sábado, 30 de marzo de 2013

'Transformers': Segundas partes nunca fueron buenas



De pequeño, mi hermano leía los tebeos de los Transformers, así que ese fue mi primer contacto con la creación de Hasbro. Desde luego nunca fueron unos ‘personajes’ que me dijeran demasiado, más allá del eterno enfrentamiento entre el bueno de Optimus Prime y el maloso de Megatron… (inciso: ah, sí, y Cortacircuitos, una joven científica que luchaba contra todos los robots y que iba siempre desnuda, cubierta apenas con unas placas de metal que dejaban poco a la imaginación. Cuando tienes 15 años, ese tipo de imágenes se te quedan grabadas, lástima que hayan prescindido de ella en la versión cinematográfica)…

Que Spielberg decidiese jugársela para exprimer el filón y encima le confiase la tarea a Michael Bay no me hizo precisamente mucha ilusión, y aunque la serie prepara ya la cuarta entrega, he pasado muy mucho de la misma y no he visto las dos primeras entregas hasta la enésima vez que las han pasado por televisión. Y ahí va mi veredicto:

A pesar de todo, Transformers (2007) mantiene el tipo. Demasiado metraje y demasiado tiempo perdido. La cosa va avanzando de cualquier manera, presentando a los personajes, explotando el improbable romance entre el nerd y la bomba sexual del instituto, y definitivamente parece que todo se va al garete cuando los transformers, que parecen salidos de una comedia para afroamericanos (toque racista de Bay…) llegan a la casa del protagonista en una secuencia demencial que quiere ser divertida…

…y más demencial se vuelve con la aparición de un John Turturro pasadísimo de vueltas, hasta que llega el último tramo del film, como 45 minutos de pura épica en los que aparece el mejor Bay, ese capaz de mostrar la acción como nadie y de hacer que te olvides de que estás viendo pelearse a unos ¡robots que se transforman en coches! y te quedes clavado a la butaca. Ey, incluso te tragas el romance entre los protagonistas.

Otra cosa es que la ¿historia? no tenga ni pies ni cabeza, o que (y esto es cada vez más habitual en el cine de acción USA dirigido a adolescentes) el protagonista no solo no tenga ya el menor carisma -Shia Labeouf tampoco es que ayude mucho, y ahí Megan Fox le golea- sino que no muestra ninguna cualidad que le convierta en un héroe. Simplemente, lo es porque sí.

Pero si lo que buscáis es acción, habéis encontrado a vuestro hombre, aunque durante una hora larga se haya ido por los cerros de Úbeda -léase aquí el momento-comedia-.



Otra cosa es Transformers: La venganza de los caídos (2009). Algo más comedida en su metraje, directa al meollo como secuela que es, resulta más pobre en todos los sentidos. Los protagonistas ya son pareja, así que la excusa es que él se va a la universidad, con el peligro de que la distancie los separe… sigh! En cuanto a los robots, pues más de lo mismo, con esa parte de comedia insufrible y la acción mucho más rutinaria.

El film apenas se salva porque todo el último tercio tiene como escenario Egipto, con batallas entre las pirámides, la Esfinge y otros monumentos, pero sin alcanzar en ningún momento las cotas épicas de la primera entrega, que cuando se deja de chorradas, acierta de pleno.

Lo único que mejora es Turturro, aquí mucho más acertado, aunque por el contrario se prescinde de Rachael Taylor, el otro atractivo femenino del primer film, mientras Megan Fox, con mucho menos papel, queda ya como mero adorno y reclamo para el público masculino.

El detalle: Si Megan Fox se convirtió gracias a esta saga en estrella fugaz, ahora bastante intermitente, la australiana Rachael Taylor se ha dedicado más a la televisión, aunque sin excesiva suerte. No le ha faltado trabajo, pero tras su breve aparición en la séptima temporada de Anatomía de Grey tanto la nueva versión de Los Ángeles de Charlie como 666 Park Avenue han sido canceladas tras su primera temporada.


viernes, 29 de marzo de 2013

'Bienvenidos a Zombieland': Los zombis molan


Bienvenidos a Zombieland (2009) es una perfecta muestra de con cuán poco nos conformamos a veces, o con qué poco basta para armar un pequeño clásico con nula pretensión de trascendencia.

Debut en la dirección de Ruben Fleischer, dio en el clavo en plena efervescencia del género zombi, aunque antecedió a la televisiva The walking dead, optando por su versión más gamberra... o tal vez no tanto. El film es como una versión alternativa de la serie que acabamos de mencionar, en la que se mantiene el escenario, recreado a la perfección con gran derroche de medios, pero cambia la óptica. Aquí también seguimos a varias personas que tratan de sobrevivir día a día en un mundo infestado de zombis, pero no hay lugar para la reflexión dramática, ya que estamos ante una comedia, y muy blanca, pese al desparpajo de la propuesta.

Tampoco esperéis un gran argumento. De hecho, Fleischer se apaña con cuatro únicos personajes. Arrancamos con el interpretado por Jesse Eisenberg, a punto de convertirse en una estrella de la comedia, que le ha llevado a trabajar con Woody Allen en A roma con amor, y de ser nominado al Oscar por La red social. Aquí interpreta al clásico nerd (ojo al flashback con la chica de sus sueños...) que sobrevive gracias a sus Reglas, que son de lo mejorcito del film, y marcan el tono del mismo.

El primer compañero de viaje será el encarnado por Woody Harrelson, que recurre a su vena más cómica  y macarra para encarnar al personaje más duro y tarado del cuarteto, completado con dos hermanas de armas tomar encarnadas por una Emma Stone en pleno ascenso al estrellato y una Abigail Breslin que empezaba a crecer tras Pequeña Miss Sunshine.

Los cuatro están fantásticos y sobre ellos descansa el éxito del film, que entre chiste y chiste avanza sin descarrilar hasta el final de un breve trayecto, dado que su metraje no llega hasta la hora y media. A destacar, toda la parte que transcurre en Hollywood, y más concretamente la visita a la mansión... de Bill Murray.

Lo dicho, a veces basta muy poco para dejar buen sabor de boca y también nos conformamos con poco para pasar un buen rato sin preocupaciones. Para eso ya está The walking dead. Otra cosa será ver si los productores aciertan con la secuela, ya en camino, puesto que el 'argumento' tampoco daba para más, y tal vez ha pasado demasiado tiempo desde el estreno de la primera entrega para que repitan los mismos actores.

Por lo demás, y volviendo al principio, Fleischer repitió con Eisenberg en su siguiente film, la comedia 30 minutes or less (2011), que ignoro si llegó a estrenarse en nuestro país, y también con una Stone ya post Spiderman en su último trabajo, Gangster Squad (2013), en la que el cineasta se pasó a la acción y el cine negro, aunque sin dejar de lado su estilo visual y desenfadado, lo que tal vez no ha beneficiado a esta cinta.

El detalle: No quiero dejarme el hacer hincapié en el subtítulo del cartel español, hilarante Este sitio está muy muerto. También resume a la perfección la 'filosofía' del film. Imprescindibles unas palomitas.

El avance: Y secuelas aparte, ya tenemos la versión televisiva. Ahí os dejo el enlace, cortesía de Las horas perdidas.

jueves, 28 de marzo de 2013

El estreno: Fin del mundo, versión patria (toma 2)


Los estrenos cinematográficos se adelantan con motivo de la Semana Santa, aunque dado que estas fiestas suelen aprovecharse para viajar, la cartelera no se ha renovado demasiado. Si lo ha hecho, eso sí, con películas más o menos atractivas, y una por país de procedencia.

De menos a más, Hollywood lo intenta por segunda vez con los GI Joe, peli de acción basada, como los Transformers, en los muñequitos de Hasbro. Solo que, a diferencia de la franquicia de los robots, aquí la cosa no acabó de funcionar, así que es ahora cuando llega la secuela, para la que han reclutado a Bruce Willis y a The Rock, a ver si ahora hay más suerte.

El cine británico aprovecha el bicentenario del nacimiento de Charles Dickens para marcarse una nueva versión de uno de sus clásicos por excelencia, Grandes Expectaciones. Dirige Mike Newell, este hombre capaz de marcarse Cuatro bodas y un funeral, Donnie Brasco, El amor en los tiempos del cólera o Prince of Persia, y destacan en el reparto Ralph Fiennes y Helena Bonham Carter en los dos papeles más cotizados.

De Italia nos llega otra adaptación, la de La soledad de los números primos de Paolo Giordano, sobre dos adolescentes que, al igual que los números primos, se interpone un número par entre ellos, de manera que se aman pero están condenados a verse separados.

Y el estreno de la semana es la novedad patria, Los últimos días, de los hermanos Àlex y David Pastor, que ahondan en la línea de ciencia ficción catastrofista que esta temporada ya nos trajo Fin con una película protagonizada por un veterano, José Coronado, y una estrella emergente, Quim Gutiérrez, en una Barcelona devastada (el cartel es de lo mejorcito del año) donde las personas no se atreven a salir al exterior. ¿Será una metáfora? 

Por lo pronto, Fin, que al menos se basaba en una novela, me empezó atrayendo y luego, no sé si por el bombardeo publicitario, pasé mucho. Aquí ha ocurrido al revés. No me espero gran cosa ni me convenció el tráiler de cine, pero a medida que voy sabiendo más sobre el film... pues igual está bien. Veremos.

domingo, 24 de marzo de 2013

'The Walking Dead 6': Llega el horror



Ahora que acaba de empezar en La Sexta la tercera temporada de The Walking Dead, vamos con el sexto volumen del cómic original, Esta triste vida, o lo que es igual, la segunda mitad del tercer año de publicación (números 31 a 16).

Segundo arco con el Gobernador de por medio, en el que, por encima de todo, para bien o para mal, destaca el número 33, en el que Kirkman supera todos sus límites de sadismo para con el lector. Básicamente, una única escena, en la que un personaje tortura sin límites a otro, incluidas varias amputaciones. ¿Era necesaria tal crudeza? Estamos ante el número más brutal de la serie, cuyas consecuencias supongo que se explorarán en el futuro.

Por lo demás, Kirkman sigue manejando los hilos a la perfección, y aunque en este volumen prima la acción, también hay momentos para la reflexión, sobre todo en lo tocante a la progresiva deshumanización de Rick: atentos al número 36. De lo mejor, tal vez el final del número 34, que impulsa a leer de inmediato el número siguiente, aunque el 32 no se queda corto.

Y llegados hasta este punto, vamos con los SPOILERS

El nuevo arco se centra en la fuga de Woodbury, una huída que desde el principio se antoja demasiado fácil, y efectivamente, hay gato encerrado. Claro que, visto el resultado, igual el Gobernador debería haberlo pensado dos veces antes de soltar a Michonne y a su furia interior.

Con el interludio del salvaje ajuste de cuentas del número 33, será en los dos últimos cuando Rick y sus compañeros vuelvan a la cárcel y, tras una invasión zombi, empiecen a prepararse para lo que vendrá… cuando Woodbury ataque. Así que esto no ha hecho más que empezar.

sábado, 23 de marzo de 2013

El estreno: Siguiendo la estela de 'Intocable'


Esta semana toca aquello de 'el tuerto es el rey en el país de los ciegos'... o tal vez no. Lluvia de estrenos desde los USA, pero sin ninguno realmente atractivo. Eso sí, tenemos de todo. Para los chavales, Los Croods, lo último de animación vía Dreamworks, con una nueva familia prehistórica que parece querer seguir los pasos de Ice Age. Para los fans de la acción, Una bala en la cabeza, con la que Stallone sigue empeñado en recuperar la estética ochentera, aliado para la ocasión con un recuperado Walter Hill que podría ser su mejor baza. Si os va la comedia, Por la cara, con Jason Bateman a las órdenes de Seth Gordon. Y por último, La huésped, ciencia ficción romántica basada en una novela de la creadora de la saga Crepúsculo, Stephenie Meyer, con Andrew Niccol y Saoirse Ronan tratando de solucionar el desaguisado.

También tenemos estreno español, lo último de nuestro director más prolífico, Jess Franco, que vuelve (en realidad nunca se fue) con Al Pereira vs The Alligator Ladies. Y de Francia nos llegan sendas comedias, La cocinera del presidente...

...e Incompatibles, que es por la que me decido. Básicamente, lo nuevo de Omar Sy tras el megabombazo de Intocable (de ahí el título español, frente al original De l'autre côte du périph). Como podéis ver en el tráiler, aquí el actor va de Eddie Murphy en la enésima buddy movie, con poli fino y poli macarra, por abreviar, resolviendo un complejo caso entre chiste y chiste. Sin más pretensiones, puede ser la propuesta más solvente en un fin de semana de aprobado justo.


miércoles, 20 de marzo de 2013

'Smallville': Superman en el instituto



Resulta difícil de creer que Smallville (2001) llegase a las 10 temporadas después de ver la primera. Partiendo de una idea similar a la de Buffy, cazavampiros, una serie de ‘superhéroes’ en el instituto, lo cierto es que Smallville tiene más en común con las clásicas tramas de instituto USA que con otra cosa, siendo su componente superheroico el más flojo.

Así, en esta primera temporada tenemos al futuro Superman, un Clark Kent adolescente, perdidamente enamorado de una compañera de clase, Lana Lang, que poco a poco va dándose cuenta de que se está enamorando de Clark… solo que la guapa animadora sale con un jugador de rugby, Whitney. Más típico, imposible.

Whitney, por cierto, aunque no es el dechado de virtudes que es Clark, y aunque intentamos que nos caiga mal, lo cierto es que en el fondo es un buen chico, lo cual le complica aún más las cosas a Superboy, que mientras, va descubriendo sus poderes y en esta primera temporada aún no sabe que es capaz de volar.

Para completar las tramas amorosas tenemos a Chloe, aprendiz de periodista y amiga inseparable de Clark, a su vez enamorada de este, con lo que ya son dos los amores no correspondidos. Por último, las amistades de Clark se completan con Pete, que parece únicamente estar ahí para cumplir con la cuota racial, puesto que es un personaje que no aporta absolutamente nada…

…Todo lo contrario que Lex Luthor, el gran hallazgo de la serie. Aquí Clark y Lex son amigos del alma pese a sus diferentes orígenes sociales. Lex es casi una serie dentro de la serie, y es de lejos lo más interesante de la misma, ya que capítulo a capítulo asistimos a la creación del mayor villano de Superman, en un magnífico tratamiento psicológico del mejor personaje de Smallville.

Obsesionado con un padre autoritario y por la ausencia de una madre fallecida, Lex idolatra a los padres de Clark (otro de los puntos fuertes de la serie), y tras un pasado de lujo y placeres desenfrenados, busca en la amistad de Clark su redención y escapar a los planes que tiene para él su padre… pero su lado oscuro no dejará de tentarle. Y ojo a cierta visión del futuro en el capítulo 7.

En cuanto a la parte superheroica, la serie abusa del recurso a la lluvia de meteoritos provocada por la llegada de la nave de Clark, que parece haber dado poderes a todo el mundo. Un recurso demasiado fácil para justificar al villano de cada episodio durante una temporada de 21 capítulos.

De hecho, las mejores tramas son aquellas en las que se apartan de ese recurso, como en el noveno episodio, Chantaje, donde un policía descubre los poderes de Clark y le chantajea para lograr sus fines. Ahí es donde Clark lo tendrá más difícil y deberá usar el cerebro en lugar de la fuerza bruta para salir del paso.

La temporada, eso sí, concluye por todo lo alto con el clásico baile de final de curso, varias relaciones llegando a un nuevo punto y hasta cuatro ‘continuará’. Por cierto: que tres de los ocho personajes principales (Clark, Lana, Chloe, Pete, Lex, Whitney y los padres de Clark) no intervengan en ninguna de esas cuatro situaciones, no dice precisamente mucho en su favor, o sobre el futuro que les espera en la segunda temporada…

El detalle: Junto a los intérpretes principales encontramos múltiples secundarios, desde una jovencísima Amy Adams que iniciaba una carrera que ya la ha llevado a lograr varias nominaciones al Oscar, a la conejita de Playboy Kelly Brook, que durante varios capítulos tienta a Lex.

domingo, 17 de marzo de 2013

'El atlas de las nubes': Lucha por tu libertad



Decía Tom Hanks en una entrevista que cuando habló con los hermanos Wachowski para incorporarse al reparto de El atlas de los nubes estos lo convencieron diciéndole que pretendían hacer un cruce entre 2001 y Moby Dick. Apuntaban alto los creadores de Matrix, pues, y diría que se han quedado lejos de sus expectativas, aunque su película es una de las más estimulantes de la temporada.

Adaptación de la obra de David Mitchell, a la que tal vez no sea conveniente denominar novela, puesto que al parecer propone una mezcla de estilos literarios poco usual, El atlas de las nubes nos propone no una, sino seis historias, cada una en una época histórica distinta. De este modo, el film avanza y retrocede en el tiempo, pero solo al pasar de una historia a otra. Dentro de ellas no hay flashbacks, sino que las seis avanzan de manera lineal, en paralelo, a excepción del prólogo, un batiburrillo de imágenes a modo de tráiler de lo que vamos a ver (y repito que el tráiler oficial es de lo mejorcito que he visto últimamente).

Seis historias, la mayoría de las cuales no son nada del otro mundo, sino revisiones de tramas vistas mil veces, de manera que cada una por sí sola no pasa de correcta, siendo el conjunto lo que le da valor a la propuesta. Ahí, el truco del film reside en proponer al espectador buscar la conexión entre las distintas tramas, una conexión que finalmente, y aquí puede venir la decepción, es mucho más tenue de lo que pudiera pensarse en un principio, e incluso inexistente en la mayoría de casos.

La película engarza hábilmente unas historias con otras, de manera que la primera se convierte en un diario que lee un personaje de la segunda; esta se convierte en unas cartas que lee un personaje de la tercera; esta en una novela que lee un personaje de la cuarta; esta en una película que ve un personaje de la quinta… y hasta aquí podemos contar, dado que las dos últimas historias, ambas ambientadas en el futuro, son las que están más relacionadas entre sí… o tal vez no tanto.

Para reforzar esa sutil conexión entre historias, el reparto se multiplica, de modo que la práctica totalidad del mismo asume un papel en la mayoría de épocas, con constantes cambios de look, destacando las transformaciones de Halle Berry y Doona Bae en mujeres de raza blanca. Ello contribuye a que el espectador trate de buscar consecuencias y efectos de las acciones de una historia en las posteriores, pero realmente no es esa la propuesta de El atlas de las nubes, al menos del libro.

Lo que se nos ofrece ante nuestros ojos es un canto a la libertad, perseguida en todas las historias, donde siempre encontramos un tipo de esclavitud, más o menos evidente, y más aún, la lucha contra lo establecido, defendiendo que cada uno debe buscar su destino, sin importar los obstáculos que encuentre para tratar de realizarse. No es de extrañar que los Wachowski se hayan interesado por una historia cuyo motor es el ir contra las convenciones sociales, si tenemos en cuenta que uno de los hermanos cambió de sexo hace unos años.



Por sintetizar, la primera historia, la más floja sin duda, aborda la esclavitud racial en su época de esplendor; la segunda, la más lograda para quien escribe estas líneas, es la historia de El atlas de las nubes, una composición musical, y de su autor; la tercera es un thriller al estilo de los 70; la cuarta aporta el toque de comedia, desde su arranque surrealista hasta desembocar en la huida de un asilo; la quinta nos ofrece por enésima vez un futuro distópico, en el que los minijobs parecen cosa de risa comparados con la explotación de los trabajadores que se nos muestra; y la sexta va más allá en el futuro, hacia un periodo tal vez condicionado por lo ocurrido en la historia precedente.

La clave, por encima de todo, es el montaje, la manera de ir engarzando las escenas y pasar de una historia a otra, la selección de cada salto adelante y atrás. Ahí es donde los Wachowski muestran su maestría para narrar lo que en el fondo es una única historia, con el hombre buscando su libertad, por distinta que sea su situación y el obstáculo que encuentra en el camino. Tal vez el film resulte algo confuso, pero esa sensación desaparece si uno está atento y se deja llevar por la trama. Y pese a durar 2 horas y 45 minutos, se pasa volando.

Los Wachowski, eso sí, no han estado solos en este proyecto, que incluye a un tercer director, el alemán Tom Tykwer. Y apostaría a que es él quien se ha encargado al menos del segundo fragmento, con el mismo protagonista que su adaptación de El perfume, Ben Whishaw, que aquí brinda la mejor interpretación de El atlas de las nubes, al tiempo que la más bella historia de amor de cuantas jalonan el film, precisamente la única homosexual. Por su parte, los Wachowski están detrás, imagino, de la historia de Sonmi, con ambientación y acción a lo Matrix.

En cuanto al resto del reparto, Halle Berry da la impresión de estar bastante perdida, mientras Tom Hanks se lo pasa en grande transformándose con el maquillaje y luciendo su vena más histriónica con toda una serie de personajes oscuros. Eso sí, para encarnar al mal los Wachowski vuelven a recurrir a Hugo Weaving, el Mr. Smith de Matrix, que demuestra ser una elección plenamente acertada, al igual que la de Jim Broadbent, perfecto tanto si se trata de ser bondadoso como perverso. Hugh Grant tampoco se lo pasa mal, aunque no tiene la relevancia de cierto personaje de Hanks, y Susan Sarandon pasaba por allí, mientras que Doona Bae, doblaje aparte, es la revelación del film en un difícil papel.

Huelga decir que estamos ante lo mejor de los Wachowski, sin quitarle méritos, que los tiene, a la trilogía Matrix, y que El atlas de las nubes es de lo mejor que puede verse ahora mismo en la cartelera, con una original propuesta que tal vez nos cuenta lo mismo de siempre, pero de una manera revolucionaria, y con un mensaje a suscribir. Sin olvidar una excepcional banda sonora, sobre todo en lo referente al tema principal.

El detalle: A tenor de lo visto en la gran pantalla, el autor de El atlas de las nubes se marca, no uno, sino dos homenajes a Soylent Green, una de las obras de culto de la etapa en la que Charlton Heston se dedicó a la ciencia-ficción. Menos famosa que El planeta de los simios, o incluso que aquella versión de Soy leyenda titulada El último hombre vivo, en Cuando el destino nos alcance, que es como se tradujo aquí la película, el hambre se ha resuelto gracias a la comida sintética denominada Soylent Green, que como el protagonista descubrirá...



SPOILER

...no es otra cosa que la carne de los muertos procesada. En El atlas de las nubes, además de una jocosa referencia en la historia del asilo, el autor lleva esta idea a sus últimas consecuencias, ya que la combina con La fuga de Logan y su versión moderna, La isla, de modo que cuando acaba el periodo de servicio de los ¿clones? y estos creen que van a ser llevados al paraíso, son asesinados y su carne se utiliza para fabricar la comida… de los propios clones.

sábado, 16 de marzo de 2013

El estreno: Anna Karenina según Joe Wright


Multitud de estrenos este fin de semana fallero, y de todo pelaje. Sin movernos de casa, Xavi Puebla se da el gustazo de dirigir a Nick Nolte, y ya puestos, a un más que atractivo reparto patrio, encabezado por Antonio Dechent y María Valverde, en A puerta fría, a vueltas con la crisis. Y sin cambiar de idioma, el argentino Carlos Sorín, director de Bombón, el perro o Historias mínimas, nos ofrece en Días de pesca en Patagonia la redención de un alcohólico en un paisaje abrumador.

Otro drama, ya en Hollywood, es El chico del periódico, donde Zac Efron, el chaval de High School Musical, se codea con Nicole Kidman, Matthew MccCnaughey y John Cusack, Y ya que hablamos de la factoría Disney, dos de los ídolos femeninos de los últimos tiempos, Selena Gómez y Vanessa Hudgens -pareja de Efron en High School Musical- se desmelenan en la comedia salvaje Spring breakers. Pero si queréis otro tipo de comedia, más lo Woody Allen, tenéis el debut en la dirección del actor Josh Radnor, que también comparte protagonismo con Elizabeth Olsen -la hermana 'buena' de las gemelas Olsen- en Amor y letras.

Pero las salas de cine vienen acaparadas por dos superproducciones. Para empezar, Jack y el caza gigantes, lo nuevo de Bryan Singer tras Valquiria, cuyo estreno se ha venido retrasando, total para coincidir con el de la nueva versión de Oz, competencia directa ya que ambas películas apuestan por la fantasía, aquí con una nueva reinterpretación de Jack y las habichuelas mágicas, que no pinta demasiado bien.

Pero la superproducción de esta semana es Anna Karenina, nueva adaptación de la mítica novela de Leon Tolstoi, aquí a cargo de Joe Wright, tratando de recuperar el buen pulso que mostró en Orgullo y prejuicio, y algo menos en Expiación. Con un reparto de lujo encabezado, de nuevo, por Keira Knightley, junto a Jude Law, Aaron Johnson o Kelly Macdonald, la apabullante factura visual es lo que más me atrae de esta versión, que eso sí, ha pasado más que de puntillas por los Oscar. ¿Con razón?


domingo, 10 de marzo de 2013

'Homeland': La evolución de '24'



Durante la mayor parte de la primera temporada de Homeland, esa que por lo visto Cuatro está a punto de estrenar (creo que llevan ya un año anunciando Touch, lo nuevo de Kiefer Sutherland), uno tiene la misma sensación que tras ver Argo: buen nivel de calidad, buena trama, buena dirección, buenos actores, entretenimiento y algo más, pero ningún motivo para que se haya llevado tantos premios. Y es que recordemos que Homeland lleva dos temporadas consecutivas alzándose con el galardón a mejor serie dramática de los Globos de Oro y lo mismo hizo en su primera temporada con los Emmy. Pero en eso llega el capítulo 7 y… Pero no adelantemos acontecimientos.

Homeland es lo nuevo de los productores de 24, guionistas, directores y autor de la banda sonora incluidos, lo que se nota, y mucho. Pero Homeland no es 24, aunque podríamos decir que tenemos a Jack Bauer por partida doble. Por un lado, esa versión femenina que interpreta Claire Danes, obsesionada con que un marine que acaba de ser rescatado tras años cautivo de Al Qaeda es en realidad un terrorista infiltrado, y tan dispuesta como Bauer a llegar hasta el final, no importa a qué precio, si de salvar inocentes se trata, que en el capítulo 10 se marca un interrogatorio en el que demuestra cómo apretar bien las clavijas sin recurrir a la violencia… física. Y por otro, la respuesta a ¿qué hubiera pasado si terroristas islámicos hubieran retenido prisionero a Bauer durante… 8 años? ¿Cómo sería el regreso a la patria (Homeland), y al hogar familiar? ¿Habrían podido doblegar su voluntad los terroristas?

Las primeras diferencias con 24 empiezan en el estilo de la serie, con una dirección aquí más sosegada y elegante (la banda sonora, también de Sean Callery, es lo mejor que ha hecho hasta la fecha), más lenta y mucho menos frenética si se quiere, pero que también atrapa al espectador con idéntica eficacia.

Pero la clave de Homeland es que aquí importa más el drama, los sentimientos y las relaciones personales que el thriller, para bien o para mal. Se ocupan más de construir personajes que de avanzar en una trama de espionaje, aquí sí, en el más puro estilo 24, y con la política de nuevo como eje cada vez más crucial.

A pesar de todo, la serie no pasa de correcta, y queda muy lejos de otras de las grandes del momento, como Juego de Tronos o Boardwalk Empire… hasta que llega el capítulo 7. Una hora de duración para narrar 24 horas (¿autohomenaje?), más o menos, tras las cuales nada será lo mismo, y donde precisamente las relaciones entre los protagonistas sufren cambios más que drásticos. Un episodio, precisamente, en el que el thriller desaparece casi por completo, y que por cierto, dura una hora, cosa bastante habitual en esta serie.

Luego toca vuelta a la normalidad, a seguir con las investigaciones habituales y al tono habitual de la serie, hasta el capítulo 11, donde Claire Danes acaba de ganarse su primer Globo de Oro y Emmy a la mejor actriz dramática, por si no lo hubiera hecho ya con creces. Ella es, de lejos, lo mejor de Homeland, al igual que Mandy Patinkin, que desborda humanidad con su interpretación. Que a este hombre, y solo he visto la primera temporada, aún no le hayan dado ningún premio como secundario, resulta vergonzoso. Y vaya por delante que sus escenas con Claire Danes son de lo mejor de la serie.

El final del episodio 11 es brutal, demoledor, y aún falta el remate final, un capítulo doble de una hora y 20 minutos en el que la tensión no deja de crecer hasta llegar a un desenlace, en parte cerrado, en parte dejando la puerta abierta a una continuación en la que todo indica que no van a dejar de pisar el acelerador.

Por lo que respecta al resto del reparto, Damian Lewis defiende más que bien el personaje de Brody, lleno de matices y caras, que aún puede dar para mucho, y el resto cumple con lo que le toca.

El detalle 1: No estamos ante una obra completamente original, puesto que, como viene siendo cada vez más habitual, la televisión yanqui se inspira en una serie extranjera, en este caso la israelí Secuestrado

El detalle 2: Ya nos hemos acostumbrado a que las series de cable norteamericanas abunden cada vez más en desnudos y escenas de cama, pero en Homeland resulta curioso que prácticamente todo el erotismo se centre en los primeros episodios, como queriendo enganchar al espectador, para luego casi desaparecer por completo.

sábado, 9 de marzo de 2013

El estreno: Christian Bale, el guardián de las flores


Dejando de lado estrenos menores, como Parker, la nueva aventura de acción de Jason Statham, aquí acompañado por Jennifer López, este fin de semana tenemos hasta tres estrenos con bastante carisma, empezando por lo último de Pedro Almódovar, Los amantes pasajeros. Difícil no haber oído hablar de ella gracias a la habitual maquinaria publicitaria del cineasta manchego, parece que se trata de su regreso a la comedia, y con el reparto que se gasta seguro que arrasa en taquilla. Pero hablamos de una película que transcurre íntegramente en la cabina de un avión y, me temo, vocacionalmente menor, así que esperaremos al dvd.

Porque para espectáculo visual, ahí tenemos Oz, un mundo de fantasía, con la que Sam Raimi se aparta de Spiderman y tal vez busca nueva franquicia. Lo que se nos propone es la historia del mago de Oz, cómo llegó a serlo, así que no esperéis a Dorothy ni a Toto. James Franco es el amo del cotarro, acompañado por un reparto femenino de vértigo, desde Mila Kunis a Rachel Weisz, pasando por Michelle Williams. Por lo visto se ocupan de recrear Oz los mismos que se hicieron cargo de la Alicia de Burton, así que habrá que ver cómo resulta este regreso a Oz.

Pero en mi caso, el estreno de la semana, y ya iba siendo hora de que llegara a nuestro país, es sin duda Las flores de la guerra, nuevo drama épico de Zhang Yimou tras su remake del Sangre fácil de los Coen, que nos lleva a la Segunda Guerra Mundial. Oportunidad de lucimiento para Christian Bale, como un joven que acude a una iglesia católica de Nankin (China) para preparar el entierro de un sacerdote y acabará como involuntario defensor de las alumnas que se esconden en el convento, a las que se unen las prostitutas de un burdel cercano. ¿Estará tan inspirado Yimou como en Hero o La casa de las dagas voladoras, o nos ofrecerá su peor versión? En cualquier caso, oportunidad para ver a Bale cambiando la máscara del hombre murciélago por el alzacuellos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Y sin Mario Casas no hay barco



Hace poco Antena 3 puso fin a la singladura de El Barco, así que vamos con lo que ha dado de sí esta tercera y última temporada, la más larga, con 16 capítulos y algún parón de una o dos semanas como el que tuvimos en Navidad, lo que ha estirado aún más la espera y ha perjudicado tanto la visión de la serie como a la audiencia. Por lo visto los espectadores fueron desertando, sobre todo en la segunda mitad de la temporada, algo achacable, por un lado, a la competencia de la incombustible Cuéntame cómo pasó y ya en la recta final del show de José Mota, pero a lo que desde luego no ha sido ajena la marcha de Mario Casas. Y es que el prota oficial y reclamo de adolescentes solo ha aparecido en dos de los últimos nueve episodios, lo que, me temo, ha acabado por hundir el barco.

Resulta curioso que la última temporada de la serie haya sido, a la vez, la mejor y la peor. La mejor porque, por fin, se han resuelto la mayor parte de tramas y misterios, y encima el barco llegó a puerto… convirtiéndose en un remedo de Perdidos como ya nos olimos desde el primer capítulo. Y la peor, porque aunque al empezar a resolverse cuestiones pendientes los episodios han ganado en interés y se ha reducido la cuota de comedia de lo más ridícula con la que se castigaba al espectador capítulo tras capítulo, se ha tardado demasiado en resolver las cosas y han pillado a los seguidores de la serie un poco cansados ya de todo.

Puestos a imitar a Perdidos, incluso han repetido un final más que decepcionante, encima triple, y a cual peor, por aquello de que hasta el último momento no se sabía si Antena 3 renovaría otra temporada. Así que se intentó cerrar la serie pero dejándola abierta, y acabó resultando un fiasco. El último capítulo, de hecho, es un desastre en sí mismo, ya que está muy mal dirigido, con demasiadas situaciones paralelas durante demasiado tiempo y una pésima gestión de la tensión, por lo que todo acaba cansando en una anodina sucesión de momentos acordes con el cierre de la serie con otros que no están a la altura.

Por lo demás, cada personaje ha seguido a lo suyo, de manera que los mejores han vuelto a ser Gamboa y Burbuja. Este último ha permitido a Iván Massagué lucirse más que nunca, ya que, al igual que ocurría con Perdidos, en esta temporada han sido recurrentes los flashbacks sobre el pasado de los protagonistas, y Massagué ha mostrado un gran talento a la hora de interpretar a Roberto Schneider antes y después del ‘accidente’ que le convirtió en Burbuja. En cuanto a Gamboa, lástima del giro argumental que han utilizado, y que comentaremos en los spoilers.

El capitán y su segundo han seguido a lo suyo, uniéndose a Piti para reeditar Los bingueros cada dos por tres, y un buen montón de personajes se han ido al garete. Caso de Wilma, la embarazada que no ha engordado un gramo en tres temporadas, y que, como Mario Casas, desaparece inexplicablemente durante la mitad de los capítulos. Algo similar a lo de la doctora Wilson, que aunque acelera en su relación con el capitán, pierde interés en cualquier otro sentido y también desaparece de la pantalla cada dos por tres.

A diferencia del cura, Palomares, y del cojo, Ramiro, que también van perdiendo protagonismo a velocidad de crucero, Piti se mantiene ahí, como una de las señas de identidad de la serie, de lo peor con ese humor de Pajares y Esteso (en su peor versión), y de lo mejor, con esos ‘momentos Piti’ que hay que ver la serie para entender.

La serie ha incorporado cuatro caras nuevas en esta última temporada, con suerte dispar. El menos afortunado ha sido Alberto Jo Lee, que dejó muy buen sabor de boca en Pelotas, pero cuyo personaje en El barco no han sabido explotar. Al principio le rodea el misterio y no dispara una palabra inteligible, pero acabará convertido en nuevo compinche de Piti y nuevo interés amoroso de Wilma.

Por el contrario, Jan Cornet, tras su Goya al mejor actor revelación por La piel que habito de Almodóvar, aparece también rodeado de misterio pero con mayor magnetismo, y acaba convirtiéndose, digamos, en el sustituto de Casas, formando además un triángulo con Ulises y Ainhoa, papel que ha servido para que Blanca Suárez continuase luciendo sus encantos a la menor ocasión.

Eso sí, nos han hecho dos pequeños regalos. El primero, Héctor Alterio, cuyo personaje parecía que podía haber dado más de sí, y seguramente lo hubiera hecho en la hipotética cuarta temporada, a tenor de lo que se apunta en los últimos episodios. En cualquier caso, cada una de sus escenas ha servido para que impartiese magisterio ante el resto de intérpretes. Y el segundo, una Leticia Dolera más maravillosa que nunca, que se hace esperar mucho pero protagoniza sin duda las mejores escenas de la serie.

Al final nos queda una serie llena de buenas intenciones, en la que hubo que aguantar demasiados minutos de aburrimiento y guiones ridículos para ver las escenas realmente interesantes, lastrada como casi siempre por la excesiva duración de los episodios, y por demasiados capítulos en los que la trama central no avanzaba ni a tiros. Una trama central demasiado endeble y previsible, y en la que al final se resolvió casi todo, para dejar abiertos mil interrogantes de cara a una cuarta temporada que no se rodará.

Siempre nos quedarán Gamboa y Burbuja.

Y vamos ya con el análisis capítulo a capítulo, y los SPOILERS


Capítulos 1 a 3: De menos a más. Que en el primer episodio, el peor de la temporada, no apareciesen ni Ulises ni Ainhoa, ya iba dando pistas de por donde iban a ir los tiros. Pero lo peor fue un guión repleto de los peores defectos de la serie, sin una sola escena de interés y mil lugares comunes y chistes sin gracia. Algo mejora la cosa en el segundo capítulo, en el que ya reaparece Ainhoa pero seguimos sin Ulises y tenemos alguna que otra trama con cierto interés, hasta que por fin el tercer episodio es el primero digno de la nueva singladura, calentando motores para lo que se nos viene encima.   

4 y 5: El díptico del hotel fue de lo más logrado de la temporada. No llegamos a tierra pero sí a un hotel del que solo emerge la parte superior del agua. Momento para que reaparezca Ulises y para que aparezcan nuevos personajes, multiplicándose las tramas y situaciones de peligro, antes de que todo cambie para siempre.

6: Ya que está de moda Lo imposible, la tripulación del Estrella Polar y la gente del hotel tienen que unir fuerzas para sobrevivir a un tsunami.

7: Concluye la etapa en el hotel con la boda del capitán y la doctora… y Ulises se queda en el hotel, con lo que Mario Casas prácticamente se despide de la serie y la audiencia empieza a acusarlo.

8: Primer capítulo con el viaje hacia tierra, centrado en Sol, personaje que empezó a aparecer en la recta final de la temporada anterior y que ha ganado protagonismo en esta como nueva pareja de Piti… solo para que se la carguen un tanto arbitrariamente en este episodio, en el que se desvela su pasado… y el de su gemela, puesto que Sol no era Sol. Tal vez uno de los  mejores personajes de la serie, del que prescindieron demasiado pronto.

9: Segundo capítulo de viaje, centrado en el combate de boxeo entre Gamboa y Palomares.

10: Mucho ha habido que esperar, pero por fin el Estrella Polar llega a tierra, una isla que en realidad, es Peñíscola. Como ya ocurriera con la llegada al hotel, es ‘de lo más lógico’ que las embarazadas y una niña formen parte de la avanzadilla de exploración…

11: De ahora en adelante, dos escenarios distintos. Parte de la tripulación se queda en la isla y empieza a descubrir sus misterios: a falta de oso polar, tenemos una vaca. Y el resto, de vuelta al hotel.

12: Mientras en tierra desaparece Max y van surgiendo multitud de misterios, el Estrella Polar llega al hotel, donde no hay nadie y a través de flashbacks descubriremos lo ocurrido… con la reaparición fugaz de Mario Casas, acompañado por Nerea Camacho, la ya no tan niña de Camino, convertida en una admiradora fanática.

13 y 14: El Estrella Polar inicia su regreso, perseguido por el submarino de los malos, mientras en la isla las cosas se ponen cada vez peor. Magistral el momento en el que Piti suelta aquello de ‘Yo soy Gamboa’. Y cuando digo magistral, va en serio.

15: El barco regresa y cada grupo le cuenta al otro lo que le ha estado ocultando, incluyendo que Ulises no aparece por ningún lado y que en la isla hay un grupo armado hasta los dientes.

16 y último: El famoso padre de Estela, el malo malísimo, aparece por fin y casi todas las cartas se ponen boca arriba, con exasperante lentitud, eso sí, en una suerte de a tiempo real mientras dura y dura el asalto a la casa en la que se han refugiado el capitán y la mayor parte del reparto. Al final Burbuja se entrega por todos y tenemos un final que, de cerrado, nada de nada, porque deja muchísimos interrogantes, de los que ahora hablaremos.

Llega el segundo final, con un salto de varios meses, para que Salomé ya haya parido y para que asistamos a la boda más ridícula de la historia, la de Ainhoa consigo misma, proclamando su amor por Ulises, que murió asesinado por Gamboa. Y es que ‘ni la muerte pudo acabar con nuestro amor’… La madre del amor hermoso… Un segundo final en el que, para atarlo todo, se explica qué había en la misteriosa carpeta roja de marras (algo que no ocurre antes de dar el salto temporal); Gamboa desaparece, porque sí; el personaje de Héctor Alterio muere, porque ya tenía una edad, y Burbuja escapa del submarino, se supone que haciendo frente él solo a todo un ejército…

Y para rematar la faena, en medio de la ‘boda’ se repite ¿? el experimento del acelerador de partículas con el que arrancó la trama, y to be continued. Al menos en Los Protegidos nos mostraron dos finales, el de cierre, y el alternativo, pero no este despropósito.

Entre las dudas que hubieran quedado para la hipotética cuarta temporada:

- ¿A qué se refería Ulises cuando aparece en el último episodio y dice que no solo hay una isla, y que tiene mucho que contarle a su padre? ¿De donde sale el avión con el que regresa Ulises a la isla?

- ¿Dónde está el barco francés y toda la tripulación? ¿Cómo escapó de ellos Ulises? ¿Cómo escapó Marimar? ¿Qué ha pasado con la chica interpretada por Nerea Camacho?

 - ¿Qué relación existe entre Alexander y Ventura? ¿Por qué el primero le debe la vida al segundo? ¿Cómo sabe Ventura que Schneider ha envenenado a todos los del Proyecto Alexandria? ¿Cómo sobrevivió de niño en el Estrella Polar si todos murieron?

- ¿Eran realmente los tripulantes del Estrella Polar meros donantes de órganos para quien sabe quien? Ya ni hablamos de aquello de que cada uno había sido seleccionado porque era especial, porque tenía un poder (Ulises respira bajo el agua, Sol es una gran espadachina, Ainhoa… toca el piano que te mueres) que sería necesario en el futuro. Algo que seguramente introdujeron para explotarlo a fondo en la cuarta temporada…

- ¿De dónde sale el coche en el que van los protagonistas en la última escena? ¿Todavía están en la isla?

En fin, ¿pudo haber sido peor? Cuesta imaginarlo.

En cuanto al tema Gamboa, explicar su ‘maldad’ exclusivamente con que quería salvar a su hija, además de que no cuadra con todo lo visto hasta ese momento, es demasiado fácil. El personaje era el más complejo e interesante de la serie, y casi se lo cargan, aunque Juan Pablo Shuk lo ha hecho atractivo hasta el final y resultó bastante interesante esa triple relación paternofilial del desenlace entre Gamboa, Alexander y el capitán con sus respectivas hijas.

Y menos mal que al final no resultó que Roberto Schneider fingía. Burbuja continuó siendo Burbuja, y sus escenas son, de lejos, lo mejor del último episodio, impagables.

lunes, 4 de marzo de 2013

Pepe Sancho, un estudiante en el Crematorio

Este domingo nos dejaba Pepe Sancho, uno de los mejores actores españoles, y en este caso, auténtico símbolo de la profesión en la Comunitat Valenciana. Ganador de un Goya al mejor actor secundario por Carne trémula (1997) de Almodóvar, no fue precisamente el cine donde mostró de una manera habitual su extraordinaria capacidad interpretativa, ya que son contados sus papeles en la gran pantalla.

En cambio, la televisión le dio la popularidad, convirtiéndolo en una cara familiar para todo el país. A ella se asomó en sus primeros tiempos como el Estudiante de Curro Jiménez (1977-78), que le convirtió en uno de los galanes del momento. Más famoso durante años por su matrimonio con la cantante María Jiménez, y por su fuerte personalidad, poco amigo de las medias tintas, Almodóvar le recuperaría para el gran público, aunque fue de nuevo en televisión donde más trabajó, dando vida a personajes tan memorables como el Don Pablo de Cuéntame cómo pasó (2001-08), las biografías de Sorolla o el cardenal Tarancón, y su último gran papel, el del constructor Rubén Bertomeu en Crematorio (2011), una auténtica lección interpretativa.

Sin embargo, el mejor Pepe Sancho hubo que buscarlo en los teatros, donde realmente se apreciaba que era un actor de raza, de los que lo dan todo por su personaje, desbordando carisma en cada actuación. Memorias de Adriano, Los intereses creados o Los cuernos de don Friolera, son solo algunas de las obras donde dejó su huella más memorable.

La escena española, y sobre todo valenciana, queda hoy un poco más vacía.