Hay que reconocerlo, ‘X-Men: First Class’ no me atraía en absoluto, pero ha resultado ser un auténtico peliculón, de lo mejor que hemos visto del género superheroico en pantalla, al nivel, o incluso mejor que ‘X-Men 2’, la mejor de la etapa Singer, y cerca de los Batman de Nolan.
La película de Matthew Vaughn, que está demostrando muy buena maña en este tipo de adaptaciones, es una precuela en toda regla, aunque no necesariamente de la trilogía anterior ni del cómic oficial. Lo que han hecho los cinco guionistas, con muy buen acierto, es coger de aquí y de allí para reinventar a la Patrulla X, ofreciendo algo nuevo pero sin traicionar el concepto original, muy en la línea del Batman de Nolan.
La apuesta más arriesgada, ubicar el primer encuentro entre Xavier y Magneto, y su primer grupo mutante, en plena crisis de los misiles de Cuba, con noticieros de Kennedy incluidos. Un riesgo del que salen muy bien parados, aunque no tenga nada que ver con el origen del comic.
La selección de personajes también resulta bastante curiosa, aunque acertada en su mayoría. La parte del león se la llevan James McAvoy como un Xavier inesperado, con pelo y sin su silla de ruedas, mucho más joven, que no se había visto nunca y en la que el actor inglés demuestra bastante solvencia. Por su parte Michael Fassbender es la gran revelación del film en una versión de Magneto que desempeña un tanto el papel de Lobezno en las anteriores entregas (fantástico el cameo de Hugh Jackman), incluido parecido físico con Jackman, y borda un guión en el que se analizan a fondo las motivaciones del personaje y lo que le llevará a convertirse en villano.
Frente a ellos, Kevin Bacon brilla como Sebastian Shaw, que asume el rol de Magneto en las anteriores, secundado por January Jones como una desaprovechadísima Emma Frost, que solo está para lucir físico. Lo mismo ocurre (salvo lo de mostrar cacho) con Rose Byrne, como una Moira McTaggart convertida en agente de la CIA (científica en el original) y con poco papel.
Y es que en el apartado femenino la única que se luce, y a base de bien, porque así se lo permite el guión, es Jennifer Lawrence, que sigue haciéndose una filmografía de vértigo (‘Lejos de la tierra quemada’, ‘Winter’s bone’ (nominación al Oscar a la Mejor Actriz incluida) o ‘El castor’). Aquí sustituye a Rebecca Romjin Stamos (también con cameo incluido) como Mística. La primera aparición del personaje es mi escena favorita de la película, y sus relaciones con Xavier, Magneto y Bestia están llevadas de una manera magistral, además de contener las principales reflexiones del film.
Por lo demás, encontramos un Banshee sin patillas y jovencísimo, al Darwin de la Patrulla-X oculta y al hermano de Cíclope, Álex, conformando, más que una Patrulla-X, unos Nuevos Mutantes con las hormonas por las nubes.
Vaughn sabe llevar el perfecto guión en todo momento y las secuencias de acción resultan magistrales, dosificando los efectos especiales al principio, pero con resultados impactantes, y con una auténtica exhibición en la batalla final, con un Michael Ironside de espectador incrédulo. Y al final logran que todo cuadre, desde el casco de Magneto a la silla de ruedas de Xavier.
Eso sí, no veo nada claro el futuro de la saga, porque apunta a repetición… Lo que no quita para que nos quitemos el sombrero ante Vaughn por relanzar la franquicia mutante a lo grande.
Como diría Mística: ‘Mutante, y a mucha honra’.
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