domingo, 5 de agosto de 2012

Proyecto Batman III: Nolan se queda corto de épica



ChristopherNolan ha sabido cerrar a lo grande su trilogía sobre Batman, aunque vaya por delante que también lo ha hecho con la, posiblemente, película más floja de su visión del hombre murciélago. Y lo es porque el director vuelve a incurrir en una de sus señas de identidad como cineasta, ser demasiado cerebral, racionalizarlo todo demasiado, cuando en esta ocasión lo que pedía la historia era épica, épica y más épica.

El caballero oscuro. La leyenda renace (dichoso título…) arranca 8 años después del final de la anterior entrega. Batman desapareció tras ser señalado como culpable del asesinato de Harvey Dent, lo que sirvió para justificar una ley más represiva (primera reflexión social del film). Los índices de criminalidad de Gotham han caído por completo y todo es idílico… pero la Liga de las Sombras de Ra’s Al Ghul volverá a hacer de las suyas con el objetivo de cumplir aquel plan que Batman frustró en el primer capítulo de la trilogía, destruir Gotham en castigo por sus pecados.

No deja de ser curioso que Nolan, pese a optar por un enfoque realista en su tratamiento de Batman, haya recurrido en dos ocasiones a un villano que choca bastante, a priori, con esa idea. Aquí es Bane quien asume el liderato de la Liga de las Sombras, un adversario concebido como el anti-Batman, su igual en fuerza, inteligencia y determinación. El propio Bane deja claro en el alucinante prólogo, al más puro estilo Misión: Impossible, y de nuevo con la capacidad de Nolan para mostrar imágenes nunca vistas, que todo reside en tener un buen plan.

El problema es que el plan de Bane se toma demasiado tiempo para revelarse, lo que hace que el film sea el más lento de la trilogía, sobre todo en su primera hora, hasta que Bane empieza a mostrar sus cartas. Si el Joker era improvisación, Bane es el estratega perfecto, lo tiene todo calculado y Nolan se complace, demasiado (como ocurría en Origen), en mostrar cómo va tejiendo su tela de araña hasta atrapar a Batman y a Gotham sin remisión.

Y ahí es donde viene lo mejor. Tras la brutal pelea entre Batman y Bane, el único momento en el que calla la omnipresente banda sonora de Hans Zimmer (tan eficaz como siempre pero que ya no sorprende), asistimos a cómo Bruce Wayne renace de sus cenizas mientras Bane toma el control de Gotham bajo la apariencia de una revolución en la que los pobres pueden tomar lo que siempre perteneció a los ricos. Ahí vienen las imágenes más duras del film y los principales apuntes de Nolan sobre la crisis actual (no perderse ese gran momento en el que Bane asalta la Bolsa y le dicen que allí no hay dinero, a lo que el villano responde ¿Y entonces qué hacéis aquí?).

Ocurre que a pesar de ello esta nueva entrega prima más el espectáculo, el blockbuster, que la reflexión y la carga dramática, alcanzando sus mayores cotas cuando muestra al héroe apoyándose en los ciudadanos, luchando todos juntos contra el invasor, en una ciudad sitiada y abandonada por el Gobierno, a merced de los terroristas. Entonces asistimos a una lección de épica pura, mientras Batman se convierte en un símbolo de esperanza… hasta que llega un último giro que busca sorprender al espectador, para en lugar de ello desconcertarlo y cortar la épica desatada.

A pesar de ello Nolan se las ingenia para ofrecer una recta final (inciso: el metraje dura en realidad 2 horas y 35 minutos) de acción sin tregua en varios frentes, con toda la ciudad convertida en un campo de batalla, que en poco tiene que envidiar a la colosal última media hora de Los Vengadores, y a continuación atar todos los cabos y dejar bien claro el camino a seguir… si es que los productores están de acuerdo con su versión.

Hay aspectos que chirrían un tanto, como ese Wayne recluido en su mansión, como si del señor Burns o de Howard Hughes se tratara, y la necesidad de Nolan de explicarlo todo, pero a cambio tenemos una magnífica versión de Selina Kyle (a la que en ningún momento se le llama Catwoman), como una joven a la que la vida ha obligado a convertirse en ladrona y que comprueba cómo la revolución de Bane no es con la que ella había soñado. Un personaje que se debate entre hacer lo que le interesa o lo correcto, y que tiene la suerte de que Anne Hathaway le da todos los matices necesarios, desde la sensualidad de ladrona misteriosa de guante blanco a la implacable luchadora, mostrando además una gran química con Christian Bale, que se venga aquí del escaso protagonismo que tuvo en la cinta anterior en beneficio del Joker.

Hay que recordar que los planes iniciales de Nolan eran incluir al archienemigo de Batman en la entrega final, pero tuvo que desistir tras el fallecimiento de Ledger. ¿Pensaba oponer los métodos y filosofía del Joker a la de Bane y la Liga de las Sombras, o su intención era otra? Tal vez nunca lo sepamos.

En cuanto al resto del reparto, Michael Caine y Gary Oldman vuelven a brillar, sobre todo en los momentos claves de sus personajes, Alfred y el comisario Gordon. Este último tiene además una nueva mano derecha en el personaje de Joseph Gordon Levitt, huérfano como Wayne, cuyo padre también fue asesinado por un delincuente, criado en un orfanato (pagado por Empresas Wayne) y que como policía trata de hacer lo mejor hasta que descubre que a veces la ley no es suficiente. El auténtico personaje clave del film, y ojo al final.

Morgan Freeman sigue en su línea como Lucius Fox y Tom Hardy está demoledor como Bane, e incluso tenemos la suerte de que el doblaje español no está nada mal. Todo lo contrario que el de otros actores, como Michael Caine, o MarionCotillard, que parece la intérprete actual que más pierde con el doblaje, aunque aquí va directamente con el piloto automático puesto y es lo más flojo del film.

Tal vez este cierre de la trilogía no haya estado a la altura de los dos primeros capítulos, aunque era  muy difícil y se ha quedado bastante cerca, pero a Nolan hay que darle las gracias por una de las mejores versiones de Batman que hemos conocido, y que tuvo su cima en El Caballero Oscuro.

Y en los SPOILERS, algunos detalles más y comparativa comiquera.

¿Alguien dudaba que Marion Cotillard era Talia Al Ghul? Pues eso. Lástima que esta revelación, con flashback incluido, corte tanto el rollo en el momento más épico del film. Sobre todo dado que ese flashback contradice los que hemos ido viendo sobre el origen de Bane. Aquí Nolan ha vuelto a tomar elementos de la mitología de Batman y los ha mezclado a su antojo. Es decir, en el cómic el origen de Bane es tal como se nos cuenta en un primer momento, aunque la máscara sirve para mantenerle permanentemente conectado a la droga que le da su superfuerza. Talia nunca estuvo en la prisión, sino que se crió con R’as Al Ghul rodeada de opulencia, y eso sí, tomando sus ideales como propios. Lo que no quita para que se enamore de Batman y ambos tengan un hijo que se convertirá en el actual Robin… aunque eso es otra historia, y bastante complicada.

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