viernes, 28 de septiembre de 2012

El estreno: La Blancanieves más original... y torera


Sigue la lluvia de estrenos, y este fin de semana con marcado sello nacional. Eso sí, también tenemos a Tommy Lee Jones y Meryl Streep haciendo manitas en Si de verdad quieres..., y lo último de Oliver Stone, Salvajes, con repartazo (Benicio del Toro, Travolta, Salma Hayek...) y un trailer tarantiniano.

Pero, como decíamos, manda lo nacional, con dos pesos pesados. Por un lado, el regreso de Fernando Trueba con El artista y la modelo, en blanco y negro y como duelo interpretativo entre el veterano Jean Rochefort y la joven Aida Folch. Rodada en francés y ambientada en 1943, se centra en un viejo pintor y escultor que retoma la inspiración gracias a una joven huida de los campos de concentración en plena Francia ocupada. Curioso que el mayor de los Trueba, como su hermano David en su último trabajo, Madrid, 1987, también estrenada este año, apueste por una cinta a dos bandas, que pinta francamente bien...

...pero, selección para los Oscar mediante, el estreno de la semana es la versión patria de Blancanieves (definitivamente, los cuentos, y este en particular, están de moda), también en blanco y negro, pero además muda, no sé hasta qué punto con la intención de repetir el fenómeno de The artist. Aquí, la acción se traslada además a los años 20, con Maribel Verdú como la madrastra y una Blancanieves, encarnada por Macarena García, que se mete a torera y se encuentra con... enanos toreros, efectivamente.

La original cinta, a la que le están cayendo unas críticas que la consideran, poco menos que la mejor película de la historia del cine español, es el segundo trabajo de Pablo Berger, que casi ha tenido que esperar una década para estrenar su segundo largo después de debutar con Torremolinos 73. Por cierto, que residió un par de años en Francia, donde trabó amistad con... Michel Hazanavicius, en efecto, el director de The artist.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

'The fighter', esto sí es un clásico moderno



Tal vez a The fighter le falten algunas cosillas para ser una gran, gran película de verdad, pero desde luego esto sí es un clásico moderno, una película con el aroma de Hollywood de toda la vida y una de esas historias de superación que tanto gustan en los USA. Por cierto, hablo de The fighter de David O. Russell, no la cinta de Aronofsky con Mickey Rourke (bastante sobrevalorada, dicho sea de paso).

La película que nos ocupa se centra en los hermanos Eklund. El mayor de ellos, Dicky, una leyenda local puesto que noqueó al mítico Sugar Ray Leonard (y si habéis visto Toro Salvaje, ya sabéis de quien hablamos). Lástima que solo fue una vez y que luego pagase haber alcanzado la fama demasiado joven cayendo en la trampa de la adicción al crack. De hecho, el film arranca con la filmación de un documental, que Dicky cree que va de su retorno al ring (algo que es evidente que no va a pasar nunca) pero que en realidad pretende mostrar los efectos de las drogas.

Ese documental será clave para lo que ocurrirá después, pero mientras veremos cómo su hermano menor, Micky, es el que trata ahora de levantar una carrera pugilística y encontrar pareja, aunque esta tendrá que lidiar con una suegra de armas tomar y las 6 ó 7 hermanas de los boxeadores, en la parte, digamos cómica de la película.

La relación amor-odio, tanto entre los dos hermanos como con su madre y a la vez representante centra la mayor parte del film, que incluirá el descenso a los infiernos de los dos protagonistas, con graves lesiones y reclusión carcelaria de por medio, antes de que puedan tener la oportunidad de alcanzar la gloria en el boxeo con la que tantas veces han soñado.

La gran baza de la cinta son sus intérpretes, no en vano tanto Christian Bale como Melissa Leo se llevaron el Oscar a los mejores secundarios, el primero por su extraordinaria interpretación del hermano mayor (con su enésimo adelgazamiento, previo a volver a coger músculos para enfundarse el traje de Batman), drogadicto y problemático, pero una auténtica enciclopedia del boxeo, y la segunda por la madre coraje de los dos, que no despertará a la realidad sobre la adicción de su hijo hasta que se lo muestren en una pantalla.

Y no se quedan lejos Mark Wahlberg como el hermano menor, en uno de sus papeles más sólidos, ni Amy Adams como la novia de este, más chony que nunca. A ver cuándo le dan un Oscar a esta mujer, que junto con Kate Winslet es la que mejor filmografía se está labrando ahora mismo. Veremos si hay suerte con The master

En cuanto al director, le da el pulso adecuado a la historia, utilizando con acierto el estilo semidocumental en ocasiones, y rueda algunas de las mejores peleas de boxeo que se han visto en el celuloide, sobre todo a la hora de mostrar las estrategias que siguen los protagonistas sobre el ring, y con un estilo moderno alejado del clasicismo de, pongamos, Toro salvaje (ni mejor ni peor, diferente).

Como dije al principio, puede que le falte algo (y sí, El discurso del rey se merecía más el Oscar a la mejor película), pero The fighter es el tipo de película que lo tiene todo para gustar a todo el mundo y ese marchamo de clásico instantáneo. Eso sí, las peleas pueden herir algunas sensibilidades, sobre todo la primera, en la que queda claro qué ocurre si un boxeador se enfrenta a otro de una categoría superior, digamos 10 kilos más. No es precisamente agradable de ver, no.

viernes, 21 de septiembre de 2012

El estreno: Pues que los mate con suavidad


Siguen lloviendo los estrenos, y esta semana tenemos dos de altura, al margen de la nueva cinta de acción de Nicolas Cage (qué manera de trabajar y de echar a perder una carrera...), Contrarreloj; una de vampiras adolescentes a cargo ¿? del director de la soberbia La ola, Somos la noche, y Sin frenos, lo nuevo del guionista y aquí director David Koepp, con Joseph Gordon Levitt metido a mensajero sobre una bici en Nueva York.

Subiendo un escalón, la película de la semana podría haber sido lo último de Woody Allen, que tras el exitazo de crítica y público Medianoche en París, sigue su periplo europeo y ahora llega A Roma, con amor. De nuevo con Penélope Cruz, y con reparto de estrellas como Alec Baldwin o los jóvenes Ellen Page y Jesse Eisenberg. También se reencuentra con Judy Davis, y atención, vuelve a actuar (no lo hacía desde Scoop (2006)) y ha reclutado a Roberto Benigni, uno de los cómicos que peor me caen, sobre todo después de la (muy) sobrevalorada La vida es bella...

Pero el estreno de la semana es Mátalos suavemente, aunque su cartel sea horroroso. Unos delincuentes de poca monta se atreven a atracar a la mafia y esta va a por ellos. Argumento poco original, pero amigos, hablamos de la nueva película de Andrew Dominik, cuyo anterior trabajo es esa obra maestra absoluta que lleva por (largo, pero justificadísimo) título El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, una auténtica maravilla, que no solo es uno de los mejores westerns de la historia y desde luego el mejor acercamiento fílmico a la figura de Jesse James, sino tal vez la mejor interpretación de Brad Pitt. Así que aunque, y eso sí es lamentable, dicha película pasase bastante desapercibida, el actor le ha vuelto a pagar el nuevo juguete a su amigo. Dudo que este film iguale al anterior, pero se han ganado un voto de confianza.

Ah, y por cierto, Pitt viene con un recuperado Ray Liotta y James Gandolfini, el mítico protagonista de la televisiva Los Soprano. Casi nada.


miércoles, 19 de septiembre de 2012

'Todos tenemos un plan', pero no siempre resulta


Y es una lástima que el plan de Ana Piterbarg no haya salido tal como todos hubiéramos deseado. La argentina debuta en la dirección con un guión propio y un reparto de lujo pero se queda a medio camino en lo que propone, de manera que Todos tenemos un plan resulta un ejercicio de cine negro correcto pero instrascendente, y sobre todo falto de energía.

Viggo Mortensen, en su regreso al cine argentino, es lo mejor de film, aprovechando el regalo que supone interpretar a dos hermanos gemelos: Pedro, que se gana la vida como apicultor en una zona empobrecida, el Delta del Tigre, sacándose un 'sobresueldo' como secuestrador, y Agustín, el teórico triunfador, médico en Buenos Aires, casado con Claudia y a punto de adoptar un bebé... solo que Agustín está hastiado de todo y no le ve ningún sentido a la vida, lo que le llevará a adoptar la identidad de su hermano. Esto da lugar a la trama de cine negro cuando Agustín tenga que vérselas con los secuestradores, encabezados por un amigo de la infancia, al tiempo que trata de que la joven novia de su hermano, Rosa, no se dé cuenta de que él en realidad no es Pedro.

Lo mejor de la película son las interpretaciones, con Mortensen magníficamente secundado por un soberbio Daniel Fanego como el jefe de los secuestradores y Sofía Gala que hace suyo el otro personaje principal, el de Rosa. En cuanto a Soledad Villamil, que encarna a Claudia, avisados estén sus fans de que apenas tiene un par de escenas... que son lo mejor de la cinta.

En lo negativo, el guión nunca acaba de arrancar ni tampoco termina de llegar a ninguna parte. Valga poner como ejemplo que en ningún momento se explica el hastío de vivir de Agustín, eje central de la historia, con lo cual está todo dicho. El otro problema es la excesiva morosidad de Piterbarg a la hora de llevar la trama, dando como resultado una película demasiado lenta, y a la que le sobra media hora. Por contra, sí aprovecha el desolado paisaje del Delta del Tigre, aunque apenas denuncia la pobreza de esta zona.

Buen debut, en cualquier caso, que apunta talento pero también inexperiencia, y que se queda lejos de lo que podría haber sido. Esta vez, ni Mortensen ni Villamil fueron suficiente para garantizar el éxito.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Un Evento con pies de barro



El evento ha sido lo más parecido en los últimos tiempos a Flashforward: una serie de ciencia ficción que despertó enormes expectativas para luego hundirse como una piedra en los índices de audiencia. También heredera de Perdidos, El evento tenía dos influencias principales más: 24 y Los 4.400. Y es que aquí el argumento gira en torno a los ocupantes de una nave alienígena estrellada en nuestro planeta décadas atrás, que han sido retenidos en una prisión secreta por el gobierno norteamericano. El nuevo presidente, Elías Martínez (24 ya presentó al primer presidente negro y a la primera mujer presidente, así que solo quedaba el primer latino, aunque encarnado por un actor de color, Blair Underwood), idealista en los primeros episodios, decide poner fin a su cautiverio y revelar su existencia al mundo, aliado con la líder de los alienígenas, Sophia. Pero las cosas no van a salir como espera…

…empezando por un intento de atentado terrorista mediante el secuestro de un avión que es lanzado sobre la Casa Blanca, y que los alienígenas hacen desaparecer antes del impacto para trasladarlo ‘mágicamente’ a otro lugar. Lo del avión suena a Perdidos y al 11-S y lo de que desaparezca es el primero de muchos golpes de efecto de ese estilo, demasiados, ya que posiblemente uno de los problemas de El evento es que se pasan tres pueblos y acaban haciendo que el espectador ya no se tome nada en serio.

De manera paralela a las intrigas de los dos bandos en los que se acaban dividiendo los aliens, con lucha shakesperiana madre-hijo incluida y ciertos toques mafiosos en la manera de dirigirlos por parte de su líder, y a los líos de poder en la Casa Blanca, tenemos a una parejita idílica de enamorados, Sean y Leila, que se van a ver envueltos en todo el lío de manera ¿casual? y protagonizan la otra gran línea argumental, primero con ambos buscándose el uno al otro tras su forzada separación en el primer episodio, y después uniendo esfuerzos para rescatar a la hermana pequeña de Leila de un misterioso villano cuya conexión con los aliens no está nada clara.

Además de los excesivos golpes de efecto, otro de los grandes problemas de la serie es la falta de empatía con los personajes. Siempre pongo el ejemplo de Fringe, que me enganchó por el carisma de sus tres protagonistas cuando no estaba nada claro por dónde iba a ir la serie. Aquí, lo cierto es que te da igual lo que le pase a los protagonistas, y la parejita de enamorados, pensada precisamente para enganchar a la audiencia, es demasiado ñoña: monos, pero insulsos. No hablemos ya del presidente, un calco del David Palmer de 24, solo que, al margen de que Dennis Haysbert es mucho Dennis Haysbert, aquí el presi se pasa de chulo, y tan pronto interroga él mismo al prisionero como pasa de idealista a sediento de sangre. Incluso el mejor personaje, Sophia, encarnada magistralmente por Laura Innes (la Kerry Weaver de Urgencias), acaba dando demasiados bandazos.

Como le ocurriera a Flashforward, que al menos arrancó mejor y supera a esta en algunos aspectos, El evento perdió audiencia rápidamente, lo que llevó a detener la emisión y replantear algunos aspectos. Así que cuando volvieron a ponerse en marcha fueron más a saco, aumentando las dosis de acción y las tramas, digamos autoconclusivas, de un par de episodios, como el asalto a la prisión de los aliens o a un edificio donde estos se han refugiado. Todo ello partiendo de una gran revelación que lo cambia todo, haciendo que los ‘bondadosos’ aliens dejen de huir y defenderse para acometer el exterminio de la humanidad, desembocando en una recta final a modo de remake de 24, recurriendo a la amenaza de un virus y al ya clásico intento de deponer al presidente. Incluso, si en la recta final de 24 ficharon a Michael Madsen como secundario, aquí incorporan a su herman, Virginia Madsen (una lástima que el éxito de Entre copas no sirviera para reflotar su carrera), como una senadora que supondrá nuevos quebraderos de cabeza para el presidente.

Por lo que respecta a la parejita, una vez reunida toda la familia feliz, otra tremenda revelación (y van) hace que los enamorados tengan que separarse, y mientras Leila pierde protagonismo a velocidad de crucero, Sean encuentra una nueva pareja en su lucha contra el raptor de la hermana de Leila, encarnado por el veteranísimo Hal Holbrook, que nos sorprende en su faceta más malvada. La nueva pareja es un personaje recuperado de los primeros episodios, Vicky, la mercenaria que raptó a Leila, que pasará de mala a buena e irá ganando en carisma a medida que conozcamos más detalles de su pasado, al tiempo que se enamora de Sean, dando pie a un triángulo amoroso apenas desarrollado.

Esta segunda parte de la única temporada de 22 episodios también tratará de justificar las acciones de uno de los malosos convirtiéndolo en miembro de un linaje que desde tiempos inmemoriales ha tenido la misión de defender a la humanidad de los aliens, otro de los argumentos en los que apenas se profundiza…

…y es que El evento comparte el mismo final que Flashforward: se cierran la mayor parte de tramas, pero también se prepara el escenario para una continuación en la que se prometen muchas más emociones. Si Flashforward empezaba con una visión de lo que ocurría un año después y cerraba con otra visión ¡de dentro de 15 años!, aquí hay que esperar al último episodio para que se apunte qué puede ser ‘el evento’ y dejan claro que esto no ha hecho más que empezar… mientras alguno de los personajes principales se debate entre la vida y la muerte.

Ocurre que, llegados a este punto, como en Flashforward, a todos nos daba igual lo que ocurriera, así que otra historia que se queda en el aire tras recurrir a una excesiva improvisación en los guiones, siempre pendientes de la audiencia. (Y no hablemos de Alcatraz…).

Tampoco en España funcionó El evento, donde Antena 3 la programó en el verano de 2011, emitiendo los capítulos de 3 en 3. Tal sobredosis no funcionó, y a las tres semanas no recuerdo bien si retrasaron su horario o la cortaron. En cualquier caso, dejé de seguirla sin que ello me supusiera ningún tramo. Un año después le han dado una nueva oportunidad, ahora en Nitro, también en verano y con dos capítulos por semana, y ahí es donde me he reenganchado, justo en el punto de la trama donde me quedé la otra vez.

Por cierto, a partir del 20 de septiembre, El evento cede paso a Hell on wheels (Infierno sobre ruedas), western sobre la creación del ferrocarril que Antena 3 empezó a emitir tras el capítulo semanal de Juego de tronos, para cortarla tras cuatro capítulos y dar sesión doble del culebrón medieval. El arranque de Hell on wheels fue notable, así que tenéis una nueva oportunidad para descubrir este western, ya que vuelven a emitirlo desde el primer capítulo. Es bastante probable que me reenganche a partir del quinto, así que ya hablaremos de él.

sábado, 15 de septiembre de 2012

El estreno: ¿Puede haber paz entre Israel y Palestina?


El estreno de la semana no es, faltaría, el remake de Desafío total, uno de los más innecesarios (y van) de los últimos tiempos. Hablamos de la mejor película de Schwarzenegger, y de lo mejorcito de Verhoeven, que fue rodada ayer, como quien dice, y a la que el paso de dos décadas solo se le nota en el apartado visual. Pero si el remake solo consiste en darle una capa de pintura (que curiosamente ha consistido en darle el aspecto visual de Minority report, más actual y también basada en un relato de Philip K. Dick) y juntar a un reparto de lo más anodino, con Colin Farrell, Jessica Biel y Kate Beckinsale, bajo la dirección de Len -Underworld- Wiseman... pues eso. Que no extraña que haya sido un fracaso de taquilla en los USA.

Tal vez no hay mucho miedo a la competencia, así que tenemos otros siete estrenos este fin de semana. Parece que siguen sin enterarse de lo del IVA, y eso que, al menos en los cines Sucre de Vila-real (Castellón), se les ha ido la mano con subidas de hasta un euro según el día de la semana...

Sigue el goteo de películas francesas, con la comedia El nombre protagonizada por el actor-cantante Patrick Bruel, mientras desde Argentina nos llega Pecados, con los españoles Carmelo Gómez y Cristina Brondo, sobre un amor adolescente con misterio oculto. Y de España, Camera obscura, debut en la dirección de Maru Solores sobre una adolescente ciega que descubre el primer amor y la fotografía.

Y también de Francia nos llega la ganadora de la semana, Una botella en el mar de Gaza, adaptación de la novela de Valerie Zenatti, sobre una joven francesa que vive en Jerusalén y que lanza un mensaje en una botella en el mar de Gaza, buscando a un palestino con el que hablar de cuestiones como por qué no puede haber paz entre ambos pueblos. Una manera perfecta de plantear una pregunta tan importante como esta y tratar de involucrar al público más joven, el que tiene en sus manos el futuro de sus países.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Parnassus: Puro Gilliam (para bien y para mal)


En los últimos tiempos el director y exMonty Python Terry Gilliam se ha hecho más famoso por sus dificultades para llevar a cabo sus proyectos cinematográficos que por otra cosa. Así que El imaginario del doctor Parnassus (2009) continúa siendo su último trabajo, aunque también estuvo a punto de quedarse en el camino. 

La cinta, que reunía de nuevo al director con el guionista Charles McKeown, con el que ya realizó Las aventuras del barón Munchausen, reúne lo mejor y lo peor de Gilliam: una imaginación desbordante, pero también desmedida y un tanto caótica. La excusa argumental, el duelo eterno entre Parnassus, un inmortal contador de historias, encarnado por el omnipresente Christopher Plummer, y el diablo, en la piel de Tom Waits, absolutamente magistral. Ambos se desafían por ¿última? vez a reunir cinco almas, y el premio es el destino de la hija de Parnassus, Valentina, a quien da vida la modelo Lily Cole.

Parnassus, antaño poderoso, ahora recorre el mundo, o mejor, Londres, en su carromato de feriante, tratando de atraer con sus historias y su espectáculo de titiritero a un público al que ya no le interesan sus historias. Y en medio de este duelo aparece un misterioso personaje, Tony, quien dice no recordar su pasado, y que parece clave para desnivelar la balanza... aunque no sabemos de qué lado. Por cierto que, al parecer, para este personaje director y guionista se inspiraron en el mismísimo Tony Blair, quien "diría las cosas más extrañas e incluso se las creería sobre sí mismo".

Tony es interpretado por Heath Ledger, en el que fue su último papel, y en el que volvió a dar muestras de encontrarse en ese estado de gracia como actor que había alcanzado en The Dark Knight con su inolvidable Joker, al que Tony recuerda en muchos momentos con su exagerada teatralidad. De ahí que su fallecimiento pusiera en serio riesgo la finalización del film.

Al final, la solución no pudo ser más ingeniosa. Tres buenos amigos de Ledger, nada menos que Johnny Depp, Jude Law y Colin Farrell, le sustituyeron, interpretando todos el mismo papel... pero en las escenas en las que Tony cruza el espejo mágico de Parnassus, lo que justifica su cambio de rostro. Sin embargo, y pese a que los tres están magníficos y mantienen una interpretación muy similar a la de Ledger, este recurso contribuye a confundir aún más al espectador, inmerso en un derroche de efectos visuales que tanto da lugar a imágenes de gran belleza, como a embrollar la trama en un continuo delirio que se sigue a ratos con fascinación y a ratos con pesadez e indiferencia.

Completan el reparto el nuevo Spiderman, Andrew Garfield, como el ayudante de Parnassus y eterno enamorado de su hija, y Verne Troyer como el enano Vincent, el mejor amigo de Parnassus.

¿Quien ganará en el duelo entre Parnassus y el diablo? Bien, quizás al final eso no sea lo más importante...


domingo, 9 de septiembre de 2012

Un golpe de 'Guante blanco' casi maestro


Guante blanco es una de esas series que nos recuerdan el cuidado con el que La 1 ha abordado históricamente la ficción televisiva, logrando obras maestras que están en el recuerdo de todos. La que nos ocupa no llega a ese nivel, pero sí logra situarse por encima de la calidad media del panorama nacional, aunque podía haber dado un poco más de sí.

Realizada en 2008, su premisa recuerda mucho al Heat de Michael Mann, no en sus escenas de acción ni estilo desde luego, pero sí a la hora de mostrar de manera paralela las andanzas de una banda de ladrones y las de los policías que los persiguen, incidiendo tanto en la parte de intriga como en las relaciones familiares de los protagonistas. Así, tanto unos como otros tienen que lidiar no solo con los problemas de sus ocupaciones 'laborales', sino con todo tipo de crisis familiares.

Guante blanco mantiene la duración habitual de en torno a una hora y 20 minutos por capítulo, pero se las ingenia para sortear esta garantía de aburrimiento que aqueja a la mayoría de series españolas. Y es que en realidad tenemos dos capítulos: por un lado seguimos las peripecias de la banda especializada en golpes de guante blanco siguiendo paso a paso la preparación del próximo golpe, en el que, invariablemente, siempre tendrán que improvisar un segundo plan tras complicarse las cosas, con esos momentos tipo House, en los que al líder de la banda, Mario Pastor, se le ocurre una idea genial. Y por otro, el inspector Bernardo Valle dirige la investigación del último golpe, estrechando cada vez más el cerco en torno a la banda. El primer capítulo, una película de hora y media, arranca de hecho con un largo prólogo en el que asistimos al primer golpe, de manera que a continuación se prepara el segundo mientras la policía investiga el primero.

Capítulo a capítulo vamos conociendo mejor a los protagonistas, mientras el juego del ratón y el gato se vuelve más apasionante. Por un lado, tenemos al inspector Valle, que acaba de trasladarse a Madrid con sus hijos, un adolescente y una niña, tras enviudar. A su cargo estarán los subinspectores Roberto Cortés, con el que choca por su aparente desaliño y una manera descuidada de trabajar, y Rebeca Mendoza, que tiene cierto problema familiar. Por el otro, Mario Pastor ha hecho de su 'trabajo' un arte, aunque tiene la sombra de su padre, que también se dedicaba al negocio. Más problemas le dan su mujer, periodista, la única que sabe a qué se dedica, un hijo de corta edad y una hija adolescente que acaba de quedarse embarazada. La banda se completa con César Ferrer, todo un veterano en el negocio; Sara, una joven especializada en disfraces, y Jorge, ludópata y sinvergüenza, siempre tirándole los tejos a Sara.

La serie se compone únicamente de 8 episodios, que parece que va a ser la nueva duración habitual de cada temporada aquí en España, como consecuencia de la crisis. En este caso, se suponía que iban a ser 13 pero la baja audiencia llevó a TVE no solo a recortarla sino a suspender su emisión y finalizar la misma directamente en internet. Supongo que no jugó a su favor el excesivo academicismo de la propuesta, impecable formalmente, pero en la que se echa en falta cierta chispa y algo más de imaginación, sobre todo en estos tiempos 'tarantinianos'. 

La reducción de episodios impidió desarrollar algunas tramas y personajes, como el romance incipiente entre Jorge y Sara, que nunca se explicase por qué esta última eligió el crimen siendo hija de juez, el chantaje sexual al que somete a la mujer de Pastor su nuevo jefe en el periódico, etc. Y sobre todo, perjudicó al desenlace, que queda muy por debajo del nivel de la serie. En este sentido, hay que tener en cuenta que cada capítulo arranca con el interrogatorio al que es sometido el inspector Valle varios años después de los hechos que se narran (con un pésimo maquillaje, por cierto), y donde se nos van dando pistas sobre cómo acabó la caza del grupo de Pastor... solo que dicha resolución llega de manera demasiado abrupta e insatisfactoria.

A pesar de ello Guante blanco es un producto más que sólido, a lo que contribuyen los milimétricos guiones y un estilo visual muy ágil, además de un tema musical de lo más pegadizo. Y sobre todo, por el extraordinario reparto, que casi ha repetido Garci en su versión de Sherlock Holmes. Carlos Hipólito asume con su habitual credibilidad a Valle tras haber protagonizado la exitosa Desaparecida, mientras que en el otro lado tenemos a José Luis García-Pérez, otro que tampoco es santo de mi devoción, en uno de sus mejores trabajos. En el lado de la ley también tenemos a Jorge Roelas, para la parte, digamos cómica, y a Leticia Dolera, aportando toda su belleza y profesionalidad, como hace en el bando contrario Pilar Punzano. También tenemos a Eloy Azorín con todo su desparpajo para interpretar al guapo caradura, y sobre todo a José Ángel Egido, que borda uno de sus mejores personajes, sin olvidar a Ana Risueño como la mujer de Pastor. El elenco de secundarios episódicos tampoco se queda lejos, y entre los habituales sobresale Jordi Dauder, sensacional como el hombre que encarga los trabajos a Pastor. Incluso tenemos una breve pero clave aparición del recientemente fallecido Carlos Larrañaga.

Y en cuanto a los golpes, desde clásicos como robar un Van Gogh o un Stradivarius, a una colección de vinos cotizadísimos, un huevo de Fabergé o un incunable... e incluso un cadáver, sin que falte un golpe en un casino. Pastor siempre halla la manera de sortear todas las trabas, frustrando a Valle, que siempre parece ir un paso por detrás. Si queréis volver a disfrutar con una de policías y ladrones como los de antes, esta es la vuestra.

viernes, 7 de septiembre de 2012

El estreno: Viggo hace las américas


Por lo visto los cines no se han enterado de que ha subido el IVA, y arrancamos precisamente septiembre con el mayor número de estrenos, y en su mayoría interesantes, de los últimos tiempos.

De Hollywood nos llega la última propuesta de acción, Dredd, con Karl Urban encarnando al popular antihéroe del famoso cómic de ciencia ficción que ya conoció una mediocre versión fílmica protagonizada por Stallone. A ver si hay más suerte. Y una nueva comedia romántica, Eternamente comprometidos, pero con cierto toque gamberro y una de las actrices del momento, que se está convirtiendo en estrella a la chita callando, Emily Blunt. Al menos el tráiler pinta divertidísimo.

El cine patrio contraataca con lo último de un peso pesado, José Luis Garci, que esta vez nos da su versión de Sherlock Holmes, al que trae a Madrid persiguiendo a Jack el Destripador. El director recurre a sus clásicos (Carlos Hipólito, José Luis García Pérez como Watson y Gary Piquer como Holmes. Si añadimos a Leticia Dolera, tenemos medio reparto de la televisiva Guante Blanco, de la que hablaremos en breve) para una cinta que, como aficionado al gran detective, debería interesarme, pero pinta muy mal, y encima apenas se ha estrenado en medio centenar de salas, el estreno más flojo del cineasta en una década. Mal asunto.

También tenemos de vuelta a John Cusack, tras interpretar a Poe, en una coproducción histórica a lo grande, Shanghai, donde le acompañan tres estrellas del cine asiático que ya han hecho fortuna en los USA: Ken Watanabe, Chow Yun Fat y la bella Gong Li. A ellos se suma Jeffrey Dean Morgan, aquel actor que descubrimos en Anatomía de Grey y que luego encarnó a El Comediante en Watchmen, y que hace doblete en la cartelera, ya que también lo tenemos en la cinta de terror La posesión, junto a Kyra Sedgwick.

Tenemos incluso a Rachel Weisz, en un papel más a su altura que el que le tocó recientemente en la serie Bourne, con el drama romántico The deep blue sea. Y si os van las propuestas curiosas, El río que era un hombre, con la odisea de un joven alemán que descubre África.

Pero la apuesta de la semana es la argentina Todos tenemos un plan, que nos devuelve al mejor Viggo Mortensen y a su acento más español, encarnando a dos hermanos gemelos en una oscura trama de intriga. No sé si es una garantía que los productores sean los mismos que los de El secreto de sus ojos, con la que desde luego lo tiene muy difícil para compararse, pero también aquí encontramos a Soledad Villamil. Creo que valdrá la pena darle una oportunidad.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

'Juego de Tronos' acaba con la sombra de 'El señor de los anillos'



Si Alphas ha sido la serie revelación del verano, es evidente que Juego de Tronos ha sido la serie de estos últimos meses, ahora que por fin Antena 3 la ha echado en abierto… aunque habría que preguntarse por qué la cadena ha emitido una serie del éxito de la que nos ocupa en el periodo estival, justo cuando se suele recurrir a programas de saldo ante la bajada de la audiencia. En fin.

Lo mejor de Juego de Tronos es que es fantasía medieval a lo grande… sin copiar para nada El señor de los anillos. Y es que lo peor del exitazo de la adaptación fílmica de Peter Jackson es que desde entonces cada película de fantasía medieval que se ha estrenado ha tratado de ser un calco de la obra de Tolkien. Y ya no es solo que a la mayoría el presupuesto no les llegase, sino que se acabó cayendo en la rutina y todas las propuestas parecían iguales.

Juego de Tronos no se parece a El señor de los anillos, ni falta que le hace. Para eso está basada en otra de las mejores sagas literarias de fantasía, Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin, que de hecho aún está inconclusa. En principio van a ser 7 volúmenes y acaba de publicarse en nuestro país, creo que con un año de retraso sobre el original, la quinta entrega. Juego de Tronos es, de hecho, el título del primer volumen, al que le siguen Choque de Reyes, Tormenta de Espadas (que al parecer será adaptado en dos temporadas), Festín de Cuervos, Danza de Dragones, y próximamente, Vientos de Invierno.

Martin ha tejido un vasto tapiz, lleno de personajes, escenarios e historias, donde abundan más las intrigas palaciegas y luchas del poder, al más puro estilo mafioso (algunos hablaron de Los Soprano en la Tierra Media) que las batallas multitudinarias. De hecho, en esta primera temporada de 10 capítulos, a falta de auténtica épica (entendiendo por tal, escenas de batalla), no han faltado los diálogos memorables, que se suceden uno tras otro de manera magistral, como si hubieran seleccionado los mejores pasajes de la novela.
Si algo caracteriza a Juego de Tronos es su extrema violencia, rozando el gore en algunos momentos, y la alta carga de desnudos y escenas sexuales, aunque en realidad esta es la tendencia actual de las series USA producidas por la televisión de pago, véase Boardwalk Empire o Spartacus.

Desde que en el primer capítulo el rey reclama a Ned Stark, encarnado por Sean Bean en la que considero su mejor interpretación (y mira que este hombre nunca ha sido santo de mi devoción), la familia de este último se convierte en el eje central de multitud de tramas, incluyendo a sus dos hijas, la que sueña con ser reina y la que no desea otra cosa que convertirse en un guerrero.

Hasta cierto punto, evidentemente, las tramas se cierran en el capítulo noveno, para en el siguiente establecer las líneas maestras de la siguiente temporada, cerrando la presente con dos escenas memorables. La primera hubiera sido un final perfecto para la temporada, pero la siguiente es lo que hemos estado esperando desde el principio. Magistral

Por lo que a mí respecta, me quedo con dos de los personajes. Por supuesto, Tyrion Lannister, sin duda el más carismático de la serie, y niño mimado del autor, que utiliza su inteligencia para compensar su escasa estatura y hace gala de una curiosa moral. Pero quien me ha ganado por completo es Daenerys Targaryen, que pasa de niña virginal e ingenua a reina implacable, capaz de afrontar cualquier cosa para lograr sus objetivos.

En cuanto al resto del reparto, secundarios de lujo por doquier, además de una Lena Headey que sigue en tan buena forma como en 300, aunque tiene una rival de lujo en Michelle Fairley como Lady Stark, madre y esposa sufrida que ofrece muchos de los mejores momentos de la serie.

En Juego de Tronos hay historia para rato, páginas y más páginas para desarrollar los personajes, para que evolucionen… o matarlos, mientras se suceden peligros en todas partes. Lo mejor está por venir... como el invierno.


El detalle: Puestos a destacar escenas y diálogos, los hay a mansalva, como, por ejemplo, cada vez que coinciden juntos el jefe de los espías de la corte y el dueño del burdel de Desembarco del Rey. Pero, posiblemente porque supone el arranque de uno de los últimos capítulos, me quedo con la primera aparición del patriarca de los Lannister, de quien mucho habíamos oído hablar, encarnado magistralmente por Charles Dance. Le suelta un discurso de aquí te espero a su hijo, en el que sintetiza toda su filosofía de vida… mientras despelleja a un lobo. Sí señor, el hombre más rico del mundo destripando a un animal con sus propias manos. Eso es presentar a un personaje.

lunes, 3 de septiembre de 2012

¿Un 'nuevo' Bourne? Más bien no...



¿Es El legado de Bourne la mejor película de la saga? Posiblemente. ¿Es, al mismo tiempo, la más aburrida y previsible? Pues también. El reinicio de la serie a cargo de Tony Gilroy al guión y la dirección, y con Jeremy Renner como protagonista es la cinta más redonda hasta la fecha, aunque adolece de una falta de originalidad total. Si no has visto ninguna de las tres entregas protagonizadas por Matt Damon, te encantará, pero si eres un fiel seguidor de la serie no verás nada que no hayas visto antes: otra vez Bourne, digo Aaron Cross, corriendo por las azoteas, otra persecución de motos (impresionante, eso sí)… más de lo mismo.

A Gilroy hay que reconocerle que ha sabido enlazar la nueva entrega con las anteriores con una gran habilidad, para lo cual contaba con la ventaja de haberlas escrito todas, tomando las novelas de Robert Ludlum como mero punto de partida para construir una nueva mitología. Toda la parte inicial de El legado de Bourne discurre de manera paralela a lo acontecido en El ultimátum de Bourne, su predecesora, lo que le da mucha coherencia y le hace ganar puntos para los fans de la saga. En cambio, quien vea por primera vez un film de la serie andará un tanto perdido. Podrá seguir el argumento sin problemas, pero no captará al cien por cien todo lo que estará viendo.

A diferencia de El ultimátum de Bourne, que era acción en estado puro (ya que el argumento arrancaba en la cinta anterior, El mito de Bourne), aquí Gilroy tiene que contar una historia desde el principio y presentar nuevos personajes, por lo que esta entrega tiene mucho más guión que la anterior y la acción se ve reducida, aunque la recta final es de infarto. Eso sí, el sucesor de Bourne no tiene ninguna pelea cuerpo a cuerpo al nivel de las últimas, de extrema violencia.

El film arranca alternando un ‘entrenamiento’ de Cross en plena naturaleza salvaje, presentándolo como una máquina imparable, con una revisión de lo ocurrido en El ultimátum de Bourne. Dichos acontecimientos llevan al personaje encarnado por Edward Norton, otro jefazo del Gobierno USA, a desmantelar un programa similar al que dio luz a Bourne para evitar que la prensa lo descubra… lo que supone cargarse a todos los implicados. Pero Cross y la doctora encarnada por Rachel Weisz se las ingenian para emprender la huida. Se repite, por tanto, el esquema de El caso Bourne, aunque aquí sin la dosis de misterio que había en aquella dada la amnesia del protagonista. El elemento novedoso en este caso es que los asesinos entrenados por el Gobierno toman unas drogas para potenciar sus habilidades físicas y mentales, y a Cross se le están acabando, por lo que necesita hallar un suministro.

Renner cumple en su cometido, aportando intensidad a un personaje apenas construido, mientras que Rachel Weisz es lo mejor de la función, con el clásico personaje que se ve arrastrado por los acontecimientos… aunque no está totalmente libre de culpa. En cuanto a Norton, también cumple, hablamos de primeros espadas, pero a diferencia de David Strathairn, que en el film anterior tenía como oponentes a Joan Allen y a Matt Damon, aquí Norton… no tiene a nadie, ya que durante la mayor parte del tiempo creen muerto a Cross.

Por lo demás, es engañar al público poner en el cartel los nombres de Joan Allen y Albert Finney, que no salen ni medio minuto, y el segundo en unas imágenes televisivas. Ya puestos, podrían haber puesto a Strathairn, que debe rondar el minuto en pantalla con un par de intervenciones. En cambio, ni se menciona a Stacy Keach, que comparte la mayor parte de escenas de Norton con gran eficacia.

En cuanto al futuro de la saga, baste decir (y esto es spoiler para quienes hayan visto El caso Bourne) que El legado de Bourne acaba igual que la primera entrega de Damon. Ya digo, originalidad, poca.