Es el caso, por ejemplo, de dos de las cuatro propuestas españolas, empezando por Yo soy Nevenka, en la que la siempre interesante Iciar Bollaín sigue en la línea de su anterior trabajo, Maixabel, de nuevo llevando a la gran pantalla la historia de una mujer y a la vez un tema social de calado. Si en aquella ocasión era la reconciliación entre víctimas de ETA y sus verdugos, aquí estamos ante la primera vez en que una mujer denunció a un político por acoso sexual, algo que ocurrió hace casi un cuarto de siglo y que se saldó con una condena judicial del denunciado que apenas tuvo repercusión y una condena social de la denunciante, que tuvo que exiliarse a otro país. Nevenka se adelantó dos décadas al #metoo y lo pagó, como refleja un film cuyas primeras críticas, eso sí, tachan de poco más que telefilme.
En mi caso, me atrae más La virgen roja, otra película dirigida por una mujer, Paula Ortiz, y encima protagonizada por Najwa Nimri, en uno de esos papeles para lucirse, pero bien. Aquí tenemos la historia de otra mujer, Aurora Rodríguez Carballeira, que en los años 50 modeló a su hija Hildegart para convertirla en la mujer feminista del futuro y acabó asesinándola cuando vio que escapaba a su control. Almudena Grandes ya se basó en estos hechos para escribir La madre de Frankenstein (2020), uno de sus Episodios de una guerra interminable, que fue llevado al teatro con Blanca Portillo (precisamente la Maixabel de Bollaín), aunque creo que Ortiz no ha partido de esta novela para dirigir la que puede ser una de las grandes películas de la temporada.
La cartelera española se completa con Reflejos en una habitación, en la que Adriana Ozores interpreta a una mujer de clase alta que lleva un tiempo contratando los servicios de un escort, al que un día sustituye otro joven, y Les vacances de Mara, donde una joven se instala por sorpresa en la casa de una amiga después de que esta se vaya de vacaciones.
El periplo internacional nos lleva primero a Alemania con La secta, cinta protagonizada por Eric Bana que aborda la cuestión que anuncia su título, más explícito (o no) que el original, A sacrifice (Un sacrificio). De ahí nos vamos a Francia, que nos trae dos propuestas. La primera es Okgraciasyadiós, en la que una joven inicia el curso en un internado para personas sordas y al no poder volver a casa para el fin de semana acaba lanzándose a un viaje por carretera a París junto a una compañera.
La otra novedad gala nos trae a otra de las mujeres de la semana, que apenas necesita presentación, Emmanuelle. La novela erótica de Emmanuelle Arsan se convirtió hace ahora medio siglo en un megaéxito popular gracias a la adaptación cinematográfica dirigida por Just Jaeckin y protagonizada por la holandesa Sylvia Kristel, que quedaría asociada de por vida al papel. Baste recordar que, en los últimos coletazos de la dictadura franquista, los españoles viajaban masivamente a Perpignan para ver una película calificada X. Lo más curioso es que quien resucita ahora este mito del softcore es Audrey Diwan, que viene de abordar magistralmente el aborto en su anterior El acontecimiento. Se adivina pues una perspectiva más feminista del mito, aunque parece más una operación comercial que otra cosa, con Noémie Merlant como la nueva Emmanuelle y Naomi Watts como secundaria de lujo.
Acabamos en los USA, donde el terror sigue reinando y esta vez viene por partida doble, con El hombre del saco y Alice (Subservience), esta última de nuevo alertando sobre los peligros de la Inteligencia Artificial, esta vez en versión Alexa.
Pero la ganadora de la semana es la Megalópolis de Coppola. La crítica parece calificarla unánimemente de desastre, pero a alguien que nos ha regalado El padrino, Apocalypse Now o su magistral versión de Drácula, pues habrá que concederle el beneficio de la duda. A diferencia de Spielberg, Scorsese o Allen, que apenas han tenido problemas a la hora de financiar su cine, la filmografía de Coppola está precisamente condicionada por todo tipo de adversidades, bancarrota de su propio estudio cinematográfico incluida, así que si finalmente ha conseguido culminar un proyecto de décadas y estrenarlo, pues es una oportunidad que hay que aprovechar. Porque muy probablemente estamos ante su última obra. El último saludo en el escenario de un genio.