sábado, 28 de septiembre de 2013

'Agallas': duelo de galanes


Encuentro entre un galán veterano, Carmelo Gómez, y otro de la nueva hornada, Hugo Silva, creo que Agallas (2009) no acabó de destacar demasiado en la taquilla, y lo cierto es que al film se le nota la bisoñez de sus directores, Samuel Martín y Andrés Luque, aunque trata de apartarse un tanto de las convenciones del género.

La historia nos presenta a Sebastián, un joven delincuente de poca monta que acaba de salir de la cárcel, más bien con pocas luces pero mucha ambición, que intenta escalar posiciones en los turbios negocios del personaje encarnado por Carmelo Gómez, dueño de un próspero negocio de marisco, en realidad tapadera para el tráfico de coca.

Repito, lo mejor de la película acaba siendo cómo se aparta del desarrollo habitual de este tipo de argumento, donde vemos cómo el aspirante a delincuente va aprendiendo de su maestro, al que le recuerda cómo era él de joven, y al final se produce el lógico asalto al trono por parte del recién llegado. Pero en Agallas, además de recordarnos que siempre hay un pez más gordo, quieren sorprender al espectador, y desde luego lo consiguen con un desenlace realmente inesperado.

La película se deja ver, sin excesivos alardes, aunque sus apuntes cómicos le restan fuerza a la pura trama de cine negro. En cuanto a las interpretaciones, Hugo Silva, para quitarse el sanbenito de guaperas, se empeña en lucir una apariencia desastrada durante buena parte del metraje, incluso a costa de perder varios dientes, pero no acaba de dar todo lo que exige su papel. Tampoco realiza uno de sus mejores trabajos Carmelo Gómez, aunque para ser leonés consigue un acento gallego más que digno.

Quien sí está a la altura es Celso Bugallo, una vez más secundario de oro, quien le saca el máximo partido al guión haciendo que su personaje sea el único al que nos creemos de verdad y el que tiene las mejores líneas de diálogo en este digno intento de abordar, aunque tangencialmente, la mafia gallega.

El detalle: Seguro que en la época en la que se rodó esta película Carmelo Gómez brilló más en el teatro, donde ponía en escena Días de vino y rosas. Por cierto, lo que no se le da nada mal a Hugo Silva es cantar, ya que es él mismo quien pone voz al tema central de Agallas, que fue incluso nominado a los Goya.

viernes, 27 de septiembre de 2013

El estreno: Washington y Wahlberg lo quieren petar


Más y más estrenos, aunque no hay 'pesos pesados', pero sí algún que otro aspirante con posibles. Y no, el estreno de la semana no es el megapublicitado (hasta tres películas de su director echaron la semana pasada entre La 1 y La 2) último trabajo de Álex de la Iglesia, Las brujas de Zugarramurdi, cuyo argumento suena a versión patria de Abierto hasta el amanecer. Y es que el 'universo' de este director siempre me dejó frío.

Eso sí, pocos rivales de entidad para que esta película sea uno de los taquillazos españoles del año: Michael Douglas reivindicando su heterosexualidad en Un hombre solitario, justo cuando acaba de arrasar con su interpretación del pianista homosexual Liberace; La mirada del amor, con los veteranos Ed Harris y Annette Bening, o Viaje a Surtsey, comedia española más modesta pero tal vez más lograda que la que ocupa todos los titulares.

Y mi elección es 2 guns, de hecho, el gran rival para las brujas. Aún quedaba un blockbuster veraniego, basado en un cómic, y con Denzel Washington y Mark Wahlberg que parece que se lo pasan pipa. Sí, por el tráiler parece una de Michael Bay, y bastante parecida a la última, Dolor y dinero, en la que también sale Wahlberg. Pero aquí está Washington, y pinta muy bien, sobre todo con unas palomitas. Dicen que ya preparan 3 guns...

viernes, 20 de septiembre de 2013

El estreno: Los años dorados de la Fórmula Uno


Avalancha de estrenos en el último fin de semana del verano. Tenemos para todos los gustos, desde la animada Justin y la espada del valor, producida por Banderas, al doblete de Audrey Tatou, a quien podemos ver en los dramas franceses La espuma de los días y Therese Desqueyroux.

También tenemos doble ración de terror a la española, con Omnívoros y Elisa, la nueva comedia de Miley Cyrus, Peligrosamente infiltrada, y otra comedia, esta vez sobrenatural, RIPD, que recuerda a Men in black y nos presenta a Jeff Bridges y Ryan Reynolds como policías para muertos... o algo así.

Pero lo más interesante de este fin de semana son las biografías: Jobs, con Asthon Kutcher como el creador de Apple...

...y Rush, lo nuevo de Ron Howard, que parece que muestra su mejor pulso para narrarnos la rivalidad entre los pilotos de Fórmula Uno Niki Lauda y James Hunt, interpretados por Daniel Brühl y Chris Hemsworth, respectivamente. Y si, como es mi caso, aún recordáis el brutal accidente en el que Lauda se quemó toda la cara, entenderéis por qué es mi estreno de la semana.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

A Danny Boyle le ciega el sol


Película inmediatamente anterior a la oscarizada Slumdog Millionaire (2008) en la filmografía de su director,Danny Boyle, Sunshine (2007) es un fallido film de ciencia ficción que empieza con cierta vocación a lo 2001 pero acaba convirtiéndose en la enésima copia de Alien.

La acción nos sitúa a bordo de una nave espacial que se dirige hacia el Sol –ahí reside principalmente la escasa originalidad de la cinta- para hacer detonar una bomba y reactivar la estrella que está apagándose y convirtiendo la Tierra en un planeta helado. Pero esta nave es la segunda que parte con dicho objetivo, tras el fracaso de la primera… de la que nunca se supo.

Ahí es por donde el film empieza pronto a ir por caminos trillados, con la misión de rescate al encontrar la primera nave en su recta final hacia el sol. Lo que ocurre ahí, por no desvelar demasiado, nos recuerda a Horizonte Final, magnífico ejercicio de cine de terror, en el que en lugar de una casa encantada teníamos una nave encantada, y donde Paul W. S. Anderson firmó su mejor trabajo, antes de dedicar sus esfuerzos a la saga Resident Evil.

A partir de ahí, la última media hora del film se convierte en un continuo despropósito en el que, mira tú por donde, es fácil adivinar quien será el próximo tripulante en perder la vida, dado que se sigue la máxima de que cuando más conocido es el actor, más minutos sobrevive en pantalla. Ocho son los tripulantes, pero si Alien era el octavo pasajero, aquí también habrá un noveno.

Así, tras una primera parte en la que lo mejor son los espectaculares planos del sol y la obsesión de ciertos tripulantes por contemplar la estrella aún a costa de su visión e incluso de su propia vida, Sunshine, correcto e inspirado ejercicio de ciencia ficción hasta ese momento, se va volviendo cada vez más previsible y rutinaria hasta un desenlace sin pies ni cabeza, en el que se multiplican las incongruencias a la misma velocidad a la que Boyle pierde incluso los papeles como director, con efectos de cámara que solo hacen que confundir aún más.

El guión, por cierto, corre a cargo de Alex Garland, habitual en la filmografía de Boyle, para el que adaptó su propia novela La playa (1996) y también escribió 28 días después (2002), tal vez su trabajo más inspirado.

Y vamos con los SPOILERS



Como acabamos de decir, el final está lleno de incongruencias. Para empezar, resulta de una nula credibilidad que hubiesen puesto controles en la bomba para detonarla ¡manualmente! mientras se dirige hacia el Sol ya desenganchada de la nave en la que va la tripulación. Entre otras cosas no tiene credibilidad porque tampoco haría falta ningún mecanismo de detonación: ya la habría hecho explosionar el propio calor del astro rey.

Por otra parte, desde el momento en el que descubrimos que el capitán de la primera nave era Mark Strong, pues bueno, siempre hace de malo, así que había pocas dudas de lo que iba a pasar. Por cierto, ninguna explicación a la supervivencia del capitán de la Icarus I, al que se le da cierto aire sobrenatural, como tampoco explican cómo es capaz el personaje de Chris Evans de aguantar dentro del tanque de agua helada, cuando al meter la mano durante apenas unos segundos al inicio del film casi se le congela por completo.

Tampoco vemos el final del personaje de Rose Byrne, pero ya hemos dicho que a partir de cierto momento, guionista y director pierden los papeles, y Sunshine todo interés.

domingo, 15 de septiembre de 2013

'Juego de Tronos 2': Quien mucho abarca...


Empecemos dejándolo claro. Mucho me temo que la segunda temporada de Juego de Tronos no está a la altura de la primera, o sea que mal vamos dado que la historia va para largo.

Esta segunda entrega empieza con el problema de haber perdido varios de los personajes más emblemáticos de la primera temporada, así que lo siguiente ya es SPOILER si no habéis visto la primera decena de episodios. Ya no está el patriarca de los Stark, algo así como el protagonista del arranque de esta saga épica, pero tampoco tenemos al rey Baratheon ni a Khal Drogo, vaya, los personajes más carismáticos.

A ello se le suma la escasa presencia en pantalla de varios de los protagonistas que siguen con la cabeza sobre los hombros en el inicio de la segunda temporada. El ejemplo más claro es el 'Matarreyes', cautivo de los Stark toda la temporada, que apenas aparece hasta mediada la temporada, aunque aprovecha cada una de sus intervenciones.

Sin llegar a esa casi desaparición del personaje, tanto John Nieve como Daenerys Targaryen dejan mucho que desear en estos nuevos episodios. Y es que si el nuevo rumbo de sus tramas fue lo mejor del cierre de la primera temporada, ambas se quedan en muy poca cosa: pocos minutos en el metraje global y escaso interés. En el caso de la Madre de Dragones apenas destaca el desenlace de este nuevo arco, mientras que la parte de John Nieve se supone que mejorará en los próximos episodios con la presencia del Rey más allá del muro.

En cambio, pocos hubiéramos imaginado que uno de los personajes que iban a acaparar mayor protagonismo era Theon, que tras reencontrarse con su familia en las Islas del Hierro toma una decisión que le supondrá muchos quebraderos de cabeza… y también a los habitantes de Invernalia.

Como cabía esperar, Desembarco del Rey y sus intrigas palaciegas acapara buena parte del metraje, con Tyrion, ahora nueva Mano del Rey, y su hermana Sersei protagonizando los mejores diálogos, sobre todo en cierta ocasión en la que ella se sincera con él. Quienes aparecen menos por las estancias de Desembarco del Rey son 'Meñique' y Varys, que protagonizaban muchos de los mejores diálogos de la anterior temporada. 

El caso es que, de una manera mucho más evidente que en la primera temporada, los guionistas se las ven tiesas a la hora de adaptar las novelas de George R.R. Martin -en este caso Choque de Reyes, segunda parte de Canción de hielo y fuego-, con su multiplicidad de tramas y personajes. Así que no es raro que personajes y tramas desaparezcan durante capítulos enteros de la pantalla, o apenas tengan unos minutos en cada capítulo. Porque encima los personajes siguen multiplicándose en esta segunda temporada, centrada en los enfrentamientos entre los distintos pretendientes al Trono de Hierro, con la aparición, apenas bosquejada, de la esposa de Renly Baratheon o la bruja aliada con Stannis Baratheon, que casi parecen estar ahí más para desnudarse, dado que las ‘veteranas’ de la primera temporada ya no parecen dispuestas a hacerlo.

Entre esas recién llegadas, por cierto, encontramos a Oona Chaplin, tras su aparición en la española ¿Para qué sirve un oso? (2011), convertida en interés romántico de Robb Stark, algo ñoño en esta temporada, en la que también su madre, Catelyn, no se luce tanto como antes.

Puestos a destacar tramas, desde luego me quedo con la de la pequeña Arya (su hermana Samsa sigue a lo suyo, sufrir junto a su prometido Geoffrey), sobre todo con esa curiosa relación que entabla con el patriarca de los Lannister, sin que este conozca su verdadera identidad, y la aún más curiosa con cierto mercenario que protagoniza algunos de los momentos más inspirados de la temporada.

Pese a todo la serie sigue mostrando un gran nivel en todos los aspectos, y continúa pareciendo un ‘greatest hits’ con las mejores escenas de los libros: ahí está esa bofetada de Sersei a Geoffrey o la impactante escena en la que Sersei (siempre Sersei) y 'Meñique' 'discuten' sobre qué es el poder. Y cómo no, el momento álgido es el capítulo 9, en el que desaparece la multiplicidad de tramas para narrar a lo grande la batalla de Aguas Negras, con su inicio naval y luego el asalto a Desembarco del Rey. No solo logran estar a la altura de la batalla del abismo de Helm en la adaptación de El Señor de los Anillos: Las dos torres, sino que por fin logran quitarse de encima la sombra del discurso de Mel Gibson en Braveheart (1995) y su ‘pero no nos quitarán la libertad!’, haciendo algo diferente. Claro que es Tyrion quien habla a las tropas esta vez.

Inciso: El guión de este capítulo corre a cargo del propio George R. R Martin, quien mejora el original literario (no he leído ninguno de los libros pero sí ese párrafo), aunque luego en el volumen deja una brillante coda: tras soltar el discurso, Tyrion corre a luchar ‘confiando en que alguien le estuviera siguiendo’.
Por cierto, entre lucha y lucha, de todo el episodio de Aguas Negras me quedo con los diálogos entre una cada vez más borracha Sersei y Samsa en la cámara en la que se ocultan las mujeres. Y es que, como suscribiría sin duda la madre de Geoffrey, hay que tenerlos bien puestos para ser reina, mi palomita.

Como en la temporada precedente, el último episodio sirve para atar algunos cabos, especialmente con Daenerys, John Nieve y la situación en Invernalia, y apuntar las líneas argumentales para la tercera temporada. El final no está tan logrado como en la primera entrega, aunque también deja sin respiración ese plano final, que podemos titular Juego de Tronos meets The Walking Dead. Y a buen entendedor…


viernes, 13 de septiembre de 2013

El estreno: Arévalo, la familia y el Mundial de la Roja


Pocos estrenos esta semana, en la que Hollywood nos presenta la segunda, creo, aventura cinematográfica de Percy Jackson, que supongo convierte a Harry Potter en algo así como El padrino, y con una semana de retraso llega por fin el enésimo derribo de la Casa Blanca a cargo de Roland Emmerich. En cambio, nuestra cinematografía apuesta por propuestas festivas, como la terrorífica Afterparty, cargada de rostros televisivos juveniles, y supongo que de toques de humor...

...y por supuesto, La gran familia española, lo nuevo de Daniel Sánchez Arévalo, que debería ser uno de los -escasos- taquillazos patrios del año, a tenor de la ya cansina promoción mediática y de su argumento, en el que asistimos a una boda que se desarrolla justo el mismo día en el que España ganó el Mundial de fútbol.

Arévalo debutó con la más que interesante Azuloscurocasinegro (2006), y empezó a virar hacia la comedia con la más ambiciosa Gordos (2009), que le consolidó como uno de los mejores directores españoles del momento. Se lanzó abiertamente a la comedia con Primos (2001), que aún tengo pendiente, y aquí repite esa fórmula de combinar magistralmente drama y comedia, por supuesto con reparto coral en el que no faltan algunas de las caras habituales en su cine, fundamentalmente Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y un Antonio de la Torre que gracias a él ha dado el salto al estrellato. 

Esta semana han incluido el film entre los -ahora cuatro- aspirantes a ser la candidata española a los Oscar, lo que refuerza su gancho en taquilla, a la espera de ver si Arévalo mantiene el alto nivel mostrado hasta ahora.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Ford + Keaton = Piratas del Caribe + Rango = Verbinski en estado puro


Y va y cuando menos te lo esperas… Pues sí, amigos, El Llanero Solitario es el blockbuster del verano, y mira que era el que más recelos me inspiraba. Pero el caso es que GoreVerbinski nos ha servido una generosa (2.20 horas, igual un pelín demasiado) ración de western en versión espectáculo… que sobre todo hará las delicias de los más jóvenes de la casa.

Y es que también debemos recordar que el nuevo intento del productor Jerry Bruckheimer de lograr una nueva franquicia al más puro estilo Piratas del Caribe, parece que ha vuelto a naufragar (ya ocurrió con Prince of Persia) ante la pobre acogida del film en los USA después de su derroche de medios y presupuesto. ¿Qué ha fallado?

Pues que los norteamericanos no están acostumbrados precisamente al western en clave de humor, y menos en una época en la que, echando la vista atrás unos pocos años, los últimos westerns que se han ganado el aprecio de público y crítica –Bailando con lobos, Sin perdón…- han optado por la versión más seria y realista del género.

En cambio, Verbinski apuesta por la visión más lúdica del western y nos ha regalado ‘una de vaqueros’ como las llamábamos de niños. Y esa es la clave, desde el inesperado prólogo en el que el director deja claro qué es lo que vamos a ver: un cuento cargado de humor y fantasía, en el que no importa que a veces alguna cosa no cuadre, o directamente no tenga ni pies ni cabeza, mientras cumpla su función de maravillar a ese niño que escucha embobado las míticas aventuras del Llanero Solitario, y que irá apareciendo puntualmente para preguntar una y otra vez como hacen los niños.



Pero lo que de verdad sitúa a este film por encima del resto de blockbusters de la última temporada estival es que, no solo Verbinski, por lo demostrado hasta ahora, es mejor director que Zack Snyder, J. J. Abrams o Neill Blomkamp, sino que a diferencia de ellos, y por suerte para él, no se ha plegado a los estudios y ha hecho exactamente lo que ha querido.

El Llanero Solitario no es una película en la que su director sigue su dirección y a mitad del metraje hace lo que le ordena el estudio, como ocurrió con el último Superman; no es un remake que no quiere que nadie sepa que lo es, como el último Star Trek, ni es una ensalada de tiros por mucho que nos venda que es una reflexión social, como Elysium.

Verbinski ha hecho el film tal como quería, tal vez porque Bruckheimer confía en él ciegamente después de tres entregas de Piratas del Caribe… aunque me sigue extrañando mucho que con el bombo que le han dado a la participación de Helena BonhamCarter en la película, tanto ella como su circo apenas estén en pantalla unos 10 minutos… lo que por otra parte se agradece, ya que en ese tramo parece que el film lo dirija Tim Burton.

Eso sí, el director no se recata a la hora de, como ya ocurriera en la primera escena del último capítulo de la segunda temporada de Juego de Tronos, justo tras la gran batalla de Aguas Negras, recrearse en un plano en el que vemos con todo lujo de detalles como un caballo suelta… toda su carga, pero encima aquí va más lejos.

Verbinski se permite además ir lanzando cargas de profundidad a lo largo del metraje, como mostrarnos un héroe al que no le queda más remedio que ocultar su identidad y ponerse al margen de la ley dado que ésta solo sirve a quien tiene el poder económico, que además controla al ejército… ¿a qué me suena?

Más: mostrar Estados Unidos como un país que se ha forjado gracias a ladrones y a arrebatarle lo suyo a quien no podía defenderse; mostrar que el personaje aparentemente más respetado socialmente es el mayor criminal; a un capitán del séptimo de caballería al que no le importa mentir y matar con tal de mantener su posición, o a un ejército masacrando con ametralladoras a indios a caballo.

¿Empezamos a ver por qué el film no ha gustado en los USA?

Y es una lástima porque, como dije, Verbinski recupera todo el sabor de la aventura en estado puro. El referente más cercano de esta adaptación de El llanero solitario no es otra que Rango, ese western también protagonizado por Johnny Depp, aunque con el aspecto de un camaleón… y que también dirigió Verbinski.

Como en dicho film, aquí el héroe, el Llanero Solitario, lo es de la manera más accidental e involuntaria, y cede buena parte del protagonismo a su clásico compañero, el indio Toro, personaje muy alejado del capitán Sparrow, que sustituye su verborrea por breves sentencias y un rostro que recuerda poderosamente… a Buster Keaton.

Porque Verbinski no solo, aunque parezca sacrilegio, nos muestra Monument Valley como nadie lo había hecho desde John Ford, con unas panorámicas espectaculares, sino que en su afán por rodar un western total toma buena nota de El maquinista de la General para un frenético e hilarante tramo final, en el que una buena señora no dejó de reírse a carcajadas unas butacas detrás de la mía, y donde por cierto se marca hasta un autohomenaje recordando la primera aparición de Sparrow.

Eso sí, también hay momentos para la instrospección, como el flashback en el que se nos narra el origen de Toro, que deja de ser el payaso que ha sido hasta ese momento al revelársenos su trágico pasado. Y encima la trama romántica no es tan tópica como en, Piratas del Caribe, por ejemplo, con una Ruth Wilson que ya me ganó en la mini serie The prisoner.

Pero, ante todo, El llanero solitario es diversión. Verbinski tiene el acierto de utilizar como fondo sonoro en un par de ocasiones el tema original del personaje, el del serial radiofónico, ¿quién no escuchó de niño esa emocionante tonada?, y por supuesto, las imágenes que presenta son las que concuerdan con esa música: nada de seriedad, por favor, esto es, ni más ni menos, una de vaqueros.




El detalle: William Fichtner, a quien también hemos visto este verano en Elysium, es aquí uno de los malos-malos, con un cambio de look total, en el que no faltan el diente de oro, la cicatriz en la mejilla ni mugre para parar un tren. Y se nota que se lo pasa bomba... como esa particular versión de Silver, el caballo del protagonista, muy, muy pasado de vueltas.

sábado, 7 de septiembre de 2013

El estreno: Ryan Gosling y los mil estrenos


Nada menos que 13 estrenos y ni uno que sea realmente destacable en este fin de semana. Es lo que tiene el impasse entre el 'verano es para los blockbusters' y la temporada de posibles candidatos a los Oscar.

De los USA nos llegan unas cuantas propuestas, algo faltas de punch. Para empezar, Asalto al poder, la segunda cinta de este año en la que Hollywood nos presenta un asalto a la Casa Blanca... algo que ya vimos en una de las temporadas de 24. Con el más explícito título original White House down (La Casa Blanca ha caído), en la dirección encontramos a Roland Emmerich, que sigue empeñado en destruir la Casa Blanca una y otra vez... y que viene acompañado por Jamie Foxx como Obama y Channing Tatum como héroe cachas. Pereza...

Más pereza con Tú eres el siguiente, nueva versión de esa modalidad de cine de terror en la que tenemos a gente, en este caso mucha, en una casa que es asaltada por unos tíos con máscaras... en este caso de animales. Por su parte, Vin Diesel retoma por tercera vez su papel de Riddick, en lo que tiene pinta de remake de la primera entrega, ahora con Jordi Mollà por el medio. Pereza...

Y casi rematamos los estrenos yanquis con Atrapada en la oscuridad, con Michelle Monaghan y Michael Keaton en una suerte de remake inconfeso de Sola en la oscuridad (1967), aquella película con Audrey Hepburn como ciega asaltada en su casa por varios ladrones.

El único estreno patrio es Barcelona Nit d'estiu, con seis de las ¿567? historias de amor que hubo en la Ciudad Condal el 18 de agosto de 2013 cuando el cometa Rose cruzó el cielo. De Italia nos llega El comandante y la cigüeña, una reflexión en clave de comedia sobre el materialismo imperante y la corrupción política; de Afganistán La piedra de la paciencia, sobre una mujer afgana que habla con su marido que ha quedado en estado vegetativo; de suiza Operación Libertad, sobre el terrorismo en los 70, e incluso tenemos de vuelta a la mítica creación de Enid Blyton con la alemana Los Cinco y el misterio de la joya escondida.

En fin, que al final me quedo con Cruce de Caminos (torpe traducción de The place beyond the pines, o sea, El lugar más allá de los pinos), con Ryan Gosling en uno de esos papeles que tanto le gustan de chico duro, acompañado esta vez por Eva Mendes y Bradley Cooper, de quien la promoción dice que es su mejor papel... aunque en realidad el listón no está muy algo. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Las dos caras de Anthony Zimmer (y una lancha)


¿Por qué todos intentan matarme?
Porque te besé

Abordamos hoy la cinta noir francesa Anthony Zimmer (2005) (titulada aquí El secreto de Anthony Zimmer) y su más que digno remake USA, El turista (2010), aunque el original gana a los puntos.

La cinta gala, con guión y dirección de Jerome Salle, es un prodigio de síntesis, con un metraje que apenas supera la hora y cuarto. Puede echarse en falta una trama un poco más compleja, pero lo cierto es que en ese escaso tiempo desarrolla el argumento a la perfección y le saca todo el partido posible de una manera impecable.

Sin desvelar demasiado la historia, una mujer imponente seduce a un turista de lo más corriente en un tren y se lo lleva a su hotel. Al más puro estilo Con la muerte en los talones, el turista acabará envuelto en una trama de thriller, perseguido a la vez por policías y criminales, mientras intenta descubrir la verdad sobre la mujer de la que se ha enamorado… y mientras todos intentan dar caza al misterioso Anthony Zimmer, un delincuente de altos vuelos.

Una de las grandes bazas del film es una Sophie Marceau bella como nunca, que derrocha magnetismo a la hora de encarnar a esa mujer fatal de la que el protagonista no puede evitar enamorarse aún a sabiendas de que le va a llevar a la perdición. Junto a ella, Yvan Attal está perfecto como el turista, y la química entre ambos, sobre todo en el tramo final, es lo que, en gran medida, da su auténtico valor a la película y hace que supere a su remake.



Por lo que respecta a la versión USA, que se hizo esperar, corre a cargo de Florian Henckel-Donnersmarck, en su debut en Hollywood y siguiente trabajo después de la portentosa La vida de los otros. En los papeles principales, un acierto y un error de casting. El acierto, Angelina Jolie, tal vez la única actriz de Hollywood capaz de estar a la altura de la Marceau en un papel como este. El error, Johnny Depp, demasiado carismático como para interpretar al anodino turista, y que encima lleva perilla.

El remake, que estira un poco la duración pero no demasiado, hasta la hora y media, resulta, como cabría esperar, más lujoso y espectacular. Nada que objetar a lo primero, que acentúa la capacidad de deslumbramiento de la protagonista ante el turista, aunque al final el film casi se queda en un vídeo publicitario de Venecia, con panorámicas y más panorámicas de los canales. En cuanto a lo segundo, lo cierto es que la ‘espectacularidad’ de El turista se reduce a abusar del recurso a las persecuciones en lancha, entre la repetición y el ridículo.

Básicamente la única aportación interesante del remake es la escena del baile, introducida precisamente para estirar el metraje, pero que se agradece por suntuosa y ofrece uno de los mejores momentos del film, aunque no se aprovechan todas las posibilidades que ofrecía.

Por lo demás, y dentro de lo ridículo que parece que hicieran falta ¡tres! guionistas para escribir un remake (incluidos el propio director y Christopher McQuarrie, oscarizado por Sospechosos habituales (1995)), la adaptación USA sigue las líneas maestras del original, a excepción del baile, pero introduciendo puntuales cambios aquí y allá, como modificar todos los nombres, que en su mayoría le restan puntos a esta versión, especialmente en el desenlace, que carece de la fuerza del original.

El turista también cuenta con tres caras conocidas entre los secundarios: Paul Bettany como el policía que persigue a Zimmer, y TimothyDalton y Rufus Sewell en dos personajes creados expresamente para el remake que aparecen muy poco pero resultan claves en los cambios introducidos por la versión USA.

Al final, pese a la corrección impecable y el precioso envoltorio de la nueva versión, el original francés ‘llega’ más al espectador, especialmente por la auténtica química entre sus protagonistas (Jolie y Depp hacen lo que pueden, eficacia y poco más) y un desenlace muy superior al del remake, que realmente deja sin aliento.
Y ahora, vamos con esos pequeños-grandes cambios, entramos en los SPOILERS.



Para empezar, si en la primera escena del original nos cuentan con pelos y señales quién es Anthony Zimmer y cuál es la situación, avisándonos de que la clave para encerrarle es su novia y la policía lo sabe, en el remake no revelan tanto y la Jolie se muestra de inmediato, en lugar de optar por el estilo francés, más sensual, de mostrarnos solo las piernas de la mujer o su espalda, retrasando el momento en el que vemos por primera vez a la Marceau, que es el mismo en el que la conoce el turista… con el que por cierto se habla de usted en la cinta francesa y de tú en la estadounidense. En cambio, un buen detalle del remake es mostrar cómo la mujer está a punto de elegir a otro hombre, hasta que la novia de este aparece. El azar...

Por el contrario, en el remake el espectador sabe antes que la policía está al corriente de que el turista no es Zimmer, aunque la mafia rusa tarda más en aparecer. Por cierto que la primera orden del jefe mafioso es capturar a Zimmer y matarla a ella, con lo que el espectador se pone de parte de la mujer, a diferencia del original. Otro detalle similar es que en la versión USA sí vemos a la mujer siendo testigo del primer intento de asesinato del turista y de la persecución, de nuevo contribuyendo a que caiga mejor la mujer, pese a que luego se dejará más en el aire de qué lado está.

El hotel. Además de ser más lujoso, en el remake el turista sí oye cómo ella les registra como marido y mujer, y la escena en la que él duda si entrar en la habitación de ella tras su primer beso está más lograda.

El policía perseguidor. Uno de los principales cambios. En el film original el policía que dirige la caza de Zimmer cumple su trabajo y confía plenamente en el personaje de Marceau. En el remake, sin embargo, desde el principio el guión trata de que el agente encarnado por Bettany le caiga lo peor posible al espectador. Además, no confía en Jolie, por lo que aquí el espectador sospecha más de las verdaderas intenciones de ella que en el original, donde parece claro de qué lado está. Bettany incluso habla de ella como de una vulgar… mujerzuela delante de Depp, al que ridiculiza cuanto puede… lo que incrementa la satisfacción del espectador cuando al final, y a diferencia del film francés, sí se muestra cómo Bettany descubre que se la han jugado bien.

El policía amigo/enemigo. En ambos films, el turista acaba en comisaría. En el original, es él quien busca la ayuda de la policía tras el primer intento de asesinato, mientras que en el remake es detenido al final de dicha escena, que aquí resulta más espectacular con esas carreras por los tejados a lo Bourne, pero menos impactante que la francesa, donde el espectador casi siente los golpes de los brazos del protagonista contra los retrovisores de los coches mientras huye, o el dolor en los pies al correr descalzo sobre el asfalto. Y si en el original el policía es un simple agente que acaba asesinado por ayudarle, aquí es un inspector que le entrega a los rusos.

El jefe mafioso. Imagino que esta es la parte escrita por McQuarrie, que para hacer más malvado al jefe mafioso incluso se copia a sí mismo con pasajes casi calcados de Sospechosos habituales, e introduce una escena muy violenta en una sastrería, que rompe el tono elegante del film.

El flashback. En el film galo, mientras el turista está en la comisaría tras escapar del primer intento de asesinato, se introduce un flashback con la cena romántica de la noche anterior, donde, ante la afición de él por las novelas de misterio, ella le pide que imagine quién es ella. El flashback desaparece en el remake, pero el diálogo se utiliza en dos escenas previas.

La despedida. Después de que ella lo rescate, le deja claro que una cosa es que no quiera que muera y otra que esté enamorada de él. En la versión gala le deja ‘con todo lo necesario’ en un triste piso-zulo, mientras que el remake es más elegante, con esa despedida en la lancha… que acaba convertiéndose en un vídeoclip… y tras el cual se descubre que ella es policía. Es ella misma quien lo revela, otorgando todo el protagonismo a la Jolie, porque ella lo vale, en lugar de explicárselo el policía al turista como en el original, cosa que ocurrirá más tarde, de modo que, a diferencia de en el original, en el remake el espectador lo sabe antes que el turista.

Rufus Sewell. Es el verdadero turista, sus esporádicas apariciones son utilizadas con gran habilidad para que el espectador nunca sospeche que Depp es en realidad Zimmer y crea que es Sewell, sobre todo a partir de la escena del baile. Aquí el film norteamericano se muestra más tramposo a la hora de engañar al espectador.

El rescate. En el original, el director hace con gran habilidad que el espectador no sepa si el turista continúa en la furgoneta con los policías, aunque apunta sus intenciones al taparlo de manera tan evidente. Aún así, es una sorpresa que aparezca en la mansión. La versión USA, más vulgar, pasa directamente de mostrar a Depp en la furgoneta a hacerlo en la mansión, sin ese toque de clase en la dirección. Luego, tras alargar la escena con el recurso de la caja fuerte, Depp no arriesga su vida en el momento decisivo, a diferencia de en la película francesa, porque interviene el personaje de Timothy Dalton.

El desenlace. La principal diferencia entre las dos películas es que en el remake se insiste una y otra vez en que ella está enamorada de Zimmer, de modo que al final no sabe por cuál decidirse, lo que se soluciona al ser la misma persona. Así, parece lógico que ella se enamore del turista, dado que es Zimmer. El original va mucho más allá, puesto que deja claro que ella nunca quiso a Zimmer, solo lo fingió para atraparle, y como él lo sospechaba, por eso urdió todo el plan, que no se justifica en el remake. Solo cuando se convierte en otra persona, Zimmer logra enamorarla pero ella sigue obsesionada con encerrar a Zimmer, al que detesta por haberla dejado en manos de la mafia, ya que a diferencia del turista, no se ha jugado la vida por ella. De ahí el shock (de ella y del espectador) cuando descubre la verdad... dando paso a una tórrida escena que desaparece en el remake. Aún así, ella no acepta irse con él… hasta que la elige por encima de su libertad, y a costa de perder todo su dinero. Eso es amor.

El detalle: Tres títulos para un film. Los franceses utilizaron siplemente el nombre del protagonista, cuya misteriosa identidad impregna toda la película y, de hecho, al que tenemos omnipresente en casi cada escena. En España se le añadió ‘El secreto de’ para darle mayor gancho… e involuntariamente sugerir la sorpresa final. En los USA, curiosamente, lo cambiaron por El turista, cuando, en realidad, el protagonista es cualquier cosa menos un turista.

lunes, 2 de septiembre de 2013

'Elysium': Ensalada de tiros (y poco más)


Está visto que este ha sido el verano de la decepción. Con Elysium se repite la misma sensación, en mayor o menor grado, que he tenido con cada blockbuster veraniego del 2013: entretenido, pero por debajo de lo esperado, lejos de las posibilidades que ofrecía. A la vista de argumento, director, reparto y tráiler, Elysium prometía ser más que un film de acción, una reflexión sobre las diferencias sociales con esa sociedad ¿futurista? dividida entre archimillonarios que viven en una colonia espacial con todas las comodidades y megapobres condenados a sobrevivir en una Tierra convertida en basurero.

Pero hete aquí que lo que presenta Neill Blomkamp, muy por debajo de su debut, Distrito 9 (2009), no es más que una peli de tiros que tarda en arrancar, y que apenas profundiza en su argumento. De hecho, el film apenas tiene guión, de modo que Blomkamp se luce mucho más como director, ahí poco se le puede reprochar, que como escritor, donde apenas se estruja el cerebro, nos regala un final escandalosamente simplista y con nula credibilidad… y encima nos martiriza con la escena de la monja y el protagonista de niño, que no solo nos recuerda una y otra vez con voz en off, sino que nos muestra una y otra vez, insistiendo en el manido recurso del ‘elegido’.

Por encima de un cumplidor Matt Damon, al que como de costumbre es difícil reprocharle algo, y una Jodie Foster a la que apenas dejan lucirse, el amo de la función es Sharlto Copley -protagonista de Distrito 9 y Murdock en la versión cinematográfica de El equipo A-, como el malo de la función, que es a la vez lo mejor y lo peor de la misma. Lo peor, porque, más allá de insistir con que los pobres no tienen derecho a ir al médico, esto es Hollywood, así que se pasa muy de puntillas por el tema de las clases sociales. Es decir, el malo no es el presidente de Elysium (tampoco se entra demasiado a explicar la situación política de este hipotético futuro) que prohíbe la inmigración, sino una ministra que ve amenazado su puesto por su afición a cargarse a las ‘pateras’ a cañonazos y trama un golpe de estado. Y por si eso no fuera suficiente, luego soltamos al perro de presa, que simplemente es un terrorista sanguinario al que solo le importa matar, ya sea terrestres o elisianos.

Así que el malo se carga cualquier posibilidad de que esto sea una película seria… pero a cambio, gracias al carisma y testosterona que derrocha Copley en cada plano, podemos disfrutar con el malo más implacable visto en una pantalla de cine desde Terminator (1984), y de una pelea final a brazo partido a la altura de la vista entre Batman y Bane en el cierre de la trilogía de Nolan.

Si vais a ver Elisyum buscando simplemente un rato de diversión, cine palomitero sin más, tiros y acción, lo pasaréis bien. Si queréis algo más, olvidadlo. Parece que lo del cine para pensar no está de moda.