Looper ha sido de lo mejor que ha dado en los últimos meses el género de
acción, aunque en realidad el film es mucho más que eso y sorprende al
espectador, que no se espera en absoluto hacia dónde va a evolucionar la trama
tras el espectacular arranque.
La promoción ha vendido Looper desvelando parte de su argumento, pero
cuidando bien de ocultar ciertas claves. La película empieza situándonos con
una voz en off, que por fortuna dura lo justo, en un futuro donde se han
descubierto los viajes en el tiempo pero también se han prohibido de inmediato.
De ahí que solo son utilizados por las mafias criminales que, dado que en dicho
futuro es imposible cometer un asesinato, envían a las víctimas 30 años atrás,
donde son ejecutadas por los loopers.
El único inconveniente de ser un looper es que dentro de 30 años son
enviados al pasado para que el mismo looper mate a su contrapartida futura
antes de retirarse a vivir de las rentas… 30 años. El protagonista del film
falla a la hora de matar a su yo futuro, por lo que tiene que perseguirlo para
acabar el trabajo, mientras sus compañeros van a por ambos, amenazados por la
oscura figura de El Fundador, un criminal del futuro obsesionado con cargarse a
todos los loopers, y cuya identidad es la auténtica clave de la trama.
Así, la primera parte de Looper da exactamente lo que el espectador espera,
con un inicio abrumador cargado de información, seguido de acción desenfrenada…
hasta que todo da un giro inesperado y el film camina por otros derroteros que
le hacen ganar interés, aunque la acción decaiga hasta el arrollador final
haciendo que parte del público pueda sentirse traicionado.
Ello no impide que tengamos una cinta modélica a la hora de combinar acción
y drama, un tanto a lo Nolan, aunque sin llegar tan lejos, pero muy por encima
de la media. Y es que en estos tiempos se agradece que alguien quiera convertir
un film de acción en algo más que tiros y persecuciones, pero sin renunciar a
ellas.
En el fondo, de lo que nos habla Rian Johnson en Looper, en su doble faceta de guionista y director, no es de paradojas temporales (ojo
a la escena entre los dos protagonistas en la que el yo futuro deja claro que
los viajes en el tiempo se la sudan), sino de cómo decidimos nuestro futuro, de
que cada acción, cada decisión que tomemos, tiene repercusiones y va a definir
lo que seremos el día de mañana. Y esas consecuencias son mucho más complejas y
cruciales que hacerte un tatuaje en el brazo para que tu yo futuro pueda leerlo
dentro de 30 años o que en su rostro aparezca una nueva cicatriz por un corte
que acabas de hacerte.
El único 'pero' es un grave error que invalida toda la trama, y es que, más
allá de que todo cuadre, algo para lo que es necesario más de un visionado y en
realidad eso no es lo que importa, no son creíbles las decisiones que toman las dos
protagonistas, a tenor de lo que sabemos de ambos. Eso sí, tanto Bruce Willis como Joseph Gordon Levitt están perfectos, el primero en su versión más
destroyer y el segundo con ese maquillaje para parecerse más a Willis. Y ojo a
Emily Blunt, que acaba siendo el alma de la película y sigue forjándose una filmografía para tener cada vez más en cuenta.
Una última recomendación: no os calentéis demasiado la cabeza con si todo cuadra o con teorías complicadas, fijaos en lo esencial.
SPOILERS
La promoción del film deja bien claro qué es un looper, pero se guarda otro
de los elementos del futuro que nos muestra: la telekinesia desarrollada por
parte de la población. Y aunque esto ya se introduce en los primeros minutos,
el espectador no tiene idea de hasta dónde va a ser decisivo para la trama.
Porque en su segunda parte, lo que tenemos es el clásico argumento del
anticristo: ¿estarías dispuesto a matar a un niño, solo porque hay muchas
posibilidades de que vaya a convertirse en Hitler o aniquilar el mundo? Lo que
ocurre es que, como ya he apuntado, sí sería creíble que el protagonista joven,
amoral y cínico -como ha quedado de manifiesto en toda la trama del personaje de Paul Dano,
borrador de lo que está por llegar- no se lo pensase dos veces antes de pegarle
un tiro al crío de marras, pero no lo es que su versión futura, ya redimida
tras un pasado de drogas y crímenes, sea precisamente quien va por ahí
cargándose un crío tras otro, incluido el de su ex amor de juventud, en uno de
los mayores bofetazos del film. En cambio, en Looper ambos actúan de la manera
contraria, lo que es el mayor error del guión. Por no hablar de que Willis, pese a venir del futuro, luce como el más puro héroe de acción de los 80-90.
Un error compensado por el gran número de aciertos, entre los que está no
dejar que la mayor o menor coherencia de la trama impida centrarse en lo que al
director y guionista realmente le importa: la decisión final que toma el
protagonista para evitar que otro niño inocente acabe tan mal como él, poniendo
así fin al ciclo de eterna violencia.
Decisión que, por otra parte, parece ahorrarnos la inevitable secuela para
seguir exprimiendo la taquilla.
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