lunes, 29 de abril de 2013

Las mil caras del amor, en Paris



No sé exactamente si fue Love actually (2003) la película que inició la moda de comedias románticas en las que diversas historias se entrelazan, un género que ha proliferado bastante en los últimos años. Paris, je t’aime (2006), sin embargo, es una propuesta un tanto diferente, ya que en realidad se trata de una colección de 18 cortos, cada uno de ellos ambientado en una zona de la capital francesa y a cargo de un director.

A diferencia de lo que pudiera pensarse, el nivel de calidad de la mayoría de historias es muy similar, y la inevitable irregularidad del film se debe más a la gran variedad de estilos y propuestas de los diferentes realizadores. Y ya puestos, vamos en orden.

El inicio de la película no es precisamente alentador, ya que los tres primeros cortos son, tal vez, los más previsibles, con tres historias que nos muestran cómo surge el amor, ya sea entre parejas maduras, jóvenes u homosexuales, esta última, inevitablemente, a cargo de Gus Van Sant.

Hay que esperar al cuarto corto para encontrarnos con la primera joya, donde los hermanos Coen, en uno de sus mejores trabajos en los últimos tiempos, facturan una desternillante comedia, teniendo como cómplice a un Steve Buscemi que no dispara palabra. Cambio de tercio con el brasileño Walter Salles y Daniela Thomas, que en unos pocos minutos, y con una Catalina Sandino extraordinaria (que tan solo canta una nana), muestran el drama de quien tiene que dejar a su hijo en una guardería todo el día para ganarse el pan… cuidando del hijo de otra familia que tiene dinero para pagarse una niñera particular. El corto más conciso y efectivo del film.

El británico Christopher Doyle se marca luego el corto más ‘experimental’, muy disfrutable si uno se deja llevar por las imágenes sin buscarle sentido, para dar paso a una Isabel Coixet muy literaria que dirige a un reparto internacional de lujo con Sergio Castellitto, Miranda Richardson y minúsculas apariciones de LeonorWatling y Javier Cámara.

Juliette Binoche, a las órdenes de Nobuhiro Suwa, recupera su faceta más dramática para dar vida a una mujer que acaba de perder a su hijo. La aparición más inesperada de Willem Dafoe completa un corto tras el cual la comedia vuelve a campar a sus anchas con un corto de Sylvain Chomet a la sombra de la torre Eiffel que bien podría titularse Un mimo en el país de Amelie.

A continuación Alfonso Cuarón lo fía todo a Nick Nolte, con un desmitificador final, y Olivier Assayas nos presenta a Maggie Gyllenhaal en una historia de cine dentro de cine, aunque de lo más flojo del film.

Oliver Schmit abunda en las historias de amor que no pudieron ser, con un magnífico uso del flashback, y Richard LaGravanese depara un duelo entre Bob Hoskins y Fanny Ardant, soberbios.

Llegan los maestros del terror, Vincenzo Natali y Wes Craven. El primero con un cuento cómico de vampiros, de nuevo sin palabras, con Elijah Wood y OlgaKurylenko, y el segundo, con un corto a lo Woody Allen en el que brilla OscarWilde como invitado especial.

Tom Tykwer ensaya para El atlas de las nubes con uno de los mejores cortos, en el que Natalie Portman realiza tal vez la mejor interpretación del film, en el que asistimos al inicio de una historia de amor, a su desarrollo y su ¿final?

Gerard Depardieu interviene y dirige, junto a Frederic Auburtin, el penúltimo corto, otro duelo de veteranos a cargo, nada más y nada menos, que de Ben Gazzara y Gena Rowlands, antes de que Alexander Payne cierre de manera magistral un film que vale mucho la pena ver, logrando capturar la esencia de París, y tal vez, de la vida. Nada más y nada menos.

sábado, 27 de abril de 2013

'Oblivion': La sombra de 'Moon' es alargada



Si no habéis visto la ópera prima del hijo de David Bowie, Duncan Jones, lo siguiente no es spoiler. Si la habéis disfrutado, bueno, ya tenéis algunas pistas, aunque a mí me resultaron evidentes a los pocos minutos del inicio de Oblivion, con la que, a diferencia de Jack Reacher, Tom Cruise parece haber vuelto a dar en el clavo (hablamos de taquilla), aunque simplemente sea por haber acertado con el momento del estreno.

Oblivion es, argumentalmente hablando, algo así como la versión de Moon con megapresupuesto, combinada con unas gotas de Desafío Total y otro poco de Matrix. La acción nos sitúa dentro de unos 60 años, con la Tierra arrasada por una invasión extraterrestre. Los humanos ganaron, pero el planeta quedó inhabitable, de manera que emigramos al espacio. Lo único que queda en la Tierra son unas máquinas que extraen energía, y una pareja, encarnada por Cruise y la británica Andrea Riseborough, se encargan de controlar que todo vaya bien. Vamos, que en lugar de Jack (otra vez) Harper, Cruise podría haberse llamado Wall-e (película a la que recuerda, y mucho, toda la parte inicial de Oblivion).

El film arranca cuando faltan dos semanas para que la pareja acabe su turno y vuelva a la colonia espacial (como en Moon), y el hecho de que para viajar a la Tierra les hayan borrado la memoria ya empieza a dar que pensar. Jack tiene además unos extraños sueños en los que aparece otra mujer… y luego todo se va complicando.

Oblivion se mueve entre la esperanza y la decepción. Argumento algo rutinario, acción perezosa (aunque con una magnífica escena de persecución aérea) y una trama con sorpresas que se va desvelando poco a poco, guardándose ases bajo la manga hasta el último momento.

Demasiado complaciente en el desenlace (esto es Hollywood), posiblemente lo mejor de la película, al margen de aprovechar bastante bien las ideas que toma prestadas de otros films (algo muy habitual en la ciencia ficción) aunque sin explotarlas al máximo, sea su apartado visual, especialmente en la primera parte, con un Kosinski que, además de haber copiado la banda sonora de su Tron: Legacy, sin llegar al mismo nivel de excelencia, se luce al mostrarnos grandes panorámicas de ese planeta devastado y convertir cada vuelo y viaje en moto de Jack en una experiencia espectacular.

Por el contrario, Cruise muestra bastante sus carencias interpretativas, sobre todo a medida que avanza el metraje y resulta incapaz de mostrar los sentimientos de su personaje ante todo lo que va descubriendo. Junto a él, al margen de un Morgan Freeman en piloto automático, Olga Kurylenko también está a ratos demasiado inexpresiva, mientras que Andrea Riseborough está impecable con un personaje…

…que, sin desvelar nada de la trama, reúne en sí mismo la mayor parte de incoherencias del guión, a poco que uno empiece a darle vueltas a lo que ocurre en la pantalla.

Así que Oblivion acaba a medio camino: por encima del nivel medio del cine de acción actual, aunque sin llegar a lo que pudiera haber sido, tanto como espectáculo de acción, pero sobre todo a la hora de explotar las ideas que apunta, aunque hubiese sido a costa de la acción.

El detalle: El film adapta un cómic, cuyo guión también corrió a cargo de Kosinski. Y por cierto, Oblivion significa olvido, por lo que una vez vista la película, estamos ante uno de los títulos más acertados del año.


SPOILERS

Victoria, el personaje de Riseborough, parece saber demasiado sobre lo que está ocurriendo durante todo el tiempo, no nos tragamos que simplemente, como Jack, tenía vagos recuerdos de su pasado, y concretamente de que él ama a otra mujer, por lo que, según esto, lo que trata de evitar es que la encuentre a ella.

La manera de actuar de Victoria, además, recuerda demasiado a la de un robot, de manera que durante el film llegué a pensar que ella era el HAL de 2001, el ordenador de Moon, diseñado para controlar a Jack y al tiempo darle todo lo que necesita.

Dentro de las incoherencias y cabos sueltos que deja el film, está precisamente el destino de la Victoria 52, la pareja del Jack que acaba sobreviviendo, y de la que no volvemos a saber.

viernes, 26 de abril de 2013

El estreno: ¿Toca la Coixet 'buena'?


Llegan a la cartelera varios estrenos importantes, por diferentes motivos, en lo que resulta un duelo España-USA con algunos invitados. Y es que de Francia nos llegan el drama político El ejercicio del poder, muy ligado a la actualidad, y la comedia futbolera Un gran equipo. También aparece el fútbol en otra comedia, la danesa Noche de vino y copas, mientras de Italia recibimos el drama La nostra vida, cuyo protagonista, Elio Germano, ha coleccionado galardones y nominaciones por este film.

Hollywood ataca con lo que, si no me equivoco, es el arranque de la denominada 'fase 2' de Los Vengadores: la tercera entrega de Iron Man, con Shane Black relevando en la dirección a Jon Favreau, que se hizo cargo de las dos primeras. Por supuesto siguen al frente Robert Downey Jr. (la sombra de Christopher Reeve persigue a todos los actores que le han sucedido como Superman, pero pobre del que interprete a Tony Stark después de Downey Jr.) y su inseparable Gwyneth Paltrow, a quienes se suman Guy Pearce y Ben Kingsley como El Mandarín, el enemigo mortal del Hombre de Hierro (vaya, el equivalente al Duenve Verde de Spiderman o al Joker de Batman).

Una tercera aventura que promete, y mucho, bastante más, de hecho, que Combustión, el regreso a la pantalla grande de Daniel Calparsoro, con un trío de alto voltaje formado por Alberto Ammann, Álex González y Adriana Ugarte. Film megapublicitado, pero que, francamente, no parece otra cosa que la versión hispana de A todo gas...

...nada que ver con Ayer no termina nunca, lo último de Isabel Coixet, directora irregular, capaz de maravillas como Mi vida sin mí, pero que a veces también nos deja fríos. Aquí nos presenta una suerte de secuela de La vida secreta de las palabras, que deviene en duelo interpretativo entre Javier Cámara y Candela Peña, a la vez que radiografía de la crisis actual. La acción se sitúa en la España de 2017, y uno de los detalles curiosos que han trascendido es que en el film, mientras se superan los siete millones de parados, acaban de volar la estatua de Ripollés del aeropuerto de Castellón... aunque me temo que no hablamos de una comedia precisamente.

domingo, 21 de abril de 2013

'Los últimos días': El apocalipsis en Barna



Buen debut el que se han marcado los hermanos David y Álex Pastor con Los últimos días, el segundo estreno español con tintes apocalípticos que se ha estrenado en los últimos meses. No voy a entrar en comparaciones, dado que aún no he visto Fin, pero aquí nos encontramos con una película que, sin mostrarnos nada original, al menos combina con bastante acierto drama y acción para convertirse en un sólido producto que huele a remake USA. Eso sí, claustrofóbicos, abstenerse.

Y es que Los últimos días nos sitúa en un futuro cercano en el que un virus provoca agorafobia, es decir, terror a los espacios abiertos, de manera que quien se contagia tiene miedo a salir al aire libre, y si lo hace sufre un ataque al corazón fatal. Esto ha llevado a que la gente no salga de los edificios y sobreviva como pueda.

La epidemia es global pero la acción se sitúa en una Barcelona devastada, de modo que ahora tenemos la respuesta a qué hubiera pasado si Amenábar hubiera rodado allí la famosa escena de Abre los ojos en la que aparecía el centro de Madrid desierto. El protagonista, encarnado por Quim Gutiérrez, se alía con otro personaje, interpretado por José Coronado, para con la ayuda de un GPS guiarse por el metro, alcantarillas y pasos subterráneos de la Ciudad Condal en busca de su novia.

Esta trama se alterna al principio con una serie de flashbacks, tal vez demasiado extensos, donde se narra el inicio de la epidemia y conocemos la vida de los protagonistas antes de que todo cambiara. Aquí es inevitable recordar The walking dead, donde, en este caso debido al virus zombi, los protagonistas también ven cómo su vida cambia por completo y todo se reduce a sobrevivir como puedan.

Los recelos hacia todo ser humano son también aquí moneda común, empezando por la relación entre los dos protagonistas, marcada por un pasado común bastante curioso y relacionado con la crisis actual. De hecho, la película puede verse como una metáfora sobre a dónde podemos llegar si no cambiamos nuestra manera de actuar.

Como decía al principio, con las dosis justas de acción y de momentos más dramáticos, reflexionando también sobre la soledad y si aún tiene sentido criar a un hijo en un mundo como este, el film se levanta principalmente sobre sus dos protagonistas. Quim Gutiérrez hace un sólido trabajo, pero es José Coronado quien se lleva la palma, y quien, por cierto, está mucho mejor aquí que en No habrá paz para los malvados, donde básicamente lucía look desaseado (aquí también) y la misma apatía durante todo el metraje.

Marta Etura, como la novia, resulta tan fresca y natural como siempre, y también tenemos a una de mis debilidades, Leticia Dolera, aunque sea en un pequeño papel. Por cierto que este último personaje ha sido más desarrollado en la novela La ciudad silenciosa, inspirada en la película.

Ah, y hasta tenemos un oso en una de las escenas más impresionantes del film, que no pasa a cotas superiores al optar por quedarse en un buen producto de acción en lugar de ahondar en los temas sobre los que podría reflexionar con mayor profundidad. El signo de los tiempos, me temo.


SPOILERS

Sin desvelar tampoco demasiado, tras un desenlace que nos recuerda al de El incidente de Shyamalan, aunque diría que aquí mejor resuelto, los años avanzan en un epílogo en el que parece que después de que nuestra generación pague por sus crímenes, la tierra es heredada por los hijos de quienes vivieron la epidemia, mientras la naturaleza recupera el dominio que le arrebató el hombre. Ahí es donde parece más claro el mensaje del film.

sábado, 20 de abril de 2013

El estreno: Walter Salles se lanza a la carretera


Nuevo fin de semana en el que nos encontramos con las propuestas más variopintas. De Dinamarca nos llega, y ya iba siendo hora, La caza, que le reportó el premio al mejor actor en Cannes a Mads Mikkelsen, más conocido por ser el primer malo del Bond de Daniel Craig y que acaba de convertirse en la versión televisiva de Hannibal Lecter. Aquí interpreta a un profesor acusado de pederastia, que ve cómo su vida se derrumba.

El único estreno español es La venta del paraíso, sobre la inmigración, mientras de Francia nos llegan el drama romántico Un verano ardiente, con Monica Bellucci, y una curiosidad, Nana, sobre una niña de 4 años que vive con su madre en una casa en el bosque y una tarde cuando vuelve del colegio descubre que está sola. No es mal punto de partida.

Los USA mandan en cuanto a cantidad, con la cinta romántica Un lugar donde refugiarse, tal vez la película menos interesante, a priori, del director Lasse Hallstrom, además de una nueva comedia zombi, Memorias de un zombie adolescente, y lo último de Gus Van Sant, que se reencuentra con Matt Damon en Tierra prometida, cinta muy crítica con el fracking, una nueva técnica para prospección petrolífera de la que últimamente se habla mucho en Castellón.

Pero el estreno de la semana es On the road, con la que el brasileño Walter Salles se ha convertido finalmente en el director que ha llevado a la pantalla la mítica novela de Jack Kerouac, la biblia de la generación beat, con un reparto encabezado por Kristen Stewart, tratando de huir de la sombra de Crepúsculo. Habrá que ver si el film hace justicia a un libro que supone todo un manifiesto de una manera de vivir.

miércoles, 17 de abril de 2013

'Smallville 2': Superboy madura o la ley de los Luthor



Ya avancé en el análisis de la primera temporada de Smallville que era difícil creer que esta serie hubiese durado una década, algo más factible tras la gran mejora experimentada en la segunda temporada. Para empezar, las tramas autoconclusivas dejan de recurrir una y otra vez a los poderes que la lluvia de meteoritos (véase kryptonita) ha dado a todo vecino de Smallville. Las tramas resultan más variadas, y encontramos desde atracos a bancos con rehenes (o similar) a capítulos como El sospechoso, con una trama puramente policiaca.

También se recupera puntualmente a personajes de la anterior temporada, como el niño telépata o la cambiaformas, y tenemos desde un hombre lobo a una niña fantasma, e incluso a una mujer que excita a los hombres para conseguir sus fines en un capítulo de auténtico sonrojo. Eso sí, la kryptonita sirve para todo y parece que todos sepan que es el punto débil de Clark.

La serie gana en continuidad, con ciertas tramas que van desarrollándose poco a poco hasta el crescendo de los últimos capítulos. Así, la nave en la que llegó Clark y cierta placa van a dar bastante que hablar, al igual que la cueva que es descubierta mediada la temporada, llena de inscripciones en el idioma de Krypton.

Esta segunda temporada mantiene a prácticamente todo el elenco principal, a excepción del noviete de Lana, al que se sacan de encima para que el romance entre los dos protagonistas pase a una nueva fase, en la que primero el problema es que Clark le prometió a Whitney que cuidaría de Lana, y luego cada vez que hay aproximaciones entre ellos todo se va al traste.

A cambio tenemos ya como personaje fijo al padre de Lex, y es que el patriarca Luthor era demasiado buen personaje como para desperdiciarlo. Aumenta así la importancia de los Luthor en la serie, máxime cuando mamá Kent se pone a trabajar como secretaria de Lionel y Lex se echa novia, mientras padre e hijo siguen pulla tras pulla. Para colmo Lionel queda ciego tras el accidente con el que acabó la primera temporada, lo que aún le da más interés al personaje y oportunidad de lucimiento para John Glover, que disfrutó como un enano encarnando a Lionel.

Por lo que respecta al resto del reparto, ya hemos comentado que aumenta el protagonismo de ma’ Kent, incluso llegando a insinuarse un triángulo entre ella, Lionel y pa’ Kent. De este último empezaremos a conocer además cierto lado ‘oscuro’, incluida la verdadera historia de la adopción de Clark y su tirante relación con el padre de ma’ Kent. Y también ella guarda cierta sorpresa que dará que hablar.

No solo el creciente protagonismo de los padres de los protagonistas le da un carácter más maduro a esta temporada. Las relaciones paterno-filiales serán otro punto fuerte en estos capítulos, no solo en la familia Luthor, sino también por parte de los Kent, con Clark cada vez más obsesionado con sus orígenes extraterrestres, e incluso de Lana, que buscará a su verdadero padre. Sin olvidar la aparición del misterioso hermano de Lex, a quien se creía muerto.

También a Chloe le obsesiona que su madre les abandonase a ella y a su padre, pero lo cierto es que la joven periodista pierde peso en esta temporada. Tras su amago de romance con Clark, y aunque pasa a ser compañera de piso de Lana, cada vez se verá más traicionada por sus amigos, lo que iniciará su pase al lado oscuro… algo que en esta temporada apenas se apunta, y que viene reforzado por ciertos cambios de look nada favorecedores.

En cuanto a Pete, será precisamente él el primero en descubrir los poderes de Clark, lo que apenas le dará mayor relevancia de la que ha tenido hasta ahora, a excepción del capítulo 4, en el que aparece por primera vez la kriptonita roja, que libera a Clark de sus inhibiciones y le vuelve ‘malo’, y el 14, Euforia, donde algo ejerce una influencia similar en Pete y Chloe, repitiendo argumento.

La temporada, en la que Clark sigue sin volar y a ratos parece más Flash que Superman con esa manía de correr, tiene su punto de inflexión en los episodios 12 y 13, tras los cuales nada volverá a ser lo mismo entre los Luthor y los Kent, y concluye con un díptico en el que emerge la figura de Jor-El, el padre de Clark, con ciertos hechos traumáticos que llevarán a un final más cerrado que el de la anterior temporada, pero dejando ver por dónde irán los tiros en la siguiente, sobre todo con cambios drásticos para Clark y Lex. Y es que cada vez hay menos instituto y más búsqueda de uno mismo.

El detalle: Esta temporada cuenta con dos invitados de lujo que ya aparecieron en las mejores películas de Superman: Terence Stamp, el malo de la segunda entrega, pone voz a Jor-El, y en el capítulo 17 tenemos ni más ni menos que a Christopher Reeve, el mejor Superman de todos los tiempos, ya en silla de ruedas tras su accidente, pero mostrando toda su entereza y carisma.

Por cierto, el video es el resumen de la temporada, así que es un inmenso SPOILER.

lunes, 15 de abril de 2013

La vida según Malick



Terrence Malick se ha ganado un extraordinario prestigio como director, y eso que apenas ha dirigido seis películas desde el estreno de su primer largo, Malas tierras, en 1973. Hasta el estreno de To the wonder el pasado fin de semana, su última obra era El árbol de la vida (2011), tal vez la más ambiciosa de cuantas ha dirigido, puesto que en ella aborda el sentido de la vida.

Y lo hace muy a lo Kubrick, recordando en muchos momentos a 2001, especialmente en el tramo del film en el que nos narra el origen del universo y la formación de la Tierra, dinosaurios incluidos. Una parte del metraje destinada a situar al hombre en algo mayor que él, puesto que el mundo ya existía mucho antes de que llegáramos, para restarle relevancia a sus acciones.

Es en esos minutos donde Malick, aun a riesgo de echar al público de las salas de cine (como ocurrió en muchos casos, sobre todo con quienes fueron a verla solo porque salía Brad Pitt), alcanza las mayores cotas de belleza en un film cuya factura visual es apabullante, y donde, especialmente en su primera mitad, cada plano está diseñado al milímetro, desde la luz hasta la selección del angular, como solo Kubrick era capaz de hacer, para contar la cotidianeidad como nadie más podía hacerlo y convertirla en una maravilla continua, ayudado además por una banda sonora excepcional.

A cada segundo de El árbol de la vida, Malick se recrea en los detalles más insignificantes y hace que volvamos a apreciar toda la belleza de la naturaleza, haciéndonos ver que cada segundo de vida es precioso e instándonos a saborear cada momento, cada soplo de viento, cada brizna de hierba, cada gota de agua, como un regalo ¿divino?

Porque la búsqueda de Dios o del sentido de la vida es otra constante en el film, centrado, por otra parte, en una típica familia norteamericana de los 50, y por tanto creyente, formada por una pareja y sus tres hijos. Brad Pitt, que sigue creciéndose a cada film, encarna al padre autoritario, que trata de educar a sus hijos para que afronten el futuro, tal vez fiándose demasiado de lo que él mismo aprendió, con sentencias como ‘si quieres tener éxito no puedes ser demasiado honrado’ y consiguiendo únicamente que sus hijos e incluso su mujer le teman.

En el polo opuesto, Jessica Chastain encarna magistralmente a la madre, la quintaesencia de la ama de casa fiel y muda -apenas la oímos en toda la película-, subordinada a su marido, al que solo se enfrenta para proteger a sus retoños, que la tienen en un pedestal.

El film aborda especialmente la relación entre el padre y el hijo mayor, encarnado cuando crece por Sean Penn, de nuevo más con la mirada que con palabras, aunque el actor continúa aquí en su línea actual, en la que tras sus mejores interpretaciones parece que siempre vaya fumado.

Un niño que odia a su padre, y que sin embargo acaba actuando como él, optando por la violencia. Un niño que, en otra de las grandes frases de El árbol de la vida, se pregunta por qué debe ser bueno si Dios no lo es, si deja que mueran inocentes cada día.

Nacimiento, aprendizaje, primer amor, muerte, relaciones paternofiliales y entre hermanos… El árbol de la vida nos habla de unas vidas concretas pero más aún de la vida en general. La familia protagonista es solo un símbolo, la familia que resume a todas las familias de cualquier lugar del mundo, porque en ella hay momentos que todos hemos vivido de una manera o de otra, y cuya sucesión forma la estructura de la película, más allá de un argumento al uso. 

Malick busca la universalidad y la alcanza, nos muestra qué es vivir… aunque tal vez le sobra ese epílogo que nos recuerda al final de Perdidos, con todos los protagonistas reencontrándose felices en una playa tras su muerte, a modo de coda final.

Prefiero quedarme con el código de conducta de la madre: Ama a todo el mundo, asómbrate y ten esperanza.

sábado, 13 de abril de 2013

'Héroes 3': En caída libre y a toda velocidad



El de Héroes es un perfecto ejemplo de cómo tirar por la borda en un momento todo lo ganado con un buen inicio. La primera temporada arrasó en audiencia (y sobre todo en descargas), convirtiéndose en la mejor adaptación apócrifa de la Patrulla X, manejando muy bien a una serie de personajes que descubren que tienen poderes como volar, invulnerabilidad, telepatía, etc. Por desgracia llegó la huelga de guionistas y la segunda temporada apenas tuvo 11 episodios y pasó más desapercibida, así que la tercera se presentaba como la gran reválida. Huelga decir que, dado que la serie se canceló tras la cuarta temporada, las cosas no fueron demasiado bien.

Para resarcirse de lo ocurrido en la temporada anterior, la tercera tuvo nada menos que 25 episodios, divididos en dos arcos argumentales de 13 y 12. La cosa no empezó del todo mal, pero la serie se fue convirtiendo en un despropósito, dando vueltas y más vueltas sobre los temas. Todos los caminos llevan siempre a la familia Petrelli, modificando una y otra vez la historia sobre el origen de los poderes sin salir del mismo círculo vicioso.

Por lo visto la intención inicial del creador de Héroes, Tim Kring, era renovar el elenco de cada personajes en cada temporada. Y visto lo visto hubiera sido un acierto, ya que el principal problema de la serie ha sido no saber qué hacer con unos personajes que probablemente solo daban para una historia, la de la primera temporada.

Un perfecto ejemplo de ello es Sylar, el villano por excelencia de la serie, que podría haber sido un gran personaje pero, tras resucitarlo en la segunda temporada, cambia tantas veces de personalidad que resulta incoherente: ahora está emparentado con los Petrelli, ahora busca a su verdadero padre, ahora quiere ser bueno y se enamora, ahora quiere acabar con todos los que tienen poderes, ahora quiere ser ¡presidente de los USA!... Y así hasta perder toda la credibilidad.

Otro tanto puede decirse de Nathan Petrelli, el senador volador, del que no sé qué me cae peor, si su indolencia o que lo interprete Adrian Pasdar con su cara de palo. Un Nathan que tan pronto se opone a su resucitado padre como se alía con él, y tan pronto inicia la caza de todos los humanos con poderes como… en fin, otro que no se aclara, o mejor, son los guionistas los que improvisan una y otra vez sobre la marcha.
Y lo mismo para la mayor parte de personajes:

-La animadora empieza bien, con esa visión del futuro en la que es una asesina y un acontecimiento traumático en el presente que abre ese camino. Pero el personaje acabará diluyéndose y pesando muy poco en las tramas finales.

-Parkman, otro que se deja llevar como una peonza, cuando es el más poderoso de todos.

-Hiro y Ando ya no divierten, se han vuelto repetitivos como recurso humorístico, y por el contrario su mejor aportación es el momento dramático en cierto flashback del primer arco argumental.

-Mohinder, otro que ya no se sabe qué pinta en la historia, más allá del recurso a las investigaciones de su padre en el pasado.

-Peter, el eterno rebelde sin causa, otro despropósito de personaje.

-Y lo de Ali Larter ya es de juzgado de guardia. Para mantenerla en la serie, tras cargarse al primer personaje que interpretaba y al segundo, su hermana gemela, pues resulta que… eran trillizas. En fin, el espectador acaba perdiendo toda empatía con los pesonajes, y por tanto le da igual lo que les ocurra, lo cual sentenció la suerte de la serie.

Curiosamente, los únicos personajes que mantienen cierta coherencia y unos objetivos constantes son los que carecen de poderes, empezando por el padre adoptivo de Claire, Noah, y siguiendo por la gran incorporación del segundo arco, Zeljko Ivanec, con otro de sus personajes marca de la casa, como el que interpretara en 24, y sobre todo en El evento, ahora convertido en implacable cazador de todo aquel que tenga poderes.

La serie mantiene alguna de sus señas de identidad, como los capítulos flashback para aclarar aspectos del pasado, y algunos episodios más o menos autoconclusivos que no están nada mal, como el que transcurre en la juventud de Ángela Petrelli, con una nueva vuelta de tuerca a los orígenes. El problema es que con un reparto tan extenso, hay personajes que desaparecen durante varios capítulos, y eso no acaba de funcionar.

Al final se logra un desenlace más o menos aceptable, con un giro final bastante interesante y original… aunque en el inmediato prólogo de la cuarta temporada ya se deja claro que la tranquilidad no va a durar mucho. La gran pregunta es ¿por dónde tirarán?


SPOILERS

El primer arco, Villanos, arranca con la fuga de varias personas con poderes retenidas por la Compañía, incluido el hermano de la madre natural de Claire, por lo que Noah tiene que volver a capturarlos. Mientras, un Peter venido del futuro trata de impedir que toda la población obtenga poderes y eso destruya el mundo. Detrás de este plan está el patriarca de los Petrelli, encarnado por Robert Foster con brillantez primero y apatía después, al que todos creían muerto y que resulta ser una buena pieza. En cuanto a Sylar, que le come el cerebro a Claire en la escena más gore de la temporada y se vuelve inmortal, Ángela le convence primero de que es el tercer hermano Petrelli, de modo que ahora está a favor de Ángela, luego de su padre, luego de Peter… en fin. Y eso a la vez que se reescribe su origen y tiene una relación amorosa con Elle, al tiempo que trata de ser bueno… lo que no durará mucho. ¡Si hasta se convierte en compañero de trabajo de Noah!

Y mientras, hasta Mohinder obtiene poderes, la relación entre Hiro y Ando se complica, y Parkman tiene visiones en las que aparece casado con un nuevo personaje, una chica con supervelocidad. También reaparece Ali Larter, ahora como la tercera hermana con poderes sobre el hielo… y con unas intenciones no demasiado claras.

Ya con el patriarca de los Petrelli fuera de la circulación, en el siguiente arco, Fugitivos, a Nathan no se le ocurre otra cosa que capturar a todos los que tienen poderes, siempre que no se llamen Claire o Nathan, claro. La cosa se le acabará yendo de las manos, y más cuando tome cartas en el asunto Sylar, que durante la mayor parte del arco busca a su verdadero padre, encarnado por John Glover, el Lionel Luthor de Smallville.

Al final, todo se resume, otra vez, en todos contra Sylar, que ya incluso puede cambiar de aspecto. Entre las bajas, el propio Nathan... aunque Parkman hace que Sylar tome su aspecto y crea que es él de manera permanente... aunque el epílogo deja eso en el aire. Otra ocasión perdida para cerrar una serie cuando tocaba.

viernes, 12 de abril de 2013

El estreno: Pacino, Walken & Arkin, otra vez al margen de la ley


Semana variopinta de estrenos, para variar, empezando por dos propuestas españolas bien distintas. La más comercial, Alacrán enamorado, con un reparto encabezado por dos de los galanes de moda, Álex González y el castellonense Miguel Ángel Silvestre, bien secundados por los hermanos Bardem, Javier y Carlos, con una trama sobre grupos neonazis y boxeo. Nada que ver con Los ilusos, debut en la dirección del último miembro de la saga de los Trueba, Jonás, que apuesta por una cinta experimental, en blanco y negro y rodada con cuatro duros, sobre el deseo de hacer cine.

También de los USA nos llega un poco de todo, empezando por LOL (2012), el enésimo intento de Miley Cyrus de reverdecer los laureles de Hannah Montana, con una película sobre la influencia de las redes sociales entre los jóvenes que ha tardado un año en estrenarse en nuestro país y es un remake de la cinta francesa del mismo título, en la que Lisa Azuelos repite en la dirección.

Tras la tibia acogida a Jack Reacher, que al menos en España eligió un pésimo momento para estrenarse, en plena época de películas oscarizables, Tom Cruise vuelve a intentarlo con Oblivion, film de ciencia ficción a cargo del director de Tron: Legacy, Joseph Kosinski, y en la que al igual que en la próxima After Earth de Shyamalan se nos presenta un planeta Tierra destruido y abandonado. Eso sí, Cruise está bien acompañado por Morgan Freeman y Olga Kurylenko, aunque el tráiler deja cierta sensación de serie B. La verdad, espero bastante más del próximo proyecto de ciencia ficción de Cruise, All you need is kill. Pero de eso ya hablaremos.

A punto ha estado de ser el estreno de la semana To the wonder, lo último de Terrence Malick tras su polémico El árbol de la vida (a ver si por fin le echo un vistazo este fin de semana). El director parece haber dejado atrás aquellos tiempos en los que pasaba más de una década entre rodaje y rodaje, y ahora nos habla del amor con la colaboración de una Kurylenko que hace doblete en la cartelera, junto a Ben Affleck, Rachel McAdams y, otro que hace doblete, Javier Bardem. Aquí no ha habido la división de opiniones de El árbol de la vida, y directamente todos los críticos echan pestes, así que...

...el estreno de la semana es Tipos legales, una de esas películas que nos sorprenden cada vez menos a menudo, porque uno no tenía ni idea de que se estuviesen rodando. Trío de lujo cargado de Oscars: Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, haciendo lo que mejor saben: de mafiosos. Tal vez no prometa demasiado, pero tenemos a tres de los mejores actores de Hollywood y eso es una garantía.

domingo, 7 de abril de 2013

'Looper': No es lo que esperas



Looper ha sido de lo mejor que ha dado en los últimos meses el género de acción, aunque en realidad el film es mucho más que eso y sorprende al espectador, que no se espera en absoluto hacia dónde va a evolucionar la trama tras el espectacular arranque.

La promoción ha vendido Looper desvelando parte de su argumento, pero cuidando bien de ocultar ciertas claves. La película empieza situándonos con una voz en off, que por fortuna dura lo justo, en un futuro donde se han descubierto los viajes en el tiempo pero también se han prohibido de inmediato. De ahí que solo son utilizados por las mafias criminales que, dado que en dicho futuro es imposible cometer un asesinato, envían a las víctimas 30 años atrás, donde son ejecutadas por los loopers.

El único inconveniente de ser un looper es que dentro de 30 años son enviados al pasado para que el mismo looper mate a su contrapartida futura antes de retirarse a vivir de las rentas… 30 años. El protagonista del film falla a la hora de matar a su yo futuro, por lo que tiene que perseguirlo para acabar el trabajo, mientras sus compañeros van a por ambos, amenazados por la oscura figura de El Fundador, un criminal del futuro obsesionado con cargarse a todos los loopers, y cuya identidad es la auténtica clave de la trama.

Así, la primera parte de Looper da exactamente lo que el espectador espera, con un inicio abrumador cargado de información, seguido de acción desenfrenada… hasta que todo da un giro inesperado y el film camina por otros derroteros que le hacen ganar interés, aunque la acción decaiga hasta el arrollador final haciendo que parte del público pueda sentirse traicionado.

Ello no impide que tengamos una cinta modélica a la hora de combinar acción y drama, un tanto a lo Nolan, aunque sin llegar tan lejos, pero muy por encima de la media. Y es que en estos tiempos se agradece que alguien quiera convertir un film de acción en algo más que tiros y persecuciones, pero sin renunciar a ellas.

En el fondo, de lo que nos habla Rian Johnson en Looper, en su doble faceta de guionista y director, no es de paradojas temporales (ojo a la escena entre los dos protagonistas en la que el yo futuro deja claro que los viajes en el tiempo se la sudan), sino de cómo decidimos nuestro futuro, de que cada acción, cada decisión que tomemos, tiene repercusiones y va a definir lo que seremos el día de mañana. Y esas consecuencias son mucho más complejas y cruciales que hacerte un tatuaje en el brazo para que tu yo futuro pueda leerlo dentro de 30 años o que en su rostro aparezca una nueva cicatriz por un corte que acabas de hacerte.

El único 'pero' es un grave error que invalida toda la trama, y es que, más allá de que todo cuadre, algo para lo que es necesario más de un visionado y en realidad eso no es lo que importa, no son creíbles las decisiones que toman las dos protagonistas, a tenor de lo que sabemos de ambos. Eso sí, tanto Bruce Willis como Joseph Gordon Levitt están perfectos, el primero en su versión más destroyer y el segundo con ese maquillaje para parecerse más a Willis. Y ojo a Emily Blunt, que acaba siendo el alma de la película y sigue forjándose una filmografía para tener cada vez más en cuenta.

Una última recomendación: no os calentéis demasiado la cabeza con si todo cuadra o con teorías complicadas, fijaos en lo esencial.


SPOILERS

La promoción del film deja bien claro qué es un looper, pero se guarda otro de los elementos del futuro que nos muestra: la telekinesia desarrollada por parte de la población. Y aunque esto ya se introduce en los primeros minutos, el espectador no tiene idea de hasta dónde va a ser decisivo para la trama.

Porque en su segunda parte, lo que tenemos es el clásico argumento del anticristo: ¿estarías dispuesto a matar a un niño, solo porque hay muchas posibilidades de que vaya a convertirse en Hitler o aniquilar el mundo? Lo que ocurre es que, como ya he apuntado, sí sería creíble que el protagonista joven, amoral y cínico -como ha quedado de manifiesto en toda la trama del personaje de Paul Dano, borrador de lo que está por llegar- no se lo pensase dos veces antes de pegarle un tiro al crío de marras, pero no lo es que su versión futura, ya redimida tras un pasado de drogas y crímenes, sea precisamente quien va por ahí cargándose un crío tras otro, incluido el de su ex amor de juventud, en uno de los mayores bofetazos del film. En cambio, en Looper ambos actúan de la manera contraria, lo que es el mayor error del guión. Por no hablar de que Willis, pese a venir del futuro, luce como el más puro héroe de acción de los 80-90.

Un error compensado por el gran número de aciertos, entre los que está no dejar que la mayor o menor coherencia de la trama impida centrarse en lo que al director y guionista realmente le importa: la decisión final que toma el protagonista para evitar que otro niño inocente acabe tan mal como él, poniendo así fin al ciclo de eterna violencia.

Decisión que, por otra parte, parece ahorrarnos la inevitable secuela para seguir exprimiendo la taquilla.

sábado, 6 de abril de 2013

El estreno: Darín vs Ammann en el thriller del año


Y siguen sucediéndose los estrenos de todo pelaje, y con bastantes puntos de interés, o no tanto. Para variar, tenemos un poco de todo, desde la última película alemana nominada al Oscar, Bárbara, al remake de la Posesión Infernal de Raimi, que me da muuuucha pereza. Otro tanto puede decirse de Un amor entre dos mundos, que parece querer justificar las 3d con una trama romántica como excusa para presentar dos universos con la realidad invertida, o lo que es lo mismo, marear bien al personal mostrando gente boca abajo.

El británico Michael Winterbottom apuesta esta vez por la comedia con The trip, y la polaca Agnieszka Holland por el drama con In darkness. También tenemos de regreso a Steven Soderbergh, que en lugar de retirarse como anunció sigue haciendo pelis como churros, y en Efectos secundarios parece recuperar su versión más solvente y taquillera, con un nuevo Contagio sobre la industria farmacéutica, de nuevo aliado con Jude Law y Catherine Zeta-Jones, y reclutando para la causa a Rooney Mara.

No nos olvidamos de la cinta épica Cristiada, sobre la guerra civil mexicana de 1926, con un reparto internacional extraordinario encabezado por Andy García, Peter O'Toole, Eva Longoria o Catalina Sandino.

Y también de Sudamérica, en este caso de Argentina, nos llega el estreno de la semana, la esperadísima Tesis sobre un homicidio, nuevo thriller de los productores de El secreto de sus ojos, que ha arrasado en taquilla y presenta un duelo intelectual entre Ricardo Darín y Alberto Ammann. La comparativa con El secreto de sus ojos puede hacerle más daño que otra cosa, pero podemos estar ante un thriller de altura, que seguro tendrá remake USA. ¿Vais a perdéroslo?

miércoles, 3 de abril de 2013

'Blancanieves', nasía pa' sufrir



Como le ocurrió a Spielberg tras La lista de Schlinder, le será difícil a Pablo Berger dejar atrás el recuerdo de su Blancanieves y encarar nuevos proyectos. Lo de rodar una película muda y en blanco y negro a estas alturas se antoja una operación oportunista tras el éxito de The artist, pero la cinta española acaba resultando bastante superior a la francesa que, más allá de la nostalgia, era correctita y poco más.

Tampoco es, probablemente, que Blancanieves sea para tirar demasiados cohetes, pero Berger logra en gran medida lo que se propone: contarnos un cuento, el de toda la vida, pasado por la estética de Cine de barrio, con sus toreros y sus folklóricas. Una apuesta que le podía haber generado detractores por su defensa a ultranza de la tauromaquia (resulta difícil encontrar un film donde se muestre el toreo como algo tan maravilloso), pero soslaya dicho riesgo haciendo que en todo el metraje, y por distintos motivos, no veamos la muerte de ningún toro, ya puestos, ni banderillas ni rejoneador, solo capotazos.

Por lo demás, y utilizando una pantalla cuadrada que nos retrotrae a épocas pasadas, donde el blu-ray ni se intuía, Berger se muestra maestro a la hora de narrar exclusivamente con las imágenes, aunque incurre en varios errores de bulto que no se excusan ni por tratarse de un cuento, y se ve lastrado por una banda sonora demasiado omnipresente y estridente en muchos momentos.

Sus mejores aliados son un reparto en estado de gracia, que demuestra que actuar no es solo recitar un guión, sino transmitir sentimientos con la mirada y la gestualidad. Son perfecta muestra de ello una Maribel Verdú que aquí tiene la oportunidad de ser ‘mala, pero mala, mala’, y una Macarena García que, en realidad, no interpreta, básicamente le basta con su extraordinaria naturalidad y unos ojazos inmensos que la convierten ahora mismo en el más bello rostro del cine español (y ahí tenéis la versión francesa del cartel, ya que la española ha preferido destacar a la madrastra). Aunque la revelación es la Blancanieves niña, Sofía Oria, que se come la pantalla y protagoniza, de lejos, los mejores momentos del film, cuando más lograda está la atmósfera de cuento, antes de que la película se vuelva definitivamente taurina.

Del resto del reparto destacan una Ángela Molina estelar, en lo que la dejan; un Pere Ponce  de cómic, otro tanto puede decirse de Josep Mª Pou, y un Daniel Giménez Cacho magnífico como el padre de Blancanieves. Y por supuesto los 7 enanitos, aunque a ‘Gruñón’ es inevitable ‘oírle’ con la voz de su Rompetechos. Lo mejor, el momento en el que uno de los enanitos se pone a contar… y es que aunque en el cartel se anuncian 7, solo son 6.

Berger acierta incluso con su final interpretable, que tal vez no sea el más agradecido para el espectador tras ver sufrir tanto a su heroína pero está cargado de poesía, además de servirle para homenajear al cine expresionista alemán en el tenebroso epílogo.

Film de atmósferas y de detalles, Berger nos regala un cuento terrorífico iluminado por la sonrisa de una niña, que nos recuerda que a veces la potencia de una imagen hace innecesarias las palabras.




SPOILERS

Con todo, Berger incurre en enormes errores de bulto, empezando por la pésima realización de la cogida del torero, donde se nota demasiado que el toro embiste a un muñeco. Muy lejos de Hable con ella. También resultan poco menos que ridículas las muertes de los personajes de Ángela Molina y Pere Ponce, a los que simplemente había que quitar de en medio, y Berger opta por lo que supongo que entiende como ‘golpes de humor’ pero que hasta en un cuento quedan como manchurrones que rompen el tono medio del film.

La trama también tiene alguna que otra inconsistencia (más) de guión, como ¿por qué Encarna espera tantos años para matar al torero? La única explicación es que había que dejar pasar los años para que la niña pudiera crecer y ser torera… O sea, porque sí. Igual que el cambio del enanito ‘malo’, que de golpe y porrazo señala a la asesina de Blancanieves… cuando lleva toda la película intentando cargársela él.