En los últimos años he observado que parece haber una especie de ley no escrita, según la cual, cuando muere un cantante, actor o artista famoso, por desgracia le siguen varios compañeros. Y fatídicamente esta semana hemos tenido una nueva muestra de ello. El viernes fallecía el director de cine español José Luis Borau, y al otro lado del charco tocaba despedir al mítico J. R. de Dallas, Larry Hagman. Y sin capacidad de reacción, esta tarde nos ha dejado Tony Leblanc, y eso son palabras mayores.
Porque hablamos de alguien que ha sido auténtica historia del cine y del teatro español, galán con una vis cómica que le hizo ganarse el cariño de todos, y al que solo un accidente de tráfico pudo apartar de los escenarios. Por fortuna en los últimos años vino a rescatarle Santiago Segura, al que siempre habrá que agradecerle que le convirtiese en el padre de Torrente, luego en su tío, en su abuela... y así hasta hacerle imprescindible en la saga, donde aportó todo su desparpajo, y de paso pudo llevarse a casa el Goya que se había ganado hace décadas, cuando estos premios ni siquiera existían.
El cine español pierde a uno de sus nombres míticos y el firmamento gana una estrella.
PD: Y como véis aquí abajo, genio y figura hasta el final. Este es su último trabajo, con 90 años cumplidos. Un anuncio que se emitió hace poco, y en el que volvía a hacer gala de su talento y humanidad.
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