El próximo viernes llega a las pantallas la cuarta entrega de ‘Piratas del Caribe’, así que inicio el repaso a la hasta ahora trilogía, como ya hiciera con la saga ‘Scream’. Vamos con el primer capítulo, el debut de Jack Sparrow en ‘La maldición de la perla negra’ (2003).
La primera siempre es la mejor. Esta bonita máxima que Hollywood debería respetar algún día (si no fuera porque es un negocio) se cumple también en la saga ‘Piratas del Caribe’. La apuesta de Disney fue un tanto arriesgada: tratar de resucitar el cine de piratas (a Geena Davis no le fue nada bien con ‘La isla de las cabezas cortadas’, y la película no estaba nada mal) tomando como reclamo una atracción de Disneylandia… Pero la jugada tenía un as escondido: Jack Sparrow, personaje carismático donde los haya, suerte de pirata fanfarrón/de buen corazón/y con un punto locaza, que en manos de Johnny Depp se convertía en el alma de la función, conquistaba a los espectadores y de paso le valía su primera nominación al Oscar al Mejor Actor, tratándose más de toda una creación de personaje que una mera interpretación.
Difícil lo tenía el resto del reparto para hacerle sombra a Depp, pero Geoffrey Rush lo logró con creces en un papel bastante similar, el del malvado Barbosa, uno de esos malos que es imposible que no te caigan bien, y en el que el australiano volvía a demostrar que lo que mejor se le da son esos papeles secundarios donde puede lucir su vena histriónica, posiblemente la mejor de la escena actual.
En cuanto a los dos protagonistas, Orlando Bloom empezaba a dejar claro que el carisma no es lo suyo y que era el punto más flojo de la saga, mientras Keira Knightley se convertía en una megaestrella a pesar suyo, en un papel por debajo de sus dotes interpretativas, pero en el que lucía bella como nunca, seguía demostrando que el vestuario de época le sienta de maravilla, y daba cuerpo a una heroína de todo menos pasiva, a ratos chicazo y cuyo sueño era ser pirata. Y todo eso con apenas 18 años.
‘La maldición de la perla negra’, primera aventura de la saga, y la única autoconclusiva de la trilogía, logró una perfecta combinación de romance, aventura, suspense y comedia, con secundarios entrañables (el segundo de Sparrow o los dos piratas de La perla negra) y una acertada introducción del elemento fantástico (los piratas fantasma) con la que luego se les fue un poco la mano.
Nada que ver con el realismo de ‘Master and commander’, aquí encontramos cine de palomitas en estado puro, piratas al abordaje y un Jack Sparrow al que desde su primera aparición (inolvidable su llegada a puerto, tan altivo y orgulloso mientras su navío se hunde por completo) el espectador solo puede desear formar parte de su tripulación.
Tal vez lo mejor hubiera sido no rodar ninguna secuela, con lo que esta primera aventura hubiera quedado como una pequeña joya del cine de evasión, cuyo recuerdo ha sido en parte ensombrecido por las entregas que vinieron después, estirando la historia como un chicle y dándole demasiadas vueltas a los personajes, incluso logrando que Sparrow resultase cargante. Pero, ¿quién se hubiera resistido a volver a embarcarse con el personaje que ha hecho inmortal a Depp?
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