jueves, 2 de febrero de 2012

Woody Allen vuelve al lugar del crimen y deja las cosas claritas




Tarde, pero a tiempo, he visto la última película de Woody Allen, y primera que veo de las 9 nominadas al Oscar a la mejor Película. ‘Midnight in Paris’ (por cierto, producida por Mediapro, como ‘Vicky Cristina Barcelona’ y ‘Encontrarás al hombre de tus sueños’, que aún tengo pendiente), nos reconcilia con el mejor Allen, en un film en el que aparecen todas sus claves, pero bajo un aspecto distinto.

Pondré un claro ejemplo. El otro día me enteré de que han inventado, por supuesto en la tv USA, un nuevo deporte, similar al fútbol, al que se juega con un gran balón de playa y en el que la única manera de robar la pelota es utilizar con tus rivales esos aparatos para dar descargas eléctricas que suele llevar la policía. Si esto te parece gracioso, dudo que te guste ‘Midnight in Paris’. Pero si crees que es otro ejemplo de que la sociedad actual está enferma, seguramente te encantará.

La película presenta dos tipos de personas. Las unas, románticas, sueñan con vivir en París, no les importa pasear bajo la lluvia y lo darían todo por triunfar en el arte creando una obra que valga la pena de verdad. Las otras, usan el arte para vanagloriarse y ganar dinero. Son superficiales, y bueno, republicanos votantes del Tea Party. Woody Allen deja claras sus afinidades ideológicas, y también porqué su obra es más apreciada en Europa que en Estados Unidos, y porqué él mismo se siente más a gusto en París o Asturias, aunque siga enamorado de su Manhattan.

Y para contar todo esto, como decía en el titular, vuelve a uno de los escenarios de ‘Todos dicen I love you’, tal vez la película con más glamour de toda su carrera, filmando nuevas escenas en lugares emblemáticos de París que ya aparecían en aquella. Aquí faltan los números musicales, pero es lo único, ya que cuando dan las doce de la noche, el espectador se sumerge en un mundo maravilloso del que no quiere marcharse (y menos si la película se ve en el cine)… siempre que adores la música de ColePorter, la literatura de Hemingway o Scott Fitzgerald, la pintura de Picasso o Dalí, y el cine de Buñuel.

Allen nos presenta a Gil, un guionista de Hollywood de gran éxito, pero consciente de que las películas que escribe no valen un pimiento, y que se arrepiente de, cuando era más joven, no haberse quedado en París para escribir una novela de verdad. Ahora vuelve a la capital francesa con su prometida y sus suegros, mientras prepara la boda y ultima un libro sobre alguien, como él, enamorado de los años 20.

El arranque es calcado al de tantos films de Allen, y en particular al que rodó en la ciudad condal, hasta que llega la medianoche… y Gil viaja en el tiempo a su época favorita, codeándose con todos los artistas a los que idolatra. La recreación de la época es perfecta, en uno de los trabajos del cineasta neoyorquino más cuidados formalmente, y la escasa hora y media de metraje se pasa volando mientras el espectador acompaña al aspirante a escritor.

Tal vez ‘Midnight in Paris’ no sea una de las obras mayores de Allen, pero como ocurriera con ‘Todos dicen I love you’, es otro divertimento de auténtico lujo, y toda una delicia si compartes los gustos de Gil. Si en cambio eres como su novia, en ese caso puede que te aburras bastante.

Al final, la moraleja ya la avanzaba el personaje interpretado por Michael Sheen, magistral como el pedante de turno: siempre nos parece que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y Gil deberá finalmente responder a la pregunta: ¿en qué época quiero vivir?

En cuanto al reparto, OwenWilson realiza la mejor interpretación de su carrera, de hecho, es la primera vez que le veo actuando de verdad. Por el contrario, Rachel McAdams, por una vez, acaba pareciéndonos odiosa, aunque eso significa que borda su papel. Y sobre todo Allen tiene el buen gusto de mostrarnos a las dos más bellas e internacionales actrices francesas del momento: Marion Cotillard y Lea Seydoux. La última, como ocurría en ‘M:I4’, aparece demasiado poco, pero la Cotillard, como siempre, se come la pantalla, y encima, ésta era la primera vez que escuchaba su voz original: imposible no enamorarse de ella.

Y sí, también tenemos a la primera dama de Francia, Carla Bruni, como guía turística, y la breve aparición de numerosos artistas, muchos de ellos españoles, que protagonizan algunos de los mejores gags y sorpresas del metraje. Cierto que Allen muestra una visión demasiado tópica de la mayoría de ellos, sobre todo los españoles, pero el vozarrón de Hemingway en la versión original es impresionante, y el momento en el que Gil le da a Buñuel el argumento de ‘El ángel exterminador’ resulta impagable. Por cierto, pese a que el cartel pueda indicar lo contrario, no, Van Gogh no aparece para nada en el film.

En cuanto al apartado de comedia, el film busca más la sonrisa del espectador que la carcajada, aunque Allen guarda algunos chistes de primera bajo la manga, ante los que es imposible resistirse.

PD: La película me ha encantado, pero espero que entre el resto de candidatas las haya mejores. Solo entonces hablaríamos de un gran año en Hollywood. Y esta vez creo que Allen está más inspirado como director que como guionista.

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