miércoles, 22 de junio de 2011

La película más humana de Pixar

Pues sí, igual lo que tocaba ahora era revisar ‘Kung fu panda’, pero qué le vamos a hacer, le ha tocado el turno a la primera entrega de ‘Cars’ (2006), que al fin y al cabo sí es una obra maestra y tengo muchas más ganas de ver la segunda parte (que, vaya por delante, seguro que va a ser el taquillazo del verano, con permiso del ‘Super 8’ de J. J. Abrams).

La siguiente afirmación puede ser más que discutible, tratándose de Pixar, pero es muy posible que estemos ante su mejor película… Bueno, vale, está la trilogía ‘Toy Story’, pero juguetes aparte, ‘Cars’ es, posiblemente, su película más humana. Y si no, veamos su argumento: en un mundo en el que solo hay coches, un bólido de carreras, Rayo McQueen (homenaje a Steve McQueen incluido), novato pero muy creído, de camino hacia la gran final de la Copa Pistón acaba en un pueblo perdido donde sus, bastante freaks, vecinos le harán ver las cosas de otra manera. Incluso descubrirá el amor y que uno de los vecinos oculta un pasado de legendario piloto de carreras y le va a enseñar un par de cosas.

En fin, cambiamos coches por pilotos de coches, y hubiéramos tenido una película de imagen real con interesantes valores dramáticos. Vamos, lo que suele ocurrir en la mayoría de films de Pixar, y que es una de las claves de por qué todos acaban resultando inolvidables. Sólidos guiones y una atención obsesiva en cada detalle. Y uno sigue convencido de que Disney podría hacer lo mismo con la animación tradicional, que lo mismo que la digital, son solo maneras distintas para contar historias.

En ‘Cars’, donde tenemos en la dirección y como uno de los guionistas a John Lasseter, el Disney de Pixar, todo es perfecto y deslumbrante, desde la espectacular carrera inicial, donde los animadores de Pixar apabullan al espectador en cada plano, hasta el sorprendente desenlace de la última carrera: toda una lección de juego limpio de la que el deporte profesional (sí, hablo de fútbol) podría aprender unas cuantas cosas.

Pero lo mejor del film es su galería de personajes, empezando por Rayo McQueen, todo un Cristiano Ronaldo o Fernando Alonso de las carreras Nascar (ni hecho aposta para Owen Wilson), y siguiendo por la larga lista de vecinos de ese pueblo perdido en el desierto: dos mecánicos fanáticos de Ferrari (ojo a la aparición final de Schumacher) que sueñan con hacer una parada de boxes, una furgoneta hippie y su contrapartida militar, un coche tuneado que luce mil aspectos diferentes a lo largo del metraje… y, claro, Mate, esa camioneta destartalada, versión en coche de los típicos paletos de la América profunda, que es el elemento más infantil de la película y acaba robando todas las secuencias.

Y, por supuesto, no me olvido de Doc, juez y patriarca del pueblo, que supone, nada más y nada menos, que (imprescindible VO) la última interpretación de Paul Newman. Tan magnífico como siempre, aunque solo sea utilizando su voz.

Por si faltara algo, ‘Cars’ acaba convirtiéndose en todo un homenaje a la mítica Ruta 66 y a esas largas carreteras que cruzan Estados Unidos, un canto hacia una manera de ser casi olvidada, una crítica a las megaautopistas que “cortaron la tierra en lugar de adaptarse a ella y a sus curvas”, y una reivindicación de una época en la que “los coches no tenían prisa por llegar a su destino, disfrutaban con el viaje”.

Una vez más, Pixar demostró que lo suyo no es solo hacer películas para que los niños se diviertan, sino también para que los mayores reflexionen y tengan algo en lo que pensar al salir del cine, tras habérselo pasado bomba durante hora y media. Ahora solo queda esperar que la serie ‘Cars’ continúe con el mismo acierto que ‘Toy Story’. Confiemos en Pixar, una vez más.

PD 1: Por si faltase algo, la banda sonora está llena de temas de estrellas country, que le acaban de dar ese toque de América auténtica.

PD 2: Antológicos los títulos de crédito finales, con versiones 'automovilísticas' de grandes clásicos de Pixar como 'Toy Story', 'Monsters' o 'Bichos'.


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