Con el film ‘Arsene
Lupin’ (2004) los franceses trataron de poner al día a uno de sus personajes
clásicos de folletín, Arsenio Lupin (que diríamos aquí), un ladrón de guante
blanco de esos con los que el público empatiza de inmediato por su carisma y su
encanto… y porque sólo roba a los ricos.
La propuesta del
director Jean-Paul Salomé (también autor del libreto junto a Laurent Vachaud)
fue una actualización en la línea del ‘Sherlock Holmes’ de Robert Downey Jr….
solo que el film francés fue anterior. Aquí también se apuesta por la espectacularidad
y por convertir al mítico ladrón (aquí desconozco por completo el original
literario) en un héroe de acción de finales del siglo XIX, para lo cual no se
repara en gastos… bien es cierto que con la coproducción de Italia, España y
Gran Bretaña.
De ahí que la película
no tenga nada que envidiar a la americana en cuanto al aspecto visual y el
derroche de medios. Si acaso, Salomé peca de exceso de ambición y una búsqueda
de lo espectacular por lo espectacular, con un abuso de planos vertiginosos y
un montaje demasiado acelerado. Además de constantes, y excesivos, golpes de
efecto, el guión incluye un prólogo con la infancia de Arsene que busca dar más
complejidad al personaje y aportar un componente dramático con el enigma en
torno a la muerte de su padre… que no se resolverá hasta avanzada la trama con
una doble sorpresa (la primera me la esperaba, la segunda no).
En la parte final
reside otro de los problemas de la cinta, ya que Salomé parece no saber cómo
acabar la historia y encadena epílogo tras epílogo, de nuevo buscando un drama
que le dé más hondura al film, al tiempo que tratando de dejar abierta alguna
trama que permita rodar una secuela.
Salomé tampoco acierta
en la elección del protagonista, Romain Duris, que se pasa con su toque chulesco y por el que
no siento ninguna simpatía. Vamos, que se echa en falta a Downey Jr., quien lo
hubiera bordado… aunque lo veo un poco mayor para el personaje.
En cambio, uno de los
puntos fuertes del film son sus dos protagonistas femeninas, las dos mujeres
que compiten por el amor de Lupin: el ángel que le ofrece un amor puro y la diablesa cuyas verdaderas intenciones se nos escapan. La primera se encarna en el
bello cuerpo de Eva Green, tan brillante como siempre, aunque en aquella época no
era tan conocida como después de ser la mejor chica Bond, por lo que hay que
buscar su nombre con lupa en el póster. En cambio, Kristin Scott Thomas, la
aportación inglesa al film, no solo comparte cartel con el protagonista,
sino que se lo merienda en cada escena, bordando un enigmático y diabólico
personaje envuelto en el misterio.
Si buscáis una de
aventuras a lo pulp, repito, muy en la línea del último Sherlock
cinematográfico (que no televisivo), seguramente disfrutaréis, aunque le fallan
algunos aspectos para haber sido más redonda, una cinta de evasión a lo grande.
Lo dicho, a veces se quieren meter demasiadas cosas en el guión (y si no que se
lo digan a ‘Alatriste’).
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