sábado, 31 de diciembre de 2011
El estreno: Adiós al 2011 al volante
jueves, 29 de diciembre de 2011
Hasta luego, Jack (Bauer)
Pero donde falla estrepitosamente esta temporada es en los nuevos personajes. Tenemos nueva UAT, ahora en Nueva York, más de ciencia ficción que nunca, y nuevo equipo. Mykelti Williamson cumple como el nuevo jefe (que por supuesto no acabará la temporada, y sí, como de costumbre, hay un topo en la UAT), pero no pasará a la historia. Y mucho menos los nuevos agentes, encarnados por Freddie Prinze Jr. Y Katee Sackhoff. Aunque sus fichajes pretendían relanzar la serie (él ha sido estrella juvenil en la gran pantalla y ella viene de ‘Galáctica’), Prinze Jr. ha demostrado estar muy lejos de ser un ‘nuevo Bauer’, falto de carisma y con un personaje con el que no han sabido qué hacer, y ella… Bien, cierto es que su personaje ha dado para mucho, lleno de sorpresas, pero tampoco se ha ganado al espectador. Ni mucho menos el nuevo informático, que ahí estaba y poco más. Al final, los más interesantes de los nuevos, como se veía venir, son el indio Anil Kapoor, como el presidente de un país de Oriente Medio, y su esposa, que desde su primera aparición ya se ve que va a tener mucho que decir.
lunes, 26 de diciembre de 2011
El County cierra sus puertas
PD: No me olvido de destacar un par de episodios más. El 14, ‘Un largo y extraño viaje’, con el regreso de William H. Macy como el doctor Morgenstein y un homenaje a lo grande al hombre que revolucionó los servicios de Urgencias en Estados Unidos (ignoro si está basado en un personaje real), incluyendo imágenes con la estética de los 50, y el cuarto, ‘Guía parental’, con una pequeña psicópata de armas tomar, escalofriante.
viernes, 23 de diciembre de 2011
El estreno: Una de espías a la vieja usanza
jueves, 22 de diciembre de 2011
Urtain: Más golpes te da la vida
lunes, 19 de diciembre de 2011
Serrat canta a Mô
sábado, 17 de diciembre de 2011
El estreno: Ethan Hunt vuelve a la carga (y van 4)
jueves, 15 de diciembre de 2011
Proyecto Imposible III: JJ Abrams sabe lo que hace
Y otros cinco años esperó Tom Cruise para convertir la saga M:I en trilogía. Para entonces su estrella empezaba a apagarse pero el actor aún era un reclamo sólido para la taquilla, aunque ‘M:I:3’ (2006) no igualó los números de la segunda entrega, que quedó como la más floja en cuanto a calidad pero también la de mayor éxito entre el público.
Cruise volvió a cambiar de director, y esta vez se la jugó con un debutante en la gran pantalla. Claro que J. J. Abrams ya era por entonces el nuevo rey Midas de la tv, el Spielberg de la pequeña pantalla, donde había creado series como ‘Alias’ y sobre todo, ‘Perdidos’. Si algo comparte Abrams con Spielberg (véase ‘Super 8’) es que no deja nada al azar y cuida hasta el último detalle, algo evidente en cada plano de ‘M:I:3’, que, digámoslo ya, es el mejor capítulo de la serie cinematográfica, incluso superando el espectáculo de primera facturado por De Palma.
Para empezar, Abrams tomó buena nota de la primera aventura de Ethan Hunt, al que volvió a enviar a ciudades como Shanghai o el Vaticano, y al que de nuevo rodeó de un completo equipo en el que Ving Rhames ganó protagonismo, convertido ya en la voz de la conciencia de Hunt, su mejor amigo. Junto a ellos, la espectacular Maggie Q (pre ‘Nikita’) y el británico Jonathan Rhys Meyers (pre ‘Match point’ y ‘Los Tudor’), a quienes se esforzaron por darles papel.
También se fichó a un villano de altura, por primera vez ajeno a la propia F:M:I, un personaje implacable encarnado con gran eficacia por Philip Seymour Hoffman, que acababa de ganar el Oscar al mejor actor por ‘Capote’.
Abrams elaboró un guión mucho más interesante que el de la segunda entrega, pero mantuvo las altas dosis de acción de aquella, reparando otro error que cometió Woo, dejarlo todo para el final. En cambio, ‘M:I:3’ resulta frenética de principio a fin, sin dar un respiro al espectador. Y todo ello sin que la trama se resienta. Algo que tiene su mejor exponente hoy en día en Christopher Nolan, desde sus Batman a ‘Inception’.
Las nuevas aventuras de Hunt (que recupera el pelo corto) también incorporan por primera vez el humor, tanto en las intervenciones del personaje que encarna el británico Simon Pegg (el informático de turno) y en otros momentos puntuales, como la discusión que mantienen Cruise y Rhys Meyers en Roma. Y si en la segunda entrega Hunt recibía la misión mediante una proyección en unas carísimas gafas de sol de última tecnología, Abrams se permite bromear haciendo que en esta ocasión reciba el mensaje en una cámara de fotos de usar y tirar.
En el fondo, como sus predecesoras, ‘M:I:3’ asume las influencias de su época, y donde la primera era una cinta de espionaje a lo James Bond y la segunda una de acción, aquí la mayor influencia son las series y películas que renovaron el género de acción a principios de la última década. Hablamos de la trilogía de Jason Bourne con Matt Damon, y sobre todo de ‘24’. Así que hay glamour, pero también un tono más oscuro y ‘grim and gritty’, como en la primera misión del film, una operación de rescate mucho más propia de Bourne o Jack Bauer que de Bond, en la que por cierto interviene Keri Russell, la televisiva ‘Felicity’.
Acostumbrados a ver las oficinas de la UAT en ‘24’ o las de los forenses de ‘CSI’, por primera vez Abrams nos muestra las de la F:M:I, incluyendo a dos de sus jefazos, Laurence Fishburne, aportando carisma y algunos de los momentos más intensos de la cinta, y Billy Cudrup como amigo de Hunt. Y si en la UAT siempre hay un topo, aquí también se mantienen las tradiciones, ya que si en la primera el enemigo estuvo oculto y en la segunda al descubierto (y salimos perdiendo), Abrams utiliza dos enemigos, uno al descubierto, rebosante de carisma, y otro oculto para mantener la intriga y garantizar la sorpresa final.
El director norteamericano demuestra además ser mejor émulo de Hitchcock que Woo, ya que en esta ocasión el objeto que persiguen los protagonistas, la famosa ‘pata de conejo’, es un auténtico 'mcguffin' y, desde luego esto no es spoiler, nunca sabremos qué era.
‘M:I:3’ arranca con un breve y brutal prólogo en el que Hunt está totalmente contra las cuerdas, que clava al espectador a la butaca, de donde Abrams ya no lo suelta. A partir de ahí nos vamos a unos días antes, a punto de casarse con una chica que no es con la que le dejamos al final del film anterior. Nada que ver con aquella espectacular ladrona de altos vuelos atraída por un agente secreto, la nueva pareja es una enfermera que no sabe nada de la doble vida de Hunt, retirado como agente de campo y dedicado a entrenar nuevos agentes. Ese secreto es otra baza que maneja con maestría Abrams de principio a fin, con la complicidad de Michelle Monaghan, que cumple sobradamente como nuevo interés amoroso de Hunt.
Pero nuestro protagonista acaba volviendo a la acción en la primera misión de la cinta, que dará lugar a varios interrogantes. Así que el equipo se lanza a una segunda misión. Ya hemos dicho que Abrams maneja todos los resortes, y si la primera era un rescate en plan militar, el Vaticano se convierte en el escenario ideal para que el equipo muestre su habilidad en el disfraz, en la escena más al puro estilo de la primera película.
La tercera misión sirve para que Hunt haga de nuevo el más difícil todavía lanzándose desde los aires, aunque antes tendremos el espectacular rescate del malvado en plena autopista en medio del mar (espectacular se queda muy corto) y la fuga, al más puro estilo Hannibal Lecter, de Hunt en las instalaciones de la F:M:I.
Y aún queda volver al punto de partida y ver cómo Hunt corre como nunca para salvar a su amada. Desde luego Cruise acertó al darle los mandos a Abrams, que facturó una diversión de primera con todo lo que se le puede pedir a un film de este tipo.
PD: Han pasado 5 años desde ‘M:I:3’. Y eso significa… que este viernes llega la cuarta entrega. Que suene el mítico tema musical de ‘M:I’ (difícil hallar algo tan pegadizo).
martes, 13 de diciembre de 2011
Proyecto Imposible II: Menos equipo, más Cruise
Todo hay que decirlo, Tom Cruise no se dio mucha prisa en facturar la secuela del bombazo de taquilla –magníficas críticas incluidas-, que fue la primera ‘M:I’. Tal vez porque aquí ejerce de productor, y eso requiere mayor esfuerzo que el interpretativo. El caso es que hubo 5 años entre las dos entregas, con lo que ya ha pasado una década desde ‘M:I:2’.
¿Diferencias entre las dos películas? Bueno, al margen del cambio de look de Cruise, que en el único papel que ha repetido cambió el corte a lo militar del primer film por una tupida melena, y el hecho de que en esta secuela el título pase de ‘Mision: Imposible’ a las siglas (símbolo de los nuevos tiempos), pues tenemos unas cuantas.
Para empezar, cambiamos a De Palma por John Woo, en lo que es una de las señas de identidad de la saga: confiar cada entrega a un director de prestigio para que aporte su toque personal. Así que lo que en la primera entrega era una compleja trama de espionaje a lo Hitchcock… cabía esperar que en manos de Woo fuese un espectáculo pirotécnico de acción. Y así fue… en parte.
El film que nos ocupa fue el cuarto de Woo tras su desembarco en Hollywood. Tras un par de vehículos de lucimiento para Van Damme y Travolta, en ‘Cara a cara’, de nuevo con Travolta y un Nicolas Cage desatado como nunca, facturó el que sigue pareciéndome su trabajo más logrado en los USA, en el que combinó un sensacional espectáculo de acción con un potente guión. Esto último es lo que le falló en su encuentro con Cruise, lo que no impidió que lograse su mayor taquillazo en Estados Unidos.
‘M:I:2’ arranca con un doble prólogo. El primero ya apunta que las máscaras de Hunt y compañía van a ser utilizadas aún con mayor eficacia que en la primera entrega, y el segundo es una exhibición física de Cruise (el numerito de la escalada, vamos). A partir de ahí, y al margen de que Anthony Hopkins robe la película en sus tres breves apariciones, y la famosa confusión entre sevillanas-Fallas-Semana Santa andaluza, si De Palma se fijó en ‘Con la muerte en los talones’, Woo monta su propio remake de ‘Encadenados’, en el que Hunt se enamora de la ladrona Nyah, sin saber que el papel de ésta en la misión es volver con su ex para averigar qué trama.
La diferencia con el film de Hitchcock es que Cary Grant, en una de sus mejores interpretaciones, nunca dejaba claros sus sentimientos hacia Ingrid Bergman. Y si en la famosa cinta no se revelaba qué ocultaba el malo (el famoso ‘mcguffin’), aquí se trata de un virus extremadamente mortal.
La primera parte de la película, más de la mitad del metraje, se convierte, pues, en un film de suspense un tanto aburrido, estirado en exceso. De hecho, pese a un argumento mucho más simple que su predecesora, aquí tenemos más metraje, lo que perjudica claramente a la película. Todo resulta bastante previsible e incluso hay momentos para el ridículo, como el numerito de la persecución de coches entre Hunt y Nyah. Y es que a veces se pasan de estilosos.
Pero tras una espléndida doble utilización de las máscaras, el suspense deja paso a la acción en estado puro y a la vocación de esta secuela por el cine de palomitas. Ahí es donde emerge el mejor Woo, y tras el habitual descenso en picado de Hunt, mucho más espectacular que en la primera entrega pero también más aparatoso (el malo ya avisa que a Hunt le encanta "entrar por arriba"), tenemos más de media hora de acción sin descanso, con Cruise repartiendo patadas como nunca y una antológica persecución en moto. Y con Thandie Newton, espléndida como Nyah, desapareciendo por completo para que Cruise acapare plano tras plano.
Al margen, aquí encontramos a dos equipos enfrentados, el que lidera Hunt y el de su enemigo, de nuevo un agente de la Fuerza Mission Impossible que se cambia de bando en busca de dinero fácil. Pese a ello, Hunt es más protagonista que nunca, ya que Ving Rhames es más secundario que nunca y el piloto del helicóptero apenas suelta un par de chistes sin gracia. Y es que el reparto estuvo muy por debajo del de la primera entrega, confiando todo el éxito del film a un Cruise que aún estaba en la cresta de la ola, rodeado de semidesconocidos como el villano de esta ocasión o la chica, con la que ahora sí mantiene un romance clásico. Tampoco hubo la gran variedad de escenarios de la primera misión, reducida básicamente a Sevilla y Sidney. Eso sí, si en la anterior ocasión se confió la nueva versión del tema central a la mitad de U2, ahora el tema central se lo encargan a Metallica, que también pasaba por uno de sus momentos de mayor gloria tras haber abrazado el grunge.
La película, como era de esperar, no gustó a la crítica pero arrasó en la taquilla, superando los números de la primera entrega. Así que Cruise no se lo pensó mucho para abordar un nuevo capítulo... y remediar los errores cometidos.
La frase: Cuando Hopkins revela el papel de Nyah en la misión, Cruise, ya enamorado, objeta que ella "no está entrenada" para una misión que consiste en fingir que ama a su ex y hacer que le confíe sus secretos. Respuesta de Hopkins: "¿No está preparada para seducir y mentir? Es una mujer, no necesita más entrenamiento". Viva la misoginia.
lunes, 12 de diciembre de 2011
Proyecto Imposible I: De Palma sienta cátedra
Cuenta atrás para el estreno de la cuarta entrega de la saga ‘Mission: Impossible’, así que empecemos por el principio. Y es que han pasado ya nada menos que 15 años del estreno de la primera parte, que en muchos aspectos continúa siendo el mejor capítulo de la serie.
Tom Cruise se estrenó con esta película como productor, así que fue a por todas y no descuidó ningún aspecto. Para empezar se apuntó a la moda de llevar al cine antiguas series, cuando esta moda aún no había empezado. De hecho, uno de los escasos precedentes había estado también a cargo de Brian de Palma, ‘Los intocables’, y el director se quedó esta vez muy cerca de repetir peliculón.
Luego le encargó el guión a Steve Zaillian, autor de unos cuantos libretos para Spielberg, como, pongamos por caso, ‘La lista de Schlinder’, y a David Koepp, especialista en este tipo de espectáculos a lo grande, como, pongamos por caso, 'Parque Jurásico' o el último Indiana Jones.
¿Qué nos falta? Pues escenarios internacionales a lo James Bond (Viena, Langley, Londres…) y estrellas internacionales: los norteamericanos Jon Voight (en el papel de Phelps, el protagonista de la serie original), Emilio Estévez y Ving Rhames, los franceses Jean Reno y Emmanuelle Beart, y las británicas Vanessa Redgrave y Kristin Scott Thomas. Ah, y ya puestos, que Larry Mullen Jr. y Adam Clayton (U2) versioneen el mítico tema musical de la serie.
Cruise puso las pelas y De Palma manejó con maestría los elementos, componiendo un mecanismo de relojería que sigue funcionando a la perfección 15 años después… aunque ahora uno no puede evitar sonreír al ver que entonces usaban diskettes para sacar información de ordenadores con pantalla gorda.
La película se articula en torno a varios misiones que se suceden, empezando con un equipo y cambiándolo luego casi por completo tras un arranque que nadie puede esperarse. De Palma, muy imitador-homenajeador de Hitchcock en sus primeros filmes, se monta aquí su particular ‘Con la muerte en los talones’, en el que Ethan Hunt, el personaje de Cruise, ve cómo su equipo de agentes secretos cae en una emboscada y todas las sospechas recaen en él, así que tiene que buscar un nuevo equipo entre agentes caídos en desgracia, con los que habrá un continuo juego de sospechas, y tratar de redimirse. Vamos, la clásica figura del inocente perseguido, tan habitual en Hitchcock.
El cineasta norteamericano combina la pirotecnia tan del gusto de su estrella con momentos más sutiles, especialmente LA ESCENA del film, el robo en Langley con Cruise suspendido del techo (un clásico de la saga): una escena muda de 10 minutos en la que De Palma muestra su virtuosismo.
La trama, por otra parte, compleja en su momento, tal vez hoy queda demasiado simple, a tenor de lo que se han ido complicando este tipo de entretenimientos (la sombra de ‘24’ es alargada), aunque sigue resultando interesante, con ese juego de espías en el que nunca sabemos quién es el malo y el bueno, y una brillante resolución, cuando descubrimos que el malvado es un agente que, tras el final de la Guerra Fría, ve cómo ha perdido poder y tras años luchando por su país le han echado a un lado, por lo que decide cobrarse bien sus servicios. Todo ello aliñado con la tensión sexual entre el protagonista y la única superviviente del equipo, que resulta ser la ahora viuda del mentor de Hunt.
Y sí, tal vez el final con el tren, el helicóptero y el túnel resulta demasiado aparatoso, pero también es cierto que estamos ante la última gran obra de De Palma, que luego emprendió otra misión, concretamente a Marte (con otra gran escena muda) para luego casi desaparecer del mapa (fílmicamente hablando).
La escena: Hay unas cuantas frases y momentos memorables, pero me quedo con la primera aparición de Vanessa Redgrave y su juego de seducción con Cruise. Inmensa actriz.
sábado, 10 de diciembre de 2011
El estreno: Agua para todos... a cambio de sexo
jueves, 8 de diciembre de 2011
Niccol se queda a medio camino
martes, 6 de diciembre de 2011
Y La Sexta dejó naufragar 'BuenAgente'
domingo, 4 de diciembre de 2011
El barco sigue a flote... más o menos
¿Cuál es el secreto del éxito de ‘El barco’? La respuesta más fácil, obvia, es Mario Casas, y en menor medida Blanca Suárez, por lo que resulta curioso que ninguno apareciese un solo minuto en el último episodio de la segunda temporada (de hecho ella no aparece en dos de los últimos tres), algo que no se notó en absoluto. Supongo que también tendrá algo que ver que, más o menos conseguida, es con ‘Águila Roja’ la única serie española ‘de aventuras’, y ese ambiente de gran familia que se respira en la tripulación, todos unidos frente a cualquier adversidad, lo que, sobre todo en época de crisis, tira mucho. Igual desbarro, pero…
Las cosas no han cambiado en exceso en esta segunda temporada. ¿Para qué, dirán los productores, si el barco va viento en popa en cuanto a audiencias? Juanjo Artero, el capitán, sigue siendo lo más flojo, y los mejores actores continúan siendo Juan Pablo Shuk como el inquietante (pero de verdad) Gamboa (del que empezamos a vislumbrar su pasado, y como a Sawyer en ‘Perdidos’, a ratos parece buena persona y todo) y Marina Salas como Wilma (cuya barriguita de embarazada se empieza a notar ya en el desenlace), cuyo triángulo con Piti y Palomares ha explotado ya, (la sombra de 'El pájaro espino' sigue siendo muy alargada) superando en interés al romance-interruptus entre Casas y Suárez, que cansa pero mucho. Ah, e Iván Massagué, como Roberto/'Burbuja', del que continuamos descubriendo, muy pero muy poco a poco, su pasado... y su relación con Salomé y Gamboa.
Giselle Calderón, como Estela, sigue luciendo palmito y sobrando, pero mucho, como personaje, mientras Luis Callejo como la mano derecha del capitán protagoniza algunos de los momentos más logrados (en serio), sobre todo en sus escenas con Ulises, y otros (bastantes) de los más ridículos, como esa trama en el más puro estilo de ‘Los bingueros’, poniendo el grito en el cielo porque su pareja tomaba el sol en topless… en pleno 2011.
Como era de prever, y más con esos capítulos megalargos, la trama avanza lenta como un caracol, aunque se han desvelado algunas cosillas. Básicamente, y siguiendo ese referente que es ‘Perdidos’, ya han aparecido ‘los otros’ e incluso han raptado a algunos de los protagonistas (como al final de la segunda temporada de ‘Perdidos’), aunque la temporada acaba de una manera más cerrada que la anterior.
En resumiendo, y antes del análisis con SPOILER, reseñar que lo mejor ha sido la ‘saga de Belén Rueda’, y que es difícil tomar en serio una serie con títulos de capítulo como ‘El cura y el doctor Frankenstein’ o ‘El curioso caso del pato Manolito’. Por lo demás, parece que tendremos especial navideño, con una ñoña trama sobre la niña Valeria y los Reyes Magos… pero también a Luis Varela como el fantasma de las navidades pasadas que le contará un bonito ‘Cuento de Navidad’ a Gamboa. Y es que estas cosas solo pueden pasar en el Estrella Polar.
PD: Y digo yo, ¿no sería más interesante sustituir las introducciones en off de la niña por la propia Valeria, pero a lo ‘Cuéntame’, recordando, ya adulta, cómo su padre salvó a lo que quedaba de la humanidad tras el fin del mundo? Es una idea.
SPOILERS
La segunda temporada arranca con el rescate de los que pedían ayuda al final de la primera, y que resultan ser ¡astronautas! Al margen de que recuperan la cápsula, pero de los susodichos nunca se supo (y me parece que nunca sabremos…), el capítulo es una buena muestra de todos los aciertos y defectos de la serie, incluyendo unos efectos especiales muchas veces nefastos que acaban convirtiendo lo que pretende ser una superproducción en una serie B, y con todos pasados de revoluciones, desde la banda sonora al director y, por supuesto, Juanjo Artero, cuando quieren ser épicos.
Tras otro capítulo con bicho a bordo (del que pasé olímpicamente), llegan los tres episodios con Belén Rueda, donde por fin el barco encuentra a otros supervivientes... ¿por casualidad? El primer capítulo es otro ejemplo de que tienen que pasar minutos y más minutos para que haya algo interesante. En cambio, en el siguiente hay tantas tramas y tan intrigantes, que el capítulo pasa a toda velocidad… hasta llegar al tercero, donde solo hay una trama y la tensión se vive a cada minuto.
Luego llega el díptico de la cascada, abundando en flashbacks a lo ‘Perdidos’, y otro capítulo en el que, al igual que en la primera temporada, descubrimos más detalles sobre el pasado del Estrella Polar… y siguen apuntando la posibilidad de viajes en el tiempo (como en ‘Perdidos’, again). Y luego tenemos la muerte y resurrección ¡! de Palomares y la aparición del pato que señala que hay tierra cerca… más la aparición de un barco sin tripulación y el rapto de dos protagonistas en un final con musical incluido. Ah, imposible no recordar a Jack en la escena final de la tercera temporada de ‘Perdidos’ cuando a Artero le suena el móvil en el último episodio.
PD2: Ya acostumbrados a que cierto refresco acapare protagonismo capítulo tras capítulo, en la recta final de esta temporada hemos asistido a una descarada promoción de cierta secuela de una comedia nacional… que no nombraré.