domingo, 29 de julio de 2012

Spiderman se da un baño de realidad



¿Hacía falta volver a contar el origen de Spiderman? Esa es la principal pregunta que uno se hace tras ver The amazing Spiderman, el nuevo reinicio para la saga fílmica del hombre araña después de la trilogía de Sam Raimi. Lo más normal hubiera sido continuar contando nuevas aventuras del personaje allí donde lo dejó el director de El ejército de las tinieblas, con el mismo reparto o uno nuevo, pero la apuesta ha sido volver a empezar de nuevo y contar oootra vez el origen del personaje, algo seguramente innecesario dado que, 1, ¿hay alguien que no sepa cómo Peter Parker se convierte en Spiderman?, y 2, hace muy poco que eso se contó en el cine. Pero se ve que la productora perdía los derechos sobre el personaje si no hacía una película pero ya...

Al margen de la idoneidad del planteamiento, lo cierto es que la buena mano del director, Marc Webb (predestinado a dirigir esta película, puesto que su apellido significa red en inglés) y el monumental trabajo del nuevo Spidey, Andrew Garfield, junto a una encantadora Emma Stone como Gwen Stacy, superan los errores de bulto de un guión con demasiados problemas para facturar una cinta que, muy posiblemente, supera la visión de Raimi, demasiado canónica (y aburrida), a excepción de su tercera entrega. Vaya por delante que esa es, de lejos, mi favorita, puesto que es la que más tramas plantea, aunque lo haga de una manera un tanto caótica, además de mostrar el lado oscuro de Parker, lo que ocurre cuando se ve tentado por su poder. Y respecto a la segunda entrega, al parecer tan venerada por los fans, siempre me pareció un remake de su predecesora, aunque Alfred Molina hacía la mejor interpretación de su carrera como Octopus.

Pero a lo que vamos. A la hora de volver a contar el origen de Spìderman, y teniendo bien presente que Raimi lo contó con gran maestría hace muy poco tiempo, se le ha tratado de dar un nuevo enfoque. Y se ha recurrido a dos referentes antológicos. Por un lado, se ha tenido muy en cuenta la visión oscura que Nolan ha dado de Batman, así que aquí también se ha optado por un enfoque más realista, potenciando la faceta más atormentada de Peter Parker, tanto al creerse culpable de la muerte de su tío Ben como, en esta nueva versión, por la temprana muerte de sus padres, que es una de las tramas claves de esta entrega.

Como ocurre con Batman, veremos a la policía persiguiendo a Spiderman, considerándole una amenaza, y también veremos cómo Parker descubre sus poderes y los va controlando y convirtiéndose poco a poco en Spiderman, de una manera más realista que en la versión de Raimi, mucho más a lo Nolan. De hecho, y al igual que ocurría en Batman Begins, el auténtico protagonista es Peter Parker y tardaremos una hora en ver a Spiderman, en una película que se pasa con el metraje, 2 horas y 10 minutos, con un argumento que no da para tanto.

La otra gran influencia a la hora de contar los inicios de Spiderman es Ultimate Spiderman, la serie guionizada desde hace como una década por Brian Michael Bendis, el mejor guionista de Marvel en la actualidad y el gran arquitecto de la casa durante los últimos años, en la que se prescindía de la continuidad y la evolución del personaje durante décadas para volver a narrar sus aventuras desde el principio (¿de qué me sonará eso?).

Como en dicha versión, aquí recuperamos al Peter Parker de 17 años que acude al instituto, y se tarda más en ‘matar’ a Ben Parker para profundizar en su relación con Peter. También se recoge una de las grandes novedades de Ultimate Spiderman (y esto no es spoiler porque ya sale en el tráiler): que Parker desvele su identidad secreta a su novia a las primeras de cambio, en lugar de tardar años como en la versión original. Aunque aquí la novia es Gwen Stacy, la primera de los cómics originales, y no Mary Jane, como en Ultimate, donde por cierto Gwen cambia su aspecto ñoño y angelical por el de una punk rebelde y con navaja… aunque su padre sigue siendo policía, eso sí.

Dado que en la versión de Raimi Mary Jane no se entera de que Peter es Spiderman hasta el final de la segunda película, esto lo cambia todo… o no, puesto que el cierre de The amazing Spiderman deja a la pareja protagonista en la misma situación que al final del primer film de Raimi… salvo por cierta escena que lo echa todo a perder. Y es que parece que los guionistas no tenían las ideas muy claras.

Por lo demás, tenemos a Flash armando bulla en el colegio y desaparecen tanto el Daily Bugle como la familia Osborn… aunque Oscorp está muy presente y mucho nos tememos que el Duende Verde aparecerá en la próxima entrega. Lo que sí tenemos es otro villano involuntario, para seguir con la norma de esta saga fílmica, un nuevo científico al que sus investigaciones se le escapan de las manos. Ya ocurría con el Duende Verde en la primera entrega de Raimi, luego con el Doctor Octopus en la siguiente, y en la última teníamos el legado del Duende Verde, más un ladrón de buen corazón que se convertía en el Hombre Arena y un alien.

Ahora el papel de malo recae en el doctor Kurt Connors, al que se relaciona con los padres de Peter, y que acabará transformándose en el Lagarto. Vaya por delante que es uno de mis personajes favoritos del cómic, y tal vez por eso no me ha maravillado especialmente la versión que han dado de él en la gran pantalla ni la interpretación de Rhys Ifans, que no lo hace mal pero se queda muy lejos de Willem Dafoe como el Duende Verde o el citado Alfred Molina.

Todo lo contrario que el derroche de carisma de Andrew Garfield, mucho más acertado para el personaje que Tobey Maguire, volcado en transmitir todos los matices de Peter Parker. Emma Stone está, sencillamente, maravillosa como Gwen, y tiene una magnífica química con su pareja, en la pantalla, y por lo visto fuera de la misma. Por cierto, tanto ella como el capitán Stacy y familia están retratados de una manera mucho más fiel al cómic que en la última cinta de Raimi, donde Gwen parecía una super modelo… justo lo que siempre ha sido Mary Jane. Otro de los factores que creo que han llevado a confundir al público a la hora de abordar esta nueva entrega.

Siguiendo con el reparto, Martin Sheen se luce mucho más que Cliff Robertson como un tío Ben mucho más real… y que además dispone de muchos más minutos en pantalla. Todo lo contrario de Sally Field, como una tía Ben con la que no han sabido qué hacer… y no solo estoy pensando en sus dos últimas intervenciones.

En cuanto a las escenas de acción, son sencillamente asombrosas. La técnica sigue avanzando y los movimientos de Spiderman son aún más fluidos y reales que en las entregas anteriores. Por cierto, que también se han recuperado con acierto los lanzarredes originales del cómic, a diferencia de la versión de Raimi, donde la red salía directamente de las muñecas de Peter.

A pesar del tono oscuro de la mayor parte del film, las salidas humorísticas de Spiderman siguen ahí, como válvula de escape para tanto sufrimiento por el que pasa el personaje, con grandes momentos como ver a Spiderman hablando por el móvil con tía May y diciéndole que está a punto de ir a comprar huevos.

Al final, aunque lejos de la espectacularidad y épica de Los Vengadores, e imagino que muy lejos del tercer Batman de Nolan, el reboot de Spiderman, aunque más que prescindible, sale bien parado gracias, como ya he dicho, a su director y a su protagonista, el primero con grandes momentos como cuando Connors coloca su único brazo ante un espejo para crear la ilusión de que tiene dos.

Otra cosa es el guión, que combina aciertos con defectos. Entre los primeros, el origen de la máscara de Spiderman, en un homenaje a la versión canónica, o esa parte final, muy a lo The Dark Knight, con toda la ciudad aterrorizada por el Lagarto y los buenos ciudadanos de Nueva York ayudando a su héroe a luchar contra el malo. Respecto a lo otro, pocas sorpresas y demasiada tendencia a optar por lo fácil (qué curioso que Gwen sea compañera de clase de Parker, ayudante de laboratorio de Connors e hija del capitán de policía) y a no cerrar tramas, y ahí vamos con los

SPOILERS
¿Qué les pasó realmente a los padres de Peter y qué papel tuvo en ello Connors? Vaya usted a saber, como el destino del asesino del tío Ben, al que por lo visto a Peter se le olvida seguir buscando en medio de tanto lío. O qué ocurre con Connors, al que meten en la cárcel y va que chuta.





El detalle: No os perdáis la ya tradicional aparición de Stan Lee, el creador de la mayoría de personajes Marvel. La mejor, de lejos, de todas las que he visto hasta ahora. Imperdible.

viernes, 27 de julio de 2012

El estreno: Cuando el cielo iba a caer sobre nuestras cabezas


Tras la tormenta viene la calma, y tras el estreno del último Batman solo tenemos un nuevo blockbuster, eso sí, orientado al público infantil. La nueva entrega de Magadascar, otra cinta que al igual que Ice Age, está dando mucho más de lo que podía esperarse, y que ya va por la tercera entrega, convertida en la nueva mina de oro de Dreamworks.

También encontramos comedias para adultos, como la española Impávido o la croata Solo entre nosotros.  Y es que esta semana hay estrenos de todas las nacionalidades. De Alemania nos llega una de vampiras adolescentes, Somos la noche, y una de piratas, 12 pasos sin cabeza, y de Francia la romántica Love and bruises, y el estreno de la semana, El skylab, cuarta película dirigida por la también actriz Julie Delpy.

Mientras prepara la tercera parte de Antes del amanecer con Ethan Hawke, la Delpy toma como excusa un hecho histórico, la caída del satélite skylab, para recordarnos cómo era la sociedad francesa de su niñez. La protagonista, una niña de 10 años, Albertine, está basada en la infancia de la propia directora, que aquí interpreta a la madre de la niña. Una divertida propuesta, con tintes de radiografía social, más que refrescante para este verano, entre blockbuster y blockbuster.

miércoles, 25 de julio de 2012

El último regalo de Michael Jackson, el fin del sueño



Tristeza y asombro. Esas son las sensaciones que provoca el visionado de This is it (2009), el film póstumo de Michael Jackson.

Tristeza. ¿Habéis deseado algo alguna vez con mucha fuerza? ¿Habéis trabajado al máximo, durante meses o años para lograrlo? ¿Y habéis visto cómo en el último momento todo se iba al traste? El ejemplo más reciente es el de Rafa Nadal, que no podrá participar en los Juegos Olímpicos de Londres ni ser el abanderado español por una lesión de última hora.

Imaginad ahora que lo que siempre habéis deseado es bailar o tocar música junto al artista vivo más grande de todos los tiempos, Michael Jackson. Que os han elegido para actuar con él en su nueva gira, 50 conciertos. Que llevais meses ensayando con Michael, dando forma al proyecto. Y que nada de eso va a ser realidad, que nadie os verá bailando a su lado, porque Michael muere antes del inicio de la gira.

Tristeza, porque en lugar de poder asistir a la nueva gira del mayor artista de la historia tenemos que conformarnos con el making of del concierto. Era la única manera de que todo el trabajo y esfuerzo de músicos, cantantes, bailarines, directores, etc., derrochado para que la gira This is it fuera una realidad llegase al público, aún en su versión más primaria. Era, también, supongo, la única manera de recuperar el dinero invertido en el show.

Y ahí, mención especial para lo que habían preparado en las canciones que propiciaron los dos mejores videoclips del cantante: Smooth Criminal  y Thriller, of course. El primero, con un montaje en blanco y negro que quita el aliento, con Michael compartiendo plano con la Rita Hayworth de Gilda, el mismísimo Humphrey Bogart y hasta Edward G. Robinson. Y el segundo, con un minifilm zombie en 3D apabullante y una araña gigante en el escenario… de la que sale el propio Michael ya zombificado.



Atención también a las imágenes rodadas para Earth Song, dignas de Planeta Tierra; al numerito que se montan mientras suena The way you make me feel, o al momento Jackson Five, tan espectacular como emotivo. Beat it sigue sin haber perdido un ápice de fuerza, y Billie Jean es, simplemente, Michael en estado puro.

Asombro. Porque pese a la pinta de adefesio que tenía Michael Jackson en los últimos tiempos (en realidad desde Bad, aunque entonces no parecía importarle a nadie), delgado como un palillo, con una figura desmadejada que parecía a punto de derrumbarse en cualquier momento, cuando pisaba el escenario (y hablamos de ensayos), se transfiguraba como en sus mejores momentos, de los que no parecía haber  pasado un día.

This is it nos recuerda que, hasta el día de su muerte, Michael seguía tocado por algo divino: su voz continuaba siendo la de un ángel (ahí está I just can’t stop loving you para recordárnoslo) y cuando bailaba se movía como el mismísimo diablo. Al margen de lo polémica que pudiera ser su vida personal, en lo suyo, seguía siendo el mejor, el número uno absoluto. Y en cuanto a lo otro, si uno se fija en el film, da la impresión de que mentalmente seguía siendo el niño que nunca le dejaron ser.

So long, Michael.

domingo, 22 de julio de 2012

La Edad del Hielo se desinfla



Parece que la crisis ha llegado hasta al cine de animación. Vale, no todo va a ser Toy Story 3, una absoluta maravilla que cerró de manera portentosa una trilogía imprescindible, pero desde que Johnny Depp se transmutara en lagarto nada ha vuelto a ser lo mismo. Dreamworks y Fox han tirado este verano por lo fácil, por nuevas entregas de Madagascar (y van 3) y Ice Age (y van 4, igualando a Shrek). Solo Pixar ofrece algo nuevo, aunque después de la decepción de Cars 2 es más que comprensible. Sin embargo, no puedo decir que el tráiler de Brave, con su propuesta de fantasía medieval en tono de comedia y protagonista femenina, me atraiga demasiado.

Lo cierto es que la saga ambientada en la era glacial nunca ha pasado del aprobado alto, con más buenas intenciones que otra cosa, y destinada bastante más al público infantil que al adulto, algo que se nota especialmente en esta última entrega. Pocas novedades y una trama y desarrollo rutinarios, que hacen que la película se vea con agrado pero también que te olvides de ella en cuanto salen los títulos de crédito finales.

La separación de los continentes es la excusa para que los tres protagonistas queden separados de la familia del elefante Manny y naveguen a la deriva, tratando de volver a casa. Por el camino, y tratando de aprovechar el éxito de Piratas del Caribe, se encontrarán con unos malvados piratas que no les darán cuartel, cuyo capitán es interpretado por Peter Dinklage, o sea, Tyrion Lannister en Juego de Tronos.

Con un apartado gráfico impecable, pero que ya no sorprende tras cuatro entregas, las principales novedades en cuanto a personajes son el nuevo interés amoroso de Diego (demasiadas parejas y demasiados hijos ya…), a cargo de Jennifer López en la versión original, y la abuela de Sid, que protagoniza los momentos más desternillantes y es lo mejor de esta entrega, en la que también ganan protagonismo la hija de Manny y sus amigos, con una trama que parece sacada de una serie de adolescentes de Disney.

Los síntomas de agotamiento de la saga son más que notables, como denota el que la cinta no llega ni a la hora y media, aunque en este caso lo peor (además de alguna cancioncita que se cuela en el metraje) es que se ha reducido mucho la presencia de Scrat, la ardilla, auténtica estrella de la serie con sus cortos mudos. Después del espectacular arranque, en el que descubriremos su decisivo papel en la separación de los continentes, sus apariciones son escasas, y lo que es peor, demasiado breves.

Igual habrá que ir pensando en cerrar una saga cuyo éxito creo que ha superado con creces lo esperado por sus creadores.




PD: Lo mejor de ir a ver Ice Age 4 tiene lugar justo antes de que empiece la película. Hablamos del corto de Los Simpson con protagonismo total para Maggie, enfrentada de nuevo al bebé unicejo, y aún antes, del tráiler de Epic, lo nuevo de Fox en animación, muy en plan Los diminutos, y con una pinta deslumbrante. Parece que aún hay esperanza para los dibus en pantalla grande.

viernes, 20 de julio de 2012

El estreno: Nolan se despide de Batman


Bueno, pues esta semana no hay misterio, llega el estreno, al menos para mí, más esperado del año, el único que justificaría pasar por caja cuando llegue la subida del IVA: el cierre de la portentosa trilogía que ha edificado Christopher Nolan en torno al mito de Batman. Aunque tenemos algunas propuestas más, desde luego valientes, porque parece imposible competir con el hombre murciélago. Fernando Tejero, Guillermo Toledo y unos cuantos más lo intentarán en la comedia española Desechos, mientras en El irlandés tenemos otra cinta destinada a provocar las risas con otro reparto de lujo encabezado por Don Cheadle y Brendan Gleeson. Y si no fuera por Batman, sería el fin de semana de Mr. Nice, con Rhys Ifans, al que aún podemos ver como el Lagarto en lo nuevo de Spiderman, convertido en Howard Marks, el mayor traficante de hachís de todos los tiempos. Le acompañan, entre otros, David Thewlis, Chloë Sevigny y nuestros Luis Tosar y Elsa Pataky.

Pero a lo que vamos. 2 horas y 45 minutos es el metraje del tercer Batman de Nolan, aunque mi apuesta es que en realidad no pasará de las dos horas y media cumplidas. A tenor de los tráilers, épica total partiendo de sagas vistas en el cómic como La caída del caballero oscuro, en la que se presentaba a uno de los más duros villanos del personaje, Bane, que en un enfrentamiento directo le rompía la columna vertebral a Bruce Wayne. Y eso es lo que podemos esperar de esta última entrega: cómo el héroe es derrotado y renace de sus cenizas. El director también recupera a Catwoman (aunque parece que en ningún momento la llaman así en el film), a cargo nada menos que de Anne Hathaway. Y es que, para variar, Nolan ha vuelto a disponer de un reparto de lujo (con él este calificativo siempre se queda corto), en el que mantiene a los habituales de la saga (Christian Bale, Michael Caine, Morgan Freeman o Gary Oldman), y, mira tú qué cosas, se ha traído al reparto de su anterior film, Origen, casi al completo: Tom Hardy como Bane, Joseph Gordon-Levitt como un nuevo policía (un personaje que apostaría a que es una de las claves de la película) y la francesa Marion Cotillard como... esa es una gran pregunta.

Nolan se ha ganado con sus trabajos el puesto de mejor director en la actualidad, o al menos uno de los pocos capaces de sorprender al espectador y de hacer compatible un espectáculo de acción al máximo nivel con un argumento dramático, con personajes y que da que reflexionar. Lo tiene difícil para cerrar su visión de Batman con un film a la altura de los anteriores, y encima sin el Joker, pero... la única película imperdible de este año, a ver si nos queda claro.




PD: Sí, bueno, igual habéis notado que en ningún momento he mencionado el título del film, pero es que eso de El caballero oscuro: la leyenda renace... en fin, lo peor de esta entrega, vaya.

miércoles, 18 de julio de 2012

Proyecto Batman II: El Joker y la filosofía del caos


Con el Batman de Nolan ocurre como con ‘24’. Tras la primera y magistral entrega todos pensábamos que era imposible que la secuela estuviera a la altura, pero en lugar de eso, lo que ocurrió fue que las segundas partes fueron mejores. En el caso que nos ocupa, el director había podido combinar en su primer Batman el espectáculo de acción con el drama y la reflexión al narrar el origen del personaje. Pero eso ya no podía hacerlo en una segunda parte, en la que la única opción era enfrentar a Batman a nuevos enemigos…

…pero ahí estaba el Joker. Desde el impecable prólogo, el atraco a un banco que demuestra que aún pueden hacerse cosas nuevas, el Payaso del Crimen empieza a adueñarse de la pantalla, mientras Nolan avisa de que va a por todas y marca un ritmo que no decaerá en todo el film, bien respaldado por la potente banda sonora de Hans Zimmer y James Newton Howard. Dos horas y 20 minutos que pasan volando, y donde una amenaza sucede a otra en un continuo increscendo, un espectáculo de acción sin tiempos muertos, al tiempo que el director profundiza en los personajes y pone al espectador ante continuas reflexiones.

La cinta arranca donde acabó su predecesora, con Batman luchando contra la mafia. Con Falcone fuera de juego, ahora es Sal Maroni (Eric Roberts) quien mueve los hilos, pero también tenemos a bandas lideradas por negros y europeos del este. Batman sigue teniendo el apoyo de Gordon, que gana protagonismo, y del recién llegado fiscal, Harvey Dent. Este será fundamental en el desarrollo del film, ya que Bruce Wayne lo ve como la persona indicada para continuar la labor de Batman de manera legal, lo que permitiría a Wayne dejar la capa y retomar su historia de amor con Rachel… que ahora sale con Dent, de modo que ya tenemos triángulo amoroso, un punto de interés más para la película. Encima, Nolan recupera, aunque sea brevemente, al Espantapájaros, y en el arranque nos muestra que ponerse un traje de Batman no basta para convertirte en Batman.


La lucha contra la mafia llevará a Batman a Japón, con lo que Nolan repite la jugada de su primera entrega, llevando al personaje fuera de Gotham, en este caso para marcarse una escena digna del repertorio de saltos de Tom Cruise en ‘M:I’, y donde, como ya ocurriera en ‘Batman begins’, vemos al hombre murciélago volando. Mientras Batman va a lo suyo, el Joker empieza a hacer acto de presencia, ofreciendo sus servicios a los mafiosos para acabar con Batman, pero siendo rechazado ya que lo ven como un bicho raro. Al final no tienen otra que recurrir a él, y ya tenemos el primer enfrentamiento directo entre los dos personajes.

Ha habido muchas versiones del Joker, y Nolan, autor del guión junto a su hermano Jonathan, partiendo de una idea del propio Christopher y de David S. Goyer, las ha sintetizado todas, logrando el Joker definitivo. Batman cree que es un villano más, movido por  la codicia, pero será Alfred, con mucha menor presencia en esta secuela, quien dé la clave del personaje. El mayordomo le sugiere a Wayne que ‘hay personas que solo quieren ver el mundo arder’, como un bandido al que persiguió en su época militar, que robaba y destruía sin ningún fin concreto. ‘¿Cómo le detuvisteis?’ pregunta Wayne, y la respuesta de Alfred es ‘Quemamos el bosque’.

Porque el Joker mostrará a Wayne que su tarea como Batman es mucho más difícil de lo que creyó al principio. Wayne cree haber entendido las motivaciones de los criminales, pero el Joker va más allá, solo busca el caos y llevará a Batman hasta el límite. A Nolan no le interesa explicar por qué el Joker actúa así, qué le ha convertido en lo que es… aunque en cierto modo podemos hacernos una idea viendo el origen de Dos Caras, otro villano clásico de Batman al que sí veremos en el tramo final del film. Eso sí, el Joker deja claro que no hubiera existido sin Batman, alimentando la sensación de culpabilidad de Wayne.

Y si esta versión del Joker ya resultaba magistral gracias al guión, cualquier adjetivo para la interpretación que realiza Heath Ledger se queda corto. El joven actor realiza el mejor trabajo de su carrera, y eso que se tira toda la película con la cara pintada, con una voz portentosa que hace imprescindible la versión original. Impagables imágenes como su huida de la cárcel sacando la cabeza por la ventanilla de un coche policía o saliendo de un hospital en llamas vestido de enfermera. Una verdadera lástima que el actor falleciera antes del estreno del film, lo que ha vuelto legendario este trabajo.

Una de las claves del Joker es buscar la resonancia a través de los medios y de golpes a lo grande, lo que vuelve épica la película: un atentado contra el alcalde en plena calle, durante el entierro del comisario; una antológica persecución nocturna, donde queda claro que este film tuvo mucho más presupuesto que su predecesor, y donde Batman estrena moto; la voladura de un hospital, hacer público que matará a una persona al día hasta que Batman se entregue, o dar una hora para que la gente mate al hombre que sabe quien es Batman… por no hablar del gran dilema moral de su penúltima jugada: matar o morir.

La muerte de uno de los personajes principales, eso que nunca ocurre en las aventuras de superhéroes, deja claro que esto no es una historia más, y abre el camino para el final, diametralmente opuesto al de la primera entrega. En aquella, Batman se convertía en el héroe de la ciudad; ahora, será un fugitivo. Un cambio simbolizado en la batseñal, que se enciende en la primera película y es destruida en la segunda.

En esta secuela Nolan sigue apostando por los repartos de lujo, manteniendo a buena parte del elenco de la primera entrega. Pierde protagonismo ChristianBale, dado que ya no se narra su origen y pierde minutos en beneficio del Joker, al tiempo que, a diferencia del primer film, tenemos más a Batman y menos a Wayne. También pierde presencia Michael Caine como Alfred, aunque mantiene el toque de humor, mientras que lo ganan Gary Oldman como Gordon y Morgan Freeman como Lucius Fox, en este caso gracias a la aventura en Hong Kong y el as en la manga que se guarda Batman en la parte final.

La gran sorpresa es la sustitución de Katie Holmes como el interés romántico de Batman y Dent por Maggie Gyllenhaal, que mantiene el tipo o incluso lo supera, mientras que Aaron Eckhart es un Dent más que correcto, y Heath Ledger hace la interpretación de su vida como el Joker.

Tras la visión de ‘The Dark Knight’, la sensación es la misma que con su predecesora: Nolan no puede hacer un Batman mejor, un espectáculo de acción que supera lo que pueda esperar cualquier fan del género, y un drama de altura. El director juega en la liga de un ‘Heat’ o un ‘Infiltrados’, y lo borda. El mejor film de superhéroes hasta la fecha, aunque no tenga nada que ver con ‘Los Vengadores’.

PD: El caos, el caos… Como le dice Robin al Joker en uno de los últimos cómics del personaje, guionizado por Grant Morrison, que ha hecho un trabajo fantástico con Batman en los últimos tiempos, ‘el caos es no poder ir al lavabo por una enfermedad degenerativa’.

martes, 17 de julio de 2012

Proyecto Batman I: La forja de un héroe



A punto de estrenarse el cierre de la fastuosa trilogía que Christopher Nolan ha dedicado al hombre murciélago, toca repasar la apertura de esta nueva revisión de las aventuras de Bruce Wayne. El director, que entonces solo había rodado dos cintas, la original ‘Memento’ y la incomprendida ‘Insomnio’, apostó por algo que no se había hecho en las cuatro películas anteriores, las apreciables de Burton y los despropósitos de Schumacher: contarnos el origen de Batman.

No, no hablamos de la muerte de sus padres (¿queda alguien que no sepa lo que es el ‘callejón del crimen’?), sino de CÓMO Bruce Wayne se convierte en Batman. Para ello tomó prestados numerosos elementos de la que sigue siendo la mejor versión de su origen en el cómic, el ‘Año uno’ de Miller (cuando el guionista-dibujante estaba en su mejor momento), optando por tanto por un enfoque realista. Eso significa que tenemos a mafiosos como Falcone que gobiernan Gotham a su antojo, pero habrá más enemigos, como comentaremos después.

Nolan, al menos aquí, sigue la famosa pauta de dividir la acción en tres partes de igual duración. En la primera de ella, durante 40’, aborda las motivaciones de Wayne, por qué hace lo que hace, explicado en 3 flashbacks: el primero, para mostrarnos al niño que teme a los murciélagos, y ya de paso, para meter el elemento romance, no demasiado habitual en Batman (Superman tiene a Lois Lane, pero Wayne no ha tenido un amor similar y es más bien solitario), con una amiga de su niñez; el segundo, para abordar la muerte de sus padres, y el tercero, para mostrar cómo es asesinado el hombre que mató a sus padres.

El director, autor también del guión junto a David S. Goyer, es muy listo, y sabe que en una película como ésta no puede aburrir al espectador, así que alterna esta parte dramática y poco superheroica con el entrenamiento que sigue Wayne a las órdenes de la Liga de las Sombras de Ra’s Al Ghul. Así, Nolan, que no nos mostrará a Wayne vestido de Batman hasta la mitad del film, sorprende al público mayoritario haciendo que el protagonista luche con ninjas espada en mano, además de enviarle a unas montañas heladas, muy lejos de Gotham.

El segundo tercio del film nos muestra a Wayne de vuelta a Gotham, aplicando todo lo aprendido para convertirse en Batman. Nolan piensa en todo: cada elemento del traje de Batman tiene una justificación; vemos a Wayne saltando por los tejados, tropezando y cayendo, dándose cuenta de que tiene mucho que aprender; busca a aliados como el policía Gordon (a quien Nolan convierte en el hombre que se ocupó del caso de los padres del muchacho); Wayne se forja su fachada de playboy millonario que solo vive para divertirse y que pasa de los negocios familiares; se reencuentra con su amor de juventud, convertida ahora en ayudante del fiscal… e incluso tenemos un nuevo enemigo.

Porque uno de los aspectos que más interesan a Nolan en este film es el miedo, cómo Batman utiliza el miedo para lograr sus fines. Y ahí entra el Espantapájaros, que siempre ha tenido el potencial para ser el archienemigo de Batman, ya que su ‘poder’ es el mismo de este: causar terror. Y para rematar la faena, se abre el misterio sobre el enigmático jefe del Espantapájaros, de quien no sabemos ni su identidad ni sus objetivos.

Así entramos en el último tercio, que transcurre en el cumpleaños de Wayne, con este enfrentado a todos sus enemigos, con la vida de la chica en juego y toda la ciudad en peligro. A Nolan le va la épica y aquí va a por todas, aunque el final tal vez sea demasiado estruendoso. Ah, y hay un bat-coche, nada que ver con la elegancia de la versión de Burton. Aquí se apuesta por el estilo de otra obra de Miller, ‘El regreso del Caballero Nocturno’, la mejor versión crepuscular del hombre murciélago, con un vehículo que es más un tanque que otra cosa.

Nolan mueve los hilos a la perfección. Como guionista, teje una historia que nos cuenta el origen del personaje y explora sus motivaciones como no se ha hecho con ningún otro superhéroe, al tiempo que monta una historia a escala épica, llena de tiroteos, duelos a espada, artes marciales, investigación detectivesca, persecuciones de coches y una gran traca final. Como director, sabe rodarlo todo a la perfección, tanto las escenas de acción (y no, no todos saben hacerlo, y si no, ved ‘Quantum of solace’, por ejemplo) como las más intimistas, ayudado por una banda sonora de lujo.

El director es un admirador confeso de los films de Bond, por cierto, y eso se nota en varios aspectos, como el hecho de que lleve a Wayne a lugares distintos de Gotham, o con el personaje de Lucius Fox, que parece el Q de Bond, el que le proporciona los gadgets y los coches.

Pero lo que más se le agradece a Nolan es su gusto por los super-repartos, y aún nos quedamos cortos. Que escena tras escena desfilen por la pantalla Michael Caine (como el Alfred más humano que hayamos visto), Gary Oldman (el comisario Gordon), Morgan Freeman (Lucius Fox), Rutger Hauer (el replicante de ‘Blade runner’, convertido aquí en el presidente de Industrias Wayne y clave del argumento empresarial del film), Liam Neeson (magistral como el mentor de Wayne, antes de echar a perder su carrera), Tom Wilkinson (impecable como el mafioso Falcone) o Cillian Murphy (inquietante como el doctor Crane, alias Espantapájaros) es un auténtico lujo.

Y junto a todos ellos Christian Bale, echándose a la espalda buena parte de la película, convertido en el mejor Bruce Wayne fílmico, dando veracidad a todos los matices del personaje: playboy descarado, joven que ansía vengar a sus padres, enamorado, luchador, detective… Nolan sabía que en esta película veríamos más a Wayne que a una máscara y necesitaba a un actor que pudiera representar la etapa joven del personaje. Ahí apostó por Bale, y le salió redondo.

Puestos a poner pegas, igual hay algunas, como lo desaprovechado que está Ken Watanabe. Otra cosa es la vuelta de tuerca que le da al personaje de Ra’s Al Ghul. Como fan del personaje que soy, no es la que más me hubiera gustado, pero lo cierto es que en el film funciona. También hay algunos momentos en los que se nota que el presupuesto tenía las limitaciones propias de lo que no era una apuesta segura, el relanzamiento de Batman, como sobre todo la destrucción de la fortaleza de Ra’s o unos Barrens demasiado digitalizados. Incluso la parte final tal vez resulta demasiado acelerada y sobrecargada. Pequeños defectos que el director supo subsanar en su regreso al personaje, del que hablaremos en el próximo post.

sábado, 14 de julio de 2012

'Los Protegidos': El castillo de naipes se derrumba



Todo tiene un final, y la tercera ha sido la última temporada de Los Protegidos, serie que durante sus dos primeras entregas fue de lo mejorcito de la producción nacional, logrando mantener, pese a sus defectos, comunes a la mayoría de series patrias, un nivel más que aceptable. Pero todo se ha ido al traste con la temporada final.

A diferencia de la primera entrega, que acabó con un ‘continuará’ de lo más emocionante, la segunda temporada tuvo un final bastante cerrado, con un capítulo doble de lo más emotivo en el que se resolvieron todas las tramas abiertas… y cuya escena inicial parecía mostrarnos por dónde iban a ir los tiros en la tercera temporada.

Nada más lejos de la realidad, e ignoro el motivo del cambio de rumbo de la serie, lo que se mostraba en aquella escena se aborda en el primer capítulo de la nueva entrega, donde los protagonistas vencen definitivamente a su némesis… y tanto Jimena como su hija abandonan la serie, con una justificación más que cogida por los pelos.

Lo que acabo de relatar podría ser spoiler, pero es que la primera clave de esta temporada es precisamente la sustitución de Jimena como protagonista femenina por una más que voluntariosa Marta Torné, que no acaba de hacer olvidar a su predecesora. La Torné llega además rodeada de misterio, e incluso al principio se intenta hacer creer al espectador que es la nueva mala de la función. Esto apenas dura, y pronto este personaje acapara toda la atención, ya que solo el espectador sabe de sus buenas intenciones, mientras sus esfuerzos por caer en gracia a los Castillo Rey solo hacen que convertir al cabeza de familia, Mario, en su mayor enemigo.

La nueva directora del instituto, que es el papel que desempeña la Torné, pronto acabará metida en la casa de los Castillo, y por supuesto, convirtiéndose en el nuevo interés amoroso de Mario, que lo ha pasado muy mal con la marcha de Jimena (magnífico el arranque del segundo capítulo de la temporada). Antonio Garrido ha aportado de nuevo su profesionalidad, aunque no ha tenido la misma química con Torné que con Angie Cepeda, y curiosamente, ha estado más inspirado esta temporada en los momentos dramáticos que en los cómicos.

La otra clave de ‘Los Protegidos: El origen’, es que, como su propio título indica, por fin se desvela el origen de los poderes de los protagonistas, aunque lo harán de manera demasiado lenta y no del todo satisfactoria. Lo que en temporadas anteriores había sido un predominio de aciertos, aquí empieza a convertirse en repetición y soluciones fáciles. Que el malvado Padre sea reemplazado por la aún más malvada Madre, suena a chiste, lo mismo que los pobres recursos de esa organización a la que se supone tan poderosa y extendida por todo el mundo.

También se repite el triángulo amoroso de la segunda temporada, entonces entre Sandra, Culebra y el hermano de este, sustituyendo ahora al último por la recién llegada Michelle, sobre la que también planea la duda de si acabará redimiéndose como ocurrió con su antecesor o será mala hasta el final. Eso sí, se nota que Natalia Rodríguez se lo ha pasado en grande con este papel, tanto haciendo de mala-mala como en los brillantes momentos en los que abría su corazoncito.

La serie avanza mal que bien hasta el desenlace del, creo, sexto episodio, en el que muere uno de los protagonistas, lo que da pie para que el siguiente capítulo sea el más emotivo de la temporada y uno de los mejores de la serie… hasta que se recurre a los viajes en el tiempo para anularlo por completo y hacer como si nada hubiera pasado. Pero lo peor es que al personaje que ha desarrollado los poderes temporales, y que sabe cosas del futuro que precipitarían las cosas, se lo quitan de encima sin demasiadas explicaciones y no reaparecerá hasta la recta final.

Para entonces la serie ya entra en barrena, dando vueltas y más vueltas, prolongando innecesariamente una trama que no da para más, lo que parece ser uno de los motivos para que Antena 3 decidiera concluir la serie. Lo que nunca ha quedado claro es por qué retrasó tanto la emisión de estos capítulos, que empezaron a emitirse casi un año después de rodarse. Resulta raro que Antena 3 relegase una serie que arrasó entre el público en sus dos anteriores entregas, aunque el aún mayor éxito de ‘El Barco’ puede estar detrás de todo. No en vano las dos temporadas que lleva esta última serie se han emitido entre la segunda y tercera de ‘Los Protegidos’. Al menos, y eso es noticia en los tiempos que corren, Antena 3 no varió el horario y fecha de programación hasta los últimos episodios, y por lo visto más buscando rentabilizar al máximo su concurso musical ‘El número 1’ que porque la serie no tuviese éxito.

Pero lo peor llega en el desenlace, otro clásico ejemplo de acabar de cualquier manera y haciendo que las cosas ocurran sin ninguna justificación. La palma se la lleva el esperado beso entre Sandra y Culebra, que, como en la saga ‘Crepúsculo’, no podían tocarse, o sea que han acabado la serie con un calentón que pa qué. Todos sabíamos que al final podrían besarse, pero curiosamente no ha sido porque hayan perdido los poderes tal como deseaban o porque ella haya dominado el suyo, sino… pues porque sí. No hacían falta tantos capítulos para eso.

Y encima, de haber continuado la serie, lo que nos esperaba era aún peor, porque en el final que rodaron por si seguía, se nos anuncia que Culebra se convierte en el nuevo malo… pues también porque sí.

Lo dicho, la trama no daba más de sí, o no han sabido qué hacer con ella, y es una verdadera lástima, porque las dos primeras temporadas fueron magníficas. Sí, los capítulos se hacían tan largos como en cualquier serie española, pero el manejo de los personajes resultó perfecto, los actores supieron darles humanidad y se vivieron momentos realmente entrañables. Pero todo tiene su fin, y el de ‘Los Protegidos’ no ha sido precisamente el mejor. 


Eso sí, lo que desde luego no ha faltado en esta temporada ha sido imaginación a la hora de darle poderes a los protagonistas huyendo de lo fácil: una chica que domina a los insectos, otra que te mata si te besa, o un niño que te dibuja, luego borra tu cabeza y entonces pierdes la memoria. Ahí, y en los efectos especiales, pocos pero buenos, incluso se han superado.

El detalle: La tercera temporada incluso acaba echando a perder el recurso de Rosa Ruano, magistralmente interpretada como siempre por Gracia Olayo. Durante la mayor parte de estos capítulos casi es lo mejor, ya con su trama propia, empezando por la brillante parodia de ‘Enterrado’ del primer capítulo, cambiando al drama en el segundo, con la explicación de la desaparición del personaje de la hija, y luego con tramas tan divertidas como la de su gemela o cuando su marido cree que la engaña con otro. También aciertan con la introducción de la ‘hija bastarda’, fruto de una aventura de su marido, que dará buenos momentos, pero considero un error la trama final, desarrollada en los últimos episodios, en la que ella y su marido, magnífico como siempre ÓscarLadoire, tratan de ocultar un asesinato involuntario. Y es que el personaje de Rosa Ruano no está hecho para el drama, sino para la comedia. ¿Sí o no? Pues eso. 

viernes, 13 de julio de 2012

El estreno: Darín se pone alzacuellos


Una semana después del reboot de Spiderman, y a 7 días del estreno más esperado del año (hablamos del Batman de Nolan, of course), toca fin de semana cargado de estrenos para todos los gustos. Tenemos la última y polémica propuesta a cargo de Sacha Baron Cohen, más en su salsa que nunca en 'El dictador', y sin abandonar la comedia, nos llega la irreverente y esperada 'Lobos de Arga', cine español con un mano a mano entre Gorka Otxoa y Carlos Areces, y las románticas 'Qué esperar cuando estás esperando', hollywoodiense con megareparto y embarazadísimas, y 'Los nombres del amor', que el cine galo no descansa.

Si os va la acción, vuestra película es 'El pacto', donde esperemos que un buen director, Roger Donaldson, y un gran actor, Guy Pearce, contribuyan a reflotar la carrera de Nicolas Cage. Si preferís el drama, tenemos 'Margaret', con protagonismo total para Anna Paquin, bien secundada por Matt Damon o Matthew Broderick. Y si queréis probar con el cine italiano, 'Terraferma', sobre la Sicilia actual.

Pero amigos, vuelve Ricardo Darín, y lo hace de nuevo de la mano de Pablo Trapero, que ya le dirigió en su anterior trabajo como director, la dura 'Carancho'. No afloja el cineasta argentino en esta nueva cinta con mensaje social, que trata de cambiar la realidad por medio del celuloide, en la que Darín y Jérémie Renier encarnan a dos sacerdotes comprometidos con un proyecto en los barrios marginales de Buenos Aires. Así que entre superhéroe y superhéroe, toca una nueva ración de Darín y de cruda realidad.

jueves, 12 de julio de 2012

'Snake eyes': una perfecta pieza de relojería



‘No trates de convertirme en un héroe, no me va’
‘Ey, al menos conseguí salir en la tele’
                                                             Rick Santoro

Corrección. ‘Misión: Imposible’ (1996) no ha sido la última obra mayor, hasta ahora, de Brian de Palma. Entre esta y ‘Misión a Marte’ (2000) el director italoamericano nos dejó una pequeña joya que ha resistido muy bien los 14 años que han pasado desde entonces, ‘Snake eyes’ (1998). El título hace referencia a la jugada en la que la banca gana, y es que toda la película transcurre en el interior de un casino.

‘Snake eyes’ es una perfecta pieza de relojería en la que todo funciona a la perfección, nada que ver con ‘La dalia negra’. El film es comedido en su ambición y se pone unos límites muy claros, porque como si del teatro clásico se tratara, tenemos unidad de tiempo, espacio y acción. La película dura una hora y media, que es, prácticamente, el tiempo que transcurre en la ficción entre su inicio y su final, una hora y media para esclarecer un crimen. Como espacio, el casino en el que se ha cometido el asesinato, y la investigación del mismo como única trama.

‘Snake eyes’ también es el producto de un momento en el que sus principales implicados estaban en estado de gracia. De Palma acababa de lograr su mayor taquillazo con la película protagonizada por Cruise, así que tenía carta blanca para hacer lo que quisiera. Al guión, de nuevo David Koepp, el mismo autor del libreto de ‘Misión: Impossible’. Como protagonista, un Nicolas Cage que acababa de recibir el Oscar por ‘Leaving Las Vegas’, y como secundario principal, Gary Sinise, que había sido nominado al Oscar al mejor actor secundario por su papel de teniente Dan en ‘Forrest Gump’. Junto a ellos, una Carla Gugino de 26 años que empezaba a darse a conocer y aún no había rodado ninguna de las cuatro entregas de ‘Spy kids’. Incluso De Palma se permite el lujo de contar con Ryuichi Sakamoto para la partitura, y aunque no se encuentra entre las mejores del autor de ‘El último emperador’ o ‘Feliz Navidad, Mr. Lawrence’, sí se nota su impronta en el tema principal.

La trama arranca con un asesinato durante un combate de boxeo en un casino, en medio de una tormenta que va convirtiéndose poco a poco en huracán. El asesino es ejecutado de inmediato por uno de los guardaespaldas de la víctima, que se culpa por no haber impedido el crimen. Su mejor amigo, Rick Santoro, encarnado por Cage, es detective en la zona y le convence para asumir la investigación durante la  hora y media que tardarán en llegar los federales, para probar que actuó en legítima defensa y que no tuvo ninguna culpa en el crimen, que es un héroe. Pero pronto descubrirán que hay una conspiración detrás de lo ocurrido, que incluye un combate de boxeo amañado, y la clave de todo es Julia, una joven que hablaba con la víctima en el momento del asesinato.

El personaje de Santoro es un bombón para Cage, presentado en el arranque como un vividor egoísta que solo mira por su beneficio, que engaña a su mujer con una amante y que es, o pretende ser, una especie de celebridad local, e incluso sueña con llegar a alcalde. La primera sorpresa será que con la pinta de inútil que tiene será capaz de atar todos los cabos. Y entonces viene lo mejor, cuando se enfrenta al dilema de sacar tajada como siempre… o  hacer lo correcto por una vez.

Si en mi análisis de ‘La dalia negra’ ya comentaba que en dicho film apenas se apreciaban las características como autor de De Palma, en ‘Snake eyes’ las encontramos en cada plano. Para empezar, la película arranca con un portentoso plano secuencia de unos 10 minutos, que fue lo más alabado por la crítica en su momento, en el cual seguimos a Santoro desde el exterior del casino hasta que se sienta frente al ring. Un plano secuencia que nos recuerda sobre todo al que realizó Martin Scorsese en ‘Uno de los nuestros’.



El plano secuencia se encadena con la escena del asesinato, a la que hay que estar atento, ya que como dice el slogan del film: 'Cree cualquier cosa menos lo que veas'. Así que durante la investigación reviviremos esa escena una y otra vez, desde múltiples puntos de vista, hasta reconstruir lo ocurrido como si de un puzle se tratara, en el que todas las piezas encajan a la perfección gracias a la habilidad de Koepp y De Palma, que lo han planificado todo al milímetro.

El director, que imprime un ritmo trepidante a la cinta, no deja de probar además nuevas soluciones visuales, como la escena en la que nos da una visión aérea de las habitaciones de una planta del hotel, cuando nos muestra la miopía de Julia tras perder sus gafas, o en la escena final con la tormenta.

De Palma también muestra una vez más su condición de heredero de Hitchcock, cuando desvela quien es el asesino ante los ojos del espectador pero no del protagonista, y presenta a un inocente a quien persiguen por el casino alguien que quiere matarlo y alguien que quiere salvarlo, creando el mayor suspense.

Y en medio de todo, Cage se luce con un personaje que le permite sobreactuar todo lo que quiere, en una de las composiciones más sólidas de su mejor época (que fue muy breve, por cierto).

miércoles, 11 de julio de 2012

'La dalia negra': Historia de una adaptación fallida



Vulgarmente hablando, Brian de Palma la jodió bien. ‘La Dalia Negra’ lo tenía todo para haber sido un bombazo de taquilla, y desde luego  una gran película. Estamos hablando de la, por lo visto, mejor novela de James Ellroy, uno de los maestros de la novela negra norteamericana, ambientada en el Hollywood dorado y partiendo de hechos reales, uno de los asesinatos más macabros de aquella época, el de una joven aspirante a actriz que fue hallada cortada por la mitad y con un corte en la boca, de oreja a oreja. Encima, estaba el precedente de ‘LA Confidential’, soberbia adaptación a cargo del director Curtis Hanson de otra obra cumbre de Ellroy, y perteneciente, al igual que la que nos ocupa, al denominado ‘Cuarteto de Los Ángeles’.

De Palma contó con un presupuesto de lujo, aunque otra cosa es el reparto, donde no sé si el propio director o los productores, cometieron varios errores mayúsculos que empezaron a echar a perder la película. Nada que ver con ‘LA Confidential’, esta versión de ‘La Dalia Negra’ se acerca bastante a un despropósito, en el que los escasos aciertos no son suficientes para salvar la función.

La cinta arranca con casi media hora previa al hallazgo del cadáver de la Dalia Negra, poniéndonos en situación. Y es que, tal vez más que en ‘LA Confidential’, Ellroy aprovecha aquí para hacer una radiografía de la época. Así que arrancamos con disturbios callejeros tras la Segunda Guerra Mundial y luego vemos cómo funcionaban las cosas: uno de los protagonistas, Bucky, sube en la policía tras dejarse perder en un combate amañado contra el policía estrella, Lee Blanchard, encarnado por Aaron Eckhart. A partir de ahí, los dos se convierten en amigos inseparables, formando un curioso triángulo con la novia del último, encarnada por Scarlett Johansson, quien demuestra que le sientan de maravilla los vestidos y peinados de los 40-50.

Ellroy empieza a tejer varias tramas a la vez, incluyendo la de la Dalia Negra, que en esta versión no acaba de mandar, o al menos de manera convincente. Tampoco se traslada al espectador la obsesión del personaje de Eckhart por este caso, que, por un lado, es explicada de manera demasiado apresurada, y por otro, precisamente a partir del inicio de la trama de la Dalia, Eckhart desaparece prácticamente de la pantalla.

Ahí empieza a venirse abajo el film, puesto que el actor elegido para encarnar a Bucky, auténtico protagonista del film en esta versión, es Josh Harnett, a quien el encargo le viene muy, pero que muy grande, como ya vimos en ‘Pearl Harbour’, y es que de actuar, nada de nada. Claro que el otro error de casting aún es mayor. Porque el protagonista, enamorado de la novia de su mejor amigo, acaba encontrando otro amor, la clásica mujer fatal, encarnada aquí por Hilary Swank. Y admitámoslo, Swank puede ser muy buena actriz, pero sobre todo cuando se hace pasar por chico, ahí están sus dos Oscar por ‘Boys don’t cry’ y ‘Million Dollar Baby’, irreprochables. Pero guapa, no es. O mejor dicho, es guapa, y puede serlo mucho, pero no es una belleza arrebatadora. Así que la primera vez que aparece en ‘La Dalia Negra’ parece, en serio, un travesti, y resulta imposible que uno la prefiera a ella antes que a la Scarlett Johansson más deslumbrante.

Por si fuera poco, se supone que el personaje de Hilary Swank es clavado físicamente a la Dalia, encarnada aquí por Mia Kirshner… y no se parecen en nada, lo que sigue creando perplejidad en el espectador. Perplejidad que llega a su momento culminante cuando hace su entrada la familia ‘monster’ del personaje de Swank, que no dudo que resultara estrafalaria en la novela, pero De Palma la caricaturiza tanto, que lo único que contribuye es a distanciar al espectador de lo que está viendo.

No hay marcha atrás. Aunque la trama va avanzando de manera implacable, resolviendo interrogantes de manera más que convincente, Harnett y Swank acaparan la mayor parte del metraje adoleciendo de una total falta de carisma y de química entre ambos, que acaba por vencer al espectador. Para cuando llega el desenlace ya nos da igual el misterio de la Dalia, al que De Palma no ha sabido encontrar el enfoque adecuado, y la resolución del enigma resulta demasiado excéntrica e insatisfactoria.

Se salva la recreación de la época, qué menos tratándose de una superproducción, y el voluntarismo de Eckart, junto a una perdida Johansson y una angelical Mia Kirshner que es, de lejos, lo mejor de la película, porque ella sí se las ingenia para transmitir a la perfección la melancolía y la tragedia de la Dalia en sus apariciones, siempre en blanco y negro, en las pruebas de aquella chica que soñaba con Hollywood y despertó a la peor de las pesadillas.

Huelga decir que ‘La Dalia Negra’ no funcionó en taquilla y que Hollywood volvió a darle la espalda a De Palma, cuya última gran obra sigue siendo ‘Misión: Imposible’, e incluso prefiero ‘Misión a Marte’ a la adaptación de Ellroy, ya que al menos en aquella sí aparecía el estilo inconfundible del cineasta. Aquí, no está mal el combate de boxeo inicial, pero poco más. Una de las grandes decepciones de los últimos tiempos, dado el material original y la categoría del director.

El detalle: ‘El hombre que ríe’, la película muda que aparece en el film, y que es clave para la trama, sirvió también de inspiración para la creación del archienemigo de Batman, el Joker. Por si no lo habíais imaginado.