Con
el Batman de Nolan ocurre como con ‘24’. Tras la primera y magistral entrega
todos pensábamos que era imposible que la secuela estuviera a la altura, pero
en lugar de eso, lo que ocurrió fue que las segundas partes fueron mejores. En
el caso que nos ocupa, el director había podido combinar en su primer Batman el
espectáculo de acción con el drama y la reflexión al narrar el origen del
personaje. Pero eso ya no podía hacerlo en una segunda parte, en la que la
única opción era enfrentar a Batman a nuevos enemigos…
…pero
ahí estaba el Joker. Desde el impecable prólogo, el atraco a un banco que
demuestra que aún pueden hacerse cosas nuevas, el Payaso del Crimen empieza a
adueñarse de la pantalla, mientras Nolan avisa de que va a por todas y marca un
ritmo que no decaerá en todo el film, bien respaldado por la potente banda sonora de Hans Zimmer y James Newton Howard.
Dos horas y 20 minutos que pasan volando, y donde una amenaza sucede a otra en
un continuo increscendo, un espectáculo de acción sin tiempos muertos, al
tiempo que el director profundiza en los personajes y pone al espectador ante
continuas reflexiones.
La
cinta arranca donde acabó su predecesora, con Batman luchando contra la mafia.
Con Falcone fuera de juego, ahora es Sal Maroni (Eric Roberts) quien mueve los
hilos, pero también tenemos a bandas lideradas por negros y europeos del este.
Batman sigue teniendo el apoyo de Gordon, que gana protagonismo, y del recién
llegado fiscal, Harvey Dent. Este será fundamental en el desarrollo del film,
ya que Bruce Wayne lo ve como la persona indicada para continuar la labor de
Batman de manera legal, lo que permitiría a Wayne dejar la capa y retomar su
historia de amor con Rachel… que ahora sale con Dent, de modo que ya tenemos
triángulo amoroso, un punto de interés más para la película. Encima, Nolan recupera, aunque sea brevemente, al Espantapájaros, y en el arranque nos muestra que ponerse un traje de Batman no basta para convertirte en Batman.
La
lucha contra la mafia llevará a Batman a Japón, con lo que Nolan repite la
jugada de su primera entrega, llevando al personaje fuera de Gotham, en este
caso para marcarse una escena digna del repertorio de saltos de Tom Cruise en ‘M:I’, y donde, como ya ocurriera en ‘Batman begins’, vemos al hombre
murciélago volando. Mientras
Batman va a lo suyo, el Joker empieza a hacer acto de presencia, ofreciendo sus
servicios a los mafiosos para acabar con Batman, pero siendo rechazado ya que
lo ven como un bicho raro. Al final no tienen otra que recurrir a él, y ya tenemos
el primer enfrentamiento directo entre los dos personajes.
Ha
habido muchas versiones del Joker, y Nolan, autor del guión junto a su hermano Jonathan,
partiendo de una idea del propio Christopher y de David S. Goyer, las ha sintetizado todas,
logrando el Joker definitivo. Batman cree que es un villano más, movido
por la codicia, pero será Alfred, con
mucha menor presencia en esta secuela, quien dé la clave del personaje. El
mayordomo le sugiere a Wayne que ‘hay
personas que solo quieren ver el mundo arder’, como un bandido al que
persiguió en su época militar, que robaba y destruía sin ningún fin concreto. ‘¿Cómo le detuvisteis?’ pregunta Wayne,
y la respuesta de Alfred es ‘Quemamos el
bosque’.
Porque
el Joker mostrará a Wayne que su tarea como Batman es mucho más difícil de lo
que creyó al principio. Wayne cree haber entendido las motivaciones de los
criminales, pero el Joker va más allá, solo busca el caos y llevará a Batman
hasta el límite. A Nolan no le interesa explicar por qué el Joker actúa así,
qué le ha convertido en lo que es… aunque en cierto modo podemos hacernos una
idea viendo el origen de Dos Caras, otro villano clásico de Batman al que sí
veremos en el tramo final del film. Eso sí, el Joker deja claro que no hubiera
existido sin Batman, alimentando la sensación de culpabilidad de Wayne.
Y
si esta versión del Joker ya resultaba magistral gracias al guión, cualquier
adjetivo para la interpretación que realiza Heath Ledger se queda corto. El
joven actor realiza el mejor trabajo de su carrera, y eso que se tira toda la
película con la cara pintada, con una voz portentosa que hace imprescindible la
versión original. Impagables imágenes como su huida de la cárcel sacando la
cabeza por la ventanilla de un coche policía o saliendo de un hospital en
llamas vestido de enfermera. Una verdadera lástima que el actor falleciera
antes del estreno del film, lo que ha vuelto legendario este trabajo.
Una
de las claves del Joker es buscar la resonancia a través de los medios y de
golpes a lo grande, lo que vuelve épica la película: un atentado contra el
alcalde en plena calle, durante el entierro del comisario; una antológica
persecución nocturna, donde queda claro que este film tuvo mucho más
presupuesto que su predecesor, y donde Batman estrena moto; la voladura de un
hospital, hacer público que matará a una persona al día hasta que Batman se
entregue, o dar una hora para que la gente mate al hombre que sabe quien es
Batman… por no hablar del gran dilema moral de su penúltima jugada: matar o
morir.
La
muerte de uno de los personajes principales, eso que nunca ocurre en las
aventuras de superhéroes, deja claro que esto no es una historia más, y abre el
camino para el final, diametralmente opuesto al de la primera entrega. En
aquella, Batman se convertía en el héroe de la ciudad; ahora, será un fugitivo.
Un cambio simbolizado en la batseñal, que se enciende en la primera película y
es destruida en la segunda.
En
esta secuela Nolan sigue apostando por los repartos de lujo, manteniendo a
buena parte del elenco de la primera entrega. Pierde protagonismo ChristianBale, dado que ya no se narra su origen y pierde minutos en beneficio del
Joker, al tiempo que, a diferencia del primer film, tenemos más a Batman y menos
a Wayne. También pierde presencia Michael Caine como Alfred, aunque mantiene el
toque de humor, mientras que lo ganan Gary Oldman como Gordon y Morgan Freeman
como Lucius Fox, en este caso gracias a la aventura en Hong Kong y el as en la
manga que se guarda Batman en la parte final.
La
gran sorpresa es la sustitución de Katie Holmes como el interés romántico de
Batman y Dent por Maggie Gyllenhaal, que mantiene el tipo o incluso lo supera,
mientras que Aaron Eckhart es un Dent más que correcto, y Heath Ledger hace la
interpretación de su vida como el Joker.
Tras
la visión de ‘The Dark Knight’, la
sensación es la misma que con su predecesora: Nolan no puede hacer un Batman
mejor, un espectáculo de acción que supera lo que pueda esperar cualquier fan
del género, y un drama de altura. El director juega en la liga de un ‘Heat’ o
un ‘Infiltrados’, y lo borda. El mejor film de superhéroes hasta la fecha,
aunque no tenga nada que ver con ‘Los Vengadores’.
PD: El caos, el
caos… Como le dice Robin al Joker en uno de los últimos cómics del personaje,
guionizado por Grant Morrison, que ha hecho un trabajo fantástico con Batman en
los últimos tiempos, ‘el caos es no poder
ir al lavabo por una enfermedad degenerativa’.
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