Lo que viene a continuación solo es spoiler si no habéis visto la primera temporada de ‘Fringe’.
En las series del tipo de la que nos ocupa, ‘Perdidos’, ‘Flashforward’ o ‘El Evento’, el espectador siempre acaba preguntándose si los guionistas tienen las respuestas a todos los interrogantes que van sembrando o no tienen ni idea. Esta última es la opción que uno ve más probable durante la segunda temporada de ‘Fringe’, que supone una pérdida de tiempo, ya que la trama central apenas avanza durante los 23 capítulos.
O eso, o los productores estaban dispuestos a arriesgarse a la deserción de los telespectadores, cansados de ver que que la trama de los universos paralelos no arranca ni a la de tres. Encima, desde el principio empezamos a perder personajes. Por un lado uno de los secundarios fijos de la anterior temporada, y por otro la hermana de Olivia, con quien parece que finalmente no supieron qué hacer.
Lo que acaba salvando la temporada es la subtrama dedicada a la especial relación entre los Bishop, y ese secreto oculto que empezó a desvelarse en el último episodio de la primera temporada: que el Peter original murió de niño y el que conocemos fue robado por Walter en el universo paralelo, originando toda la trama central. Poco a poco iremos conociendo más detalles sobre lo ocurrido, hasta llegar al capítulo 16, de lo mejorcito de esta temporada, un flashback en el que se nos narra cómo Walter secuestró a Peter.
Solo entonces se precipitan los acontecimientos hasta el espectacular desenlace en los dos últimos episodios, que transcurren en su mayor parte en el universo alternativo, con la presentación de las réplicas de todos los protagonistas. Otra cosa hubiera sido si toda la temporada hubiera tenido el nivel de esta doble entrega, la única, por otra parte, en la que la trama central avanza en serio, con otro final de temporada que traerá muchas consecuencias en adelante.
Y ahora sí, análisis casi capítulo a capítulo con spoilers.
Si alguien pensaba que tras el final de la primera temporada llegaban las respuestas, nada de nada. Espectacular reaparición de Olivia en el primer capítulo (creedme, no os esperáis lo que va a pasar), pero nuestra protagonista no recuerda nada de lo ocurrido en el universo alternativo. Y a Leonard Nimoy apenas vamos a verlo en toda la temporada. Así que los guionistas parecen no tener demasiadas ideas. Eso sí, se introduce el concepto de los ‘cambiantes’ y muere uno de los secundarios.
Luego vienen dos episodios independientes, el primero en la línea de los ‘Expediente X’ más bizarros, bastante más interesante el siguiente, antes de que el cuarto capítulo cierre la trama abierta en el primero y empiece a ponerse en marcha la verdad sobre Peter. Por el camino tenemos como artistas invitados a John Savage y Theresa Russell, y la presentación de una agente del FBI que apuntaba a personaje fijo pero no pasó del segundo capítulo.
A partir de ahí la trama de los universos paralelos se olvida y siguen tres episodios independientes bastante potentes, con ideas a cada cual más rara. El mejor, el séptimo, con un arranque sensacional.
En el octavo aparecen por primera vez más observadores, aunque la trama no tiene nada que ver con la central, que reaparece a lo grande en el episodio noveno, poniendo a prueba a los protagonistas.
Sigue el mayor bajón de la temporada, con más episodios delirantes a lo ‘Expediente X’, que incluyen una lombriz gigante (10), un episodio perteneciente a la primera temporada (11) y un pueblo con habitantes deformes (12).
La cosa mejora con los episodios 13 y 14, independientes pero de gran nivel (con Olivia y Peter encerrados en un edificio con un virus antediluviano, y el ‘fantasma’ nazi del padre de Walter) antes de dispararse con el 15 y el regreso al laboratorio donde Walter experimentó con Olivia y los niños del Cortexsifan (OJO: solo 3 episodios de los primeros 14 son de la trama central. A eso me refiero). Después de eso viene el flashback sobre Peter y otro episodio conectado con el Cortexsifan antes de que en el episodio 18 Peter descubra por fin su origen.
Será el momento para el último alto en el camino. Primero ‘Tulipán blanco’, magnífico episodio independiente con Peter ‘Robocop’ Weller como invitado, y después ‘Betty Marrón’, un musical de cine negro tomando como excusa una alucinación de Walter que podía haber estado bien, pero que se queda en divertido y poco más.
Y para acabar, primero un episodio a lo ‘Twin Peaks’, de lo mejorcito de la temporada con una espléndida Martha Plimpton, antes del bombazo final.
Insistimos: demasiados episodios independientes, y no siempre buenos. Productores y guionistas jugando con fuego, lo que por lo visto estuvo a punto de dar al traste con la serie. Pero hubo tercera temporada y habrá cuarta. A ver si han aprendido.
PD: Walter sigue siendo lo mejor de la serie.
PD2: Hay detalles muy buenos. Como el cambio de las cabeceras en los episodios 16 (el flashback de Peter) y los dos últimos en el universo paralelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario