Me cuento entre los
fans acérrimos de El juego de Ender (y su extraordinaria secuela, La voz de los
muertos), así que no las tenía todas conmigo al enfrentarme a su esperada
versión cinematográfica. Digo lo de esperada porque el libro original se
publicó en 1977 y su autor, Orson Scott Card, ha exprimido al máximo el filón
con múltiples entregas más.
¿Está la película a la altura del original?
Evidentemente no, lo que no significa en absoluto que sea una mala película. Para empezar,
difícilmente puede estar ninguna adaptación a la altura de un libro en el que
su autor expone de una manera tan completa y realista la mente de Ender (y
muchos personajes más), que lo ha convertido en uno de mis mejores amigos y una
de las personas que más respeto, a pesar de ser un ¿personaje? literario.
Esa es la parte más
complicada en el reto de convertir la saga de Ender en imágenes, así que Gavin Hood,
guionista y director, opta por lo más sencillo: centrarse en el entrenamiento
de Ender, la sucesión de batallas, que son la parte que ofrece más posibilidades
visuales… y comerciales. No extraña, pues, que obvie toda la trama política,
una de las más interesantes del libro (más detalles en los spoilers),
eliminando así casi por completo el personaje del hermano mayor de Ender, Peter,
y reduciendo a su hermana, Valentine, a un osito de peluche al que abrazar. En buena medida, es como si se hubieran limitado a adaptar el relato corto que Scott Card desarrolló más tarde hasta convertirlo en la novela El juego de Ender.
También se dejan muchas
cosas por explicar, de manera que el espectador se quedará sin saber el
significado de palabras como ansible, hegemón o tercero. Y, como era de
esperar, la acción que en el libro abarca años se concentra en la pantalla en
unos pocos meses, sin que veamos crecer a Ender. Todo ocurre a velocidad de
vértigo, como en la escena inicial en el colegio o la esquemática presentación
de los hermanos del protagonista, por lo que es imposible profundizar en los
personajes, sus motivaciones y sentimientos, como hace el autor en el libro. Un
claro ejemplo de ello es el juego ‘La bebida del gigante’, al que en el
original Ender se enfrenta una y otra vez hasta resolverlo, mientras que en la
película apenas juega un par de partidas.
Pese a ello la película
de Hood mantiene la mayor parte de la trama que narra Scott Card y resulta más
valiente que lo que hemos visto hasta ahora de Los juegos del hambre, empezando
por la paliza que le da Ender a su compañero de clase en la primera escena…
aunque luego se nos oculte cierta información. Tampoco se eluden varias claves
del libro, como el tormento interior de Ender, que solo desea la paz mientras
todos se empeñan en convertirle en el mejor soldado de la historia, la
discusión sobre si debe prevalecer la guerra preventiva o intentar un diálogo
con aquel a quien llamamos enemigo solo porque no entendemos su manera de
comportarse, o ya puestos, el dilema moral que supone convertir a niños en
guerreros.
Hood logra cierto
equilibrio entre la parte dramática del film y la acción, que, eso sí, es donde
pone toda la carne en el asador, logrando algo no exento de dificultad como es
hacer que el espectador siga con facilidad las batallas, que siempre me
parecieron lo más abstracto del libro. Y lo hace con tal eficacia que podemos
estar ante la mejor película de batallas de la historia, donde el director
resulta un maestro a la hora de plasmar estrategias.
La otra gran baza del
film es su actor protagonista, Asa Butterfield, capaz de insuflar a su papel todo el corazón del
Ender literario y evitar que naufrague la parte más complicada del film, la de
los conflictos y dilemas morales que afrontan los personajes. Desde luego no me
quejaré si le dan el Oscar al mejor actor, porque él sí está a la altura de uno
de los mejores personajes que ha dado la literatura. Tal cual.
El resto del reparto
cumple con lo que toca, excepto un Harrison Ford cuya mejor época ya pasó, y que nos
recuerda por qué solo lo nominaron al Oscar por Único testigo. Es el único al
que no te crees en ningún momento, y teniendo en cuenta que su papel es mucho
más determinante que en el libro, resulta un grave inconveniente.
Todo ello me sirve para
recomendar la película principalmente a quien siempre haya querido ver las
batallas de Ender en pantalla grande y a quien no haya leído el libro,
invitándole luego a sumergirse en la obra de Scott Card para profundizar en la
lectura superficial, pero más que eficaz, que ha realizado Hood.
Posdata: Que nadie
espere secuelas. Los que hemos leído el segundo libro de la saga, ya sabemos
por qué.
SPOILERS
La trama política y el
paso del tiempo, ambas ausentes en el film, dan lugar en el libro a que Peter,
el hermano mayor de Ender, se convierta en el dirigente del gobierno mundial
mientras Ender pasa de héroe a ser considerado el mayor genocida de todos los
tiempos, una carga con la que tendrá que vivir.
El libro también apunta
cómo, una vez eliminado el enemigo común de la humanidad, las rencillas entre
países vuelven a aparecer, etc., etc.