Doug Liman sorprendió a todo el mundo al estrenar en 2010 ‘Caza a la espía’, su mejor film, de lejos, que rompió la tendencia de sus tres espectáculos de acción, unos mejores que otros, anteriores: 'El caso Bourne', 'Sr. y Sra. Smith' y 'Jumper'. Aquí, en cambio, apostaba por la intriga política y el cine de denuncia contra las más altas esferas.
El film tiene dos
partes claramente diferenciadas. En la primera se ocupa de denunciar cómo la
administración Bush buscó por todos los medios pruebas que justificasen la
invasión de Irak, es decir, pruebas de que Sadam tenía armas masivas, pese a
tener más que claro que no era verdad.
Liman no entra en las
motivaciones que podía tener el Gobierno estadounidense para forzar el ataque a
Irak, pero denuncia de manera contundente cómo Bush y otros destacados miembros
de su administración (léase Condoleeza Reece, entre otros) no tuvieron
problemas en mentir a todo el mundo para lograr el apoyo a la intervención
militar en Irak (y ahí estuvieron Aznar y Blair para echarle una manita).
Sin embargo, al final
alguien denunció que todo era montaje, un ex embajador que había sido enviado
por la CIA a Niger para averiguar si este país estaba vendiendo uranio a Irak
para fabricar bombas nucleares. Él informó de que no era cierto, tras una
concienzuda investigación, y cuando vio en televisión a Bush afirmando que
sabían que Níger estaba vendiendo uranio a Irak, publicó una columna en un
periódico denunciando que él había informado al Gobierno de lo contrario.
¿Cómo reaccionó la
administración? Pues, al parecer por obra y gracia del jefe de prensa o algo
así del vicepresidente, se filtró a la prensa que el ex embajador había sido
enviado a Níger por su propia esposa, agente de la CIA de tercera (una
secretaria, vamos), para que se ganara unas pelillas. El objetivo era
desacreditar las palabras del ex embajador, pero resulta que su mujer era una
de las mejores agentes encubiertas de la CIA, a la que le arruinan su vida y
casi su matrimonio, dejando en el aire además todas las operaciones que tenía
en marcha, como el rescate de varios científicos irakianos que quedaron
abandonados a su suerte.
La segunda parte del
film se centra en la lucha del matrimonio, sobre todo de él, por demostrar que
su versión era la auténtica y llevar a la Casa Blanca ante los tribunales. Al
final, y no es spoiler dado que la película se basa en hechos reales, lograron
que condenaran a dos años y medio de cárcel al responsable de todo… claro que
Bush le conmutó la sentencia (esto me recuerda un poco a las cosas que están
pasando últimamente con la justicia en España, léase Garzón y Camps, etc.).
Liman lleva la cinta
con maestría, de una manera elegante y reposada. Logra
que la gran cantidad de información que maneja el film llegue al espectador de
manera clara, y también está fino a la hora de abordar la crisis matrimonial de
los protagonistas. Claro que ahí tiene a unos inspirados Naomi Watts y SeanPenn (en su primer trabajo conjunto tras la estupenda '21 gramos'), que cargan con todo el peso de la película y, sobre todo ella, firma uno
de sus mejores papeles.
La cinta arranca
mostrándonos cómo se desenvuelve la protagonista como espía, con una actividad
muy alejada de la de James Bond, y acaba, como suele ocurrir en este tipo de
films, enlazando la imagen de Naomi Watts con la de la auténtica protagonista
de la historia, que vivió un auténtico calvario gracias a la irresponsabilidad
de la administración Bush. Claro que si fueron capaces de mentir al mundo para
invadir un país, todo lo demás se queda en poca cosa.
La gran pregunta es por
qué esta cinta no fue nominada el pasado año a los Oscar. Igual es que ya no
tocaba ser políticamente incorrecto, claro que con ‘Siryana’ pasó lo mismo.
PD: La traducción del
título en España apuesta por lo fácil, ‘Caza a la espía’, que es de lo que va
la segunda parte de la película. Pero el título original tiene muchas más
connotaciones: ‘Fair game’, es decir, juego limpio. Precisamente de lo que no
hizo gala la administración Bush, ni a la hora de justificar la invasión de
Irak, ni a la hora de descubrir la identidad de una agente de la CIA. Y ojo a los títulos en Argentina, 'Poder que mata' (nunca mejor dicho), o México, 'Juego de traiciones'.
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