domingo, 13 de mayo de 2012

Jennifer Lawrence gana en los juegos del sopor



No, ‘Los juegos del hambre’ no es tan mala como puede hacer pensar el titular, pero está muy lejos de lo que podía haber sido, ese es el problema. No conozco el libro en el que se basa el film, por lo que no voy a comparar, pero desde luego la idea daba para mucho más. Así que le echaremos la culpa a Gary Ross, que volvía a dirigir una década después de ‘Seabiscuit’ y 15 años después de ‘Pleasantville’, y que también se ha encargado del guión, junto a la autora del libro, Suzanne Collins, aunque buena parte del mediocre resultado final se deba a la obsesión por hacer una película para todos los públicos.

Muy lejos de ‘John Carter’, por ahora el auténtico blockbuster de palomitas de 2012 (y cuyo fracaso creo que solo se explica por una pésima promoción por parte de Disney, y el hecho de que sea un personaje muy poco conocido por el público actual, a diferencia de Spiderman, Batman, Vengadores, Alien o los hobbits, protagonistas de los grandes estrenos que vienen), ‘Los juegos del hambre’ carece por completo de épica, incluso cuando llega un conato de rebelión popular, y en ningún momento parece una superproducción, con unas vistas exteriores del Capitolio hechas por ordenador y más de la mitad del metraje en un bosque.

La película tenía más posibilidades como drama de crítica social, y por ahí parece que vayan los tiros al principio, con la contraposición entre el distrito (léase estado o comunidad autónoma) de la protagonista, atrasado, con los hombres trabajando en las minas o en el campo y apenas nada que comer, y el Capitolio, el estado que ganó la guerra y tiene a los demás sometidos, con una tecnología de ciencia-ficción y riquezas sin fin… aunque depende de los recursos del resto para sobrevivir y por eso los tiene sojuzgados.

Los Juegos del Hambre son el circo romano de ese futuro alternativo, donde el lema 'los que van a morir te saludan' es sustituido por el estúpido 'que la suerte esté siempre de tu parte'. Un pasatiempo televisivo para los ricos (con un gusto hortera a más no poder para vestir…) a modo de Gran Hermano, en el que participan 24 jóvenes, dos de cada distrito que se sublevó, quienes luchan a muerte hasta que solo queda uno.

Hay algunos apuntes, y los mejores corresponden a Donald Sutherland, como el dictador de este mundo. En el mejor de ellos explica que hay un vencedor para dar esperanza a la gente, no tanta como para provocar una rebelión, pero sí la suficiente para evitar una rebelión por no tener nada que perder. Algo que los ricos aprendieron ya hace tiempo con la revolución francesa, cuando el pueblo moría de hambre en las calles mientras el rey montaba fastuosas fiestas en palacio… hasta que la gente se fue a por él y le cortó la cabeza. Algo similar ocurrió en Rusia, pero en nuestros días es más complicado, porque se había creado un estado del bienestar que parecía garantizar unos mínimos a todos… algo que empieza a estar en cuestión.

La película de Ross (el director de 'Pleasantville' ni aparece ni se le espera) apenas profundiza en ello, aún menos que ‘In time’, superior a esta cinta en dicho aspecto. Como tampoco se aprovechan todas las posibilidades que da este sangriento Gran Hermano. Esta parte está más explotada, y resulta magistral ver cómo el público responde cuando surge un romance entre dos de los participantes, lo que les hace ganar popularidad. Pero estamos hablando de un programa televisivo en el que los concursantes… mueren de manera violenta, y ahí es donde falla la cinta.

Falla porque mueren, una y otra vez, niños, y eso no queda muy bien en pantalla si queremos llenar los cines de adolescentes. Así que Ross recurre de manera torpe a la cámara al hombro para que la pantalla se mueva y se emborrone, restándole dramatismo y seriedad al film. Nada que ver con los recursos poéticos que utiliza Spielberg en ‘War horse’ para que todas las muertes ocurran fuera de plano… al margen de que eso es lo que ocurre porque en esos momentos no está presente el protagonista del film, el caballo.

‘Los juegos del hambre’ acaba incluso pecando de aburrimiento, con la mitad del metraje esperando a que empiecen los Juegos y el resto mostrando el enfrentamiento entre los 24, sin trasladar en ningún momento (vale, hay uno) la brutalidad de que la gente se divierta viendo a niños matarse entre sí… hasta un desenlace cerrado que solo hace esperar que esto haya sido el primer acto, el prólogo, y que la cosa se ponga mucho más interesante en el segundo capítulo de la trilogía, ‘En llamas’. De lo contrario, estaremos ante un nuevo bluff. Por cierto, ya queda claro qué significa el título de la segunda entrega.

A pesar de todo, la película no se hace larga aunque dura dos horas y cuarto, y se sigue con cierto interés. Algo que se debe, única y exclusivamente, al extraordinario trabajo de su protagonista, Jennifer Lawrence, que se echa todo el film a sus espaldas y lo sostiene de manera admirable, aportándole intensidad a cada escena, algo en lo que naufraga Ross una y otra vez.

En cuanto al resto del reparto, tenemos el mismo problema que la película. El mejor caso es el del personaje de Woody Harrelson, del que estamos todo el tiempo esperando que confiese que se ha convertido en una esponja humana, un borracho sin remedio, por el trauma de haber tenido que matar a otros niños para ganar los Juegos. Una escena que nunca llega, restando profundidad a su personaje y fiándolo al buen hacer del actor, que sí le aporta ese carisma que falta en el guión. Lo mismo puede decirse del estilista, que se salva porque ahí está Lenny Kravitz, y mientras Stanley Tucci se luce como presentador de los Juegos, el otro presentador, Toby Jones, casi ni sale, y Wes Bentley, como el director del programa, apenas es una excusa para las eficaces intervenciones de Sutherland.

Al final lo que podía haber sido una gran película se queda en espectáculo tirando a aburrido y desde luego instrascendente. ¿Cuál será el argumento de la secuela? Esa será la clave, aunque las prisas que está dando la productora para seguir explotando este filón comercial no presagian nada bueno. Ross se ha descartado por ello mismo, así que habrá que ver quien se pone a los mandos. Al menos seguirá Jennifer Lawrence…

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