Por de pronto, el segundo film más interesante de la semana que nos ocupa procede de Hollywood. Hablamos de Eddington, lo nuevo de Ari Aster (Midsommar), que enfrenta nada menos que a Joaquín Phoenix y el ya ubicuo no, lo siguiente, Pedro Pascal, en una suerte de western ambientado en pandemia.
La oferta norteamericana se completa con la comedia de acción Fritos a balazos, divertida traducción del original Guns up, con Kevin James y Cristina Ricci, mientras que Nueva Zelanda pone la nota exótica con una cinta de terror ambientada en una residencia de ancianos, La ley de Jenny Pen. Claro que si esos ancianos son John Lithgow o Geoffrey Rush, pues compro.
La gira internacional nos lleva también a Brasil con Retrato de un cierto Oriente, con el viaje a dicho país de una pareja de hermanos que huyen del Líbano de 1949, y en la que el enamoramiento de ella desata la tragedia, mientras de Argentina nos llega Simón de la montaña sobre jóvenes inadaptados.
Pero en un fin de semana en el que, increíble pero cierto, no hay estreno francés, España domina ampliamente, empezando con documentales tan interesantes como Temps mort, sobre Charles Thomas, joven jugador de baloncesto que brilló en los 70 en el Barcelona antes de sufrir una lesión, desaparecer y ser dado por muerto, y Caja de resistencia, que fabula con lo que pudo haber sido la filmografía del andaluz Fernando Ruiz Vergara, exiliado a Portugal tras sus problemas con la censura.
Ya centrándonos en los largometrajes, tenemos la cinta romántica Sigue mi voz y Jone, a veces, que nos cuenta un momento clave en la vida de una chica de 20 años de Bilbao, entre su primer amor y el Parkinson que sufre su padre.
Pero el estreno de la semana no podía ser otro que El cautivo, la octava película de Alejandro Amenábar, cuando casi se cumplen 30 años de su debut con Tesis. El cineasta repite en el cine histórico, tras el paréntesis televisivo de La Fortuna, pero se va mucho más atrás en el tiempo, saltando de la guerra civil al medievo, y en concreto a un periodo clave en la vida de nuestro escritor más célebre, nada menos que Miguel de Cervantes Saavedra. Hablamos de su cautiverio en Argel, así que como le dijo el productor valldeuxense Fernando Bovaira para convencerle del proyecto, tenemos cine carcelario, de fugas y aventuras, aunque parece que al director le ha interesado más descubrirnos la homosexualidad del autor del Quijote. Sea como fuere, la película tiene un as indiscutible, Miguel Rellán. Y eso sí que no se lo vamos a discutir a Boyero.
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