jueves, 30 de diciembre de 2010

And the winner is...

Toca despedir el año, y lo hacemos con uno de esos habituales balances con lo mejor del año. Vaya por delante que 2010 ha sido bastante mediocre desde el punto de vista cinematográfico, y eso se nota bastante en la siguiente relación. A ver qué os parece.

CINE

Empezamos con lo mejor de los estrenos que he visto este año en pantalla grande.

CINE ESPAÑOL: “Pájaros de papel”. El debut en la dirección de Emilio Aragón se saldó con un notable alto que veremos si tiene premio en los próximos Goya. Con el punto justo de comedia y dramón, con un reparto de lujo y una intervención de ‘Miliki’ que queda en la retina. Ojo, no le anduvo a la zaga ‘Lope’, buena mezcla de aventuras y literatura a lo ‘Shakespeare in love’, la otra película española que vi en los cines. Y no hubo más…

CINE USA: “Origen”. No decepcionó Nolan (bueno… un poquitín…), que facturó otra de sus perfectas combinaciones de blockbuster y cine serio. Para ver una y otra vez, en un año en el que tres de los grandes, Eastwood (“Invictus”), Scorsese (“Shutter Island”) y Polanski (“El escritor”), no estuvieron a la altura de laureles pasados, aunque mantienen un buen nivel.

OTRAS CINEMATOGRAFÍAS: “Acantilado Rojo”. Y mira que la versión que se estrenó aquí sólo tiene la mitad del metraje original, pero a pesar de ello, épica como Dios manda en la película de batallas del año. Hacía tiempo que John Woo no estaba tan inspirado.

CINE PALOMITERO (de palomitas, vaya): “Iron Man 2”. La verdad es que “Tron” se quedó cerca, pero la segunda entrega de las aventuras de Tony Stark fue mucho más redonda pese a no presentar apenas novedades y tener a un Mickey Rourke que… Mientras sigan Robert Downey Jr. y la Paltrow, pueden contar conmigo.

DIBUJOS ANIMADOS: “Toy Story 3”. Pixar volvió a regalarnos otra joya de la animación, cerrando una trilogía dorada. La verdad, después de esta última entrega, que facturen las que quieran… Woody, Buzz y todos sus amigos nunca parecieron tan reales, tan humanos… y no hablo de la calidad de la animación. Incluso por encima de ‘Origen’, la película del año.

3D: “Avatar”. Pues sí, cayó en el reestreno y está a años luz de todo lo que ha venido después. Conclusión: mucho ruido y pocas nueces. Por ahora, el 3D sólo sirve para sacar los cuartos (yo al menos ya tengo mis gafas para ahorrar un par de euritos en cada sesión…).

EN CASA

Y ahora los estrenos en la tv, gracias a las teles patrias o al dvd. No cuentan revisiones, of course.

CINE ESPAÑOL: "Luna de Avellaneda". Cayó poco después de ver en los cines "El secreto de sus ojos". Otro recital de Darín de la mano de Campanella. Y van...

CINE USA: "Milk". Sean Penn se gana a pulso su segundo Oscar en la, posiblemente, mejor película de Gus Van Sant, que gana cuando se pone clásico. Ex aequo con el montaje del director de "El reino de los cielos", ahora sí, el mejor film de Ridley Scott en décadas. Lástima que no nos lo dejasen ver en pantalla grande...

OTRAS CINEMATOGRAFÍAS: "Tropa de elite". La guerra entre la policía/ejército brasileñoy los narcos. Brutal, y más actual que nunca a tenor de lo que está pasando tras la adjudicación de los Juegos Olímpicos. Ya hay segunda parte.

CINE PALOMITERO: Tenemos de todo. "Pelham 1, 2, 3", pero la original, no el remake. Eso sí era cine de acción, con un Walter Matthau antológico. También "Moon", más actual y más intelectual, la pequeña joya independiente del año. En comedia, "Si la cosa funciona", aunque Woody Allen sigue lejos de su mejor nivel, pero Larry David está inmenso. En terror, otro clásico, "La leyenda de la mansión del diablo", cuando el género no daba saldos y con otra interpretación antológica, la de Roddy McDowall. Y en artes marciales, "El mito", con una mezcla de épica histórica y ciencia ficción que se convierte en lo mejor que ha hecho otro mito, Jackie Chan.

DIBUJOS ANIMADOS: Aquí gana el manga. "The sky crawlers", como las películas de Pixar, mucho más que animación. Una trama que ya quisieran muchos filmes de Hollywood y unas batallas aéreas colosales.

OTRAS FILIAS

LIBROS: Un clásico, "Artículos de costumbres" de Larra. Perfecta radiografía de la España de su época... que no ha cambiado tanto, y altas dosis de humor. Repito, imprescindible. Y algo más moderno, "La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey", de Mary Ann Shaffer, una deliciosa tragicomedia sobre la vuelta a la normalidad tras la II Guerra Mundial de la mano de las cartas que se intercambian una escritora y los miembros de una original sociedad literaria. Inolvidable.

CÓMICS: "All Star Superman". Grant Morrison dio lo mejor de sí mismo con uno de los mejores cómics de Superman de todos los tiempos, en el mismo año en el que metió al Universo DC en una 'Crisis final' y se cargó a Batman. Sin olvidar los lápices de Frank Quitely, que dibujó las aventuras de Superman como nunca.

SERIES TV: "24:7". Jack Bauer, ahora 'de paseo' por Washington, le ganó por los puntos a la sexta entrega de "Anatomía de Grey", que se salió capítulo a capítulo. Pero la gran revelación fue "Miénteme", con dos primeras temporadas de superación continua (pronto caerá el post de la segunda).

DISCOS: "Life in the treehouse", el trabajo más inspirado de Marlango, aquí, y "The fall", el disco que me descubrió a Norah Jones, en cuanto a música internacional.

Y me despido con la música de un mito, Bobby Farrell, el líder de Boney M, que fallecía este jueves a los 61 años en plena gira musical. ¿Quien no ha bailado con sus canciones? Feliz nuevo año... y que nos traiga buen cine a todos.



PD: Rasputín fue asesinado en la noche del 29 al 30 de diciembre de 1916... La vida tiene estas cosas.

martes, 28 de diciembre de 2010

Un crimen narrado paso a paso

Siguen las fiestas navideñas y seguimos de revista literaria. Últimamente me ha dado por leer libros breves, de esos que apenas alcanzan el centenar de páginas y te los puedes leer en una tarde tranquila, aunque a mí me suelen durar un par de semanas. ‘La bestia debe morir’ (1945) es un buen ejemplo de novela para leer de un tirón, y muy recomendable si os gustan las historias de detectives.

Su autor es Nicholas Blake, es decir, el seudónimo que utilizó para escribir novelas policíacas el también poeta británico Cecil Day-Lewis, en efecto, padre de alguien bien conocido por los cinéfilos, el actor Daniel Day Lewis. Entre sus fans se contaban autores tan prestigiosos como Borges y Bioy Casares, quienes precisamente incluyeron esta novela en su colección ‘El séptimo círculo’. Su argumento no puede ser más contundente: un hombre decide matar a quien ha atropellado mortalmente a su pequeño hijo y se ha dado a la fuga, es decir, la bestia del título.

"Voy a matar a un hombre. No sé cómo se llama, no sé dónde vive, no tengo idea de su aspecto. Pero voy a encontrarle, y le mataré..."

Así empieza la primera parte del volumen, el diario del protagonista, quien aprovecha su profesión de escritor de novelas de misterio para descubrir quién mató a su hijo y acto seguido toma una identidad falsa para acceder a su círculo familiar y poder asesinarle. Página a página conocemos los pensamientos del protagonista, cómo afronta la labor de matar a una persona, las dudas que le provoca su decisión y el plan que idea para cumplir su objetivo… aunque tal vez no haya que tomarse cada línea al pie de la letra.

La segunda parte, la más breve, narra cómo el protagonista pone en práctica su plan y afronta el momento que ha aguardado (al igual que el lector) desde el inicio de la novela… y sus consecuencias. Y a partir de ahí llega lo mejor, la última y más extensa parte, narrada al igual que la anterior en tercera persona, en la cual se investiga el asesinato del causante del atropello. Ahí es donde hace acto de presencia Nigel Strangeways (extrañas maneras), el detective creado por Nicholas Blake, que no tiene nada que envidiar a sus muchos congéneres literarios y debuta con este título.

Acompañado en esta ocasión por su mujer, volverá a competir con el investigador oficial, el inspector Blount. Estos dos personajes sirven para darle la acertada réplica a Strangeways en diálogos con un sutil toque cómico que dan ligereza a una intrincada trama en la que todo resulta mucho más complicado de lo que parece a simple vista y todos acaban siendo sospechosos, desde el joven hijo de la víctima a su anciana madre, uno de los personajes mejor retratados por el autor y que se gana pronto la antipatía del lector.

Por cierto, cuando Strangeways inicia su investigación, obviamente desconoce quién es el asesino… al igual que el lector, después de lo ocurrido en la segunda parte…

Una última cosa. En la tercera parte una de las claves es el diario del escritor acusado de asesinato… el mismo diario que constituye el arranque de ‘La bestia debe morir’. Estad atentos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

La literatura vasca sigue dando buenos frutos

Toca felicitar las navidades, y toca página literaria. No sé por qué, pero en los últimos años los autores españoles que más me atraen son vascos. Primero fue Bernardo Atxaga, cuyo ‘Obabakoak’ es uno de los mejores libros que he leído nunca (por cierto, muy superior a su voluntariosa versión fílmica), y después llegaron las nuevas generaciones, Unai Elorriaga y su divertido ‘El pelo de Van’t Hoff’, y Kirmen Uribe, cuya primera novela, ‘Bilbao-New York-Bilbao’, ha merecido el Premio Nacional de Narrativa, al igual que ocurriera con el citado ‘Obabakoak’ y el debut de Elorriaga, ‘Un tranvía en SP’.

¿Qué tienen estos tres autores en común? Supongo que una manera de narrar sencilla, muy ligada a la tradición oral, y la reflexión sobre la imaginación y el mismo hecho de narrar, así como la recreación del País Vasco más rural y auténtico.

En el caso de Uribe, toda la novela es, de hecho, una suerte de making of del propio libro, en el que nos relata, durante un viaje en avión desde Bilbao a New York, todos sus esfuerzos para escribir una novela en torno al misterio (que no es tal) que rodea el nombre del barco de su abuelo, el Dos amigos. A partir de ahí se suceden toda una serie de anécdotas, historias minúsculas que llenan un escaso centenar de páginas, suficientes sin embargo para que el lector acabe con la sensación de conocer bien a los familiares de Uribe, su padre y su abuelo especialmente, y a varios vascos de renombre, como el pintor Aurelio Arteta y el arquitecto Ricardo Bastida, cuya amistad es uno de los ejes del volumen.

También desfilan el escritor Txomin Agirre, o Pedro Aguerre Axular, ‘quien dicen que estudió con el diablo’; un hombre que guarda palabras en el banco, otro que recibe un esclavo como regalo del hombre a quien salva la vida, o el propio Franco de visita por Bilbao. Fragmentos de cartas y diarios, incluso emails, se suceden en un libro que respira el olor del mar y que rastrea la verdad oculta tras las historias orales que nos han legado desde siempre abuelos y vecinos. Historias como la del origen de las flores de cristal del Museo Botánico de Harvard, o de cómo el autor estaba convencido de niño de que el Guernika estaba colgado en una pared de su casa. No faltan las referencias a la guerra civil y al terrorismo, pero sin maniqueísmos, mostrando que nada es blanco ni negro, sino todo mucho más complejo de lo que parece a simple vista.

Uribe recuerda tradiciones y palabras que se están perdiendo, y demuestra que la lengua puede utilizarse para jugar o incluso para salvar vidas. En su obra reivindica la tradición literaria en euskera y la importancia de darla a conocer al público, ya que precisamente por tener un escaso volumen de obras esa es la única manera de mantenerla y potenciarla. Eso es lo que logra el autor en este emotivo canto de amor a una lengua y a los pescadores vascos, que se cierra con una preciosa poesía dedicada al hijo de 13 años de su pareja.

Bueno, Feliz Navidad a todos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Jeff Bridges vs Jeff Bridges

Lo primero: ni se os ocurra ver ‘Tron: Legacy’ en 3D. El mayor timo de la historia. Es la mayor decepción que he tenido con esta película. Esperaba que fuese la que mejor aprovechase esta tecnología después de ‘Avatar’, pero la sensación que tuve fue la de estar viendo una película en 2D todo el tiempo. Apenas la secuencia de las motos le saca algo de partido. De hecho, le saca más partido el tráiler de ‘Piratas del Caribe 4’ que echan antes, en serio.

En cuanto al film en sí… supera con mucho a su predecesora, no en vano está cerca de ser una copia pero con los efectos especiales actuales. Así, la mítica secuencia de las motos se queda en la misma comparación que un juego de Spectrum con uno de PlayStation. La misma ‘Tron’ (1982) no dejaba de ser un curioso experimento de Disney, fallido comercialmente pero luego convertido en film de culto, que en su momento fue tan innovador como para ser la primera película con efectos digitales, pero que hoy se ha quedado en prehistoria absoluta. Hablamos de una época en la que las pantallas de los ordenadores eran verdes, no existían Windows ni Apple y la única manera de utilizar un ordenador era mediante lenguajes como el Basic.

La trama no podía ser más simple ni más débil en cuanto a credibilidad: un programador quiere demostrar que el actual director de la mejor compañía de videojuegos le robó todos los programas en los que ha basado su éxito y un láser experimental le envía al interior de la computadora. Ahí Steven Lisberger, autor de la idea y ahora productor, imagina un universo en el que los programas son personas y Tron es un programa creado para ayudar al usuario, es decir, el programador Flynn.


La nueva entrega se ha currado más el argumento, aunque sin matarse. El film arranca unos años después del primero, con la desaparición de Flynn, y da un salto de un par de décadas hasta que su hijo entra en el mundo de la computadora, la red. Allí descubre que CLU (Copia Lógica de Usuario), el programa creado por su padre para controlar la red, se rebeló, asesinando a Tron e impidiendo que Flynn pudiera regresar. A partir de ahí, un derroche de acción y épica más o menos lograda (luchas con discos, luchas con motos, luchas con aviones…), reflexiones paterno-filiales y nuevas críticas al fascismo, ya que CLU, en su búsqueda de la perfección, aniquila todo aquello que considera imperfecto. Entretenimiento puro, no busquéis más, y pedid los mandos de la Play al entrar.

Pero por encima de todo, ‘Tron: Legacy’ es un festín para fans de Jeff Bridges, omnipresente en su doble interpretación de Flynn y CLU. Un derroche de carisma, con una interpretación muy superior a la que hiciera en la primera entrega, y que además constituye el mejor de los efectos especiales de este film. Me refiero a su interpretación de CLU, que aparece con el mismo rostro que tenía Bridges hace 30 años. Un efecto logrado gracias a la informática, sin que apenas se noten los retoques digitales. Es decir, estamos a un paso de que podamos ver en pantalla a un Harrison Ford de 30 años, o a James Dean, y que parezca real al cien por cien. Imaginad las posibilidades…

Por su parte, el hijo de Flynn cumple y la decepción viene por parte de Olivia Wilde (la 13 de ‘House’), no por ella, sino porque a su personaje parece que no acaban de sacarle el máximo partido y se diluye tras una espectacular entrada en escena. Eso sí, su uniforme ya no tiene las cartucheras de su predecesora… Mención aparte para Michael Sheen, con un breve papel que le vale para dejar huella gracias a un personaje que parece creado en homenaje al mejor Bowie, y para Bruce Boxleitner, el Tron original (y más conocido por series como 'El espantapájaros y la Sra. King' o la más reciente 'Babylon 5'), que aparece repitiendo el papel de programador que también interpretara en la primera entrega.

Oh, y Daft Punk lo ha vuelto a hacer. El dúo francés (que por supuesto aparece en la secuencia del club disco) firma la mejor banda sonora del año. Toman buena nota de las partituras de las últimas películas de Nolan (sus Batman y su ‘Origen’), a las que imitan en muchos momentos, pero le añaden desde fragmentos de espectacular sinfonía lírica a otros de música disco. Demasiado omnipresente a ratos, algo cargante en otros, pero sencillamente apabullante.


domingo, 19 de diciembre de 2010

La cabina más terrorífica

Pues sí, increíble pero cierto, aún no había visto un título mítico de nuestro cine patrio, ‘La cabina’, y ya que el pasado viernes lo echaban en La 2, pues aproveché la oportunidad. Perfecta muestra de la faceta menos conocida del director Antonio Mercero, la terrorífica (en lugar de la cómica estilo ‘Farmacia de Guardia’), no defrauda por mucho que se haya oído hablar de ella. Sí, no puede dar para más (estamos hablando de poco más de media hora y una trama de lo más simple), pero da muchísimo más de lo que cabría esperar.

El argumento es de todos sabido: un hombre queda encerrado en una cabina telefónica sin que nadie pueda ayudarlo. Una situación tan surrealista como terrorífica, que precisamente va pasando a medida que avanza el metraje de un tratamiento de comedia al atroz final, uno de los más duros de la historia del cine.

Los referentes quedan claros, las historias de las series de televisión de Alfred Hitchcock o la mítica ‘Dimensión desconocida’, y especialmente ‘Duel’ (1971), de Spielberg, filmada un año antes que la cinta española. Al igual que este último, Mercero le saca todo el partido a un interesante guión propio (en el que también participó Garci) y pese a la economía de medios logra facturar una cinta de extraordinaria calidad que deja patente su habilidad como director.

Dejando de lado las múltiples interpretaciones que pueden hacerse de la trama, hay algo innegable: la magnífica interpretación de José Luis López Vázquez, que casi sin decir palabra (estamos prácticamente ante una película muda, a la que tal vez le sobra la banda sonora) logra transmitir a la perfección los sentimientos del protagonista, desde el desconcierto inicial al pánico absoluto del desenlace.

Tan popular es ‘La cabina’ que en 1998 López Vázquez rodó un nuevo final, mucho más esperanzador, para el anuncio de Retevisión que plasmaba la liberalización del mercado de la telefonía en España.


sábado, 18 de diciembre de 2010

Ya no desayunaremos en Tiffany's

No sé si ya lo he dicho alguna vez, pero es lo que tienen los fallecimientos de famosos, que no suelen venir de uno en uno. Aún tenemos en la memoria a Berlanga y a Leslie Nielsen, y ahora se nos va otro de los grandes, otro que también nos ha hecho reír durante años, Blake Edwards.

Hablamos de uno de los grandes de la comedia norteamericana, aunque también tiene en su haber algún que otro drama de primer orden como ‘Días de vino y rosas’, con uno de sus actores talismán, Jack Lemmon. Y entre ambos géneros, combinando drama y comedia sofisticada como sólo él podía hacerlo, esa maravillosa joya que es ‘Desayuno con diamantes’, su primera gran obra. Luego vendrían otros divertimentos colosales, como ‘La gran carrera del siglo’ y ‘El guateque’ (con su actor fetiche por excelencia, Peter Sellers), aunque todos acabaremos recordándolo por la saga de ‘La pantera rosa’.

El musical ‘Victor o Victoria’, protagonizado por su mujer, Julie Andrews, sería una de sus últimas cumbres, junto con el descubrimiento de Dudley Moore en ‘10, la mujer perfecta’ (sí, vale, también descubrió a Bo Derek) y ‘Micki y Maude’. Todo eso fue antes de que, como tantos otros genios, languideciese en su última etapa, en la que, por citar algo, dirigió a Bruce Willis en las comedias ‘Cita a ciegas’, junto a Kim Basinger y ‘Asesinato en Beverly Hills’, además de estirar demasiado el filón del inspector Clouseau. Por cierto, también como a tantos otros genios, los Oscar sólo lo reconocieron con un galardón honorífico en 2004.

En fin, nunca olvidaremos que dirigió esta maravilla:


jueves, 16 de diciembre de 2010

...pues yo le habría dado el Oscar a 'Avatar'

Pues sí, así de claro. Casi un año después de que arrasase en los últimos Oscar he visto ‘En tierra hostil’, film que no me había interesado demasiado y que tengo claro que no volveré a ver. La película en sí es impecable y logra lo que se propone: hacernos vivir, más que contemplar, el día a día de un equipo de militares dedicados a desactivar bombas en la guerra de Irak. Kathryn Bigelow (vaya por delante que esta mujer se ganó mi admiración con ‘Le llaman Bodhi’ y sobre todo ‘Días extraños’) realiza una labor extraordinaria como directora, pero seamos serios, este film no tiene ni punto de comparación con ‘Avatar’, que a diferencia del que nos ocupa, sí narra una historia, por manida que sea, pero grandiosa, épica y espectacular. Además de mostrarnos imágenes, mundos y criaturas nunca vistos en una pantalla. Y no he dicho nada del 3D, que por sí solo le valía el Oscar a Cameron (que al fin y al cabo ya tiene uno).

‘Avatar’ incluso tiene personajes, a diferencia de ‘En tierra hostil’, donde nos da bastante igual lo que les pase a los tres protagonistas, tres soldados sin apenas rasgos diferenciadores más allá de que el protagonista no está muy bien de la cabeza, como sabemos desde el principio, por lo que el final tampoco revela nada que no supiéramos.

Y sí, visualmente es perfecta y las secuencias de acción trasladan toda la tensión del momento, pero para eso haberle dado el Oscar a ‘El ultimátum de Bourne’, por ejemplo, muy superior a este panfleto, ya que al final no es otra cosa, del ejército norteamericano en Irak. Repito, seamos serios, si esto era la mejor película de 2009 en Hollywood, apaga y vámonos. Y en comparación con 'Avatar' no resiste ni el asalto técnico, puesto que estamos hablando de una película que ya forma parte de la historia del cine (me refiero a 'Avatar', claro).

Por cierto, bastante curiosa la traducción del título. Cierto que 'En tierra hostil' sintetiza a la perfección el entorno en el que trabajan día a día los soldados norteamericanos en Irak, pero nada que ver con el título original, 'The hurt locker', o lo que es lo mismo, 'el muñeco de la caja' al que hace referencia el protagonista, Jeremy Renner (de lo mejor de la película, aunque tampoco es una interpretación para tirar cohetes) poco antes de los títulos de crédito finales. Ese muñeco que saltaba de una caja al destaparla cuando era niño, en aquella época en la que cualquier cosa nos emocionaba. Ahora, sólo encuentra esa emoción al desactivar bombas, es el único momento en el que se siente vivo. Porque ese es el gran tema del film, la guerra como adicción.


domingo, 12 de diciembre de 2010

Los niños se nos han hecho mayores...

…y ya no van al colegio. Esa es la principal diferencia de la última entrega de Harry Potter con respecto a sus predecesoras. Ya no veremos los familiares pasillos de Hogwarts ni asistiremos a tramas que se desarrollan lentamente entre clase y clase a lo largo de un curso escolar. Han acabado los días felices y ahora Voldemort campa a sus anchas, así que al joven aprendiz de mago le toca esconderse y preparar el contraataque.

A quienes les pareciese floja la anterior película de la saga (entre los que me incluyo), avisarles de que la primera parte de ‘Las reliquias de la muerte’ es aún menos redonda, algo obvio dado que sólo adapta la mitad del último libro de J.K. Rowling, por lo que aquí la trama ni siquiera concluye. De hecho, tras las primeras secuencias (incluida una boda 'sorpresa' gracias a la eliminación de tramas del sexto libro), la mayor parte de este film nos muestra a Harry y a sus dos amigos, Ron y Hermione, instalando su tienda de campaña mágica (¿dónde estaban los de Quechua?) en paisajes desolados, como salidos de un ‘National Geographic’ que mostrase la naturaleza más deprimente.

Y sin embargo, hay varios grandes momentos que salvan la película, que por otra parte no se hace pesada pese a sus dos horas y cuarto. Entre ellos destacan la visita de Harry al cementerio en el que están enterrados sus padres, y sobre todo, mi momento favorito: el baile entre Harry y Hermione, un fugaz rayo de luz entre la oscuridad.

Hermione es, de largo, lo mejor del film. No sólo se demuestra que Harry y Ron no durarían un segundo contra los malos sin ella, sino que Emma Watson parece ser la única del trío capaz de interpretar de verdad, como queda claro en su primera escena de la película, cuando para proteger a sus padres les hace olvidar que un día tuvieron una hija.

La saga sigue ampliando su increíble nómina de intérpretes británicos, hasta el punto de que dudo que haya alguien que no haya pasado por Hogwarts. En esta ocasión los principales fichajes son Bill Nighy como el ministro de Magia y Rhys Ifans como el padre de Luna Lovegood (no se me ocurre a nadie mejor para el papel), aunque por contra apenas aparece Alan Rickman (Snape) y ni siquiera hace acto de presencia Maggie Smith (McGonagall), dos de los fijos en la serie. Mención aparte para Ralph Fiennes, cuya creación de Voldemort sigue dejando mucho que desear, y no sé si debemos 'agradecerle' a él o a su doblador que su única larga escena en este film parezca más propia de una parodia.

En fin, un pasito más hacia el desenlace de una historia que se sigue con cierto interés, pero que hace tiempo que dejó de atraparnos. Eso sí, esta última entrega vale la pena aunque sólo sea por el cuento de ‘Los tres amigos y las reliquias de la muerte’, una breve joya de la animación en blanco y negro, al estilo de las sombras chinescas, que es de lejos lo mejor de la cinta.

Ah, se me olvidaba. Aunque el Vaticano diga lo contrario, sí hay humor (poco, pero lo hay... e incluso podría resultar demasiado...), además de una clara identificación entre los partidarios de Voldemort y los partidos fascistas, con su campaña de exterminio étnico contra los 'sangre-sucia' y 'bonitas' frases como 'no tenéis nada que temer si no tenéis nada que ocultar' para justificar el recorte de libertades. ¿Os suena de algo?


jueves, 9 de diciembre de 2010

Nacidos para conquistar los cielos


Segunda ración consecutiva de animación japonesa, y esta vez con una auténtica joya. Mucho más ambiciosa que ‘Interstella 5555’ (al fin y al cabo, un curioso experimento videomusical), ‘The sky crawlers’ (2008), al igual que ocurre con muchas películas de la factoría Pixar (estoy pensando sobre todo en ‘Cars’ o ‘Ratatouille’), no tiene nada que envidiar a una película de imagen real, con una factura visual impecable y un argumento y personajes que ya quisiera cualquier film de Hollywood.

Basado en una serie de cinco novelas de Hiroshi Mori, el film de Mamoru Oshii (director, entre otras, de las dos entregas cinematográficas de 'Ghost in the shell') nos traslada a una guerra de combates aéreos en la que las escenas bélicas ya justifican por sí solas el visionado de la cinta. Estas secuencias, desarrolladas con animación digital, alcanzan un grado de realismo increíble y resultan tan espectaculares que no defraudarán a ningún fan de las batallas de aviones.

En cambio, para el resto del film se ha optado por una animación tradicional, en la que los personajes están realizados con tal sencillez que, sobre todo al principio, su imagen choca en contraposición con los combates. Pero es ahí donde la película muestra su ambición, en un argumento que va creciendo a medida que el espectador recibe poco a poco las claves que compondrán el puzzle. Baste decir que en el futuro que plantea ‘The sky crawlers’, la guerra es un espectáculo patrocinado (el nuevo deporte de masas) que resulta imprescindible para preservar la paz al recordarnos la terrible alternativa que supone un conflicto bélico. Por ello los soldados son creados genéticamente, de modo que no envejecen, su único propósito es luchar en un ciclo sin fin que sólo la muerte en combate puede romper.

La película arranca con la llegada de un nuevo piloto y el misterio que rodea la figura de su predecesor, para seguir los pasos de ‘Blade runner’ o ‘Moon’, convirtiéndose en una de las más lúcidas reflexiones sobre la creación de clones o seres humanos manipulados genéticamente, concebidos para un destino que no han elegido ni pueden cambiar, y sobre cómo les afectaría el ser conscientes de ello. Os dejo con el tráiler de esta cinta que compitió en el Festival de Venecia y se llevó en Sitges el premio a la banda sonora, además del Premio Especial del Jurado y el Premio de la Crítica José Luis Guarner.


lunes, 6 de diciembre de 2010

Matsumoto a ritmo de Daft Punk

Otra película que tenía pendiente desde hacía tiempo, en este caso también por motivos musicales. ‘Interstella 5555’ (2003) es un curioso proyecto que hermana a Leiji Matsumoto, creador del mítico Capitán Harlock, y al dúo francés de música electrónica Daft Punk. Ambos unieron fuerzas para crear algo que va mucho más allá de un videoclip al uso. Matsumoto supervisó los videoclips de los cinco singles que se extrajeron del álbum ‘Discovery’ de la banda gala y el siguiente paso fue convertirlos en un film con más metraje y el resto del disco.

El resultado fue presentado en el festival de Cannes, y en él asistimos al rapto de un grupo de rock extraterrestre y a su rescate una vez que se han convertido en estrellas de la música en nuestro planeta. El sello Matsumoto está presente en cada fotograma, con un alarde gráfico espectacular que recuerda la perfección que busca en cada plano Hayao Miyazaki, pero en este caso con el característico estilo de Matsumoto a la hora de dibujar los personajes. La trama no es nada del otro mundo (de hecho el film apenas dura una hora) pero el director logra momentos de gran belleza en los que destaca el uso de la iluminación. Incluso consigue que un entierro sea precioso (y no hablo de nada macabro, si veis la película lo entenderéis). Y para precioso el final (tranquilos, no es ningún spoiler), en el que descubrimos que todo el film no es más que la fantasía de un niño que jugaba con sus muñecos mientras escuchaba la música del dúo francés.

No hay un solo diálogo, sino que de inicio a fin suena el ‘Discovery’ de Daft Punk, cuyos mejores momentos están en las primeras escenas con ‘One more time’ y ‘Digital love’. Os dejo con este último fragmento para que podáis comprobar cómo suena Matsumoto, cómo luce Daft Punk en una pantalla. Por cierto, el dúo también aparece brevemente en versión animada en una de las escenas del film. Así que, estad atentos.


sábado, 4 de diciembre de 2010

El borrador de 'Infiltrados'

Ya iba siendo hora de que el cine volviese a este blog, y lo hace con una película que tenía pendiente ver desde hacía tiempo, ‘Infernal affairs’, o lo que es lo mismo, el origen de ‘Infiltrados’, la película por la que Martin Scorsese recibió el Oscar al mejor director. Un galardón que, obviamente, y como tantas veces ha ocurrido, premiaba mucho más su extraordinaria carrera que el título en cuestión, un thriller impecable digno del mejor Michael Mann (ese que tanto echamos de menos desde ‘Collateral’) pero lejos de las mejores obras de Scorsese. Para rematar, ‘Infiltrados’ es un remake de la película de la que nos ocupamos, para ver cuánto hay de fotocopia y cuánto de creación en la cinta norteamericana.

Andrew Lau y Alan Mak dirigieron en 2002 un film hongkonés cuya trama sigue al pie de la letra ‘Infiltrados’. La versión USA no elimina nada de su modelo, sino que lo enriquece. Así, el mayor cambio para quien haya visto primero la cinta de Scorsese es que tras presentar a los infiltrados (y al jefe mafioso interpretado por Jack Nicholson, en una secuencia idéntica pero ceñida a las tradiciones orientales) hay un salto de diez años hasta el momento en el que policía y mafia descubren que hay infiltrados en ambas organizaciones.

Esto supone prescindir de la primera hora de metraje de ‘Infiltrados’ (de hecho ‘Infernal affairs’ dura una hora y media, por las dos y cuarto de la versión USA), de modo que el film original pierde en profundidad de personajes con respecto a su remake y va directamente a la acción. No obstante, hay que recordar que Scorsese no sólo adaptó el film que nos ocupa, sino sus dos secuelas, en las que al parecer no sólo se continúa el argumento, sino que se aborda lo ocurrido durante esos diez años.

A partir de ahí la trama es idéntica, aunque ‘Infiltrados’ introduce personajes nuevos, como es el caso de los interpretados por Mark Wahlberg y Ray Winstone (aunque este último no me extrañaría que apareciese en la precuela), y da mayor protagonismo al que asume Alec Baldwin. Por su parte, Jack Nicholson otorga una nueva dimensión al jefe mafioso (al que ya le daba un aire pasado de vueltas su contrapartida original), en tanto que Martin Sheen, pese a su impecable caracterización, pierde la partida frente a Anthony Wong, extraordinario como el superintendente de policía.

Una de las principales novedades, y aciertos dicho sea de paso, del guión norteamericano es convertir en un único personaje, a cargo de Vera Farmiga, los respectivos intereses amorosos de los protagonistas: la psiquiatra que trata al policía infiltrado y la mujer del mafioso infiltrado, que escribe una novela sobre alguien con varias personalidades, lo que da pie a reflexionar sobre las consecuencias de que alguien viva una doble vida como es el caso de los protagonistas. Así, la versión USA establece un nuevo interés, al competir los dos infiltrados por la misma mujer, que se debate entre ambos. Por el contrario, se elimina un amor del pasado del policía infiltrado, que aparece brevemente en ‘Infernal affairs’ para revelar que éste no sabe que tuvo una hija con esa mujer a la que tuvo que abandonar por su trabajo. Una trama que se queda en un leve apunte, y que tal vez se desarrolle en las secuelas.

Scorsese dispuso de mucho más dinero para su película, aunque la versión hongkonesa ya era una superproducción. En este sentido, la última secuencia de acción en la que se enfrentan policía y mafiosos resulta mucho más espectacular en el remake, al que el director italoamericano le otorga no sólo un mayor empaque visual, sino también un estilo más pausado y elegante, haciéndole ganar en esta reescritura.

En cuanto a los actores protagonistas, la contrapartida de Leonardo DiCaprio es nada menos que Tony Leung, que también se luce con un papel complejo, mientras que Matt Damon le gana por los puntos a Andy Lau en el papel de un mafioso que parece sentirse más a gusto como policía.

A falta de ver las dos secuelas, pues, ‘Infernal affairs’ queda como un thriller potente y de gran originalidad, con continuos giros y sorpresas argumentales, al que su versión USA le dio mayor profundidad y la llevó a un nivel aún superior. Algo que, por desgracia, no suele ser precisamente habitual en los remakes hollywodienses.


jueves, 2 de diciembre de 2010

Dos actores desencajados y un misterioso podólogo


Pocas son las veces que a lo largo del año voy al teatro, así que no vamos a desperdiciar la ocasión de hacer crítica teatral. 'Desencajados', del autor Jaime Pujol, no busca cambiar la vida de sus espectadores, pero sí garantiza una hora y media de risas y sonrisas, durante la cual el público acaba siendo cómplice de las vicisitudes de los tres actores protagonistas.

Aunque más bien habría que decir, dos actores y un invitado. Y es que la principal 'gracia' de esta pieza está en mostrar la trastienda de una obra teatral. Cuando se alza el telón encontramos a un actor y una actriz que se preparan para representar una función, de la que veremos un par de fragmentos aunque el actor busque cualquier excusa para evitar salir al escenario. 'Desencajados' se mueve así en una sucesión de pequeñas escenas, a modo de sketches, donde se alternan la preparación de la función, la función en sí, e incluso varios flashbacks en los que se introduce a un tercer personaje, un enigmático podólogo que resultará clave para el sorprendente desenlace, donde todos los cabos quedarán atados y bien atados.

El espectador asiste así a una función y a la trastienda de la misma, tiene la oportunidad de ver cómo se vive una representación desde el escenario, e incluso contemplar cómo el director de un casting se pasea entre el público mientras pide al aspirante a un papel que lo componga con acento marroquí, en uno de los muchos momentos delirantes de esta pieza.

'Desencajados' es el resultado de un continuo proceso de reescritura, ya que surgió en 1994 como una pieza corta, 'Antes de empezar', centrada en los dos actores y los momentos previos a la función. Una versión más extensa se representó posteriormente bajo el título 'Cajas', hasta que el autor incorporó al tercer y enigmático personaje, dando forma a la versión actual.

Una versión que, en el montaje que pude ver, no sería la misma sin la labor de Martín Cases y Roser Pujol, que dan vida (nunca mejor dicho) a dos actores muy metidos en su papel, sobre todo el que les toca vivir en la vida real. Ambos se lucen con dos personajes que les permiten sacar el máximo partido a su vis cómica, y que tienen la acertada réplica en Toni Misó, quien, con un estilo más sobrio, se permite el lujo de robarles cada escena en la que interviene.

Por cierto, como curiosidad, cabe destacar que existe otra obra teatral con el mismo título, que en este caso debemos a la pluma del autor argentino Guillermo Farisco. Esta pieza coincide con la que nos ocupa en otorgar el protagonismo a tres personajes, en este caso dos mujeres y un hombre. A partir de ahí, nada que ver, ya que esta otra 'Desencajados' cuenta la historia de un matrimonio venido a menos que ha acabado viviendo en la calle y su relación con otra sin hogar.