Lionel y Lex llegará finalmente a su punto máximo de conflicto, al tiempo que en el capítulo 18, La verdad, de lo mejor de la temporada, se desvela el verdadero secreto que ha atormentado a Lex desde niño y que ha abierto una brecha insalvable entre él y su padre. No acabarán ahí los problemas para Lex, ya que Clark acabará por descubrir que su amigo no ha dejado de investigarle desde que le salvara la vida al inicio de la serie, lo que pondrá a prueba su amistad.

Y no corren buenos tiempos para Clark, a quien los planes de Jor-El complicarán aún más su vida social. No serán fáciles las relaciones con Chloe, sobre todo cuando esta descubra que hacer negocios con Lionel no es algo agradable, y aún menos con Lana, ya harta de que Clark no confíe en ella y le oculte secretos. La joven no solo dará por concluida cualquier posibilidad de romance con Clark, sino que empezará a salir con otro chico… que por supuesto oculta un importante secreto. En cuanto a Pete, sigue siendo el personaje más flojo de la serie, aunque va a descubrir que saber el secreto de Clark tiene un precio.



La temporada vuelve a contar con una aparición de Christopher Reeve, y entre los distintos episodios destaca el quinto, con la presentación de Perry White, el director del Daily Bugle en los cómics. Pero la trama central se centra, por un lado, en los continuos experimentos de Lionel con la kriptonita, en una búsqueda cada vez más descontrolada por escapar de su destino, con John Glover como la auténtica estrella de la serie, y por otro, en los intentos de Jor-El por lograr que Clark acepte su legado kriptoniano.

Todo hasta un último capítulo en el que una tan angelical como diabólica -y casi debutante- Adrianne Palicki interpreta a una supuesta Kara de Krypton, es decir, Supergirl. El desenlace, más continuará que nunca, se tiñe de tintes apocalípticos y deja graves dudas sobre la continuidad de la práctica totalidad del reparto, con varios personajes abandonando Smallville y otros con pie y medio –si no los dos- en la tumba, incluyendo incluso un 'homenaje' a las masacres finales de la saga El Padrino. Hasta ahora, de lejos, el final de temporada más logrado, que deja con muchas ganas de saber cómo continuará la serie.


El detalle. En el capítulo 4, Sopor, Clark sufre unas pesadillas muy especiales. Y dado que los sueños se producen en la fase REM, la banda sonora de este episodio se compone exclusivamente de canciones... de la banda REM.

Y ojo al tráiler, que es SPOILER total:

sábado, 1 de junio de 2013

El estreno: Coronado sigue siendo el rey


Poca competencia esta semana para el estreno más mediático, el cierre de la 'trilogía' Resacón, otra saga de éxito inexplicable. La principal alternatia es 360. Juego de destinos, horroroso título para lo último del brasileño Fernando Meirelles, que tras su floja adaptación del Ensayo sobre la ceguera de Saramago busca revedercer los laureles de Ciudad de Dios (2002) y El jardinero fiel (2005) con un thriller romántico en el que la mejor baza es un variopinto reparto que incluye, entre otros, a Anthony Hopkins, Rachel Weisz y Jude Law.

Pero el estreno de la semana es Hijo de Caín, donde José Coronado sigue empeñado en aparecer en cada cinta española que se estrena desde su Goya por No habrá paz para los malvados (2011). Aquí, en la adaptación de la novela de Ignacio García-Valiño Querido Caín, dirigida por Jesús Monllaó, interpreta al padre de un joven que solo parece expresarse a través del ajedrez, y que podría ser un psicópata. Thriller con posibilidades, aunque a tenor del tráiler, no demasiado lucido, me da que está rodada en catalán y queda un poco postiza con el doblaje.