La tercera temporada de la etapa moderna de Doctor Who (recordemos que la
antigua duró como 25 años, ahí es nada) arranca con la presentación de Martha
Jones como nueva compañera del último Señor del Tiempo. Y es que el desenlace
de la anterior entrega supuso el cierre de las dos temporadas en las que BilliePiper interpretó a Rose Tyler, la primera compañera de esta nueva era.
Pues bien, la sombra de Rose Tyler es alargada y se dejará notar en estos
13 capítulos. Como ocurre con cada nueva compañera, la señorita Jones se
quedará prendada del Doctor, pero, y ahí está la novedad, este sigue
obsesionado por el recuerdo de miss Tyler y ni se da cuenta de los sentimientos
de Martha, a quien no paran de recordarle una y otra vez lo guapa, brillante y audaz que
era Rose.
Y lo cierto es que en ningún momento Freema Agyeman (por cierto, la primera compañera negra del Doctor), como Jones, hace
olvidar a su ilustre predecesora, que por ahora sigue siendo la mejor compañera
de la época moderna. No es que no esté a la altura del reto, pero Rose Tyler
era mucha Rose Tyler (y eso que en la segunda temporada no brilló tanto como en
la primera) y Martha Jones no pasa de voluntariosa.
Todo lo contrario que David Tennant, que en su segunda temporada como
Doctor sí le coge el punto al personaje y hace olvidar a su predecesor,
Christopher Eccleston, convirtiéndose, ahora sí, en el Doctor por excelencia de
esta nueva etapa. Y eso que hasta cierto punto los guiones empiezan a adolecer
de falta de inspiración… hasta que llega el desenlace, más espectacular que
nunca.
Vamos con el análisis capítulo a capítulo, que no spoilers:
Vaya por delante que, como en la anterior temporada, arrancamos con un
especial de Navidad, con guión de Russell T. Davies, el guionista estrella de
la serie, donde no tenemos como compañera todavía a Martha Jones sino a Donna,
magistralmente interpretada por Catherine Tate, que, francamente, demuestra más química con
el Doctor que su compañera en esta temporada, y una arrolladora personalidad que
convierten el especial en lo mejorcito de la temporada.
El primer capítulo de la temporada, Smith y Jones, sirve para presentar con
bastante habilidad a la nueva compañera del Doctor, una estudiante de medicina,
para a continuación, y siguiendo la pauta de las dos temporadas anteriores,
marcarse un viaje al pasado, para conocer a Shakespeare (esperar a oírle decir ¡Expeliarmus!), y otro al futuro, para
una parodia de los atascos y la última aparición del Rostro de Boe, que empieza
a dar pistas sobre el desenlace de la temporada. De hecho, habrá que esperar al
último capítulo para que se desvele, por fin, quien es el Rostro de Boe… ya
veréis, ya.
El primer díptico de la temporada trae de regreso, una vez más, a los daleks, los peores enemigos del Doctor, en una historia ambientada en la Nueva York
de la crisis del 29 (muy oportuno), que nos mostrará los secretos de la
construcción del Empire State Building y dará una nueva vuelta de tuerca a la relación entre daleks y humanos.
Vuelta al presente para El experimento Lázaro, sobre la eterna juventud, un
capítulo que ilustra las claves de esta temporada: buenas ideas, algunas
reflexiones acertadas, pero qué pocos capítulos son ‘redondos’. Y antes del
siguiente díptico, 42, un capítulo a lo 24, en el que, de nuevo en el futuro,
el Doctor y sus compañeros tienen 42 minutos para impedir que su nave se
estrelle en el Sol, mientras alguien los va matando uno a uno. Sí, la sombra de Alien es alargada, pero estamos ante uno de los mejores capítulos de la
temporada.
El segundo díptico arranca con el capítulo Naturaleza humana, y es que,
huyendo de unos enemigos, la misteriosa Familia de Sangre, el Doctor se borra
la memoria y se convierte en humano, concretamente un profesor de un internado
en la Inglaterra que está a punto de meterse en la Primera Guerra Mundial. Solo
Martha, que se hace pasar por doncella en el internado, sabe quién es el Doctor
y guarda su memoria en un reloj hasta el momento adecuado. Lo mejor de esta
saga es la historia de amor entre el Doctor y una de las mujeres
que trabajan en el internado, y el dilema al que se enfrentará el Doctor en el
momento clave: renunciar a sí mismo, al humano en el que se ha convertido,
renunciar a su amor, morir para convertirse en algo que ni siquiera imagina.
Será uno de los momentos más, precisamente, humanos, del Doctor.
Llega luego, como breve interludio, Parpadeo, de lo mejorcito de la
temporada, con una nueva perspectiva sobre los viajes temporales, y donde el
Doctor y Martha solo tienen un papel muy secundario. Y con Utopía arranca la recta final, más extensa que nunca, con tres
capítulos. El primero, a priori, es bastante independiente de los dos
siguientes, pero en él ya regresa un secundario mítico de la primera temporada, el capitán Jack Harkness, ahora inmortal, y cierra con la primera aparición en la época moderna
de uno de los villanos míticos del
Doctor: el Amo.
El Amo es un Señor del Tiempo malvado, obsesionado con sojuzgar a todo el
universo, y cuya reaparición, justificada de manera brillante, supone que, a
diferencia de lo que habíamos supuesto desde el arranque de la serie, el Doctor
no es el último Señor del Tiempo. El Amo acometerá un diabólico plan que pondrá
al Doctor contra las cuerdas, más cerca de la derrota que nunca, con el destino
de la Tierra y todo el universo en juego. Y ahí, por cierto, será Martha Jones
quien salve el día, con un desenlace tan imprevisible y polémico como
espectacular. Y tras el cual, como en cada temporada, nada volverá a ser lo
mismo.
El detalle: Dejando al margen la aparición estelar del gran Derek Jacobi, mítico Yo, Claudio, en Utopía, destaca en esta temporada la aparición de tres actores que posteriormente han dado el salto a la fama. Por orden cronológico, primero tenemos a Andrew Garfield, el nuevo Spiderman, en el díptico de los daleks. Luego, en el siguiente díptico, el de la Familia de Sangre, tenemos a Harry Lloyd (por cierto, tatara-tatara nieto de Charles Dickens), conocido por su papel como Viserys Targaryen en Juego de Tronos, que aquí borda su cara de maníaco. Y quien más destaca es Carey Mulligan, una de las nuevas novias de Hollywood, nominada al Oscar y protagonista de la próxima adaptación de El Gran Gatsby junto a Di Caprio, protagonista absoluta de Parpadeo, donde está sencillamente magnífica.
El detalle 2: Unos pocos años antes de la versión fílmica de Los Vengadores, Dr. Who ya puso en los cielos el helitransporte de Shield, y con bastante eficacia. Esperad al capítulo 12.
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