Si
Alphas ha sido la serie revelación del verano, es evidente que Juego de Tronos
ha sido la serie de estos últimos meses, ahora que por fin Antena 3 la ha
echado en abierto… aunque habría que preguntarse por qué la cadena ha emitido
una serie del éxito de la que nos ocupa en el periodo estival, justo cuando se suele
recurrir a programas de saldo ante la bajada de la audiencia. En fin.
Lo
mejor de Juego de Tronos es que es fantasía medieval a lo grande… sin copiar
para nada El señor de los anillos. Y es que lo peor del exitazo de la
adaptación fílmica de Peter Jackson es que desde entonces cada película de
fantasía medieval que se ha estrenado ha tratado de ser un calco de la obra de
Tolkien. Y ya no es solo que a la mayoría el presupuesto no les llegase, sino
que se acabó cayendo en la rutina y todas las propuestas parecían iguales.
Juego
de Tronos no se parece a El señor de los anillos, ni falta que le hace. Para
eso está basada en otra de las mejores sagas literarias de fantasía, Canción de
hielo y fuego, de George R. R. Martin, que de hecho aún está inconclusa. En principio van a
ser 7 volúmenes y acaba de publicarse en nuestro país, creo que con un año de
retraso sobre el original, la quinta entrega. Juego de Tronos es, de hecho, el
título del primer volumen, al que le siguen Choque de Reyes, Tormenta de
Espadas (que al parecer será adaptado en dos temporadas), Festín de Cuervos,
Danza de Dragones, y próximamente, Vientos de Invierno.
Martin ha tejido un vasto tapiz, lleno de personajes, escenarios e historias, donde
abundan más las intrigas palaciegas y luchas del poder, al más puro estilo
mafioso (algunos hablaron de Los Soprano en la Tierra Media) que las batallas
multitudinarias. De hecho, en esta primera temporada de 10 capítulos, a falta
de auténtica épica (entendiendo por tal, escenas de batalla), no han faltado los
diálogos memorables, que se suceden uno tras otro de manera magistral, como si
hubieran seleccionado los mejores pasajes de la novela.
Si
algo caracteriza a Juego de Tronos es su extrema violencia, rozando el gore en
algunos momentos, y la alta carga de desnudos y escenas sexuales, aunque en
realidad esta es la tendencia actual de las series USA producidas por la televisión de
pago, véase Boardwalk Empire o Spartacus.
Desde
que en el primer capítulo el rey reclama a Ned Stark, encarnado por Sean Bean en la
que considero su mejor interpretación (y mira que este hombre nunca ha sido
santo de mi devoción), la familia de este último se convierte en el eje central
de multitud de tramas, incluyendo a sus dos hijas, la que sueña con ser reina y
la que no desea otra cosa que convertirse en un guerrero.
Hasta
cierto punto, evidentemente, las tramas se cierran en el capítulo noveno, para
en el siguiente establecer las líneas maestras de la siguiente temporada,
cerrando la presente con dos escenas memorables. La primera hubiera sido un
final perfecto para la temporada, pero la siguiente es lo que hemos estado
esperando desde el principio. Magistral
Por
lo que a mí respecta, me quedo con dos de los personajes. Por supuesto, Tyrion
Lannister, sin duda el más carismático de la serie, y niño mimado del autor, que
utiliza su inteligencia para compensar su escasa estatura y hace gala de una
curiosa moral. Pero quien me ha ganado por completo es Daenerys Targaryen, que pasa de niña
virginal e ingenua a reina implacable, capaz de afrontar cualquier cosa para lograr sus
objetivos.
En
cuanto al resto del reparto, secundarios de lujo por doquier, además de una
Lena Headey que sigue en tan buena forma como en 300, aunque tiene una rival de
lujo en Michelle Fairley como Lady Stark, madre y esposa sufrida que ofrece muchos de los mejores momentos de
la serie.
En Juego de Tronos hay historia para rato, páginas
y más páginas para desarrollar los personajes, para que evolucionen… o
matarlos, mientras se suceden peligros en todas partes. Lo mejor está por
venir... como el invierno.
El detalle: Puestos a destacar escenas y diálogos, los hay a mansalva, como, por ejemplo, cada vez que coinciden juntos el jefe de los espías de la corte y el dueño del burdel de Desembarco del Rey. Pero, posiblemente porque supone el arranque de uno de los últimos capítulos, me quedo con la primera aparición del patriarca de los Lannister, de quien mucho habíamos oído hablar, encarnado magistralmente por Charles Dance. Le suelta un discurso de aquí te espero a su hijo, en el que sintetiza toda su filosofía de vida… mientras despelleja a un lobo. Sí señor, el hombre más rico del mundo destripando a un animal con sus propias manos. Eso es presentar a un personaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario