sábado, 31 de diciembre de 2011

El estreno: Adiós al 2011 al volante



Último fin de semana del año, y al margen de una comedia con zoo (y Matt Damon y Scarlett Johansson, que parecen bastante melosos), el último estreno recomendado del año es 'Drive'. Dicen que es una de las películas de culto del año que estamos a punto de despedir, desde que deslumbrara en Cannes. Cine negro al estilo de los 70, hipervitaminado y sin complejos, de ir a saco.

Ryan Gosling, en busca del papel que lo catapulte definitivamente al estrellato (si es que todavía le hace falta), parece que se echa encima todo el peso del film en el papel de un especialista de coches de Hollywood que por las noches se saca un sobresueldo como chófer de atracadores de bancos. Pero se enamora del personaje interpretado por Carey Mulligan, otra de las actrices en alza, y todo se va a complicar mucho.

La cinta además parece ser la consolidación del cineasta danés Nicolas Winding Refn, que habría dado aquí lo mejor de sí mismo en un homenaje a sus cintas policíacas preferidas, lo que le valió el premio al mejor director en Cannes 2011. 

Pues ahí tenéis mi propuesta para cerrar o abrir el año. Que el 2012 se porte bien con todos!


jueves, 29 de diciembre de 2011

Hasta luego, Jack (Bauer)



Vamos cerrando el año y también series míticas. Primero fue ‘Urgencias’ y ahora le toca el turno a ‘24’, después de 8 temporadas y la película para televisión ‘Redención’ entre la sexta y la séptima, debido a la huelga de guionistas.

Ya advertí en el post de la séptima temporada que los guionistas perdieron una buena ocasión para matar a Jack Bauer y cerrar la serie, y esta última temporada me ha dado la razón. Estamos ante una de las entregas más flojas, si no la que más, de la serie, la que menos me ha mantenido clavado al sillón y la que más me ha aburrido. Es decir, que poco nos habríamos perdido los fans (resto del público, mejor abstenerse) si nunca se hubiran rodado estos capítulos, que pese a todo tienen momentos en los que la serie repunta y recuerda viejos tiempos.

Un año después del séptimo día, encontramos a Bauer feliz, algo poco habitual. Ha recuperado su vida, y hasta es abuelete. Claro, no tardará mucho en meterse en faena, pero esta vez algo falla, los peligros no parecen tan inminentes y  la cuenta atrás no se vive con tanta tensión.

Los guionistas remedian uno de los errores de la séptima entrega, devolviendo todo el protagonismo a Chloe, el único personaje clásico que nos queda, y definitivamente el mejor de la serie, Bauer aparte, tras su debut en la tercera temporada. Si en la séptima aparecía a ratos, aquí vuelve a ser fija y esperad a ver su rol en el último tercio...

También repite la presidenta Taylor, que volverá a afrontar otro día ‘complicado’. El personaje ofrece más de lo mismo hasta que entramos en ese último tercio, donde CherryJones nos mostrará una faceta desconocida de este personaje (acojonante, pero de verdad, cierta escena del penúltimo episodio).





Pero donde falla estrepitosamente esta temporada es en los nuevos personajes. Tenemos nueva UAT, ahora en Nueva York, más de ciencia ficción que nunca, y nuevo equipo. Mykelti Williamson cumple como el nuevo jefe (que por supuesto no acabará la temporada, y sí, como de costumbre, hay un topo en la UAT), pero no pasará a la historia. Y mucho menos los nuevos agentes, encarnados por Freddie Prinze Jr. Y Katee Sackhoff. Aunque sus fichajes pretendían relanzar la serie (él ha sido estrella juvenil en la gran pantalla y ella viene de ‘Galáctica’), Prinze Jr. ha demostrado estar muy lejos de ser un ‘nuevo Bauer’, falto de carisma y con un personaje con el que no han sabido qué hacer, y ella… Bien, cierto es que su personaje ha dado para mucho, lleno de sorpresas, pero tampoco se ha ganado al espectador. Ni mucho menos el nuevo informático, que ahí estaba y poco más. Al final, los más interesantes de los nuevos, como se veía venir, son el indio Anil Kapoor, como el presidente de un país de Oriente Medio, y su esposa, que desde su primera aparición ya se ve que va a tener mucho que decir.

Tras una minitrama en los tres primeros episodios, esta temporada olvida a las precedentes, y en lugar de encadenar amenaza tras amenaza con poca verosimilitud (pero gran interés), va estirando un único argumento con mayor verosimilitud (y menor interés)… hasta el final del capítulo 16. Ahí llega una escena que nos pilla a todos desprevenidos (y eso que en ‘24’ ya estamos acostumbrados a esperar lo inesperado) y como en otras ocasiones, un aparente final. Entonces arranca la trama del último tercio de la temporada, la que realmente afectará a la vida y al futuro de Jack (¿palmará de una vez?), desatado por completo en una cacería imparable, una vez más contra todos.

Una última trama que recurre a numerosos golpes de efecto (el capítulo 17 es brutal), incluyendo la reaparición de algún personaje clásico y hasta el fichaje de Michael Madsen, aunque el nivel global del reparto queda muy lejos de temporadas como la quinta y la sexta, tal vez las mejores de la serie.

En los capítulos finales se mantiene la apuesta por la acción, y es que pese a todo esta octava temporada es posiblemente la más espectacular al respecto, aunque la intriga se ha resentido notablemente. Con todo, lo mejor de la recta final, como ya ocurriera en temporadas como la segunda, es la parte política, donde se reflexiona abiertamente sobre la eterna cuestión: ¿el fin justifica los medios? ¿un bien mayor justifica crímenes menores? Ahí es donde están los mejores minutos de la temporada.

Y así hasta un final que a mí me ha dejado bastante satisfecho, dejando de lado que… vale, ahora los SPOILERS.



Dejando de lado que no es un final (y que Jack aparece bastante poco en el último capítulo, más centrado en la presidenta). Al igual que en el desenlace de la cuarta temporada, Jack tiene que volver a huir, lo que significa que puede volver a la acción en cualquier momento. De hecho, y aunque la serie ha acabado y KieferSutherland está a punto de estrenar otra, parece confirmado que habrá versión cinematográfica de ‘24’ y que la protagonizará él mismo, descartando (imagino que solo por ahora) un reboot con un joven Jack Bauer. Así que esto solo ha sido un ‘hasta luego’, lo que le quita fuerza al cierre de la serie, el cual por otra parte, tiene el buen sentido de centrarse en la despedida entre los dos grandes personajes de ‘24’, Jack y Chloe (impagable lo de convertirla en directora de la UAT), y personalmente, me encanta el momento final, cuando ella dice ‘Desconecta’ y la imagen de Jack desaparece de la pantalla.

La trama del último tercio acaba pasándose de rosca, con Jack en plan verdugo (matarife sería la palabra más adecuada), claro que es un efecto del ya clásico ‘¿Qué hacemos ahora?’, síndrome que aqueja a toda serie que lleva varias temporadas, donde se ha hecho ya de todo, y en el caso de ‘24’, incrementando cada vez más el nivel de las amenazas y las medida extremas de Jack.

Pero es en esos capítulos cuando la serie más recupera su mejor nivel, cuando despierta auténtico interés, por el dilema moral al que se enfrenta la presidenta y esa sensación de que puede pasar cualquier cosa. El regreso de Charles Logan también acaba justificándose al convertirse el ex presidente en la voz de la conciencia (mala) de la presidenta, que sabe manipularla para conseguir sus fines. Y es que esta vez, Logan es más Nixon que nunca.

Y así llegamos hasta los dos últimos episodios, una película de hora y 20 minutos que arranca con Bauer yendo nada más y nada menos que a por el presidente ruso, y sabiendo que sus posibilidades de supervivencia son casi nulas.

Lástima que para desencadenar la última trama tengan que cargarse a Renee Walker, personaje clave en la anterior temporada y que protagoniza buena parte de lo mejor de la octava, sobre todo cuando se produce su reaparición y se ven los devastadores efectos que le causó el séptimo día. Después, sin embargo, desaparece mucho más de lo que debería, antes de que el personaje sea despachado definitivamente.

Como ocurría con ‘Urgencias’, nada volverá a ser igual en las series y películas de acción tras ‘24’, la serie que más me ha enganchado en los últimos años, y sobre cuyo paso a la gran pantalla sigo siendo más que escéptico. Como dijo Chloe, desconecta.



PD 1: ‘Gracias’ a la ‘gran labor’ de Antena 3 (dicho con mucha, mucha ironía) en la programación de ‘24’ en nuestro país, he acabado haciéndome con toda la serie en dvd. Esta última temporada, entre los extras, incluye el discurso completo de despedida que Jack graba para su hija y del que solo se ven fragmentos en los dos últimos episodios. Supongo que les pareció demasiado largo para meterlo entero, pero vale la pena como legado del personaje.

PD 2: Imprescindible el making of  ‘Nueva York virtual’. Y es que, tras ver toda la serie, descubrimos con estupor que no se ha rodado un plano en la ciudad de los rascacielos. La mayor parte de las escenas se han rodado en Los Ángeles y en platós; con fondos verdes y utilizando la última tecnología han colocado imágenes de Nueva York como fondo. Y es que el mejor efecto especial es el que no se ve. (Y estamos empezando…)

lunes, 26 de diciembre de 2011

El County cierra sus puertas



Este post también podía haberse titulado perfectamente ‘Quien tuvo, retuvo’ o ‘Viva la nostalgia’, y es que ambas frases sintetizan a la perfección lo que nos ha deparado la temporada número ¡15! y última de ‘Urgencias’, que se cierra con un episodio doble en el que pude evitar la lagrimita pero no me resistí a aplaudir al final. Y es que han sido 15 temporadas y otros tantos años de mi vida con la que, creo, es la serie real más longeva de los USA (casos aparte los de la animación, con ‘Los Simpson’ (23) o ‘South Park (20)).

La última temporada del County General, el hospital de Chicago donde transcurre la serie, ha estado muy en la línea de las últimas. Hace tiempo que ‘Urgencias’ dejó de ser lo que era en sus inicios, una serie que creaba adicción al máximo, el primer gran éxito televisivo de Spielberg como productor, aliándose en esta ocasión con MichaelCrichton tras haber adaptado su ‘Parque Jurásico’. No deja de resultar paradójico que el propio Crichton falleciera durante la emisión de esta última temporada, siendo homenajeado al inicio de uno de los capítulos.

Crichton, además de escritor, fue médico en su juventud, y se basó en sus experiencias para crear una serie en la que, como haría Spielberg con la guerra en ‘Salvar al soldado Ryan’, consiguió meter al espectador en una sala de urgencias y hacerle sentir cómo se dispara la adrenalina y el estresante día a día de los médicos que han de tomar decisiones a vida o muerte en segundos.

‘Urgencias’ revolucionó el panorama de las series de hospitales, convirtiéndose en una de las mejores que ha dado la pequeña pantalla y catapultando al éxito a un puñado de actores desconocidos, entre los que sobresalió George Clooney, quien dejó la bata de médico tras cinco temporadas.

Con el paso de los años acabó desapareciendo todo el casting original y llegaron nuevos personajes, más o menos interesantes. La serie siempre ha mantenido un nivel notable, aunque hace tiempo que dejó de ser la que había que seguir sí o sí. No ha sido una excepción esta última entrega, en la que la mayoría de los mejores momentos han llegado con nuevas despedidas de personajes claves y con la reaparición de la mayor parte del casting original.

La temporada arranca precisamente con la despedida (no explicaremos el motivo) de Pratt y Abby, dos de los pilares de ‘Urgencias’ en los últimos años. Dos capítulos antológicos (primero y tercero), incluyendo la primera aparición de la pared en la que se colocan los nombres de aquellos que han dejado el County. Sin duda una de las escenas de la temporada.






A partir de ahí entramos en la dinámica más reciente, con tramas más o menos interesantes y siempre con los personajes antiguos ganando en interés a los actuales, es lo que tiene la nostalgia. El último fichaje es Angela Basset como la nueva directora de Urgencias, aportando su carisma y con dos tramas bien diferenciadas. La primera culmina en uno de los mejores episodios de la temporada, en el que por fin se desvela un secreto de su pasado que más o menos se intuía, alternando el presente con un flashback que permite el regreso de uno de los personajes más emblemáticos de la serie, Marc Green, situándonos en su última etapa, cuando luchaba contra un cáncer que resultaría mortal.

Después comienza la cruzada del personaje de Basset por ser madre, que culmina con la intervención de un personaje a cargo de la entonces desconocida Rooney Mara, que interpreta a Lisbeth Salander en la versión de ‘Los hombes que no amaban a las mujeres’ a cargo de David Fincher.

Por lo demás, Morris hace mucho tiempo que dejó de ser un chiste para convertirse en uno de los mejores personajes de la serie, que por fin encontrará al amor de su vida (y no os perdáis la primera aparición de la que será su pareja). Neela, que también dejará el County en uno de los últimos episodios, vivirá un romance con el nuevo ‘doctor macizo’, pero sin la intensidad que tuvo el personaje en sus primeras temporadas, mientras Gates y la enfermera Sam romperán su relación tras un acontecimiento traumático. Él tratará por todos los medios de recuperarla, demostrando que ha cambiado, y además ayudará a un veterano de Irak, mientras ella deberá hacer frente al regreso de su madre. También hay un intento de imitar a ‘Anatomía de Grey’ con la llegada de nuevos residentes, cuyo papel acaba diluyéndose sin que aporten nada a la temporada.

Por lo que respecta a las reapariciones, la más sonada es la de Carter, EL PERSONAJE de la serie sin duda alguna, que vuelve al County en el capítulo 16 y ya se queda hasta el final. Para ver a Clooney, Julianna Margulies y a Eriq la Salle (el doctor Benton) habrá que esperar al 19, ‘Viejos tiempos’, preludio de la traca final.





Y es que la serie se despide con un episodio de una hora y 20 minutos que narra algo más de 24 horas en Urgencias, con más y más personajes clásicos, incluyendo a la hija de Marc Green, encarnada por su intérprete original (además del parto más sangriento que se haya visto). Un episodio que abre con unos títulos de crédito que combinan la tipografía de las primeras temporadas con la actual y muestran a la mayor parte del elenco de estos 15 año. Un episodio que acaba con Carter admitiendo que pertenece a las Urgencias del County, que ha nacido para eso, y que tiene como uno de sus mayores alicientes a Alexis Bledel, de 'Las chicas Gilmore', en el tradicional papel de la joven que debuta en el servicio de Urgencias y afronta por primera vez lo que supone salvar una vida, pero también que alguien muera en tus manos. Pero por encima de todo, hasta el último segundo, este último capítulo es un homenaje al County y a los servicios de Urgencias, un canto a una serie que ha hecho historia y a los hombres y mujeres que dedican su vida a salvar la de los demás.

La última temporada de ‘Urgencias’ también mantiene otra de las constantes de esta serie, la intervención de estrellas invitadas de primer nivel. Esta vez, y en el mismo episodio que Clooney, tenemos a Susan Sarandon y al mítico Ernst Borgnine, que también se sumará al episodio final para dar una última lección magistral.

En fin, después de 15 años: gracias, a todos los que han hecho posible esta serie. Histórica, de verdad.







PD: No me olvido de destacar un par de episodios más. El 14, ‘Un largo y extraño viaje’, con el regreso de William H. Macy como el doctor Morgenstein y un homenaje a lo grande al hombre que revolucionó los servicios de Urgencias en Estados Unidos (ignoro si está basado en un personaje real), incluyendo imágenes con la estética de los 50, y el cuarto, ‘Guía parental’, con una pequeña psicópata de armas tomar, escalofriante.

viernes, 23 de diciembre de 2011

El estreno: Una de espías a la vieja usanza


Llega la Navidad y múltiples estrenos para los más pequeños (entre los que destaca el reestreno de 'El rey león', todo un clásico'), pero también para los adultos. Tenemos la típica comedia romántica con un reparto de estrellas, 'Noche de fin de año'; la peli de terror, 'No tengas miedo a la oscuridad' (prefiero mil veces el título original, 'Don't be afraid of the dark', mucho más sonoro), enésimo film con casa encantada en lo que va de temporada; y una de romanos a lo '300', 'Immortals', que supone el retorno del visionario Tarsem Singh después de 'The fall, el sueño de Alexandria'.

Pero el estreno de la semana es 'El topo', otra de espías pero bien distinta a las aventuras de Ethan Hunt, supongo que más sosegada y profunda. Director desconocido, Tomas Alfredson, pero reparto plagado de primeros espadas: el último Oscar al Mejor Actor, Colin Firth; el veterano John Hurt; los siempre impecables Ciarán Hinds, Toby Jones y Mark Strong; y uno de los 'hombres de Nolan', Tom Hardy, a quien ya vimos en 'Origen' y veremos en la próxima de Batman como Bane.

Pero por encima de todos (ahí está el cartel), Gary Oldman, más viejo que nunca (decrépito sería la palabra a tenor del tráiler), pero todo apunta que demostrando el gran actor que siempre ha sido (y si no, revisen otra vez el 'Drácula' de Coppola), aunque pocas veces ha desplegado toda su categoría.

Vale, no será un estreno muy navideño, pero es lo que hay. Merry Christmas a tothom!

PD: Recordemos, 'El topo' es una nueva adaptación de una de las primeras novelas de John Le Carré, experto en best-sellers de espías. Veremos cómo se adapta a los nuevos tiempos, y no olvidemos la mítica adaptación protagonizada por Sir Alec Guinness, ni el magnífico título original del libro: 'Calderero, sastre, soldado, espía'.

  

jueves, 22 de diciembre de 2011

Urtain: Más golpes te da la vida


'Estudio 1' es un histórico programa de TVE que consiste en llevar el teatro a la pequeña pantalla. En los últimos años se ha intentado recuperarlo de manera aperiódica y en su última entrega, la semana pasada, pudimos disfrutar de toda la fuerza de 'Urtain', la biografía del boxeador más famoso de nuestro país, a cargo de Animalario.

Como todo lo que rodea a esta compañía, la obra, que transcurre por completo sobre un ring, es algo extrema y aporta un marcado toque de humor e ironía al drama que traslada al espectador. Pero al extraordinario trabajo de Roberto Álamo (que le redime por completo de su esperpéntica aparición en 'La piel que habito') no se le puede poner ningún pero. Desde su voz quebrada y con acento vasco, a su transformación física sobre el escenario, capaz de ser el Urtain crepuscular, y unos minutos después el púgil en su momento de mayor esplendor, solo por él ya merece la pena ver este montaje.

También destacan las actrices que interpretan a las dos mujeres que se enamoraron de Urtain, capaces de transmitir auténtica emoción, así como el maestro de ceremonias, en el más puro estilo del cabaret, y Alberto San Juan, que en este caso ya no sorprende pero desempeña a la perfección el papel del mejor amigo y representante de Urtain, que como tantos otros, le traicionaron.

Y es que la vida de Urtain, narrada hacia atrás desde su suicidio dos días antes del inicio de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, es la historia de alguien sin muchas luces, que vivía feliz con pocas aspiraciones, y de quien todos se aprovecharon hasta convertirlo en un muñeco roto, abandonado por todos. La frase de la obra es sin duda "¿Qué he hecho yo para que todo lo que hago sea tan sucio?".

A vueltas con la famosa foto del púgil con Franco, la obra también repasa la época que le tocó vivir a Urtain, incluyendo imitaciones de Eugenio y de Raphael, en los momentos más cómicos del montaje, que combina drama y comedia de una manera única. Todo hasta acabar con Roberto Álamo interpretando al padre del boxeador, en una escena brutal, imposible de olvidar.

Premios: 'Urtain' arrasó en 2010 en los premios Max de teatro, al ganar 9 de los 12 galardones a los que aspiraba: Espectáculo, Autor (Juan Cavestany), Dirección (Andrés Lima), Actor (Roberto Álamo), Escenografía (Beatriz San Juan), Diseño de iluminación (Valentín Álvarez y Pedro Yagüe), Actor de reparto (Alfonso Lara), Productor (Animalario) y Música (Nick Powell). Ningún pero, salvo al premio, para mí incomprensible, a Alfonso Lara, actor que me suele gustar mucho, pero aquí superado por la mayoría de sus compañeros.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Serrat canta a Mô




Publicado en 2006, ‘Mô’ es hasta la fecha el último disco de Joan Manuel Serrat cantado en catalán, y compuesto por temas propios, a excepción de ‘Mala mar’ (letra de Joan Margarit) y ‘El mal de la tarongina’ (letra coescrita por Serrat y Manuel Vicent). El álbum, ya desde el tema de apertura que le da título, es un canto de amor a (Mahón), isla en la que el cantante parece haber pasado muy buenos momentos.

Encontramos en este disco al Serrat más poético y arraigado a su tierra, que convierte el álbum en una auténtica joya, llegando al corazón del oyente en cada tema. Hasta el punto de que se hace difícil destacar una canción sobre otra, aunque ‘Mô’ es la cumbre.

Le siguen la bella ‘El teu àngel de la guarda’, y ‘Perdut en la ciutat’, donde narra el desconcierto de un hombre del campo que viaja a la ciudad en busca de la mujer que lo ha abandonado. ‘Cremant núvols’ es otra cumbre del disco, para seguir con ‘Mala mar’, un canto a las prostitutas, y ‘Plou al cor’, una dulce y preciosa canción de desamor.



‘El mal de la tarongina’, no podía ser de otra manera tratándose de Manuel Vicent, te envuelve con el olor del azahar, y ‘Capgròs’ es al tiempo divertida y triste. ‘Fugir de tu’ nos recuerda que lo más difícil es aceptarse a uno mismo, la única persona de la que no podemos huir, y ‘Ja tens l’amor’ habla de las maravillas y el infierno de estar enamorado.

‘Si hagués nascut dona’, otra de las mejores canciones de ‘Mô’, dedicada a la madre de Serrat, evoca lo que hubiera sido la vida del cantante de haber nacido mujer en pleno franquismo, antes de cerrar el álbum con ‘Res al ras’, en la que lo importante es el ritmo y la rima.

Dejando de lado su adaptación de los poemas de Miguel Hernández, ‘Mô’ nos devuelve al Serrat trovador, el que canta las historias de sus gentes con una capacidad inigualable para conmover a quien le escucha. Un disco inolvidable, su última obra maestra.

PD: Tuve la suerte de asistir a un concierto de la gira de este disco, en el Auditori de Castellón, en plan íntimo, donde Serrat demostró que, aunque los años no pasan en balde, sigue siendo el número 1. Impecable.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El estreno: Ethan Hunt vuelve a la carga (y van 4)

Lo dicho, como cada cinco años, nuevo capítulo de la saga 'Mission: Impossible', a cargo de Tom Cruise como productor y estrella total. Vamos ya por la cuarta entrega, aunque en la mayoría de promociones el 4 desaparece y por primera vez tenemos subtítulo: Protocolo fantasma.

¿Por dónde ha tirado Cruise para mantener el interés de su niño mimado, el agente Ethan Hunt (esta vez con capucha), que lleva camino de convertirse en su legado cinematográfico? Por no mencionar que esta cuarta entrega parece la única tabla de salvación posible para el actor, cuyos últimos estrenos no han tenido la respuesta en taquilla a que estaba acostumbrado.

Para empezar, tras los De Palma, Woo y Abrams, repite la jugada de este último: director debutante en películas con actores, y si aquel procedía de la tv, Brad Bird viene de la animación, donde ha dejado joyas como 'El gigante de hierro', 'Los increíbles' y 'Ratatouille'.

No solo cambia el director, sino que el equipo de la F:M:I se ha renovado por completo tras la última entrega. Gana protagonismo el británico Simon Pegg, que en aquella solo tenía un par de apariciones puntuales y ahora ya es miembro de pleno derecho como el informático y quien aporta el toque de humor, además del colegueo con Hunt, toda vez que parece que ya no tenemos a Ving Rhames, el único que había repetido en los tres films anteriores, Cruise aparte. El toque femenino lo aporta Paula Patton, reemplazando a Maggie Q, y donde antes estaba Jonathan Rhys Meyers tenemos a Jeremy Renner, que sigue rentabilizando 'En tierra hostil'.

Pero, visto el tráiler, parece que se repite la jugada de la primera y la tercera entrega, con un reparto multitudinario e internacional, aunque sea con breves apariciones, como las de Michael Nyqvist (el protagonista de la versión sueca de 'Los hombres que no amaban a las mujeres'), Tom Wilkinson como el 'jefe' (siguiendo la tradición de que sea un actor de peso: Jon Voight, Anthony Hopkins y Laurence Fishburne), la francesa Lea Seydoux, el indio Anil Kapoor ('Slumdog millionaire' o '24'), o Josh Holloway, el Sawyer de 'Lost'.

En cuanto al argumento, parece que corren malos tiempos para la F:M:I, y tras una misión que salta por los aires, tal como ocurría en la primera entrega, vamos más lejos que entonces: toda la F:M:I es desmantelada y Hunt (¿qué habrá pasado con su esposa) y su equipo quedan solos contra todo. Veremos si está a la altura de una saga ya imprescindible para el género.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Proyecto Imposible III: JJ Abrams sabe lo que hace

Y otros cinco años esperó Tom Cruise para convertir la saga M:I en trilogía. Para entonces su estrella empezaba a apagarse pero el actor aún era un reclamo sólido para la taquilla, aunque ‘M:I:3’ (2006) no igualó los números de la segunda entrega, que quedó como la más floja en cuanto a calidad pero también la de mayor éxito entre el público.

Cruise volvió a cambiar de director, y esta vez se la jugó con un debutante en la gran pantalla. Claro que J. J. Abrams ya era por entonces el nuevo rey Midas de la tv, el Spielberg de la pequeña pantalla, donde había creado series como ‘Alias’ y sobre todo, ‘Perdidos’. Si algo comparte Abrams con Spielberg (véase ‘Super 8’) es que no deja nada al azar y cuida hasta el último detalle, algo evidente en cada plano de ‘M:I:3’, que, digámoslo ya, es el mejor capítulo de la serie cinematográfica, incluso superando el espectáculo de primera facturado por De Palma.

Para empezar, Abrams tomó buena nota de la primera aventura de Ethan Hunt, al que volvió a enviar a ciudades como Shanghai o el Vaticano, y al que de nuevo rodeó de un completo equipo en el que Ving Rhames ganó protagonismo, convertido ya en la voz de la conciencia de Hunt, su mejor amigo. Junto a ellos, la espectacular Maggie Q (pre ‘Nikita’) y el británico Jonathan Rhys Meyers (pre ‘Match point’ y ‘Los Tudor’), a quienes se esforzaron por darles papel.

También se fichó a un villano de altura, por primera vez ajeno a la propia F:M:I, un personaje implacable encarnado con gran eficacia por Philip Seymour Hoffman, que acababa de ganar el Oscar al mejor actor por ‘Capote’.

Abrams elaboró un guión mucho más interesante que el de la segunda entrega, pero mantuvo las altas dosis de acción de aquella, reparando otro error que cometió Woo, dejarlo todo para el final. En cambio, ‘M:I:3’ resulta frenética de principio a fin, sin dar un respiro al espectador. Y todo ello sin que la trama se resienta. Algo que tiene su mejor exponente hoy en día en Christopher Nolan, desde sus Batman a ‘Inception’.

Las nuevas aventuras de Hunt (que recupera el pelo corto) también incorporan por primera vez el humor, tanto en las intervenciones del personaje que encarna el británico Simon Pegg (el informático de turno) y en otros momentos puntuales, como la discusión que mantienen Cruise y Rhys Meyers en Roma. Y si en la segunda entrega Hunt recibía la misión mediante una proyección en unas carísimas gafas de sol de última tecnología, Abrams se permite bromear haciendo que en esta ocasión reciba el mensaje en una cámara de fotos de usar y tirar.

En el fondo, como sus predecesoras, ‘M:I:3’ asume las influencias de su época, y donde la primera era una cinta de espionaje a lo James Bond y la segunda una de acción, aquí la mayor influencia son las series y películas que renovaron el género de acción a principios de la última década. Hablamos de la trilogía de Jason Bourne con Matt Damon, y sobre todo de ‘24’. Así que hay glamour, pero también un tono más oscuro y ‘grim and gritty’, como en la primera misión del film, una operación de rescate mucho más propia de Bourne o Jack Bauer que de Bond, en la que por cierto interviene Keri Russell, la televisiva ‘Felicity’.

Acostumbrados a ver las oficinas de la UAT en ‘24’ o las de los forenses de ‘CSI’, por primera vez Abrams nos muestra las de la F:M:I, incluyendo a dos de sus jefazos, Laurence Fishburne, aportando carisma y algunos de los momentos más intensos de la cinta, y Billy Cudrup como amigo de Hunt. Y si en la UAT siempre hay un topo, aquí también se mantienen las tradiciones, ya que si en la primera el enemigo estuvo oculto y en la segunda al descubierto (y salimos perdiendo), Abrams utiliza dos enemigos, uno al descubierto, rebosante de carisma, y otro oculto para mantener la intriga y garantizar la sorpresa final.

El director norteamericano demuestra además ser mejor émulo de Hitchcock que Woo, ya que en esta ocasión el objeto que persiguen los protagonistas, la famosa ‘pata de conejo’, es un auténtico 'mcguffin' y, desde luego esto no es spoiler, nunca sabremos qué era.

‘M:I:3’ arranca con un breve y brutal prólogo en el que Hunt está totalmente contra las cuerdas, que clava al espectador a la butaca, de donde Abrams ya no lo suelta. A partir de ahí nos vamos a unos días antes, a punto de casarse con una chica que no es con la que le dejamos al final del film anterior. Nada que ver con aquella espectacular ladrona de altos vuelos atraída por un agente secreto, la nueva pareja es una enfermera que no sabe nada de la doble vida de Hunt, retirado como agente de campo y dedicado a entrenar nuevos agentes. Ese secreto es otra baza que maneja con maestría Abrams de principio a fin, con la complicidad de Michelle Monaghan, que cumple sobradamente como nuevo interés amoroso de Hunt.

Pero nuestro protagonista acaba volviendo a la acción en la primera misión de la cinta, que dará lugar a varios interrogantes. Así que el equipo se lanza a una segunda misión. Ya hemos dicho que Abrams maneja todos los resortes, y si la primera era un rescate en plan militar, el Vaticano se convierte en el escenario ideal para que el equipo muestre su habilidad en el disfraz, en la escena más al puro estilo de la primera película.

La tercera misión sirve para que Hunt haga de nuevo el más difícil todavía lanzándose desde los aires, aunque antes tendremos el espectacular rescate del malvado en plena autopista en medio del mar (espectacular se queda muy corto) y la fuga, al más puro estilo Hannibal Lecter, de Hunt en las instalaciones de la F:M:I.

Y aún queda volver al punto de partida y ver cómo Hunt corre como nunca para salvar a su amada. Desde luego Cruise acertó al darle los mandos a Abrams, que facturó una diversión de primera con todo lo que se le puede pedir a un film de este tipo.

PD: Han pasado 5 años desde ‘M:I:3’. Y eso significa… que este viernes llega la cuarta entrega. Que suene el mítico tema musical de ‘M:I’ (difícil hallar algo tan pegadizo).


martes, 13 de diciembre de 2011

Proyecto Imposible II: Menos equipo, más Cruise

Todo hay que decirlo, Tom Cruise no se dio mucha prisa en facturar la secuela del bombazo de taquilla –magníficas críticas incluidas-, que fue la primera ‘M:I’. Tal vez porque aquí ejerce de productor, y eso requiere mayor esfuerzo que el interpretativo. El caso es que hubo 5 años entre las dos entregas, con lo que ya ha pasado una década desde ‘M:I:2’.

¿Diferencias entre las dos películas? Bueno, al margen del cambio de look de Cruise, que en el único papel que ha repetido cambió el corte a lo militar del primer film por una tupida melena, y el hecho de que en esta secuela el título pase de ‘Mision: Imposible’ a las siglas (símbolo de los nuevos tiempos), pues tenemos unas cuantas.

Para empezar, cambiamos a De Palma por John Woo, en lo que es una de las señas de identidad de la saga: confiar cada entrega a un director de prestigio para que aporte su toque personal. Así que lo que en la primera entrega era una compleja trama de espionaje a lo Hitchcock… cabía esperar que en manos de Woo fuese un espectáculo pirotécnico de acción. Y así fue… en parte.

El film que nos ocupa fue el cuarto de Woo tras su desembarco en Hollywood. Tras un par de vehículos de lucimiento para Van Damme y Travolta, en ‘Cara a cara’, de nuevo con Travolta y un Nicolas Cage desatado como nunca, facturó el que sigue pareciéndome su trabajo más logrado en los USA, en el que combinó un sensacional espectáculo de acción con un potente guión. Esto último es lo que le falló en su encuentro con Cruise, lo que no impidió que lograse su mayor taquillazo en Estados Unidos.

‘M:I:2’ arranca con un doble prólogo. El primero ya apunta que las máscaras de Hunt y compañía van a ser utilizadas aún con mayor eficacia que en la primera entrega, y el segundo es una exhibición física de Cruise (el numerito de la escalada, vamos). A partir de ahí, y al margen de que Anthony Hopkins robe la película en sus tres breves apariciones, y la famosa confusión entre sevillanas-Fallas-Semana Santa andaluza, si De Palma se fijó en ‘Con la muerte en los talones’, Woo monta su propio remake de ‘Encadenados’, en el que Hunt se enamora de la ladrona Nyah, sin saber que el papel de ésta en la misión es volver con su ex para averigar qué trama.

La diferencia con el film de Hitchcock es que Cary Grant, en una de sus mejores interpretaciones, nunca dejaba claros sus sentimientos hacia Ingrid Bergman. Y si en la famosa cinta no se revelaba qué ocultaba el malo (el famoso ‘mcguffin’), aquí se trata de un virus extremadamente mortal.

La primera parte de la película, más de la mitad del metraje, se convierte, pues, en un film de suspense un tanto aburrido, estirado en exceso. De hecho, pese a un argumento mucho más simple que su predecesora, aquí tenemos más metraje, lo que perjudica claramente a la película. Todo resulta bastante previsible e incluso hay momentos para el ridículo, como el numerito de la persecución de coches entre Hunt y Nyah. Y es que a veces se pasan de estilosos.

Pero tras una espléndida doble utilización de las máscaras, el suspense deja paso a la acción en estado puro y a la vocación de esta secuela por el cine de palomitas. Ahí es donde emerge el mejor Woo, y tras el habitual descenso en picado de Hunt, mucho más espectacular que en la primera entrega pero también más aparatoso (el malo ya avisa que a Hunt le encanta "entrar por arriba"), tenemos más de media hora de acción sin descanso, con Cruise repartiendo patadas como nunca y una antológica persecución en moto. Y con Thandie Newton, espléndida como Nyah, desapareciendo por completo para que Cruise acapare plano tras plano.

Al margen, aquí encontramos a dos equipos enfrentados, el que lidera Hunt y el de su enemigo, de nuevo un agente de la Fuerza Mission Impossible que se cambia de bando en busca de dinero fácil. Pese a ello, Hunt es más protagonista que nunca, ya que Ving Rhames es más secundario que nunca y el piloto del helicóptero apenas suelta un par de chistes sin gracia. Y es que el reparto estuvo muy por debajo del de la primera entrega, confiando todo el éxito del film a un Cruise que aún estaba en la cresta de la ola, rodeado de semidesconocidos como el villano de esta ocasión o la chica, con la que ahora sí mantiene un romance clásico. Tampoco hubo la gran variedad de escenarios de la primera misión, reducida básicamente a Sevilla y Sidney. Eso sí, si en la anterior ocasión se confió la nueva versión del tema central a la mitad de U2, ahora el tema central se lo encargan a Metallica, que también pasaba por uno de sus momentos de mayor gloria tras haber abrazado el grunge.

La película, como era de esperar, no gustó a la crítica pero arrasó en la taquilla, superando los números de la primera entrega. Así que Cruise no se lo pensó mucho para abordar un nuevo capítulo... y remediar los errores cometidos.

La frase: Cuando Hopkins revela el papel de Nyah en la misión, Cruise, ya enamorado, objeta que ella "no está entrenada" para una misión que consiste en fingir que ama a su ex y hacer que le confíe sus secretos. Respuesta de Hopkins: "¿No está preparada para seducir y mentir? Es una mujer, no necesita más entrenamiento". Viva la misoginia.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Proyecto Imposible I: De Palma sienta cátedra

Cuenta atrás para el estreno de la cuarta entrega de la saga ‘Mission: Impossible’, así que empecemos por el principio. Y es que han pasado ya nada menos que 15 años del estreno de la primera parte, que en muchos aspectos continúa siendo el mejor capítulo de la serie.

Tom Cruise se estrenó con esta película como productor, así que fue a por todas y no descuidó ningún aspecto. Para empezar se apuntó a la moda de llevar al cine antiguas series, cuando esta moda aún no había empezado. De hecho, uno de los escasos precedentes había estado también a cargo de Brian de Palma, ‘Los intocables’, y el director se quedó esta vez muy cerca de repetir peliculón.

Luego le encargó el guión a Steve Zaillian, autor de unos cuantos libretos para Spielberg, como, pongamos por caso, ‘La lista de Schlinder’, y a David Koepp, especialista en este tipo de espectáculos a lo grande, como, pongamos por caso, 'Parque Jurásico' o el último Indiana Jones.

¿Qué nos falta? Pues escenarios internacionales a lo James Bond (Viena, Langley, Londres…) y estrellas internacionales: los norteamericanos Jon Voight (en el papel de Phelps, el protagonista de la serie original), Emilio Estévez y Ving Rhames, los franceses Jean Reno y Emmanuelle Beart, y las británicas Vanessa Redgrave y Kristin Scott Thomas. Ah, y ya puestos, que Larry Mullen Jr. y Adam Clayton (U2) versioneen el mítico tema musical de la serie.

Cruise puso las pelas y De Palma manejó con maestría los elementos, componiendo un mecanismo de relojería que sigue funcionando a la perfección 15 años después… aunque ahora uno no puede evitar sonreír al ver que entonces usaban diskettes para sacar información de ordenadores con pantalla gorda.

La película se articula en torno a varios misiones que se suceden, empezando con un equipo y cambiándolo luego casi por completo tras un arranque que nadie puede esperarse. De Palma, muy imitador-homenajeador de Hitchcock en sus primeros filmes, se monta aquí su particular ‘Con la muerte en los talones’, en el que Ethan Hunt, el personaje de Cruise, ve cómo su equipo de agentes secretos cae en una emboscada y todas las sospechas recaen en él, así que tiene que buscar un nuevo equipo entre agentes caídos en desgracia, con los que habrá un continuo juego de sospechas, y tratar de redimirse. Vamos, la clásica figura del inocente perseguido, tan habitual en Hitchcock.

El cineasta norteamericano combina la pirotecnia tan del gusto de su estrella con momentos más sutiles, especialmente LA ESCENA del film, el robo en Langley con Cruise suspendido del techo (un clásico de la saga): una escena muda de 10 minutos en la que De Palma muestra su virtuosismo.

La trama, por otra parte, compleja en su momento, tal vez hoy queda demasiado simple, a tenor de lo que se han ido complicando este tipo de entretenimientos (la sombra de ‘24’ es alargada), aunque sigue resultando interesante, con ese juego de espías en el que nunca sabemos quién es el malo y el bueno, y una brillante resolución, cuando descubrimos que el malvado es un agente que, tras el final de la Guerra Fría, ve cómo ha perdido poder y tras años luchando por su país le han echado a un lado, por lo que decide cobrarse bien sus servicios. Todo ello aliñado con la tensión sexual entre el protagonista y la única superviviente del equipo, que resulta ser la ahora viuda del mentor de Hunt.

Y sí, tal vez el final con el tren, el helicóptero y el túnel resulta demasiado aparatoso, pero también es cierto que estamos ante la última gran obra de De Palma, que luego emprendió otra misión, concretamente a Marte (con otra gran escena muda) para luego casi desaparecer del mapa (fílmicamente hablando).

La escena: Hay unas cuantas frases y momentos memorables, pero me quedo con la primera aparición de Vanessa Redgrave y su juego de seducción con Cruise. Inmensa actriz.


sábado, 10 de diciembre de 2011

El estreno: Agua para todos... a cambio de sexo

...y como suele ocurrir, después de un fin de semana de fuertes estrenos como el pasado, aprovechando que venía un acueducto, pues esta semana apenas hay estrenos y los que nos llegan son de cintas casi desconocidas, a excepción de la navideña 'Arthur Christmas'.

Aún así encontramos una propuesta que puede resultar más que interesante, la francesa 'La fuente de las mujeres', a cargo de Radu Mihaileanu, el director de 'El concierto'. El argumento, además, resulta prometedor: en un pequeño pueblo entre el norte de África y Oriente Medio, la tradición exige que sean las mujeres quienes vayan a por agua a una fuente en lo alto de las montañas, caminando bajo un sol ardiente... hasta que ellas se plantan y montan una huelga de sexo: no tendrán relaciones con sus maridos hasta que ellos no se comprometan a ayudarlas en el transporte de agua.

No pinta nada mal la cosa, porque todo apunta que bajo la apariencia de comedia, el director reflexiona sobre el papel de la mujer en el mundo árabe. Y, personalmente, siempre he pensado que será la mujer quien haga avanzar esa sociedad.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Niccol se queda a medio camino

Tal vez no he salido demasiado decepcionado del visionado de 'In time', porque en estos tiempos uno ya no suele esperar grandes cosas, pero sí, está bastante por debajo de lo que nos tiene acostumbrados Andrew Niccol, que aquí no logra repetir la jugada de 'Gattaca'.

La premisa de su último film es alucinante: en el futuro, gracias al dominio de la genética, podemos ser inmortales, pero para no agotar los recursos (o más bien para que los ricos sigan siendo ricos) a partir de los 25 años cada persona recibe un año de vida, que se emplea como moneda. Vivir más o menos, depende del tiempo que logre: trabajando, robando, como sea.

Sí consigue Niccol que el espectador sienta lo que sería una sociedad así, la urgencia por sobrevivir, por ahorrar ese tiempo que, ahora sí, es auténtico oro. La frase 'no tengo tiempo', adquiere de este modo un nuevo significado.

Pero, además, a partir de los 25 nadie envejece, lo que también abre otras posibilidades, apenas explotadas por el director norteamericano, como el hecho de que al cumplir los 25 eres tan viejo como tu madre o tu abuelo.

Por supuesto 'In time' también reflexiona sobre el dinero. Frases como 'No debe haber nadie inmortal si para ello una sola persona debe morir' deben entenderse como 'Nadie debe ser multimillonario si otros mueren de hambre'. Por ahí es por donde la película, esto es Hollywood, no profundiza y acaba quedándose muy en la superficie. A pesar de lo cual, y de una manera muy visual, Niccol muestra cómo en ese mundo futuro (igual que en el actual), hay zonas en las que viven los ricos y otras en las que los pobres sobreviven como pueden.

Lo más interesante es la policía de ese futuro (visualmente muy retrofuturista, a lo 'Gattaca'), encargada de velar porque el dinero, perdón, el tiempo circule como debe, de modo que los pobres no tengan más de lo que les corresponde y los ricos sigan disfrutando... de su tiempo.

¿Cómo cambiar esa situación? Ahí es donde también falla Niccol, en responder a esa pregunta, aunque su propuesta no deja de ser radical: robemos a los ricos y distribuyamos la riqueza entre todos. A eso se dedican los dos protagonistas, cual modernos Robin Hood, aunque actuando más a lo Bonnie & Clyde en la versión más descafeinada de esta pareja que hayamos visto.

Porque donde también falla Niccol es en convertir la cinta en un espectáculo de acción, un thriller de altos vuelos a lo 'Inception' o las mejores entregas de la saga 'Misión: Imposible', ya que en este apartado la película no funciona mal, pero también queda lejos de lo que podría haber sido.

La pareja protagonista, cumplidora pero poco más y sin excesiva química entre ellos, tampoco beneficia demasiado el resultado final. Y como era de prever, el personaje más interesante acaba siendo el 'guardián del tiempo', el implacable perseguidor de los fugitivos, encarnado con su intensidad habitual por Cillian Murphy, y que además tiene un vínculo con el pasado del protagonista y está obsesionado con salvaguardar el sistema, ese sistema inventado por los ricos para mantener su posición.

'In time' funciona como entretenimiento e invita a reflexionar, pero se queda en meros apuntes de lo que podía haber dado de sí como espectáculo y como drama. Niccol ha vuelto a tener una gran idea, pero esta vez no ha sabido aprovecharla al máximo.


PD: Y pese a todo, 'In time' tiene pinta de crecerse con cada revisión. Así, empezando a recordarla, uno vuelve a caer en la cuenta de algunas cargas de profundidad que se van apuntando casi sin que uno se dé cuenta, como en estas escenas:

1- ¿Cómo reacciona el sistema (los ricos) cuando los protagonistas empiezan a repartir tiempo a los pobres y estos cada vez tienen más (y por tanto vivirán más, a costa del tiempo de los ricos)? Pues subiendo los precios para que todo siga como antes.

2- El archimillonario advierte a los protagonistas que sus esfuerzos serán vanos, que en todo caso cambiarán las cosas un par de generaciones, porque todo el mundo quiere ser inmortal (millonario, vamos) y nadie se conforma con lo que tiene.

3- El prota (pobre) le pregunta a su chica (rica) cómo puede vivir sabiendo que ella tiene todo el tiempo que quiera y otros mueren a diario. Respuesta: Mirando hacia otro lado.

martes, 6 de diciembre de 2011

Y La Sexta dejó naufragar 'BuenAgente'


Una de las series que mejor y peor me lo han hecho pasar después del verano ha sido 'BuenAgente'. Mejor porque me he reído mucho con una comedia que en sus mejores momentos recordaba a 'Siete vidas' o 'Cuestión de sexo', dos de mis series favoritas. Y peor porque ha acabado de la peor manera, gracias a la falta de audiencia y a la mala gestión de La Sexta, que ha maltratado a una ficción por la que en un primer momento parecía que apostaba muy fuerte.

En un canal que se nutre básicamente de series norteamericanas, 'BuenAgente' era la primera producción propia, y partía con la teórica garantía de un reparto de estrellas, con Malena Alterio, Antonio Molero y Arturo Valls (que ha vuelto a deparar los momentos más inspirados de los últimos episodios). Al parecer la audiencia no ha respondido como se esperaba, pero también es cierto que en poco ayudó que los 8 capítulos de la primera temporada se emitiesen hasta en tres días distintos.

Por lo que respecta a la segunda temporada, ha contado con 11 capítulos, pero hay claramente un antes y un después del quinto. Y es que, y no creo equivocarme, esos cinco primeros episodios eran el resto de la primera temporada, ya grabada con los clásicos 13 episodios de las temporadas españolas, y cuya emisión La Sexta paró aprovechando el verano, en vista del escaso éxito de la serie. Cinco episodios que tras el verano tampoco se emitieron en un solo horario, sino que después de los tres primeros la serie cambió nuevamente de día y se adelantó a las 21.30 horas. Por no hablar de que después de los dos primeros capítulos hubo una semana de parón por el fútbol, que parece ser lo único que le interesa a La Sexta de verdad.

Durante esos cinco capítulos se mantuvieron las tramas iniciadas antes del verano, que alcanzaron su punto culminante con las despedidas de soltero/a previas a la boda entre Agus y Lola, en uno de los mejores episodios, narrado mediante flashbacks, y con Mariam Hernández, otra ex 'Cuestión de sexo' como invitada especial. (Sin olvidar otros invitados de lujo en capítulos anteriores, como Jaime Blanch como el padre de Sebas). Y con un final sorpresa que condiciona el resto de la temporada.



A partir de ahí, La Sexta al menos ha mantenido la serie en el viernes y en el mismo horario (ya hablaremos de 'Homicidios' y de Tele 5, ya) e incluso volvió a promocionar 'BuenAgente' con la gran baza para la verdadera segunda temporada, el fichaje de Patricia Conde. Sin embargo, como por lo visto los resultados de audiencia siguieron sin ser los esperados, la nueva temporada solo ha alcanzado los seis capítulos y encima, aunque La Sexta anunció que ese sexto (vaya) episodio era el último, mintió al afirmar que se cerraban todas las tramas, porque aunque algunas sí lo han hecho, otras han quedado totalmente en el aire, y con un continuará de tomo y lomo. Impresentable.

La segunda temporada ha supuesto además un bajón en la calidad de la serie, demasiado condicionada por esa provisionalidad con respecto a su continuidad. Los guionistas, o no tenían muy claro para donde tirar, o ya les daba igual, de modo que no ha habido tramas consistentes en los últimos episodios.

En cuanto a los personajes/actores, ya en la recta final de la primera temporada nos quedamos sin Teo, uno de los protagonistas iniciales, sustituido definitivamente por Jorge, que daba más el perfil del 'tonto' habitual en toda comedia que se precie. Ya con el cambio de temporada desaparecen la suegra, que era uno de los personajes más flojos, al igual que el hijo de Agus y Lola, pero también el dueño del bar y la farmacéutica, que aportaron muchos de los momentos más desternillantes de la primera temporada.

Por contra, se ha potenciado el papel de la hija, convertida ya en un nuevo reclamo sexual, y como gran novedad llegó Patricia Conde como una nueva policía que comparte piso con Paula y Olivia, mientras, tras el desenlace de la primera temporada, Agus y Sebas se instalan en el piso que ocupaban Teo y la suegra. Con Patricia Conde (sacándole partido a su vena 'chunga' pero sin resultar una gran aportación a la serie) y también Luis Varela, al que hemos visto demasiado poco como el nuevo jefe de policía, se potenció el apartado policial de la serie, incluso metiendo alguna trama de intriga que no ha acabado de funcionar. Y es que demasiadas cosas, como el romance entre Agus y el personaje de Patricia Conde, han parecido demasiado forzadas en esta temporada.

Lola monta un bar, que sustituye al anterior (aunque con la misma decoración...), pero pierde protagonismo a marchas forzadas, al igual que Ana, a la que es seguro que no veremos si algún día continúa 'BuenAgente', ya que su personaje por fin logra triunfar como actriz y se va a Miami, después de que Patricia Montero casi se haya lucido más en los apuntes dramáticos sobre su personaje (esa trama desaprovechada en la que su mejor amiga le pregunta si no será hora de que deje su sueño de actuar) que en los momentos cómicos.

Al final quedaba esa sensación de que a nadie le importaban ya los personajes de la serie, descuidados por un canal que no ha sabido mimar una de las mejores comedias que hemos visto últimamente, y que merecía mucho más crédito del que ha tenido.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El barco sigue a flote... más o menos


¿Cuál es el secreto del éxito de ‘El barco’? La respuesta más fácil, obvia, es Mario Casas, y en menor medida Blanca Suárez, por lo que resulta curioso que ninguno apareciese un solo minuto en el último episodio de la segunda temporada (de hecho ella no aparece en dos de los últimos tres), algo que no se notó en absoluto. Supongo que también tendrá algo que ver que, más o menos conseguida, es con ‘Águila Roja’ la única serie española ‘de aventuras’, y ese ambiente de gran familia que se respira en la tripulación, todos unidos frente a cualquier adversidad, lo que, sobre todo en época de crisis, tira mucho. Igual desbarro, pero…

Las cosas no han cambiado en exceso en esta segunda temporada. ¿Para qué, dirán los productores, si el barco va viento en popa en cuanto a audiencias? Juanjo Artero, el capitán, sigue siendo lo más flojo, y los mejores actores continúan siendo Juan Pablo Shuk como el inquietante (pero de verdad) Gamboa (del que empezamos a vislumbrar su pasado, y como a Sawyer en ‘Perdidos’, a ratos parece buena persona y todo) y Marina Salas como Wilma (cuya barriguita de embarazada se empieza a notar ya en el desenlace), cuyo triángulo con Piti y Palomares ha explotado ya, (la sombra de 'El pájaro espino' sigue siendo muy alargada) superando en interés al romance-interruptus entre Casas y Suárez, que cansa pero mucho. Ah, e Iván Massagué, como Roberto/'Burbuja', del que continuamos descubriendo, muy pero muy poco a poco, su pasado... y su relación con Salomé y Gamboa.

Giselle Calderón, como Estela, sigue luciendo palmito y sobrando, pero mucho, como personaje, mientras Luis Callejo como la mano derecha del capitán protagoniza algunos de los momentos más logrados (en serio), sobre todo en sus escenas con Ulises, y otros (bastantes) de los más ridículos, como esa trama en el más puro estilo de ‘Los bingueros’, poniendo el grito en el cielo porque su pareja tomaba el sol en topless… en pleno 2011.

Como era de prever, y más con esos capítulos megalargos, la trama avanza lenta como un caracol, aunque se han desvelado algunas cosillas. Básicamente, y siguiendo ese referente que es ‘Perdidos’, ya han aparecido ‘los otros’ e incluso han raptado a algunos de los protagonistas (como al final de la segunda temporada de ‘Perdidos’), aunque la temporada acaba de una manera más cerrada que la anterior.

En resumiendo, y antes del análisis con SPOILER, reseñar que lo mejor ha sido la ‘saga de Belén Rueda’, y que es difícil tomar en serio una serie con títulos de capítulo como ‘El cura y el doctor Frankenstein’ o ‘El curioso caso del pato Manolito’. Por lo demás, parece que tendremos especial navideño, con una ñoña trama sobre la niña Valeria y los Reyes Magos… pero también a Luis Varela como el fantasma de las navidades pasadas que le contará un bonito ‘Cuento de Navidad’ a Gamboa. Y es que estas cosas solo pueden pasar en el Estrella Polar.

PD: Y digo yo, ¿no sería más interesante sustituir las introducciones en off de la niña por la propia Valeria, pero a lo ‘Cuéntame’, recordando, ya adulta, cómo su padre salvó a lo que quedaba de la humanidad tras el fin del mundo? Es una idea.

SPOILERS

La segunda temporada arranca con el rescate de los que pedían ayuda al final de la primera, y que resultan ser ¡astronautas! Al margen de que recuperan la cápsula, pero de los susodichos nunca se supo (y me parece que nunca sabremos…), el capítulo es una buena muestra de todos los aciertos y defectos de la serie, incluyendo unos efectos especiales muchas veces nefastos que acaban convirtiendo lo que pretende ser una superproducción en una serie B, y con todos pasados de revoluciones, desde la banda sonora al director y, por supuesto, Juanjo Artero, cuando quieren ser épicos.

Tras otro capítulo con bicho a bordo (del que pasé olímpicamente), llegan los tres episodios con Belén Rueda, donde por fin el barco encuentra a otros supervivientes... ¿por casualidad? El primer capítulo es otro ejemplo de que tienen que pasar minutos y más minutos para que haya algo interesante. En cambio, en el siguiente hay tantas tramas y tan intrigantes, que el capítulo pasa a toda velocidad… hasta llegar al tercero, donde solo hay una trama y la tensión se vive a cada minuto.

Luego llega el díptico de la cascada, abundando en flashbacks a lo ‘Perdidos’, y otro capítulo en el que, al igual que en la primera temporada, descubrimos más detalles sobre el pasado del Estrella Polar… y siguen apuntando la posibilidad de viajes en el tiempo (como en ‘Perdidos’, again). Y luego tenemos la muerte y resurrección ¡! de Palomares y la aparición del pato que señala que hay tierra cerca… más la aparición de un barco sin tripulación y el rapto de dos protagonistas en un final con musical incluido. Ah, imposible no recordar a Jack en la escena final de la tercera temporada de ‘Perdidos’ cuando a Artero le suena el móvil en el último episodio.

PD2: Ya acostumbrados a que cierto refresco acapare protagonismo capítulo tras capítulo, en la recta final de esta temporada hemos asistido a una descarada promoción de cierta secuela de una comedia nacional… que no nombraré.