Pues a riesgo de repetirnos, el cine español sigue mostrando una salud de hierro y no tiene rival.
De los USA nos llega el gran bombazo de esta recta final del año, la innecesaria secuela, 25 años después, de la magnífica Gladiator, en la que, quizás lo ha olvidado Ridley Scott, brillaban más los diálogos que las peleas. La otra novedad es Nunca te sueltes, lo nuevo de uno de los maestros del terror moderno, Alexandre Aja, con Halle Berry y una trama que recuerda a films como Un lugar tranquilo y cuya baza puede ser el poner en cuestión que en realidad haya un elemento sobrenatural presente.
Iniciamos la gira internacional en México con una curiosidad, Max y yo, cinta de animación que relata la historia real de Maximiliano Kolbe, fraile polaco que murió voluntariamente en Auschwitz al intercambiarse con un prisionero. Otra curiosidad es la alemana Góndola, que muestra la especial relación que surge entre dos azafatas de teleféricos ¿? que apenas se encuentran cuando estos aparatos se cruzan.
Y acabamos en Austria con una de las últimas triunfadoras en Sitges y primera clara aspirante a estreno de la semana, El baño del diablo, donde una vez más se nos muestra que el mayor monstruo es el ser humano. Aquí nos trasladamos al siglo XVIII para, basándose en una exhaustiva investigación, mostrar uno de los hechos más terroríficos y ocultos de la historia: cómo, al estar prohibido el suicidio por la Iglesia católica, prometiendo el infierno para los suicidas, quienes decidían acabar con sus vidas cometían asesinato --especialmente de niños-- para ser ejecutados. Denuncia a la que se suma el drama personal de la protagonista... que no encuentra en el matrimonio aquello que le prometieron.
Ya en casa, empezamos con dos documentales sobre dos figuras musicales imprescindibles. La primera, desconocida para el público actual, Waldo de los Ríos, productor clave en los 60 y 70, responsable de éxitos del calibre del Himno de la Alegría de Miguel Ríos, quien se suicidó en 1977 tras una vida marcada por la fama, la homofobia y la dictadura. La otra, Pep Gimeno Botifarra, uno de los máximos exponentes del canto tradicional valenciano, a quien está dedicado El traginer de cançons.
Sin salir del todo del documental, en Piezas Pilar Ordóñez nos ofrece nueve experiencias personales contadas en plano secuencia que ofrecen otra mirada a cuestiones como la violencia de género, la xenofobia, el abuso sexual, el aborto o la anorexia, mientras que La zona vacía se arriesga con la historia de un hombre cuya vida ordenada empieza a resquebrajarse al obsesionarse con la hija menor de sus nuevos vecinos.
Y vamos finalmente con las tres novedades principales, que perfectamente pueden ser las tres el estreno de la semana, empezando por Los últimos románticos, segundo trabajo del director de Ane, con la que Patricia Arnaiz se llevo el Goya a la mejor actriz. Aquí David Pérez Sañudo parte de la novela de Txani Rodríguez ganadora del Premio Euskadi de Literatura para contar la historia de una mujer cuya vida da un giro tras detectarse un bulto en el pecho, lo que coincide con un conflicto laboral.
También promete, y mucho, Polvo serán, que al igual que lo último de Almodóvar gira en torno a la muerte digna, esta vez en formato de musical y con Ángela Molina en lo último de Carlos Marques-Marcet, que esta vez prescinde de su actor fetiche, David Verdaguer.
Me quedo finalmente con otra de las curiosidades de la semana, En la alcoba del sultán, lo nuevo del siempre original Javier Rebollo (El muerto y ser feliz, La mujer sin piano), que nos regala un canto de amor al cine con la historia de Gabriel Veyre, uno de los primeros seguidores de los hermanos Lumière, que en 1901 aceptó la oferta de un sultán para llevar el cinematógrafo a Oriente. De nuevo cine dentro del cine, y encima recuperando a Pilar López de Ayala, una de las mejores actrices de su generación a la que menos hemos podido ver en la gran pantalla.