viernes, 29 de abril de 2011

El estreno: La cola del paro en los USA

No, el estreno de esta semana no es 'Thor', y mira que Kenneth Branagh y Natalie Portman son dos buenas razones para verla, incluso tiene mucha mejor pinta de lo que esperaba cuando el proyecto se puso en macha. Pero no, esta vez le toca a 'The company men', aunque otra cosa será encontrarla en la cartelera.

Dejando de lado el HORRIBLE cartel publicitario, estamos ante uno de esos filmes independientes llenos de estrellas que trabajan por un módico precio, y que esta vez vienen todos con un Oscar bajo el brazo: Ben Affleck, Chris Cooper, Kevin Costner y Tommy Lee Jones. Ahí es nada.

La cinta, al parecer, viene a ser como la versión USA de 'Los lunes al sol', con varios ejecutivos que se quedan en paro de la noche a la mañana, lo que sirve como punto de partida para analizar las consecuencias de la crisis económica en el país de Obama.

Para rematar, entre los secundarios están el veterano Craig T. Nelson y la siempre eficaz María Bello. Esto en otro fin de semana de puente, en el que pese a los estrenos de 'Thor' y 'Fast and furios 5' hay numerosas alternativas y muchas películas 'pequeñas'.

miércoles, 27 de abril de 2011

Y el barco se fue a pique

Pues sí, lo reconozco, he visto la primera temporada de ‘El barco’. ¿Por qué? Bueno, la premisa era demasiado buena como para no darle una oportunidad: el mundo se acaba y solo queda la tripulación de un barco perdido en el mar. Cierto, también se veía venir que la serie no sería nada del otro mundo y se echarían a perder las posibilidades del argumento, aunque de ahí al desastre que ha sido…

El mundo se ha acabado, y por lo visto los guionistas también. Uno de los mayores problemas, que no el único, de ‘El barco’ son sus flojos guiones. Al igual que el resto de series españolas, padece una lacra endémica: capítulos de una hora y 20 minutos, el doble que la duración media en USA. Y eso hace que sean insoportablemente largos, y más con anuncios de por medio. De las pocas que han evitado esto es ‘Doctor Mateo’, donde muchas veces las tramas no duran más de 40 minutos y da la sensación de que en lugar de un episodio sean dos consecutivos, algo es algo. Y al igual que la mayoría de series, la trama central avanza muy, muy lenta. Lo mismo ocurre en su serie ‘hermana’, ‘Los protegidos’, de la que me ocuparé cuando acabe de ver la segunda temporada (y que esté tranquila A3: todo lo que está mal en 'El Barco' está bien en 'Los protegidos'), pero en ‘El barco’ es exagerado: para ver una buena secuencia hay que tragarse un montón de minutos infumables.

Lo único que tienen claro los guionistas es que ‘cuando se acaba el mundo, hay que arrimarse’, de manera que toda la tripulación va loca por 'pillar cacho' y hay que ingeniárselas para que los tripulantes se despeloten con la menor excusa. Por lo demás, queda claro que los guionistas se han visto unas cuantas películas de terror, porque en estos primeros 13 capítulos hemos tenido remakes (bastante desafortunados en su mayoría) de, a bote pronto, ‘Tiburón’, ‘Los pájaros’ y ‘La niebla’, por no hablar del capítulo en el que hacía mucho, mucho calor… y otra vez todos medio desnudos.

Por el camino se han dejado algunos misterios sin resolver, lo justito como para mantener el interés, sobre todo en el único capítulo con trama decente, el del primer viaje del ‘Estrella Polar’ durante la segunda guerra mundial, con un misterioso pasajero que parece conocer el futuro.

La serie también adolece, no ya de unos efectos especiales patéticos (lamentable, muy lamentable la secuencia inicial de la catástrofe, ni de serie B), sino de falta de director, lo que desluce cualquier secuencia y provoca momentos ridículos cada dos por tres. Los ha habido, y muchos, aunque me quedo con el ‘funeral por el mundo’: inenarrable.

Los únicos capaces de salvar la situación han sido algunos de los actores. Por ejemplo, en el último capítulo, la secuencia del strip poker se apuntaba a un nuevo ridículo, pero mira, resulta que los actores que interpretan a Piti y al curita (muy desaprovechado todo el tema de que es el último cura del mundo, dicho sea de paso) le dieron la intensidad necesaria y fue el mejor momento del capítulo, y eso que era la trama más tonta.

Pero si se trata de salvar escenas, no estamos hablando precisamente de Juanjo Artero, el mítico Javi de ‘Verano Azul’, digámoslo ya, el gran error de casting de esta serie, capaz de cargarse cualquier escena, ya sea por sobreactuado o por todo lo contrario. Como ejemplo, en el último capítulo no funciona ninguno de sus diálogos con su segundo, Luis Callejo, que alterna aciertos y desaciertos en la serie y se beneficia de compartir muchas escenas con la cocinera, Neus Sanz, una secundaria de raza.

También se salvan 'Piti' y el curita, pero sobre todo el otro vértice de este triángulo amoroso, mejor llevado que el principal, Vilma, que tiene la suerte de estar interpretada por Marina Salas, que como apuntaba en ‘Desaparecida’ o ‘El pacto’, demuestra que tiene un gran futuro por delante. Entre lo mejor está igualmente Gamboa, posiblemente el único personaje con auténtico carisma, y no, no está el amigo Mario Casas, al que hay que reconocer que le han dado un papel a su medida (chulito en su justa medida, buen corazón, que parece que tenga 10 carreras y no haya nada que no sepa hacer, y encima se llama Ulises) pero es que el chico no da para más, ni él ni su voz…

A Irene Montalà la veo un poco perdida como la doctora (con esos flash-backs tan de 'Perdidos'), y Blanca Suárez cumple, mientras que Giselle Calderón parece que está solo para quitarse la ropa.

Mención aparte para 'Burbuja', que parecía que iba a ser el típico bobo para chistes, y esconde mucho más. No solo está dejando ver que Iván Massagué es mucho mejor actor de lo que pensábamos, sino que además parece encerrar todas las claves de la serie.

¿Seguiré viendo ‘El barco’, cuyo éxito parece explicarse únicamente por las fans de Mario Casas? Veremos, porque motivos no hay muchos, y las canciones pegadizas en plan spot que meten en los ‘momentos cumbre’ tampoco ayudan, lo mismo que el montón de ‘product placement’. Que sí, que ya es habitual en todas las series, pero aquí se pasan mucho, sobre todo con cierta bebida refrescante que no voy a mencionar.


domingo, 24 de abril de 2011

Un médico en la corte del faraón

Ya que estamos en Semana Santa, vamos con una de esas películas que suelen echar en televisión en estas fechas, aunque se aparta un poco de las convenciones del género bíblico. Y es que el protagonista de ‘Sinuhé, el egipcio’ es un médico, un hombre de ciencia en una época de dioses y supersticiones. Un hombre que busca respuestas y que no cree en ningún dios.

Dirigida por Michael Curtiz una década después de ‘Casablanca’, se basa en una novela de Mika Waltari que desconozco, aunque estoy convencido de que fue objeto de múltiples cambios en su adaptación a la gran pantalla. El film narra la caída en desgracia del joven y prometedor médico, al caer en las garras de una mujer fatal de libro que lo manipula a su antojo. Desterrado, ganará fama como cirujano antes de regresar a Egipto para el desenlace de la historia, en el que Waltari demuestra que conocía la historia de Moisés. También se establece un precedente del cristianismo en el culto a un único dios que impuso el faraón Akhenatón, yo diría que de una manera bastante cogida por los pelos.

Rodada cinco años antes de ‘Ben-Hur’, la película de Curtiz parece un film de serie B en comparación, donde resulta más que evidente que la mayoría de fondos están dibujados y donde no hay la abundancia de extras de la película de William Wyler ni su realismo. Y no solo Curtiz no está en su mejor momento, sino que la banda sonora, pese a estar firmada al alimón por dos nombres emblemáticos, nada menos que Alfred Newman y Bernard Herrman, lo mejor de la época, tampoco resulta particularmente inspirada.

En cuanto al reparto, Victor Mature cumple en su papel de siempre como el amigo fanfarrón de Sinuhe, mientras que a este lo encarna con escasa convicción un tal Edmund Purdom de quien nunca volvimos a saber. Tampoco ayuda el escaso metraje que se les concede a los secundarios, unos Jean Simmons y Peter Ustinov en sus inicios, apuntando el caudal interpretativo que demostrarían en ‘Espartaco’, y Gene Tierney, que una década después de 'Laura' se hallaba en el ocaso de su carrera y solo le adjudicaban papeles menores. Los tres merecían más minutos en pantalla, ya que son lo mejor del film, al igual que John Carradine, impecable en su breve aparición como ladrón de tumbas.

Todo ello desluce un film que pudo haber sido mucho más pero que no está tan lejos de las obras maestras del género y sí muy por encima de toda la morralla 'peplum'.

El detalle: Por una vez recomiendo ver la versión extendida en castellano, donde las voces cambian cada vez que se incorpora una escena censurada en su momento, y son bastantes. Así, vemos que a la censura no le interesaba un discurso sobre la inutilidad de la venganza, o cómo queda claro que Sinuhé es virgen cuando se enamora de la prostituta de lujo, o sea que llevaba el típico calentón de comedia adolescente USA y no veía la hora de estrenarse.


viernes, 22 de abril de 2011

El estreno: ¿Listos para gritar de nuevo?

El estreno de esta Semana Santa es, faltaría más, ‘Scream 4’, el regreso de la última saga de terror adolescente que sirvió para renovar el género en la década de los 90 y de la que encontraréis cumplida información en los tres posts consecutivos que le dediqué el último Halloween.

Habrá que ver si vale la pena resucitar esta serie, que arrancó con una obra maestra del género, siguió con una digna secuela y finalizó (eso creíamos) hace una década con otra pieza más que estimable y que cerraba magistralmente la trilogía, atando todos los cabos al tiempo que Wes Craven realizaba todo un ejercicio metalingüístico de cine sobre cine (y dentro del cine en la última entrega), mientras el público reía y temblaba de miedo a partes iguales.

Lo bueno es que Craven sigue en la dirección, como en todas las anteriores películas de la saga, y recupera a Kevin Williamson, guionista de las dos primeras (aunque no se le echó en falta en la tercera). También repite buena parte del elenco de la trilogía, con su protagonista al frente, Neve Campbell, y la pareja formada por David Arquette y Courtney Cox, que continúa siéndolo en la pantalla aunque ya no lo sean en la vida real. Romance que, por cierto, se inició a raíz de su participación en la primera ‘Scream’.

A ellos se suma un elenco impresionante, en el que encontramos a lo más granado de las actuales ‘lolitas’ de Hollywood (como mandan los cánones del género), desde la sobrina de Julia Roberts, Emma, a la animadora de ‘Héroes’, Hayden Panettiere, pasando por una ya crecidita Anna Paquin, que protagoniza el prólogo junto a Kristen Bell, también vista en 'Héroes'. Habrá que ver si está a la altura de los tres anteriores, sobre todo los dos primeros, y si, como parece indicar el tráiler, le sacan partido a la revolución tecnológica de los últimos años: los teléfonos ya no solo sirven para llamar, sino para navegar por las redes sociales y tomar fotos y vídeos.

La pega: Al parecer la voz del asesino ha cambiado, al menos en el doblaje. Y para los que no nos hemos perdido ningún capítulo de la saga, amigos, no será lo mismo.


jueves, 21 de abril de 2011

Ciudad oscura, ciudad de pesadillas

Tras el sorprendente éxito de ‘El cuervo’ (de la que ya se prepara remake) con toda la polémica por la muerte de su protagonista, Brandon Lee, durante el rodaje, ‘Dark city’ parecía demostrar que Alex Proyas era un director muy a tener en cuenta por los aficionados al género fantástico. Tras esta nueva cinta, bastante superior a su predecesora, ‘Yo robot’ completaría una trilogía más que digna, tras la cual Proyas rodó 'Señales del futuro', lo peor, de lejos, de su filmografía, y lo último por ahora. ‘Dark city’ ha quedado, posiblemente, como la joya de aquellas tres películas, destacando por un concepto original y la creación de una ciudad más que singular, que la convierten en un pequeño film de culto.

A diferencia de las otras dos películas de Proyas, basadas, más o menos libremente, en un cómic y un libro, aquí parte de una idea propia y un guión desarrollado junto a David S. Goyer, antes de que este reinventase a Batman para lucimiento de Christopher Nolan o nos propusiese un televisivo flashforward. Goyer inventó una ciudad, magníficamente llevada a la pantalla por Proyas, mezcla de cine negro y pesadilla kafkiana, donde siempre es de noche y al llegar la medianoche sus habitantes caen dormidos.

Es entonces cuando comienza la sintonización: los extraños, seres extraterrestres, modifican a su antojo el aspecto de la ciudad, con unos efectos especiales y transformaciones de edificios nunca vistas (y que no hemos vuelto a ver hasta ‘Origen’), y también las vidas de sus habitantes: quien se duerme como policía puede despertar como asesino y quien se duerme como soltero sin un duro puede despertar como millonario con mujer y tres hijos.

Los extraños quieren descubrir el secreto del alma humana y solo alguien puede detenerles, John Murdoch, un hombre sin recuerdos que tiene su mismo poder, ayudado por un misterioso doctor, interpretado por un Kiefer Sutherland pre '24', y un detective que trata de resolver un caso, papel que recae en William Hurt. La película sigue sus peripecias en una acertada combinación de cine negro y ciencia ficción, que se distingue de la mayoría de piezas del género en Hollywood, ya que no es ninguna secuela ni se basa en un cómic.

'Dark city' no acaba de aprovechar todas las posibilidades que ofrece el argumento, sobre todo a la hora de reflexionar sobre la mente humana y los recuerdos, pero siempre nos quedará la conversación de los tres protagonistas en una barca y la original y lograda historia de amor entre Murdoch, uno de los mejores papeles de Rufus Sewell, y el personaje interpretado por una Jennifer Connelly que aún buscaba su lugar en Hollywood: ¿se aman solo porque han sido programados para ello… o el amor está más allá de la ciencia?

Lo mejor: Cuando descubrimos qué es realmente la ciudad.


domingo, 17 de abril de 2011

Ruiz Zafón desatado

“Levanté la vista y vi que el cielo empezaba a cubrirse de un manto de nubes rojas que se esparcían sobre el mar como sangre derramada”.

No, esto no es ‘La sombra del viento’, primer aviso para navegantes. Quien espere algo similar no lo va a encontrar, o al menos no como se imagina. Lo que hallaremos en las páginas de ‘El juego del ángel’ es a un Carlos Ruiz Zafón en estado puro, desatado, dando rienda suelta a una narración de ‘grand guignol’, en la que frases como la anterior abundan hasta el punto de crear una atmósfera asfixiante y malsana, sobre todo a medida que avanza el argumento.

Imagino que ese gusto por lo macabro y el folletín decimonónico más sanguinolento es lo que echó para atrás a la primera amiga que ya me dijo que “esto no es ‘La sombra del viento’” y que lo nuevo de Zafón no le había gustado nada.

No es mi caso, aunque debo reconocer que con lo que más he disfrutado es con otra faceta de este autor, que ya se dejaba ver en su anterior obra pero que, como el gusto por la intriga gótica más barroca, encontramos aquí en estado puro, como si Zafón, tras el éxito de ‘La sombra del viento’, hubiese escrito, simplemente, lo que le pedía el cuerpo. Me refiero a su vena humorística, que ofrece los momentos más inspirados de las dos primeras partes de ‘El juego del ángel’, más sarcástica en la primera, con personajes como los editores Barrido y Escobillas o un homenaje a los populares Pepe Gotera y Otilio, más irónica en la segunda, con los ágiles diálogos entre el protagonista, el escritor David Martín, e Isabella, su ayudante y aspirante a escritora, que son lo mejor del libro.

De hecho, Isabella es la creación más inspirada de esta nueva entrega de Zafón, y lo que basta para justificar la lectura de un título que, cierto, queda muy por debajo de ‘La sombra del viento’ a todos los niveles, pero cuenta con los suficientes elementos para que vuelva a merecer la pena adentrarse en la Barcelona gótica que recrea el autor.

Por lo que respecta a la vinculación entre ‘El juego del ángel’ y su predecesora, como parte de esa tetralogía en torno al Cementerio de los Libros Olvidados, lo cierto es que es mucho más fuerte de lo que esperaba. Como ya se ha dicho, esta nueva entrega es una precuela de ‘La sombra del viento’, pese a que la historia de su protagonista, David Martín, es completamente independiente de la de Daniel Sempere. Salvo por el hecho de que una de las personas más importantes en la vida de Martín es el abuelo de Daniel, de modo que la librería de los Sempere repite como uno de los principales escenarios y, sobre todo, conoceremos la historia de la madre de Daniel y el romance entre ella y su padre. También reaparece el citado cementerio, en el que se deja ver el mejor Zafón. Lástima que estos pasajes no sean más que una repetición de los de ‘La sombra del viento’.

Y como novedad encontramos el elemento fantástico, no ya de manera insinuada, sino evidente, que marcará las peripecias de David Martín y el desenlace de sus desventuras. Por cierto, que a diferencia de Daniel Sempere, el ‘amigo Martín’ (que diría el inspector Grandes), me ha parecido un personaje bastante antipático con el que resulta difícil identificarse, exceptuando cuando habla de sus aspiraciones como escritor, donde Zafón vuelve a dar por completo en el clavo, como apreciará cualquiera que haya soñado con escribir o ame leer por encima de todo:

“La gente normal trae hijos al mundo; los novelistas traemos libros. Estamos condenados a dejarnos la vida en ellos, aunque casi nunca lo agradezcan. Estamos condenados a morir en sus páginas y a veces hasta a dejar que sean ellos quienes acaben por quitarnos la vida”.

Lo mejor: El epílogo ‘1945’, o más bien doble epílogo, con una maravillosa carta que enlaza directamente con ‘La sombra del viento’ y el final ¿definitivo? de las andanzas de David Martín. Aunque para llegar a ese epílogo hay que superar una recta final en la que el protagonista se convierte en una especie de ‘action hero’ que lucha por su vida hasta en tres escenas consecutivas.


viernes, 15 de abril de 2011

El estreno: Atrapado en... 8 minutos

El estreno de esta semana es sin duda ‘Código fuente’, más que nada por ser la segunda película de su director, Duncan Jones, después de la sensacional ‘Moon’. El vástago de David Bowie tiene que demostrar ahora que su debut no fue un acierto casual, y para ello vuelve a apostar por un argumento de ciencia ficción, que nos trae a la mente aquel clásico de la comedia titulado ‘Atrapado en el tiempo’.

Para aquellos a quienes la película protagonizada por Bill Murray les pareció repetitiva, una recomendación: abstenerse de ‘Código fuente’. Porque aquí, de lo que se trata es de revivir una y otra vez los últimos 8 minutos en la vida de los distintos pasajeros de un tren que ha explotado para ver quien puso la bomba y evitar un nuevo atentado. Un argumento ingenioso que puede dar mucho de sí… o quedarse por debajo de las posibilidades.

Y como protagonistas tenemos a Jake Gyllenhaal, recuperando el papel de héroe, y a Michelle Monaghan, que busca otro éxito tras sus participaciones en ‘M:I:3’ y ‘La conspiración del pánico’. Ah, y atentos a los secundarios, Vera Farmiga (‘Infiltrados’ y ‘Up in the air’) y Jeffrey Wright.


miércoles, 13 de abril de 2011

Fantasía adolescente

Zack Snyder ha llegado a ser, salvando las (muchas) distancias, algo similar a Christopher Nolan. Tres taquillazos consecutivos le han convertido en un director al que las productoras le besan el suelo que pisa y le conceden todo lo que piden. Si no, no se entiende que algo como ‘Sucker punch’ haya llegado a las pantallas.

El joven director norteamericano se ha ganado una reputación basada en el impacto visual. Si algo es cierto, es que nunca se han visto películas como las suyas en el cine, ya sean mejores o peores. Primero ‘300’, en la que su aspecto visual imitaba al del cómic en el que se basaba, logrando una estética revolucionaria, y luego bastante imitada.

Luego vendrían ‘Watchmen’, más tradicional en el aspecto gráfico y adaptando por fin el, posiblemente, mejor cómic de superhéroes de todos los tiempos, y ‘La leyenda de Ga’hoole’, un film de animación en 3D con una historia épica protagonizada por… búhos, en la que lograba imágenes de gran belleza.

En los tres casos Snyder ilustraba de manera poderosa grandes historias basadas en cómics o libros. Solo he leído ‘Watchmen’, así que en este caso puedo decir que el resultado queda muy por debajo del original, pese a lo cual es un film bastante notable (‘Watchmen’ es mucho ‘Watchmen’).

Pero en ‘Sucker punch’ parte de un argumento propio de lo más endeble, y ahí está el problema de la película. Una joven es internada por su padrastro en un psiquiátrico, donde en unos días le harán una lobotomía para convertirla en un vegetal. Como escape, imagina una realidad alternativa en la que ella y las internas son bailarinas en una especie de cabaret-prostíbulo. Y cada vez que baila, la pantalla explota en una secuencia de acción videoclipera.

Lo increíble es que la productora le haya pagado a Snyder para hacer realidad lo que debió ser su fantasía de adolescente: un grupito de chicas espectaculares cargándose a soldados nazis, orcos, dragones y robots en escenarios de fantasía donde conviven castillos, dirigibles o trenes bala. Es en estas secuencias en las que encontramos al mejor Snyder, el que crea imágenes apabullantes nunca vistas. Pero para que estas escenas puedan ser realmente épicas hace falta un argumento que las sostenga. Al carecer de él, se reducen a fuegos de artificio que cansan pronto y el débil andamiaje de la película hace aguas por todas partes. Vamos, lo que se dice un ‘desgavell’.

Esperemos que en su relanzamiento de Superman la mano de Nolan como productor se deje notar bastante y le den a Snyder un buen guión, a ver si vuelve a dirigir una película y no un capricho adolescente.

El detalle: ‘Sucker punch’ también puede entenderse como una buena muestra del Hollywood más puritano. Y es que pese a contar las desventuras de varias chicas con vestuario más bien escaso, cada vez que la protagonista va a ejecutar un baile subido de tono, esa escena desaparece y en su lugar tenemos acción y violencia gratuita a mansalva.


domingo, 10 de abril de 2011

Cae el telón del Hollywood más judicial


Abrir una filmografía con 'Doce hombres sin piedad' y cerrarla con 'Antes que el diablo sepa que has muerto' medio siglo después está al alcance de muy pocos. Este sábado recibíamos una pésima noticia: no habrá más películas de Sidney Lumet, uno de los mejores directores de la historia del cine, que además ha estado al pie del cañón hasta el último momento, despidiéndose con una obra maestra. Tal como empezó.

Lumet es uno de esos directores que desembarcaron en Hollywood entre los 50 y 60 procedentes de la televisión. Su debut no pudo ser más prometedor: en 'Doce hombres sin piedad' (1957), un perfecto ejemplo de teatro en el cine, dirigía a uno de los mejores repartos que se hayan visto en la gran pantalla, encabezado por Henry Fonda, y demostraba un formidable pulso narrativo. Cayeron entonces las primeras nominaciones a los Oscar, pero no sería hasta principios de los 70 cuando arrancaría su mejor época.

Un periodo en el que formaría un magnífico tándem con Al Pacino, proporcionándole dos de sus mejores papeles en 'Serpico' (1973) y 'Tarde de perros' (1975). Al igual que su exitoso debut, Lumet volvería a tocar en estas películas sus temas predilectos, la policía y la justicia, que volverían a estar presentes en otras de sus mejores obras de las décadas siguientes. Así, entraría en los 80 con el thriller 'El príncipe de la ciudad' (1981), otro formidable policiaco, y 'Veredicto final' (1982), otro magnífico ejemplo de cine judicial con Paul Newman en estado de gracia.

Tras patinar con la comedia de ladrones 'Negocios de familia' (1989) (que reunía a Sean Connery, Dustin Hoffman y Matthew Broderick), encadenaría dos obras menores con protagonista femenina y sus temas habituales, 'Una extraña entre nosotros' (1992) (una suerte de 'Único testigo' con Melanie Griffith) y 'El abogado del diablo' (1993), con Rebecca de Mornay, menos inspiradas que la anterior 'A la mañana siguiente' (1986), con gran papel para Jane Fonda.

Su recuperación llegaría con 'La noche cae sobre Manhattan' (1997), otro espectacular thriller policiaco-judicial con Andy García en plena forma, para entregar sus dos últimos filmes en los años 2006 y 2007. Primero fue 'Declaradme culpable', otra de juicios con grandes dosis de comedia en la que fue capaz de convertir en actor a Vin Diesel, y por último 'Antes que el diablo sepa que has muerto', en la que dirigió a Albert Finney, Ethan Hawke y Philip Seymour Hoffman dando muestras de no haber perdido ni un ápice de su maestría.

Lumet también tocó otros temas con gran acierto, sobre todo en los 70, su década prodigiosa, en la que convirtió a Finney en Poirot en 'Asesinato en el Orient Express' (2974), y dirigió otras obras de primer nivel como 'Network' (1976) sobre la televisión, o la adaptación de la obra teatral 'Equus' (1977) con Richard Burton.

Como tantos otros, recibió el reconocimiento de Hollywood de manera tardía, con un Oscar Honorífico en 2004 después de haber sido nominado en cinco ocasiones al Mejor Director. A diferencia de tantos otros, sus últimos filmes no desmerecían de su mejor época, por eso es más triste saber que no volveremos a ver ningún trailer de una nueva película dirigida por Sidney Lumet. Aquí tenéis el de la última.



viernes, 8 de abril de 2011

El estreno: Historia de un terrorista

Esta semana toca cine serio, cine comprometido. Coincidiendo con su proyección en la 32 Mostra de Cine de Valencia (ese festival cuyo rumbo no hay manera de enderezar y cuya presente edición no llega ni medio año después de la anterior¿?) llega a nuestro país 'Carlos', la película del director francés Olivier Assayas que analiza la vida de uno de los terroristas internacionales más mitificados, el venezolano Carlos Ilich Ramírez Sánchez, más conocido como 'Carlos, el Chacal'.

Al también venezolano Edgar Ramírez le toca encarnar a este personaje real en una película que abarca dos décadas, y que primero fue miniserie televisiva. La duda es si esta versión, al parecer de dos horas y media, cuenta con menos metraje que la original, y si esto supone una merma, o tal vez una mejora.

Acercarse a 'Carlos' puede suponer, pues, dos horas y media de buen cine, y un acercamiento a un personaje controvertido y clave para entender los movimientos terroristas. Esa es la apuesta de la semana, aunque también podéis entreteneros con 'Río', lo nuevo de los creadores de 'Ice age', si os apetece algo más lúdico.

miércoles, 6 de abril de 2011

Laura, hechizo inmortal

‘Laura’ es una de esas películas a las que uno siempre acaba volviendo, para descubrir que su capacidad de fascinación sigue intacta por más años que pasen y por más veces que uno la haya visto. Sólo por ella Gene Tierney tiene un lugar propio en la historia del cine, y aunque su filmografía tiene unas cuantas joyas más, es evidente que para los amantes del séptimo arte, ella siempre será Laura.

"Nunca olvidaré aquel fin de semana en el que murió Laura. Un sol de fuego ardía en el firmamento como a través de una gigantesca lente. Fue el domingo más caluroso que recuerdo. Tenía la sensación de que yo era el único ser humano que se había quedado en Nueva York, puesto que desde la horrible muerte de Laura me sentía solo. Yo, Waldo Lidecker, era el único que la había conocido de verdad y empezaba a escribir la historia de Laura, cuando uno de esos inconfundibles policías vino a verme. Le hice esperar. Pude observarle a través de la puerta entreabierta. Vi que fijaba su atención en mi reloj. Sólo existía otro igual a aquel y estaba en el apartamento de Laura, en la misma habitación en la que fue asesinada".

Este monólogo, y el enigmático tema musical de David Raksin, constituyen uno de los mejores inicios de una película en la historia del cine, que sirve para enmarcar la trama y a la vez presentar al otro personaje inolvidable de este film, Waldo Lydecker, que ejercerá como magistral narrador y dio a Clifton Webb (imprescindible la V.O.) la oportunidad de lucirse en un papel magistral, el de un periodista y creador de opinión de personalidad única. Tan inolvidable como él resulta su primera aparición, tecleando una máquina de escribir mientras está sumergido en una bañera para mitigar el calor. Así recibe al tercer protagonista de la cinta, el detective que investiga el homicidio de Laura. Dana Andrews asume este rol, muy en la línea de sus papeles habituales de galán y tipo duro, pero llevándolo un poco más lejos que de costumbre.

Y es que ‘Laura’, sí, es una cinta de intriga policíaca con giros inesperados, en la que nada es lo que parece y la investigación de un asesinato es el eje de la trama, pero es mucho más. Es la sublimación del eterno femenino, del poder fascinador de una mujer, tal como experimentará el policía protagonista, que casi sin darse cuenta se convierte en la última víctima del encanto de Laura, enamorándose de ella pese a no haberla conocido, rindiéndose al modelo de perfecta belleza y elegancia del que todos le hablan, obsesionándose con ella, con su retrato y con el misterio de su muerte hasta el punto de pensar en ella como si estuviera viva.

Lo único malo de volver a ver ‘Laura’ es que se pierde el factor sorpresa, ya no es igual esa secuencia que hace inolvidable la primera visión… pero casi, ese es su mérito. Todo él recae en un director como Otto Preminger, que nunca volvería a rozar así la perfección, y en un reparto encabezado por dos actores en absoluto estado de gracia y nacidos para sus papeles, Gene Tierney y Clifton Webb.

El detalle: No me olvido de Vincent Price, el ‘sospechoso habitual’ de la película, en uno de los habituales papeles de galán de sus inicios cinematográficos, tan alejados de aquellas películas de terror que le inmortalizarían junto al director Roger Corman.


viernes, 1 de abril de 2011

El estreno: Una de osos y una de aliens

Para celebrar el primer año del blog toca sección nueva: El estreno. La idea es sencilla, cada viernes apostaré por uno de los estrenos cinematográficos como el más interesante, el único que vería si sólo pudiera elegir uno. Ojo, que quede claro, se trata de una apuesta sin haber visto ninguno de ellos, una elección basada exclusivamente en lo que conozco de cada película que se estrena y en aquellos factores por los que iría a ver alguna de ellas. O sea, que habrá apuestas fallidas, aunque la idea es que acaben siendo las menos.

Sin embargo, para empezar este viernes toca destacar dos estrenos. La idea es que esta no sea la norma, pero bueno, ya que es la primera vez y se trata de dos películas tan distintas… Allá vamos.

¿Para qué sirve un oso?’. Cine español indicado para quienes disfrutamos con ‘La torre de Suso’ y para nostálgicos de ‘7 vidas’. Tom Fernández vuelve a otorgar el protagonismo en su segundo filme a Javier Cámara y Gonzalo de Castro, mientras que en el elenco femenino destacan Emma Suárez y Geraldine Chaplin. Y por supuesto, no falta un oso en una cinta que promete unas buenas risas y algo más, a poco que esté al nivel de ‘La torre de Suso’.

‘Invasión a la Tierra: Batalla en Los Ángeles’. La enésima invasión extraterrestre de nuestro planeta. ¿Qué hace interesante a esta película? Pues que su tráiler promete bastante más que el del último filme yanqui que iba por estos derroteros, y que su factura visual recuerda mucho el ultrarealismo de ‘Salvar al soldado Ryan’ pero con aliens. Falta ver lo que puede dar de sí, pero sin duda es la película de esta semana para ver en pantalla grande. Y además está Aaron Eckhart, bastante solvente en los últimos tiempos, y la siempre aguerrida Michelle Rodríguez, que repetirá otra vez el papel de ‘Avatar’, pero es que lo hace muy bien.