Una de dos (o las dos): o en los últimos Goya estaban de saldo o yo me vuelvo cada vez más exigente. Ya dejé claro que la gran ganadora de la pasada edición, 'No habrá paz para los malvados', me pareció muy, muy sobrevalorada. Buen ejercicio de cine negro de toda la vida, pero sin pasarse. Y José Coronado tampoco hacía la interpretación de su vida, otra cosa es que cambiase por completo de registro y pillase a más de uno desprevenido. Volviendo a lo que íbamos, tampoco se lucieron demasiado con el premio a la mejor película hispanoamericana, que fue a parar a la argentina 'Un cuento chino'.
Ni mucho menos se trata de una mala película, todo lo contrario. Sebastián Borensztein escribe y dirige una fábula amable en la que se nos presenta, con un arranque impecable, a Roberto, un maduro solitario y refunfuñón, una suerte de cruce entre House y Scrooge, que vive como un ermitaño, atendiendo su ferretería y manteniendo costumbres fijas: siempre desayuna lo mismo, se acuesta invariablemente a las 23.00 horas... rehúsa cualquier relación social (especialmente con una amiga que no deja de tirarle los tejos), idolatra a sus padres fallecidos y tiene un curioso hobby: coleccionar historias sorprendentes aparecidas en la prensa.
Historias, que son de lo más divertido del film, aunque la tragedia siempre está presente en ellas, pero de la manera más inverosímil, como la del prólogo. En ella un joven chino se declara a su chica cuando una vaca le cae encima y la mata (escena muy bien aprovechada por el cartel italiano que tenéis arriba). El chino acaba viajando a Argentina en busca de un pariente, y solo, sin dinero y sin entender ni papa de argentino, acaba siendo recogido en la calle por Roberto, que empezará a mostrarnos que en realidad es un trozo de pan.
También acabaremos descubriendo, en una de las mejores escenas, los motivos que han llevado a Roberto a tener su particular visión del mundo y a encerrarse en sí mismo. Y como en tantas cintas norteamericanas, el chino acabará, más o menos, revolucionando el mundo de Roberto y haciéndole replantearse su manera de vivir. Lo cierto es que 'Un cuento chino' no pasa de film correcto y bienintencionado, pero tiene a su favor la presencia de Ricardo Darín, que asume el rol de Roberto y se echa toda la película a sus espaldas, aunque esta cinta no estará desde luego entre lo mejor de su filmografía... pero tampoco entre lo peor.
Volviendo al inicio, al igual que 'No habrá paz para los malvados', 'Un cuento chino' es una buena película, sobre todo para los tiempos que corren, pero si eso es lo mejor que han dado el cine español y latinoamericano en el último año, mal vamos.
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