domingo, 1 de mayo de 2011

Redford convierte el golf en pura magia

Robert Redford ha sabido labrarse una más que interesante y sólida carrera como director tras su debut con ‘Gente corriente’ (1980), que le valió el Oscar a la Mejor Dirección. Una de sus mejores obras es ‘La leyenda de Bagger Vance’ (2000), donde se muestra más clásico que nunca, en un estilo que a ratos recuerda a Clint Eastwood, y logrando además algo muy difícil en el cine: crear auténtica magia.

Salvando las distancias, esta película recuerda mucho a ‘El mejor’ (1984), cambiando el beisbol de aquella por el golf. Si en dicho film Redford era el protagonista, aquí se pone tras las cámaras y, aunque no llega al mismo nivel (ojo, para mí es una de las mejores películas de toda su filmografía como actor), los resultados son más que apreciables. De nuevo tenemos la historia de una joven promesa de un deporte cuya carrera se ve frenada demasiado pronto y a quien años después se le da una nueva oportunidad.

Historia de caída y redención, pues, alrededor de un deporte, sí, acaba siendo tan americana como parece, pero se salva por su sentido del humor, sobre todo en el personaje de Bagger Vance, para el que Will Smith resulta perfecto, un caddy cuyo misterioso origen no se desvela, y que todo apunta a que es el ángel del protagonista. También tienen el punto justo de humor los diálogos entre este y su ex mujer, interpretada por Charlize Theron que brilla como pocas veces en uno de esos papeles que debería repetir una y otra vez: mujer del sur que no se arredra ante nada, bellísima como nunca luciendo vestuario de los felices 20, y sacando todo el partido a su talento para la comedia.

Más comedido está Matt Damon, a quien le cae en suerte el papel protagonista, que en esta ocasión cumple pero sin pasarse. Alrededor de estos tres personajes Redford teje un fresco de la época, en el que caben desde los fantasmas de la primera guerra mundial y la gran depresión USA a un partido de golf de lo más emocionante. Para ello tiene como punto de partida una novela con todos los ingredientes para ser una lectura apasionante, que hace que a la película no le falte de nada, ya que Redford maneja todos los recursos a su alcance con maestría. La única pega es que el argumento apenas se sale de lo previsible, pero aún así queda de manifiesto que el director tomó buena nota de ‘El mejor’ y tiene un gran pulso narrativo.

Y encima se da el gusto de tener a Jack Lemmon para el prólogo y el epílogo del film.


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