Parece que los chicos
de Pixar ya no se conforman con facturar obras maestras de la animación y
quieren hacerlo también con actores. Los dos primeros en dar el salto a la
imagen real han sido Brad Bird y Andrew Stanton, y si el primero lo ha hecho a
lo grande con el último capítulo de ‘Misión: Impossible’, el segundo también ha
dejado el pabellón alto con su adaptación de ‘John Carter’, aunque no parece
que Disney haya sabido demasiado lo que tenía entre manos.
John Carter es la otra
creación más conocida del padre de Tarzán, Edgar Rice Burroughs, quien escribió
una decena de novelas protagonizadas por este veterano de la guerra de secesión
norteamericana que de repente aparece en Marte. Estos libros, escritos a
principios del siglo pasado, han tenido una gran influencia en todo tipo de
obras de ciencia ficción posteriores, desde Flash Gordon a Star Wars… o la
misma ‘Avatar’.
Porque lo que volvemos
a encontrar en este film es al soldado descreído que arrastra una tragedia
personal (uno de los mejores momentos de la película es cuando ésta se desvela por
completo) y reniega de luchar en cualquier guerra, por lo que no quiere ayudar
a ningún bando en conflicto y prefiere mantenerse neutral. Al final, como en
‘Bailando con lobos’, ‘El último samurai’ o la misma ‘Avatar’, acabará siendo
uno más de uno de los pueblos de Marte y liderará su lucha. Eso sí, aparte de
aprender muy rápido el idioma (recurso facilón al canto), sobre todo al principio,
Carter se parece más a Superman que otra cosa, ya que, debido a la diferencia
de gravedad entre la Tierra y el planeta rojo puede dar unos saltos
gigantescos (vale, más tipo Hulk que Superman) y adquiere superfuerza.
En la inevitable
comparación con ‘Avatar’ la película de Disney pierde por goleada en dos
aspectos: el 3D, ya que en ningún momento ‘John Carter’ aprovecha esta técnica,
que aquí solo sirve para ver peor la imagen, y también en cuanto a la riqueza de un mundo nuevo que
sí ofrecía Pandora, mientras que aquí, básicamente, Marte es un desierto.
En cambio, el film que
nos ocupa es más ligero, sin la carga ecológico-filosófica de ‘Avatar’ que a
ratos lastraba la cinta de Cameron, y acaba convirtiéndose en una perfecta
mezcla de aventura, comedia, drama y romance, que no decepciona en absoluto y es
más que disfrutable. Queda por ver si el montaje original de tres horas,
reducidas en la versión final a poco más de dos, permitía a ‘John Carter’
convertirse en la gran película épica que podía ser, y de la que se ha quedado
muy cerca. Tal vez en el metraje desechado se profundizase en aspectos
levemente apuntados en la versión final, como esa reflexión sobre cómo la
civilización se desarrolla hasta que estallan las guerras y comienza la explotación
salvaje del planeta.
También hay lugar para
el humor, muy tipo Pixar, desde luego, como el ‘adorable perrito’ que sigue a
John Carter a todas partes, y la confusión sobre su nombre y origen, que hace
que una raza de marcianos le llame Virginia. La cinta mantiene en
todo momento un equilibrio casi perfecto de los ingredientes, y tal vez le
falta ese metraje adicional para ser aún mucho más de lo que es.
En cuanto al
reparto, su protagonista, Taylor Kitsch (conocido por la teleserie 'Fryday night lights'), cumple con el cometido y no resulta
especialmente antipático. Pero, sobre todo, tiene química con su pareja, LynnCollins, absolutamente espectacular en todos los sentidos como Dejah Thoris,
la ‘Princesa de Marte’ a la que hace alusión el título de la novela original. Personaje completo
donde los haya, no tiene nada que ver con la clásica damisela en apuros y representa una curiosa combinación
(sobre todo para la época en que fue escrita la novela, si es que el personaje
es en ella igual que en el film) de científica (y por tanto muy inteligente) y
guerrera. Impagable la secuencia en la que conoce a Carter, quien, como buen
cowboy, toma la espada para protegerla de quienes la atacan y le dice que se
quede tras él, para acto seguido tomar ella la espada y cargarse a varios
atacantes de un plumazo, dejando a Carter estupefacto. O cuando la vemos con el vestido de boda, bastante sexy, y comenta que le parece vulgar.
Lynn Collins hace
completamente suyo el papel, y va a ser difícil no pensar en Dejah Thoris
cuando hablen de esta actriz en el futuro. Por cierto, sí, es la misma Lynn
Collins que nos maravilló en ‘El mercader de Venecia’, la de Pacino, aunque su
apariencia física haya cambiado por completo.
Del resto del reparto,
el villano principal no deja de ser un malo de opereta, pues no es más que un
títere del auténtico poder en la sombra, interpretado por un Mark Strong tan
perverso como siempre, aunque ya cansa que siempre le den el mismo papel.
También hay que hacer una mención destacada para Willem Dafoe y SamanthaMorton, a quienes encontraréis convertidos en aliens verdes de cuatro brazos,
el primero como Tars Tarkas, el jefe del clan, y la segunda como Sola. También tenemos a
Thomas Haden Church como el rival del jefe, pero es Dafoe quien más se luce,
con momentos para la comedia, el drama y la épica.
La película juega
además de manera hábil con la relación entre Marte y la Tierra, con esa época
posterior a la guerra civil norteamericana que tenemos al inicio de la
película y en su tramo final. Entretenimiento de primera clase, y a esperar que el montaje del director muestre si Disney ha acertado al recortar metraje o nos
ha privado de una gran epopeya que por ahora se ha quedado en el mejor cine de
palomitas de los últimos tiempos, ‘M:I:4’ aparte. Reiteramos, las dos dirigidas por ex
Pixar.
El detalle cinéfilo 1: Sí, la escena de los monos blancos recuerda mucho a la del circo en 'El ataque de los clones', pero si estaba en el libro original, ya sabéis quien se inspiró en qué.
El detalle cinéfilo 2: Sí, John Carter, como el John Carter de 'Urgencias', ¿coincidencia u homenaje por parte de Michael Crichton, creador de la serie médica?
El detalle cinéfilo 3: Hace solo unos pocos años hubo otra versión de 'John Carter', más modesta, en la que el papel de Dejah Thoris le tocó en suerte... a la ex reina del porno Traci Lords.
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