miércoles, 21 de marzo de 2012

El ocaso de los pioneros del far west



Toca western, aunque un tanto atípico. ‘El perdón’ (2000), dirigida por el británico MichaelWinterbottom, es una de las cintas con mayor presupuesto de este cineasta, que adaptó para la ocasión ‘El alcalde de Casterbridge’, una novela de Thomas Hardy, el autor de ‘Tess’, trasladando la acción al oeste norteamericano, y concretamente a un punto clave de su historia. Si en ‘Sin piedad’ era la creación de un nuevo estado, aquí es la llegada del ferrocarril, o lo que es lo mismo, la civilización. En ambos casos, los cambios ponen en peligro la posición de los primeros pioneros del far west, quienes se habían convertido en algo similar a reyes, dominando pequeñas poblaciones a su antojo, sin más ley que su voluntad.

En el caso que nos ocupa, no solo el ferrocarril pone en peligro al personaje interpretado por Peter Mullan con su habitual sobriedad, sino especialmente la llegada al pueblo de dos mujeres relacionadas con su pasado, que desencadenarán una serie de acontecimientos de final imprevisible. Aquí, la cuestión reside en si puede haber perdón o qué castigo merece el acto de traición más vil que cabe imaginar.

Por cierto que el título original y sus traducciones dan para bastante. El original es ‘The claim’, es decir, ‘La demanda’, la reclamación por aquel hecho innombrable. En cambio, en España se decidieron por ese perdón que a su vez pide el protagonista, en tanto que los franceses también apostaron por esa ‘Redención’ que ¿alcanzará? Mullan, mientras que en los USA prefirieron el sonoro título de ‘Kingdom Come’, que es el nombre del pueblo donde transcurre la acción, y cuyo significado es ‘La venida del Reino’, hablando en términos teológicos.

La película, más drama que western, no olvida la épica, presente sobre todo en los escenarios helados (al director se le congelaron las orejas durante el rodaje) que rodean Kingdom Come y las expediciones de los operarios del ferrocarril, además del apocalíptico desenlace. También destaca la banda sonora de MichaelNyman, muy en la línea de ‘El piano’, menos omnipresente eso sí, y acaparando la atención precisamente en esas escenas de exteriores.

Para dar la réplica a Mullan como el ingeniero del ferrocarril tenemos a un Wes Bentley que acababa de saltar al estrellato gracias a ‘American beauty’, y a ello le sumamos un trío de ases femenino: Nastassja Kinski (la 'Tess' de Polanski), Sarah Polley y Milla Jovovich en un papel que inicialmente era para Madonna y en el que (no sé si con su voz original) canta un par de temas en portugués, que completan la excelente banda sonora. Por cierto que, visto lo visto, creo que salimos ganando con el cambio y esta mujer a la que se le da tan bien matar zombies firma aquí una de sus mejores interpretaciones, con un personaje más que interesante.

A medio camino entre Clint Eastwood y Lars von Trier, la estética fría del film y su ritmo pausado tal vez le restan algo de fuerza, pero la propuesta es más que interesante y al final queda clara su moraleja: hay que saber elegir el amor ante la tentación de la codicia. De lo mejorcito el plano final, en el que la cámara también se queda con quienes anteponen su amor a todo lo demás, después de mostrarnos como hay quien nunca aprende y solo piensa en el dinero.

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