jueves, 14 de noviembre de 2013

'Crepúsculo': El sopor...


Es lo que tiene ser crítico de cine, a veces tienes que perder dos horas de tu vida de la manera más tonta. Es lo que me pasó el otro viernes, cuando decidí darle una oportunidad a Crepúsculo (2008), la primera entrega de la saga, a pesar de todas las críticas negativas. Y perdí el tiempo. De qué manera.

Mira que me cuesta ponerle un cero a cualquier película, y siempre suelo encontrar algo bueno en cada una de ellas, pero estamos ante uno de los mayores despropósitos cinematográficos que haya visto. Lo único salvable, y eso solo aumenta mi indignación, es el derroche de presupuesto para darle cierto empaque visual y una cuidada fotografía que se te atraganta desde el primer fotograma, dándole a la película ese aire gélido y artificial, por no hablar del maquillaje que hace que parezcan cadáveres andantes tanto los vampiros como los humanos.

Aunque, para empezar, habrá que dejar claro que Crepúsculo no es una película de terror, ni mucho menos de vampiros. La protagonista, Bella, más parece que se enamore de Spiderman, y la elección de este superhéroe en concreto no es aleatoria, ya que a su pareja, Edward, le encanta subirse a los árboles, algo más propio de Tarzán que de Drácula. Y encima se saltan varias reglas de toda la vida, porque estos vampiros sí se ven en los espejos (para ver lo monos que son) y la luz del sol no les mata sino que… los hace brillar como diamantes ¿?

Pero lo del vampirismo solo es la, muy simple, excusa para revestir el típico rollete de instituto con un toque sobrenatural y hacer imposible el amor entre los protagonistas. Una historia romántica en la que también naufraga la película, ya que no hay quien se la crea, empezando por las pésimas interpretaciones de su pareja protagonista, que son de lo peor que he visto en una pantalla en mucho, pero mucho tiempo.

El film apenas tiene argumento, y después de que Bella llegue a su nuevo instituto, se integre en la pandilla de frikis y aparezca la aún más friki familia de Edward, el ‘romance’ avanza de cualquier manera hasta llegar a un bochornoso partido de béisbol, ridículo a más no poder, que hace que los partidos de quidditch de Harry Potter parezcan una escena de El Padrino.

Solo entonces llega la ‘acción’, reducida a una simple cacería en la que otro vampiro se encapricha de Bella y a una pelea de medio minuto. La nada.

El único consuelo es que, o mucho me equivoco, o estamos ante la peor entrega de la saga, cuyos próximos derroteros se empiezan a  insinuar en las últimas escenas a través de dos personajes que apenas intervienen en este primer capítulo: el amigo indio que convertirá la pareja en triángulo y servirá para introducir a los hombres lobo, y Victoria, que apunta a futura némesis.

No sé, igual como no soy una adolescente de 14 años no le veo la gracia…


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