Aprovechamos que en el
canal Fox vuelven a echar ‘Twin Peaks’ para revisar la primera temporada de una
serie mítica, pero de verdad, y que en muchos aspectos supuso un antes y un después en la televisión norteamericana.
El pueblecito de Twin
Peaks le garantizó a David Lynch un hueco en la historia de la tv, al tiempo
que relanzó su carrera. La serie se adelantó a la época dorada de las series
que vivimos desde hace cosa de una década, apostando por una factura
cinematográfica, un reparto tan extenso y variopinto como no se había visto
antes y una trama que desarrollaba la investigación de un asesinato durante más
de un capítulo.
Tal como ocurre en la
más reciente ‘The killing’, la serie se abre con el descubrimiento de un
cadáver y cada capítulo narra un día de investigación. En el caso de ‘Twin
Peaks’, el primer capítulo no finaliza, sino que arranca con el hallazgo del
cuerpo, y es un piloto de hora y media donde Lynch muestra una extraordinaria
habilidad a la hora de presentar al interminable elenco de personajes y empezar
a apuntar las múltiples tramas. Tantos y tantas, que cuando la serie se emitió
por primera vez, hace ya dos décadas, proliferaron los árboles genealógicos y
esquemas para aclarar las relaciones entre unos y otros protagonistas. (Por cierto que la última edición de la serie en DVD incluye la versión extendida del piloto, con casi media hora más de metraje que lo convierte en una película con final cerrado para mercados internacionales).
Y es que, como ocurre
también en ‘The killing’, pero aún más, la fachada de pequeña, tranquila y perfecta comunidad en la que no pasa nada de Twin Peaks oculta los bajos instintos de
buena parte de sus vecinos y todo tipo de crímenes y relaciones prohibidas, que
irán saliendo a la luz poco a poco. La propia asesinada, Laura Palmer, como la Rosie Larsen de 'The killing', está lejos de ser la estudiante modelo que todos creían, y
oculta numerosos secretos… que tal vez la condujeron a la tumba.
Y así, tras una semana
de investigación, el octavo y último capítulo de la primera temporada, escrito
y dirigido por Mark Frost (cocreador de la serie junto a Lynch), transcurre por
entero en la séptima noche, a la que algunos no sobrevivirán y que acaba
dejando muchas cosas en el aire (como la identidad del asesino de Laura) y
varios 'continuará' de lo más interesantes, haciendo que el espectador esté
impaciente ante el inicio de la siguiente temporada.
Pero si algo diferencia
a la serie de Lynch de ‘The killing’ es, principalmente, la comedia, totalmente
ausente en esta última, de corte más realista. En cambio, Lynch la utiliza de
una manera casi surrealista, consiguiendo un logrado y original híbrido de
drama policíaco y comedia delirante, que hay que ver para creer. La gran
habilidad del director es conseguir que, pese a múltiples salidas de tono que romperían
la credibilidad de la trama en cualquier otra serie, al momento hay un plano,
diálogo o situación que te engancha a la pantalla.
Tampoco está lejos
‘Twin Peaks’ de otras obras del cineasta, como ‘Carretera perdida’, ‘Terciopelo
azul’ o sobre todo ‘Mullholland drive’, que iba para serie y acabó
convirtiéndose en película, en el recurso a lo terrorífico y lo sobrenatural,
utilizado eso sí, de una manera muy contenida en esta primera temporada, como
leves apuntes, especialmente a través de los sueños del agente Cooper. Mención
aparte para las magistrales e inquietantes introducciones de la mujer del leño,
que desconozco si se emitieron cuando Tele 5 ofreció la serie en España, y que
aclaran bastante de la trama.
Pero es que en ‘Twin
Peaks’ cabe todo, desde el culebrón de toda la vida (impagables los fragmentos
de ‘Invitación al amor’ que cuela Lynch cada vez que alguien mira el televisor)
a los líos de instituto (con su motero a los James Dean incluido), en un decorado que evoca todos los iconos
norteamericanos: el bar con sus camareras de uniforme, la comisaría de pueblo,
una serrería más propia de un western o un misterioso bosque en el que todo lo
malo puede ocurrir.
La serie, por supuesto,
no sería lo mismo sin uno de los colaboradores habituales de Lynch, el músico
Angelo Badalamenti, que con la complicidad de la cantante Julee Cruise (que
aparece cantando en el piloto) compuso una banda sonora de lo más sugerente y turbadora,
y que creo que ha dejado más huella en la memoria colectiva que la propia
serie.
Por lo que respecta al amplísimo
reparto, destaca el actor fetiche de Lynch, Kyle MacLachlan, con quien ya
había trabajado en ‘Dune’ y ‘Terciopelo azul’, y que hizo inmortal el personaje
del agente del FBI Dale Cooper, tan profesional y atractivo como pirado por los
donuts y el café, siempre con salidas imprevisibles y formando un perfecto
tándem con el sheriff local, encarnado por Michael Ontkean.
Al margen de la
veterana Piper Laurie y una Joan Chen recién salida de la oscarizada ‘El último
emperador’, la mayor parte del reparto eran caras desconocidas que ganaron una
efímera popularidad durante el tiempo que duró la serie. Quienes más
aprovecharon su éxito fueron tres jóvenes actrices, Lara Flynn Boyle, MadchenAmick y Sherilynn Fenn (con esa imagen sensual que combinaba la ingenua chica de
instituto con la mujer fatal de los 40), que saltaron a la fama y supieron
rentabilizarla con trayectorias más o menos interesantes.
Y por supuesto, como
muestra del gusto por lo extraño de Lynch, encontramos desde una resucitada
Laura Palmer… en el cuerpo de su prima, exacta a ella solo que morena en vez de
rubia, además de un joven autista vestido de indio, un enano que aparece en
sueños, un hombre al que le falta un brazo, una mujer tuerta que vive en su
propio mundo de fantasía, un psiquiatra que adora todo lo hawaiano, un forense
irascible, un pájaro que habla, los bailes del padre de Laura, el disparatado
tío de Audrey… o el enigmático y sobrecogedor Bob, que en la primera temporada apenas aparece en unas inquietantes visiones.
Como en ‘The killing’,
la principal duda ante la segunda temporada es si sabrán resolver de una manera
creíble, y a la altura de lo esperado, el misterio de Laura Palmer, que, de
hecho, no queda muy claro si ya se ha resuelto en esta primera temporada. O si
por el contrario, estirarán demasiado la trama. Porque, en el caso de ‘Twin
Peaks’, el bombazo que supuso en su momento hizo que la segunda temporada, y
última, tuviera 22 capítulos.
En cualquier caso, tantos
personajes y situaciones tiene Twin Peaks, que cada espectador tiene el suyo
favorito. En mi caso, ‘Twin Peaks’ es el agente Cooper tomándose un café y un
trozo de tarta de cerezas.
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