lunes, 12 de diciembre de 2011

Proyecto Imposible I: De Palma sienta cátedra

Cuenta atrás para el estreno de la cuarta entrega de la saga ‘Mission: Impossible’, así que empecemos por el principio. Y es que han pasado ya nada menos que 15 años del estreno de la primera parte, que en muchos aspectos continúa siendo el mejor capítulo de la serie.

Tom Cruise se estrenó con esta película como productor, así que fue a por todas y no descuidó ningún aspecto. Para empezar se apuntó a la moda de llevar al cine antiguas series, cuando esta moda aún no había empezado. De hecho, uno de los escasos precedentes había estado también a cargo de Brian de Palma, ‘Los intocables’, y el director se quedó esta vez muy cerca de repetir peliculón.

Luego le encargó el guión a Steve Zaillian, autor de unos cuantos libretos para Spielberg, como, pongamos por caso, ‘La lista de Schlinder’, y a David Koepp, especialista en este tipo de espectáculos a lo grande, como, pongamos por caso, 'Parque Jurásico' o el último Indiana Jones.

¿Qué nos falta? Pues escenarios internacionales a lo James Bond (Viena, Langley, Londres…) y estrellas internacionales: los norteamericanos Jon Voight (en el papel de Phelps, el protagonista de la serie original), Emilio Estévez y Ving Rhames, los franceses Jean Reno y Emmanuelle Beart, y las británicas Vanessa Redgrave y Kristin Scott Thomas. Ah, y ya puestos, que Larry Mullen Jr. y Adam Clayton (U2) versioneen el mítico tema musical de la serie.

Cruise puso las pelas y De Palma manejó con maestría los elementos, componiendo un mecanismo de relojería que sigue funcionando a la perfección 15 años después… aunque ahora uno no puede evitar sonreír al ver que entonces usaban diskettes para sacar información de ordenadores con pantalla gorda.

La película se articula en torno a varios misiones que se suceden, empezando con un equipo y cambiándolo luego casi por completo tras un arranque que nadie puede esperarse. De Palma, muy imitador-homenajeador de Hitchcock en sus primeros filmes, se monta aquí su particular ‘Con la muerte en los talones’, en el que Ethan Hunt, el personaje de Cruise, ve cómo su equipo de agentes secretos cae en una emboscada y todas las sospechas recaen en él, así que tiene que buscar un nuevo equipo entre agentes caídos en desgracia, con los que habrá un continuo juego de sospechas, y tratar de redimirse. Vamos, la clásica figura del inocente perseguido, tan habitual en Hitchcock.

El cineasta norteamericano combina la pirotecnia tan del gusto de su estrella con momentos más sutiles, especialmente LA ESCENA del film, el robo en Langley con Cruise suspendido del techo (un clásico de la saga): una escena muda de 10 minutos en la que De Palma muestra su virtuosismo.

La trama, por otra parte, compleja en su momento, tal vez hoy queda demasiado simple, a tenor de lo que se han ido complicando este tipo de entretenimientos (la sombra de ‘24’ es alargada), aunque sigue resultando interesante, con ese juego de espías en el que nunca sabemos quién es el malo y el bueno, y una brillante resolución, cuando descubrimos que el malvado es un agente que, tras el final de la Guerra Fría, ve cómo ha perdido poder y tras años luchando por su país le han echado a un lado, por lo que decide cobrarse bien sus servicios. Todo ello aliñado con la tensión sexual entre el protagonista y la única superviviente del equipo, que resulta ser la ahora viuda del mentor de Hunt.

Y sí, tal vez el final con el tren, el helicóptero y el túnel resulta demasiado aparatoso, pero también es cierto que estamos ante la última gran obra de De Palma, que luego emprendió otra misión, concretamente a Marte (con otra gran escena muda) para luego casi desaparecer del mapa (fílmicamente hablando).

La escena: Hay unas cuantas frases y momentos memorables, pero me quedo con la primera aparición de Vanessa Redgrave y su juego de seducción con Cruise. Inmensa actriz.


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