El
martes pasaron por La 2 ‘El viento’ (2005),
una película de la que no había oído hablar, pero me puse a verla porque la
protagonizaba Federico Luppi, y eso siempre es un valor seguro. No me
equivoqué. El actor argentino imparte una nueva clase magistral (y van), con un
personaje intenso y austero a la vez, Frank, un hombre de 71 años, campesino en
la Patagonia, que a la muerte de su hija viaja hasta Buenos Aires para
comunicarle la noticia a su única nieta, Alina. Frank choca con la gran ciudad, en
escenas que nos recuerdan al Paco Martínez Soria de ‘La ciudad no es para mí’, pero aquí sin ningún propósito cómico,
mostrándonos los valores y la filosofía de vida de este hombre chapado a la
antigua, que no se encuentra a gusto en la gran ciudad.
Pero
lo mejor de ‘El viento’ es que Luppi
encuentra un intérprete a su altura, la joven Antonella Costa, que encarna a su nieta, quien desde niña ha vivido el drama personal de no haber conocido a su
padre, ya que su madre nunca se casó ni le dijo quien la había engendrado.
Alina cree que fue una hija no deseada y está obsesionada con su origen. Al final,
encontrará todas las respuestas, porque a eso es a lo que en realidad ha venido
Frank, a ajustar todas las cuentas con el pasado.
Alina
también se debate entre dos amores, el chico con el que lleva saliendo casi
tres años y su jefe en el hospital donde trabaja, un hombre casado. Cuando
descubra que tiene una falta, sin saber si en realidad está embarazada, creerá
que se repite en ella la historia de su madre. El trabajo de Antonella Costa es impecable,
dándole a su personaje todos los matices que requiere, y transmitiendo al
espectador sus dudas y su calvario interior.
La
labor de Luppi y Costa es extraordinaria, y a ella se confía Eduardo Mignogna, uno
de los mejores directores argentinos y aquí también guionista, que opta por una narración directa,
áspera y desnuda como pocas, repleta de silencios y miradas. Tal vez la única
pega sea la subtrama del caso que atiende Alina en el hospital, que parece más
relleno que otra cosa, pero el resto lo compensa todo, especialmente el tramo
final, donde se resuelven todas las cuestiones pendientes y Luppi se adueña de
la pantalla.
‘El viento’
es la clásica película que para unos es un mortal aburrimiento y para otros
cine con mayúsculas. Huelga decir que me encuentro entre los últimos y que
quien se halle entre los primeros haría bien en replantearse sus valores. El film queda también como legado de Mignogna, que falleció en el 2006 durante el rodaje de su siguiente cinta, 'La señal', basada en su propia novela, al igual que ya hizo con 'La fuga', encargándose su protagonista, Ricardo Darín, de finalizarla.
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