viernes, 8 de noviembre de 2013

La gran dama valenciana del cine español



Como las desgracias nunca vienen solas, la misma semana en la que los valencianos estamos sufriendo el terremoto provocado por el cierre (o en ello está el PPCV) de Canal 9 (y no comento más porque esta señora me merece un respeto enorme), nos llega la triste noticia del fallecimiento la pasada noche de Amparo Rivelles, muy posiblemente la mejor actriz valenciana de todos los tiempos, y una de las grandes damas de la escena española.

De Amparito Rivelles a doña Amparo Rivelles, su extensa carrera empezó convirtiéndose pronto en la estrella de Cifesa, aquella productora valenciana de la posguerra que imitó el modelo de producción hollywoodiense, para la que protagonizó multitud de películas como Eloísa está debajo de un almendro, Malvaloca o, sobre todo, El clavo, mostrando una arrebatadora belleza juvenil.

No abandonó el teatro, y tras filmar en España Mr. Arkadin (1955), a las órdenes de Orson Welles, se embarca para México, donde sería una de las reinas del culebrón durante 20 años. Su siguiente etapa volvería a traerla a nuestro país, para seguir alternando cine y teatro, convertida ahora en una madura intérprete cuyo talento se encontraba en plenitud. 

Así le llegaría en 1986 el Goya a la mejor actriz por Hay que deshacer la casa, y también dejaría huella en la televisión, primero con su participación en Los gozos y las sombras (1982), pero sobre todo por su extraordinario papel en La Regenta (1995), donde mostró todas las tablas aprendidas durante una vida entera dedicada a la actuación.

Perteneciente a una gran saga familiar de actores, hija de Rafael Rivelles y María Fernanda Ladrón de Guevara, y hermana de Carlos Larrañaga, supo además preservar su vida privada, y no exhibirla a los cuatro vientos como han acabado haciendo muchas compañeras de profesión de su generación.

Para mí siempre será, obviamente, la jovencita de El clavo, y la señora de La Regenta.

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