miércoles, 29 de febrero de 2012

Bienvenidos al mundo mágico de David Lynch



Aprovechamos que en el canal Fox vuelven a echar ‘Twin Peaks’ para revisar la primera temporada de una serie mítica, pero de verdad, y que en muchos aspectos supuso un antes y un después en la televisión norteamericana.

El pueblecito de Twin Peaks le garantizó a David Lynch un hueco en la historia de la tv, al tiempo que relanzó su carrera. La serie se adelantó a la época dorada de las series que vivimos desde hace cosa de una década, apostando por una factura cinematográfica, un reparto tan extenso y variopinto como no se había visto antes y una trama que desarrollaba la investigación de un asesinato durante más de un capítulo.

Tal como ocurre en la más reciente ‘The killing’, la serie se abre con el descubrimiento de un cadáver y cada capítulo narra un día de investigación. En el caso de ‘Twin Peaks’, el primer capítulo no finaliza, sino que arranca con el hallazgo del cuerpo, y es un piloto de hora y media donde Lynch muestra una extraordinaria habilidad a la hora de presentar al interminable elenco de personajes y empezar a apuntar las múltiples tramas. Tantos y tantas, que cuando la serie se emitió por primera vez, hace ya dos décadas, proliferaron los árboles genealógicos y esquemas para aclarar las relaciones entre unos y otros protagonistas. (Por cierto que la última edición de la serie en DVD incluye la versión extendida del piloto, con casi media hora más de metraje que lo convierte en una película con final cerrado para mercados internacionales).

Y es que, como ocurre también en ‘The killing’, pero aún más, la fachada de pequeña, tranquila y perfecta comunidad en la que no pasa nada de Twin Peaks oculta los bajos instintos de buena parte de sus vecinos y todo tipo de crímenes y relaciones prohibidas, que irán saliendo a la luz poco a poco. La propia asesinada, Laura Palmer, como la Rosie Larsen de 'The killing', está lejos de ser la estudiante modelo que todos creían, y oculta numerosos secretos… que tal vez la condujeron a la tumba.



Y así, tras una semana de investigación, el octavo y último capítulo de la primera temporada, escrito y dirigido por Mark Frost (cocreador de la serie junto a Lynch), transcurre por entero en la séptima noche, a la que algunos no sobrevivirán y que acaba dejando muchas cosas en el aire (como la identidad del asesino de Laura) y varios 'continuará' de lo más interesantes, haciendo que el espectador esté impaciente ante el inicio de la siguiente temporada.

Pero si algo diferencia a la serie de Lynch de ‘The killing’ es, principalmente, la comedia, totalmente ausente en esta última, de corte más realista. En cambio, Lynch la utiliza de una manera casi surrealista, consiguiendo un logrado y original híbrido de drama policíaco y comedia delirante, que hay que ver para creer. La gran habilidad del director es conseguir que, pese a múltiples salidas de tono que romperían la credibilidad de la trama en cualquier otra serie, al momento hay un plano, diálogo o situación que te engancha a la pantalla.

Tampoco está lejos ‘Twin Peaks’ de otras obras del cineasta, como ‘Carretera perdida’, ‘Terciopelo azul’ o sobre todo ‘Mullholland drive’, que iba para serie y acabó convirtiéndose en película, en el recurso a lo terrorífico y lo sobrenatural, utilizado eso sí, de una manera muy contenida en esta primera temporada, como leves apuntes, especialmente a través de los sueños del agente Cooper. Mención aparte para las magistrales e inquietantes introducciones de la mujer del leño, que desconozco si se emitieron cuando Tele 5 ofreció la serie en España, y que aclaran bastante de la trama.

Pero es que en ‘Twin Peaks’ cabe todo, desde el culebrón de toda la vida (impagables los fragmentos de ‘Invitación al amor’ que cuela Lynch cada vez que alguien mira el televisor) a los líos de instituto (con su motero a los James Dean incluido), en un decorado que evoca todos los iconos norteamericanos: el bar con sus camareras de uniforme, la comisaría de pueblo, una serrería más propia de un western o un misterioso bosque en el que todo lo malo puede ocurrir.

La serie, por supuesto, no sería lo mismo sin uno de los colaboradores habituales de Lynch, el músico Angelo Badalamenti, que con la complicidad de la cantante Julee Cruise (que aparece cantando en el piloto) compuso una banda sonora de lo más sugerente y turbadora, y que creo que ha dejado más huella en la memoria colectiva que la propia serie.



Por lo que respecta al amplísimo reparto, destaca el actor fetiche de Lynch, Kyle MacLachlan, con quien ya había trabajado en ‘Dune’ y ‘Terciopelo azul’, y que hizo inmortal el personaje del agente del FBI Dale Cooper, tan profesional y atractivo como pirado por los donuts y el café, siempre con salidas imprevisibles y formando un perfecto tándem con el sheriff local, encarnado por Michael Ontkean.

Al margen de la veterana Piper Laurie y una Joan Chen recién salida de la oscarizada ‘El último emperador’, la mayor parte del reparto eran caras desconocidas que ganaron una efímera popularidad durante el tiempo que duró la serie. Quienes más aprovecharon su éxito fueron tres jóvenes actrices, Lara Flynn Boyle, MadchenAmick y Sherilynn Fenn (con esa imagen sensual que combinaba la ingenua chica de instituto con la mujer fatal de los 40), que saltaron a la fama y supieron rentabilizarla con trayectorias más o menos interesantes.

Y por supuesto, como muestra del gusto por lo extraño de Lynch, encontramos desde una resucitada Laura Palmer… en el cuerpo de su prima, exacta a ella solo que morena en vez de rubia, además de un joven autista vestido de indio, un enano que aparece en sueños, un hombre al que le falta un brazo, una mujer tuerta que vive en su propio mundo de fantasía, un psiquiatra que adora todo lo hawaiano, un forense irascible, un pájaro que habla, los bailes del padre de Laura, el disparatado tío de Audrey… o el enigmático y sobrecogedor Bob, que en la primera temporada apenas aparece en unas inquietantes visiones.

Como en ‘The killing’, la principal duda ante la segunda temporada es si sabrán resolver de una manera creíble, y a la altura de lo esperado, el misterio de Laura Palmer, que, de hecho, no queda muy claro si ya se ha resuelto en esta primera temporada. O si por el contrario, estirarán demasiado la trama. Porque, en el caso de ‘Twin Peaks’, el bombazo que supuso en su momento hizo que la segunda temporada, y última, tuviera 22 capítulos.

En cualquier caso, tantos personajes y situaciones tiene Twin Peaks, que cada espectador tiene el suyo favorito. En mi caso, ‘Twin Peaks’ es el agente Cooper tomándose un café y un trozo de tarta de cerezas.

domingo, 26 de febrero de 2012

Radiografía de la corrupción (urbanística)



Ya lo dije con motivo de la primera temporada de ‘The killing’ y lo repito con la española ‘Crematorio’, a veces la clave está en cuidar el envoltorio. Con la serie protagonizada por Pepe Sancho me ha ocurrido algo bastante habitual: que las expectativas superan a la realidad. Entendámonos. Suelo ver muchas más series y películas norteamericanas que españolas, y es lo que tiene. ‘Crematorio’ está a años luz de la mayoría de series que se hacen en nuestro país, aunque baste recordar obras míticas como ‘Los gozos y las sombras’, ‘Juncal’ o ‘Turno de oficio’ (o las primeras temporadas de ‘Cuéntame’, ya puestos), para desmentir que estemos ante la mejor serie española de la historia. Ocurre también que, comparada con el nivel medio USA, pues igual tampoco hay para tanto… ¿o sí?

‘Crematorio’ presenta una factura impecable, con un estilo visual y una manera de estar rodada, aquí sí, muy USA, incluyendo una casi invisible banda sonora, a excepción de la gran canción 'Precipicio' de Loquillo para los títulos de crédito. No hay estridencias, ni altibajos, y toda funciona como un implacable mecanismo de relojería, alternando el presente con los flashbacks (centrados en cada capítulo en un personaje o momento clave en la historia del protagonista), siempre con un ritmo pausado y elegante, más con un empaque de película que de serie al uso. Y ojo, capítulos de 40 minutos, como en USA, nada de interminables episodios de una hora y media.

¿Y el contenido? Pues nada que no hayamos visto mil veces. Enésima revisión de ‘El padrino’ y similares, la trama nos muestra de nuevo cómo los negocios turbios acaban diviendo a las familias. Aquí la novedad es recurrir a nuestro pasado-presente más reciente, exponiendo de manera brillante y fidedigna cómo la corrupción se ha adueñado de la clase política de nuestro país, al calor del ‘boom’ del ladrillo.

Con diálogos y escenas que nos remiten de inmediato a Marbella, Valencia o Palma de Mallorca, tenemos a promotores inmobiliarios, alcaldes, concejales, presidentes de clubes de fútbol… y el dueño de un tanatorio que en lugar de incinerar los cadáveres, los entierra en cualquier parte y se queda todo el beneficio.




Como en una novela de Auster, el azar se conjura contra el intocable Rubén Bertomeu, todo gracias a un conductor que se salta un STOP delante de una patrulla de la Guardia Civil. Y a partir de ahí, ya lo dijo Murphy, si algo puede salir mal, saldrá peor. Poco a poco iremos conociendo los turbios orígenes de los prósperos negocios de Bertomeu, obsesionado ahora en construir su ‘Marina d’Or’ particular, y cómo sus manejos afectan a todos los que le rodean.

Pero si algo sobresale en ‘Crematorio’, adaptación de la novela del valenciano Rafael Chirbes, es la portentosa interpretación de Pepe Sancho, que con frases como ‘Y además me lo vas a hacer gratis’, se suma a esa lista de mafiosos a los que casi acabas admirando, y que, por ejemplo, quitan y ponen alcaldes a su antojo (Antológico el capítulo 'Un día de pesca'). Solo Alicia Borrachero, fantástica, está a su altura, como esa hija a la que su padre le repugna al tiempo que no puede evitar quererle.

El resto del reparto cumple sobradamente, con mención especial para Montserrat Carulla como la matriarca de los Bertomeu, feliz en su huerto de naranjos. Eso sí, Vicente Romero está luciéndose mucho más en ‘Con el culo al aire’, donde a ese aire de matón le une su fabulosa vena cómica.

Por lo demás, la frase de Bertomeu que abre el primer capítulo es tan demoledora que hace innecesario el resto de lo que viene después: ‘Para que haya ricos, tiene que haber pobres’. (O como dirían en ‘In time’, que cada vez me parece mejor, ‘Para que unos vivan eternamente, otros deben morir’).


sábado, 25 de febrero de 2012

El estreno: Martin Scorsese se pasa al 3D


Semana con tres estrenos potentes, aunque todos un poco a medio gas. Por un lado, tenemos a Marilyn Monroe reencarnándose en Michelle Williams, una de mis actrices favoritas desde los tiempos de 'Dawson crece', junto a Kenneth Branagh como Sir Laurence Olivier (al que siempre ha querido emular),  en una comedia sobre el rodaje de 'El príncipe y la corista'. También tenemos otra de las mejores interpretaciones femeninas del año, aunque se ha quedado fuera de los Oscar, la de Elizabeth Olsen (sí, hermana de las famosas gemelas), como 'Martha Marcy May Marlene', que ha acaparado premios y nominaciones como una joven que abandona la secta en la que había estado viviendo.

Pero el domingo son los Oscars, y la más nominada de esta edición es la última entrega de Martin Scorsese, que por una vez deja a Leonardo Dicaprio, se va a París como Woody Allen y se pone el disfraz de Spielberg para su debut en las 3D con una cinta basada en un libro infantil. A priori no me entusiasma demasiado el panorama, pero tenemos a Ben Kingsley, Jude Law, Emily Mortimer, ¡Christopher Lee! y un Sacha Baron Cohen que puede convertirse en el rey de la función... aunque veremos si le dejan entrar en los Oscar.

Pero lo mejor del film, que pinta impresionante desde el punto de vista visual, puede ser su homenaje a los inicios del cine y a genios como Chaplin, Keaton o Lloyd. Otra cuestión es si Scorsese aprovechará el 3D o se trata de una maniobra puramente comercial. Y mañana sabremos quién se lleva las estatuillas.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Un Sherlock para el siglo XXI



La BBC ha demostrado con ‘Sherlock’ cómo mantener la esencia del personaje pese a trasladarlo a nuestros días. No hablamos de viajes temporales: lo que encontramos en esta serie es a un Watson que ha servido en la guerra de Irak y a un Sherlock Holmes que utiliza móvil y tiene un blog, ambos magistralmente interpretados por Martin Freeman y Benedict Cumberbatch, sobre todo este último, sensacional como Sherlock.

Quien piense que Sherlock parece demasiado freak en esta versión, que se lea la obra de SirArthur Conan Doyle, porque la personalidad del célebre detective es fiel al original, sobre todo en los diálogos. Y quien no esté familiarizado con las novelas y le vea parecidos más que razonables con House, aclaremos que los creadores del célebre galeno se inspiraron, pero mucho, en Holmes, tanto para esa personalidad fría, a la que le interesa más resolver un caso por el desafío intelectual que supone, que por capturar al criminal o salvar al enfermo, como para el uso de sus habilidades deductivas, sobre todo a la hora de calar a las personas. Y si no, revisen los dos primeros episodios de la última temporada de ‘House’, y observen cómo lo descubre todo de sus nuevas ayudantes (en la cárcel y fuera de ella) solo con mirar su ropa.

Menos acertados han estado a la hora de adaptar a Watson, que, por ahora en su etapa prematrimonial, a ratos es el perfecto contrapunto a Holmes, al que trata de humanizar, y a ratos, simplemente, desaparece y deja que el detective asuma todo el protagonismo.

Los creadores de esta nueva versión de Holmes sí han tenido el acierto de convertir a Mycroft Holmes y a Lestrade en personajes fijos, a los que se suma la dulce Molly, forense enamorada de Sherlock que no aparece en los libros y protagoniza algunos de los mejores momentos de la serie . También han convertido en otro personaje a la Londres más moderna y actual, por la que Holmes, como en las novelas, se mueve como pez en el agua. Por último, entre los hallazgos más notables, la justificación de su imagen con el célebre gorro orejero en pleno siglo XXI.

Por el contrario, era de esperar que Holmes dejara de ser un adicto a las drogas, pero se echa de menos su habilidad para el disfraz y una mayor presencia de los irregulares de Baker Street.



La serie, compuesta por capítulos autoconclusivos de hora y media, es decir, películas, peca de cierta irregularidad, y depende demasiado del guionista de turno. Así, en la primera temporada, arrancamos con un buen capítulo (basado libremente en el debut literario del personaje, 'Estudio en escarlata', y a cargo de Steven Moffat, quien ya relanzó 'Doctor Who') en el que se pierde mucho tiempo presentando a los protagonistas, pese a lo cual el enigma en cuestión resulta de lo más interesante. Más flojo resulta el segundo capítulo, con una trama demasiado alargada y poco atractiva, para llegar al punto culminante en el tercer episodio: una sucesión de minicasos contrareloj, a cual más desconcertante, mientras Holmes trata de descubrir quien está detrás de todo. En este caso el guión era de Mark Gatiss, cocreador de este Holmes con Moffat.

La historia se repite en la segunda temporada, que arranca con el, a mi juicio, mejor capítulo hasta ahora, nuevamente a cargo de Steven Moffat: el que presenta a Irene Adler, la única mujer de la que se enamoró Holmes, y en el que mejoran, con mucho, la historia original, 'Un escándalo en Bohemia'. Un capítulo sensacional de principio a fin, sin desperdicio, en el que la auténtica protagonista es Irene Adler, magilstralmente interpretada por Lara Pulver. Baste mencionar que, para eludir las dotes deductivas de Holmes, la primera vez que se encuentran ella aparece desnuda, de modo que el detective no puede descubrir nada de ella observando sus ropas.



Por el contrario, el segundo capítulo, basado en la novela ‘El sabueso de los Baskerville’, es el más flojo hasta ahora, con un Gatiss que esta vez naufraga. Nada que ver con el espectacular cierre de la segunda temporada, y último episodio hasta ahora, en el que Stephen Thompson se resarce de su primera entrega y sirve un impresionante e imaginativo duelo entre Holmes y su archienemigo, Moriarty. La juveninl versión de este último que nos propone la BBC me parece demasiado freaky, aunque acorde con los tiempos que corren, y se agradece el esfuerzo del actor que asume este rol, Andrew Scott. Como en la aventura de Irene Adler, el original ‘El problema final’, única aparición literaria de Moriarty, es ampliado y mejorado notablemente, con un giro final imprevisible. Y, tirando la casa por la ventana, el guionista va a por todas y se pone un tremendo desafío: justificar cómo se ha salvado Holmes. Y es que si en la novela su muerte ocurría sin testigos, aquí la hemos visto todos.

Habrá que esperar al estreno de la tercera temporada para ver cómo salen del atolladero. Pueden ustedes empezar a lanzar hipótesis.

PD1: La serie, que seguramente tendrá remake en los USA (ojo, parece que convirtiendo a Watson en una mujer), ha lanzado a la fama a sus dos protagonistas, que coincidirán en las dos entregas de 'El hobbit'. Freeman será Bilbo Bolsón y Cumberbatch dará voz al dragón Smaug. El nuevo Sherlock también será el villano de la segunda entrega de 'Star Trek' versión Abrams, y acabamos de verle en lo último de Spielberg, 'War horse'.





PD 2: Adoro esa canción, la original de Kate Bush, y sobre todo la versión de Placebo.

domingo, 19 de febrero de 2012

Spielberg retoma el legado de John Ford


Lo más probable es que 'Caballo de batalla' no se lleve el Oscar a la Mejor Película. Al fin y al cabo ya han ninguneado a su director, Steven Spielberg, al no nominarle al premio al Mejor Director, cuando, al menos, supera ampliamente en este apartado a uno de los nominados, Woody Allen, que nos ha regalado una deliciosa 'Medianoche en París' pero a años luz del trabajo de su compatriota tras las cámaras en la cinta que nos ocupa. Y, o mucho me equivoco, o solamente otras dos de las nominadas podrán hacerle sombra: 'The artist', y sobre todo, 'El árbol de la vida'.

Spielberg vuelve con 'Caballo de batalla' al cine 'serio', que no frecuentaba desde 'Munich', su última gran obra. Tras las aventuras de Indiana Jones y Tintín, y a la espera de su visión de Lincoln, el director vuelve con un argumento de altos vuelos, una historia 'bigger than life' (más grande que la vida) de esas que suelen gustar a la Academia, aunque no parece que este haya sido el caso. Y lo hace dando lo mejor de sí mismo, devolviéndolos al mejor Spielberg, ese que es el mejor director de la historia.

Pero sobre todo lo hace recuperando su lado más clásico, en un film que recuerda poderosamente al gran John Ford. Con un arranque que nos devuelve al mundo de 'El hombre tranquilo' (ya homenajeado por Spielberg en 'ET') y un bellísimo final (impresionante la fotografía de Janusz Kaminski, como siempre) que remite claramente al de 'Centauros del desierto'. Con la complicidad de Peter Mullan y una espléndida Emily Watson, Spielberg empieza a narrar con mano maestra la historia de un chico y su caballo, de una manera que solo podría haber hecho él. O quizás Lasse Hallström, otro director especialmente dotado para los sentimientos, que logró abordar de una manera única la particular amistad entre un hombre y su perro en 'Hachiko'.

Y es que 'Caballo de batalla' no es la historia de un chico tratando de recuperar a su caballo cuando es vendido para servir de montura en la Primera Guerra Mundial, que también, sino la historia de un caballo, auténtico protagonista de la película, que trata de sobrevivir a la contienda y volver a casa. Si la magistral 'El imperio del sol' nos mostraba la Segunda Guerra Mundial a través de los ojos de un niño, aquí Spielberg hace el más difícil todavía, mostrar la guerra a través de la mirada de un caballo, dándole al film un logrado tono de fábula como solo el rey Midas de Hollywood puede hacer.

Probablemente por ello Spielberg ha optado por ahorrar al espectador cuanta crueldad pueda. La película es dura, desde luego, y hay muchas muertes, pero apenas hay sangre o planos de gran crudeza, y eso que las secuencias de guerra en las trincheras recuerdan mucho a 'Salvar al soldado Ryan'. Valga como ejemplo que varios de los protagonistas mueren, pero esas muertes siempre ocurren fuera de cámara, con magníficas elipsis narrativas, eso sí. Solo hay una muerte a la que el espectador asiste con todo lujo de detalles... pero de eso hablaremos en los spoilers.

¿Significa eso que la película sea menos dura o que tenga menos calidad? Pregúntenselo a Ford o a cualquier director de su época, cuando a nadie se le hubiera pasado por la cabeza, eran otros tiempos, mostrar escenas de combate tan crudas y reales como las de 'Salvar al soldado Ryan', y no por ello se hacían peores películas ni menos duras. Lo repito, Spielberg ha facturado una cinta clásica, que no hubiera desentonado en los 50, y en la que ha procurado mantener ese tono de cuento que resulta incompatible con esos planos sangrientos, a los que el director no necesita recurrir para que las muertes impacten con la misma rotundidad en el espectador.

El film apenas se ve perjudicado por su carácter episódico, ya que una vez Joey, el caballo, se mete en la Primera Guerra Mundial, va pasando de un dueño a otro, participando de esa manera en la vida de múltiples personajes. Spielberg aprovecha entonces para recordarnos que no hay bandos buenos ni bandos malos. En el film aparecen ingleses, alemanes y franceses, y encontramos personas buenas y menos buenas en todos los bandos. Esto se ejemplifica especialmente en la escena en la que un inglés y un alemán interrumpen el combate en plena trinchera para unir fuerzas en aras de un fin común, sabiendo que unos momentos después puede que uno tenga que matar al otro.

'Caballo de batalla' nos devuelve también al mejor John Williams, inspirado como nunca a sus 80 años, sobre todo en el arranque del film, poniendo un conmovedor fondo sonoro a las imágenes de la campiña inglesa y a cómo se produce el primer encuentro entre los dos protagonistas.

La película, en definitiva, está muy cerca de ser una de las obras mayores del cineasta (tal vez le falta más metraje, un guión más potente), y contribuye a aumentar más nuestra impaciencia mientras esperamos 'Lincoln', donde lo único seguro es que Daniel Day Lewis dará un nuevo recital. Y otra cosa, 'Caballo de batalla', si no me equivoco, es una de esas películas que se crecen en cada nueva revisión, siempre descubriendo algún detalle, alguna lectura, que se nos había pasado por alto.

PD: Para reforzar ese aire clásico, años 40, del film, no me digáis que el soldado que compra a Joey no es clavado a Leslie Howard. Ah, y ojo a la aparición de Benedict Cumberbath, el Sherlock televisivo, del que hablaremos en el próximo post.





SPOILERS

¿Por qué Spielberg procura ahorrarle cualquier disgusto al espectador en 'Caballo de batalla' y reduce al mínimo la crudeza de las escenas bélicas y las muertes? Las dos respuestas más obvias son que una extrema crudeza rompería el tono de cuento del film, y que ello podría alejar a determinados públicos de las salas y reducir la taquilla.

Pero hay una tercera. La práctica totalidad de las personas que se cruzan en el camino de Joey acaban muriendo, siempre fuera de cámara. Pero como dije, hay una muerte que se nos muestra en toda su crudeza: la del caballo negro del que Joey se hace inseparable. Mi teoría es que Spielberg solo exhibe esa muerte porque es la que más siente Joey, la única que le afecta de verdad, porque, de hecho, al igual que el espectador (y esa es la clave), Joey no ve morir a sus otros amos, ni siquiera sabe lo que les ha ocurrido, mientras que la muerte de ese caballo, al que ha tratado de ayudar en todo momento, le enloquece de dolor.

Y es que ya lo hemos dicho, la película es la historia de Joey, no la de su primer dueño ni los que vienen después, aunque también.

viernes, 17 de febrero de 2012

El estreno: Magneto y el sexo


Vale, el titular ha salido un poco de esas maneras, pero no me he podido resistir, dado el trabajo más popular del protagonista de 'Shame' ('Vergüenza'). Eso sí, no os quejaréis del cartel, el japonés, que es la versión más bonita de todas las que he visto de este film.

Por lo demás, estamos ante otra de esas semanas en las que hay un poco de todo: Elena Anaya en un thriller francés ('Cuenta atrás'), Nicolas Cage otra vez como el Motorista Fantasma (y con Christopher Lambert...), Daniel -Harry Potter- Radcliffe tratando de asustarnos en 'La mujer de negro', Dwayne Johnson (¡y Michael Caine!) en la secuela del 'Viaje al centro de la tierra' de Brendan Fraser, Charlize Theron como treintañera gamberra en lo nuevo del director de 'Up in the air' y la guionista de 'Juno', y sobre todo, Liam Neeson pegándose con unos cuantos lobos en la otra cinta que más me apetece ver.

Pero el premio es para el cineasta experimental Steve Mcqueen y el señor Michael Fassbender, que por lo visto demuestra, por si había alguna duda, lo estupendo actor que es, en este film sobre un adicto al sexo (recordemos el chiste que hizo George Clooney en la entrega de los Globos de Oro sobre el magnífico 'instrumento' del actor alemán) cuya vida se vuelve del revés cuando se traslada a vivir con él su hermana, encarnada por una de las mejores actrices jóvenes norteamericanas, Carey Mulligan.

¿Simple morbo o cine de reflexión? Por lo pronto, la lista de premios que ha obtenido es interminable, aunque a Fassbender se le ha escapado la nominación a los Oscar: 
  • 2011: Festival de Venecia: Copa Volpi al Mejor actor (Fassbender), Premio FIPRESCI.
  • 2011: Premios BAFTA: Nominada a mejor film británico y actor (Fassbender).
  • 2011: Globos de Oro: Nominada a Mejor actor dramático (Fassbender).
  • 2011: Festival de Sevilla: Mejor director, mejor actor (Michael Fassbender) (ex-aequo).
  • 2011: Satellite Awards: 6 nominaciones, incluyendo mejor película y director.
  • 2011: Independent Spirit Awards: Nominada a Mejor película extranjera.
  • 2011: British Independent Film Awards: Mejor actor (Fassbender). 6 nominaciones.
  • 2011: Asociación de Críticos de Los Angeles: Mejor actor (Michael Fassbender).
  • 2011: Critics Choice Awards: Nominada a mejor actor (Fassbender) y actriz sec. (Mulligan).

miércoles, 15 de febrero de 2012

El último regalo de REM



Por desgracia, el último disco de REM es el último de verdad, ya que la banda de Michael Stipe anunció el 21 de septiembre del pasado año su disolución. Acaba, al menos por el momento, la historia del mejor grupo de rock de las últimas tres décadas (vale, U2 tiene ‘The Joshua Tree’, pero el resto de su producción no llega al nivel de los de Athens).

Al menos los norteamericanos se han despedido a lo grande, ya que su último trabajo, ‘Collapse into now’, es uno de los mejores de toda su carrera. Reconozco que apenas presté atención al anterior, ‘Accelerate’, ya que, al igual que en ‘Monster’, sacaban su vena más guitarrera, que es la que menos me interesa. Pero en ‘Collapse into now’ todo funciona, desde los temas más cañeros a los más suaves, combinando el folk con el rock más potente e incluso algo de experimentación y alguna que otra colaboración. Pero ante todo, son REM, su personal estilo es más reconocible que nunca y tema tras tema mantienen un nivel envidiable, hasta el punto de que se hace difícil destacar unos temas más que otros.

El disco se abre con dos trallazos, imagino que muy en la línea de ‘Accelerate’, y en este caso hasta me gustan, y mucho. ‘Discoverer’ ya deja claro que van a por todas (y es perfecto para abrir conciertos a lo grande) y ‘All the best’ no le va a la zaga.



El arranque es potente, pero lo que viene después es aún mejor. ‘Uberlin’, mucho más complejo que los anteriores, empieza a suavizar la apuesta musical y es un tema redondo en el más puro estilo REM. En ‘Oh my heart’ retoman sus raíces folks con acierto y luego viene el bombazo de ‘It happened today’, del que no extraña que fuera elegido como avance del álbum dado que es la mejor canción del mismo.

‘Every day is yours’ marca el momento más relajado del disco, la balada más suave, sin que decaiga la calidad, que vuelve a dispararse con el potente ‘Mine smell like honey’, otro de los mejores cortes. En ‘Walk it back’ recuperan su sonido más íntimo, esas canciones hechas de susurros que tan bien se le dan a Stipe, para acometer dos nuevos trallazos, dos temas de sonido vertiginoso y breve duración, el primero con el curioso título ‘Alligator, aviator, autopilot, antimatter’, y el segundo, ‘That someone is you’, que no llega a los dos minutos.

Y para rematar dos joyas. Primero la preciosa ‘Me, Marlon Brando, Marlon Brando and I’, que nos recuerda por qué Michael Stipe es el alma de esta banda, y después la formidable ‘Blue’, que cierra de manera magistral el último disco de REM: Stipe coge el megáfono a lo Neil Young en ‘Greendale’ y cede el protagonismo a la gran Patti Smith, para que después de 4 minutos suenen las guitarras y unos segundos después Stipe grite el arranque de ‘Discoverer’, con lo que el álbum vuelve al inicio de forma circular.

Gracias por tantos años de buena música, REM. Y a ver si os lo pensáis mejor, porque está bien retirarse en lo más alto, pero creo que aún os queda cuerda para rato y grandes canciones por cantar. 

lunes, 13 de febrero de 2012

Así se orquestaron las mentiras para invadir Irak



Doug Liman sorprendió a todo el mundo al estrenar en 2010 ‘Caza a la espía’, su mejor film, de lejos,  que rompió la tendencia de sus tres espectáculos de acción, unos mejores que otros, anteriores: 'El caso Bourne', 'Sr. y Sra. Smith' y 'Jumper'. Aquí, en cambio, apostaba por la intriga política y el cine de denuncia contra las más altas esferas.

El film tiene dos partes claramente diferenciadas. En la primera se ocupa de denunciar cómo la administración Bush buscó por todos los medios pruebas que justificasen la invasión de Irak, es decir, pruebas de que Sadam tenía armas masivas, pese a tener más que claro que no era verdad.

Liman no entra en las motivaciones que podía tener el Gobierno estadounidense para forzar el ataque a Irak, pero denuncia de manera contundente cómo Bush y otros destacados miembros de su administración (léase Condoleeza Reece, entre otros) no tuvieron problemas en mentir a todo el mundo para lograr el apoyo a la intervención militar en Irak (y ahí estuvieron Aznar y Blair para echarle una manita).

Sin embargo, al final alguien denunció que todo era montaje, un ex embajador que había sido enviado por la CIA a Niger para averiguar si este país estaba vendiendo uranio a Irak para fabricar bombas nucleares. Él informó de que no era cierto, tras una concienzuda investigación, y cuando vio en televisión a Bush afirmando que sabían que Níger estaba vendiendo uranio a Irak, publicó una columna en un periódico denunciando que él había informado al Gobierno de lo contrario.

¿Cómo reaccionó la administración? Pues, al parecer por obra y gracia del jefe de prensa o algo así del vicepresidente, se filtró a la prensa que el ex embajador había sido enviado a Níger por su propia esposa, agente de la CIA de tercera (una secretaria, vamos), para que se ganara unas pelillas. El objetivo era desacreditar las palabras del ex embajador, pero resulta que su mujer era una de las mejores agentes encubiertas de la CIA, a la que le arruinan su vida y casi su matrimonio, dejando en el aire además todas las operaciones que tenía en marcha, como el rescate de varios científicos irakianos que quedaron abandonados a su suerte.

La segunda parte del film se centra en la lucha del matrimonio, sobre todo de él, por demostrar que su versión era la auténtica y llevar a la Casa Blanca ante los tribunales. Al final, y no es spoiler dado que la película se basa en hechos reales, lograron que condenaran a dos años y medio de cárcel al responsable de todo… claro que Bush le conmutó la sentencia (esto me recuerda un poco a las cosas que están pasando últimamente con la justicia en España, léase Garzón y Camps, etc.).

Liman lleva la cinta con maestría, de una manera elegante y reposada. Logra que la gran cantidad de información que maneja el film llegue al espectador de manera clara, y también está fino a la hora de abordar la crisis matrimonial de los protagonistas. Claro que ahí tiene a unos inspirados Naomi Watts y SeanPenn (en su primer trabajo conjunto tras la estupenda '21 gramos'), que cargan con todo el peso de la película y, sobre todo ella, firma uno de sus mejores papeles.

La cinta arranca mostrándonos cómo se desenvuelve la protagonista como espía, con una actividad muy alejada de la de James Bond, y acaba, como suele ocurrir en este tipo de films, enlazando la imagen de Naomi Watts con la de la auténtica protagonista de la historia, que vivió un auténtico calvario gracias a la irresponsabilidad de la administración Bush. Claro que si fueron capaces de mentir al mundo para invadir un país, todo lo demás se queda en poca cosa.

La gran pregunta es por qué esta cinta no fue nominada el pasado año a los Oscar. Igual es que ya no tocaba ser políticamente incorrecto, claro que con ‘Siryana’ pasó lo mismo.

PD: La traducción del título en España apuesta por lo fácil, ‘Caza a la espía’, que es de lo que va la segunda parte de la película. Pero el título original tiene muchas más connotaciones: ‘Fair game’, es decir, juego limpio. Precisamente de lo que no hizo gala la administración Bush, ni a la hora de justificar la invasión de Irak, ni a la hora de descubrir la identidad de una agente de la CIA. Y ojo a los títulos en Argentina, 'Poder que mata' (nunca mejor dicho), o México, 'Juego de traiciones'.

viernes, 10 de febrero de 2012

El estreno: Spielberg se va a la I Guerra Mundial



Vale, esta semana tenemos a Denzel Washington, uno de mis actores favoritos, al parecer bordando otro papel de malo al estilo 'Training day'. Pero, amigos, Spielberg estrena película, y es su primer film 'serio' desde 'Munich', después de contarnos las aventuras de Indiana Jones y Tintín.

'Caballo de guerra' (por cierto, basada en una obra teatral) lo tiene todo para ser la típica película que arrolla en los Oscar, aunque no tiene mucha pinta de hacerlo, empezando porque su director no ha sido nominado. Pero el tráiler huele a cine de verdad, a esas historias 'bigger than life' (más grandes que la vida), contadas de la manera única en la que solo sabe hacerlo el 'rey Midas' de Hollywood.

La historia nos sitúa en la I Guerra Mundial, una novedad en Spielberg, que sí ha abordado en varias ocasiones, y siempre con resultados excepcionales, la II GM. El auténtico protagonista es un caballo que es alistado obligatoriamente para combatir, y cuyo joven dueño tratará por todos los medios de recuperarlo. Así que entre el reparto, pocos conocidos, como Emily Watson o David Thewlis.

Y quien sí ha sido nominado, al igual que por 'Tintín', ha sido John Williams, que acaba de cumplir 80 años en plena forma, y a quien tenemos por partida doble en la cartelera, ya que Lucas reestrena el primer capítulo de 'Star Wars' con la excusa del 3D.

'War horse' promete devolvernos al mejor Spielberg. Confiemos en ello... a la espera de 'Lincoln'.

jueves, 9 de febrero de 2012

El enigma de Eva




Debut más que prometedor el de Kike Maíllo, otro de los talentos salidos de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Catalunya (ESCAC), que nos ofrece una propuesta inédita, o casi, en el cine español: un film de ciencia ficción en el que lo que lo importante son los sentimientos. La dirección es posiblemente lo mejor de esta película, en la que el guión acaba siendo menos potente de lo que debería, y tal vez apenas esboza lo que quiere contar, pero Maíllo muestra habilidad para atrapar al espectador e involucrarle en lo que le está contando.

No le falta ambición al argumento, que se acerca a la ‘I.A.’ de Spielberg en su reflexión acerca de qué diferenciaría a humanos y robots si estos pudiesen sentir, y si es posible lograrlo. Todo ello partiendo del regreso de un experto en robótica a su ciudad de origen, una década después de dejar a su novia, ahora casada con su hermano y madre de una niña… de 10 años.

La escasa duración de la cinta, una hora y media, tal vez no permite profundizar bastante en los temas que plantea el argumento, aunque por otro lado evita alargar innecesariamente la trama. Lo que no tengo nada claro es que el prólogo beneficie a la película. Su función es enganchar de inmediato al espectador, pero creo que adelanta demasiado sobre lo que va a ocurrir a continuación, restando parte de la sorpresa y provocando que el espectador esté demasiado pendiente de cómo se va a llegar a esa escena.

Daniel Brühl acaba echándose sobre sus hombros la película, en la que Marta Etura, y sobre todo Alberto Amman, aparecen con cuentagotas. Al menos Brühl transmite las dudas y todo lo que siente su personaje, y tiene como partenaire de lujo a la niña Claudia Vega, que se hubiera llevado un Goya de no haber cambiado las normas de los premios. Está fantástica como Eva, y sus escenas con Brühl son lo mejor del film, tal como era de prever. Ah, y no os perdáis a Lluís Homar y el gato mecánico, menuda pareja cómica.

La cinta también tiene a su favor una estupenda banda sonora, incluyendo un tema de Bowie que convierte una escena en inolvidable. Sumémosle a ello los títulos de crédito más bellos del cine español, y el apagado de un ordenador más emotivo desde el de HAL en ‘2001’. Son palabras mayores, pero aquí están a la altura, o incluso lo superan.

PD1: El frío de estas semanas es perfecto para ver una película en la que la pantalla casi siempre está cubierta de nieve.

PD2: Y con todo, pueden empezar a darle todos los Goya a ‘La piel que habito’, porque pese a estar lejos de lo que pretendía Almodóvar, y ser bastante más irregular que ‘Eva’, va a resultar que ha sido lo mejor del cine español en el último año.

Y ahora vamos con algunos SPOILERS



No se aclara en ningún momento por qué se fue el personaje de Brühl 10 años atrás, lo que le resta fuerza a la parte dramática y frustra al espectador, que está esperando que se aclare qué es lo que ocurrió entre el trío protagonista en el pasado. Al final, parece presuponerse que el protagonista prefirió seguir investigando y dejó a su novia, que acabó casándose con su hermano, sin que hubiera un hecho dramático que explicara la marcha y la separación de los tres.

Lo mejor del guión y del trabajo de Maíllo es como despistan a todo el mundo con el triángulo amoroso y la posibilidad de que Eva sea hija del protagonista, mientras se va dando toda la información sobre el trabajo de este con los robots de manera que el espectador la sitúa en un segundo plano, pero le da todas las claves para entender el desenlace. Bien es cierto que, si te planteas esa alternativa a la más factible, como hice yo desde el primer minuto, se comprende mejor todo lo que plantea la película, aunque el final no sorprende tanto… pero emociona igual.

¿En qué piensas cuando cierras los ojos?’. Pues anda que no estaba claro, desde la primera vez que suena la frase con los caballitos, que acabaría usándose para algo mucho más decisivo…

Por lo demás, la última escena es bastante interpretable: ¿es el sueño imposible del protagonista, o significa que ha culminado su obra y las ha recuperado a las dos… como hizo con su gato?

PD3: Sí, Brühl, sin darse cuenta, elige a un robot como modelo para otro robot.

martes, 7 de febrero de 2012

Proyecto Millenium III: Corrección y poco más


No esperaba gran cosa del cierre de la 'trilogía' 'Millenium' tras la decepción que supuso la segunda entrega, y efectivamente, el cierre de la saga tampoco es para echar cohetes. Lo de las comillas de trilogía, por cierto, viene por la que para mí es la clave de la versión cinematográfica sueca de las novelas de Larsson, las cuales no enjuicio porque no las he leído. Y es que por un lado tenemos la primera película, un notable film de intriga al que poco puede reprochársele, y por otro las dos siguientes entregas, muy inferiores al carecer de un argumento tan potente como el del primer capítulo y centrarse demasiado en los dos protagonistas principales, que al menos en esta adaptación, dejan mucho que desear, uno por extravagante, y el otro por insulso.

En esta última entrega repite el director de la precedente Daniel Alfredson, que vuelve a pecar de rutinario. De hecho, tengo claro que en Hollywood la conclusión de la serie será mejor, ya que seguro que le sacan más partido a las escasas escenas de acción y a toda la parte del juicio. Y es que el último tramo de la cinta recupera ese cine de juzgados que tan buenas obras nos ha dado en el cine USA, y que seguro resultará más espectacular cuando ¿Fincher? se haga cargo del mismo.

Por lo demás, no es ninguna sorpresa ni spoiler que los dos protagonistas vuelven a tirarse toda la película sin verse cara a cara hasta el último momento, y que sus intérpretes tiran ya de piloto automático sin ningún remordimiento. Por cierto, no voy a desvelar el final, pero me apuesto lo que sea a que lo cambian en Hollywood.

Pese a todo 'La reina en el palacio de las corrientes de aire' supera ligeramente a su predecesora, y eso que el argumento nos la trae bastante floja. Aquí ya apenas hay misterio alguno, y el interés se reduce a cómo Blomkvist, más periodista que nunca, trata de demostrar la inocencia de Lisbeth, o mejor dicho, desenmascarar al grupo secreto de políticos/personal de la administración, que años atrás protegió a su padre y la internó a la fuerza en un psiquiátrico. El problema es que, al menos en la versión sueca, parecen unos jubilados con pie y medio en la tumba cuyos esfuerzos por detener la investigación de los protagonistas dan risa más que otra cosa, y casi parece que estemos ante una comedia. Por no hablar de que el desenlace es bastante poco verosímil, como nos demuestra la actualidad diaria, y encima Larsson acaba diciéndonos que nadie del gobierno sabía nada...

Lo mejor de esta tercera entrega es imaginarse quien interpretará en USA a los viejitos, el fiscal o el psiquiatra, toda una serie de nuevos personajes que en poco enriquecen la saga... y a quien le tocará en suerte el gigante albino, que desde luego en esta versión no asusta demasiado, más bien todo lo contrario.

¿Por qué ha tenido éxito 'Millenium'? Más allá de la indiscutible calidad de la primera entrega, todo un misterio, quitando el mostrarnos los males que afectan a la sociedad, no diría yo tanto sueca como europea, directamente occidental, y no creo que nos quedemos ahí, léase trata de blancas y denigración de la mujer, y corrupción desmedida entre la clase política y adláteres. Pero, francamente, sobraba Lisbeth Salander.  

PD: ¿Alguien puede ilustrarme sobre el significado del título? Porque yo tengo una teoría, pero creo que en la película no hay mención alguna a este punto.

viernes, 3 de febrero de 2012

El estreno: Iciar Bollaín viaja a la India


Semana interesante de estrenos, en la que tenemos varias opciones más o menos atractivas. Si lo que os apetece es reiros, pinta que acertareis con lo nuevo de los entrañables y divertidos Muppets (vamos, los Teleñecos de toda la vida), pero también con 'Promoción fantasma', cinta española con un reparto increíble, y que parece garantizar el descojone. Más seria, o quizás no tanto, 'Moneyball' sigue con el goteo de candidatas a los Oscar, y en este caso con la interpretación que le podría dar la estatuilla a Brad Pitt, en el papel de un entrenador de baloncesto.

Pero, más por gustos personales que otra cosa, me decanto por 'Katmandú, un espejo en el cielo', lo último de Icíar Bollaín, con Verónica Echegui, en este caso nominada a los Goya, como una profesora catalana (historia real) que viajó a Katmandú para dar clases y descubrió la pobreza extrema de la India, implicándose en aquella sociedad y descubriendo nuevos aspectos de su personalidad.

Es la historia que más me atrae de las de este fin de semana, y además la última película de la directora madrileña, 'También la lluvia', me dejó muy buen sabor de boca. Habrá que ver si mantiene el nivel en su segunda cinta consecutiva rodada fuera de nuestro país, ya que aquella transcurría en Latinoamérica.

PD: Me acabo de dar cuenta de que 3 de los últimos 4 estrenos que he seleccionado son españoles. Hay que ver...

jueves, 2 de febrero de 2012

Woody Allen vuelve al lugar del crimen y deja las cosas claritas




Tarde, pero a tiempo, he visto la última película de Woody Allen, y primera que veo de las 9 nominadas al Oscar a la mejor Película. ‘Midnight in Paris’ (por cierto, producida por Mediapro, como ‘Vicky Cristina Barcelona’ y ‘Encontrarás al hombre de tus sueños’, que aún tengo pendiente), nos reconcilia con el mejor Allen, en un film en el que aparecen todas sus claves, pero bajo un aspecto distinto.

Pondré un claro ejemplo. El otro día me enteré de que han inventado, por supuesto en la tv USA, un nuevo deporte, similar al fútbol, al que se juega con un gran balón de playa y en el que la única manera de robar la pelota es utilizar con tus rivales esos aparatos para dar descargas eléctricas que suele llevar la policía. Si esto te parece gracioso, dudo que te guste ‘Midnight in Paris’. Pero si crees que es otro ejemplo de que la sociedad actual está enferma, seguramente te encantará.

La película presenta dos tipos de personas. Las unas, románticas, sueñan con vivir en París, no les importa pasear bajo la lluvia y lo darían todo por triunfar en el arte creando una obra que valga la pena de verdad. Las otras, usan el arte para vanagloriarse y ganar dinero. Son superficiales, y bueno, republicanos votantes del Tea Party. Woody Allen deja claras sus afinidades ideológicas, y también porqué su obra es más apreciada en Europa que en Estados Unidos, y porqué él mismo se siente más a gusto en París o Asturias, aunque siga enamorado de su Manhattan.

Y para contar todo esto, como decía en el titular, vuelve a uno de los escenarios de ‘Todos dicen I love you’, tal vez la película con más glamour de toda su carrera, filmando nuevas escenas en lugares emblemáticos de París que ya aparecían en aquella. Aquí faltan los números musicales, pero es lo único, ya que cuando dan las doce de la noche, el espectador se sumerge en un mundo maravilloso del que no quiere marcharse (y menos si la película se ve en el cine)… siempre que adores la música de ColePorter, la literatura de Hemingway o Scott Fitzgerald, la pintura de Picasso o Dalí, y el cine de Buñuel.

Allen nos presenta a Gil, un guionista de Hollywood de gran éxito, pero consciente de que las películas que escribe no valen un pimiento, y que se arrepiente de, cuando era más joven, no haberse quedado en París para escribir una novela de verdad. Ahora vuelve a la capital francesa con su prometida y sus suegros, mientras prepara la boda y ultima un libro sobre alguien, como él, enamorado de los años 20.

El arranque es calcado al de tantos films de Allen, y en particular al que rodó en la ciudad condal, hasta que llega la medianoche… y Gil viaja en el tiempo a su época favorita, codeándose con todos los artistas a los que idolatra. La recreación de la época es perfecta, en uno de los trabajos del cineasta neoyorquino más cuidados formalmente, y la escasa hora y media de metraje se pasa volando mientras el espectador acompaña al aspirante a escritor.

Tal vez ‘Midnight in Paris’ no sea una de las obras mayores de Allen, pero como ocurriera con ‘Todos dicen I love you’, es otro divertimento de auténtico lujo, y toda una delicia si compartes los gustos de Gil. Si en cambio eres como su novia, en ese caso puede que te aburras bastante.

Al final, la moraleja ya la avanzaba el personaje interpretado por Michael Sheen, magistral como el pedante de turno: siempre nos parece que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y Gil deberá finalmente responder a la pregunta: ¿en qué época quiero vivir?

En cuanto al reparto, OwenWilson realiza la mejor interpretación de su carrera, de hecho, es la primera vez que le veo actuando de verdad. Por el contrario, Rachel McAdams, por una vez, acaba pareciéndonos odiosa, aunque eso significa que borda su papel. Y sobre todo Allen tiene el buen gusto de mostrarnos a las dos más bellas e internacionales actrices francesas del momento: Marion Cotillard y Lea Seydoux. La última, como ocurría en ‘M:I4’, aparece demasiado poco, pero la Cotillard, como siempre, se come la pantalla, y encima, ésta era la primera vez que escuchaba su voz original: imposible no enamorarse de ella.

Y sí, también tenemos a la primera dama de Francia, Carla Bruni, como guía turística, y la breve aparición de numerosos artistas, muchos de ellos españoles, que protagonizan algunos de los mejores gags y sorpresas del metraje. Cierto que Allen muestra una visión demasiado tópica de la mayoría de ellos, sobre todo los españoles, pero el vozarrón de Hemingway en la versión original es impresionante, y el momento en el que Gil le da a Buñuel el argumento de ‘El ángel exterminador’ resulta impagable. Por cierto, pese a que el cartel pueda indicar lo contrario, no, Van Gogh no aparece para nada en el film.

En cuanto al apartado de comedia, el film busca más la sonrisa del espectador que la carcajada, aunque Allen guarda algunos chistes de primera bajo la manga, ante los que es imposible resistirse.

PD: La película me ha encantado, pero espero que entre el resto de candidatas las haya mejores. Solo entonces hablaríamos de un gran año en Hollywood. Y esta vez creo que Allen está más inspirado como director que como guionista.