Zack Snyder ha llegado a ser, salvando las (muchas) distancias, algo similar a Christopher Nolan. Tres taquillazos consecutivos le han convertido en un director al que las productoras le besan el suelo que pisa y le conceden todo lo que piden. Si no, no se entiende que algo como ‘Sucker punch’ haya llegado a las pantallas.
El joven director norteamericano se ha ganado una reputación basada en el impacto visual. Si algo es cierto, es que nunca se han visto películas como las suyas en el cine, ya sean mejores o peores. Primero ‘300’, en la que su aspecto visual imitaba al del cómic en el que se basaba, logrando una estética revolucionaria, y luego bastante imitada.
Luego vendrían ‘Watchmen’, más tradicional en el aspecto gráfico y adaptando por fin el, posiblemente, mejor cómic de superhéroes de todos los tiempos, y ‘La leyenda de Ga’hoole’, un film de animación en 3D con una historia épica protagonizada por… búhos, en la que lograba imágenes de gran belleza.
En los tres casos Snyder ilustraba de manera poderosa grandes historias basadas en cómics o libros. Solo he leído ‘Watchmen’, así que en este caso puedo decir que el resultado queda muy por debajo del original, pese a lo cual es un film bastante notable (‘Watchmen’ es mucho ‘Watchmen’).
Pero en ‘Sucker punch’ parte de un argumento propio de lo más endeble, y ahí está el problema de la película. Una joven es internada por su padrastro en un psiquiátrico, donde en unos días le harán una lobotomía para convertirla en un vegetal. Como escape, imagina una realidad alternativa en la que ella y las internas son bailarinas en una especie de cabaret-prostíbulo. Y cada vez que baila, la pantalla explota en una secuencia de acción videoclipera.
Lo increíble es que la productora le haya pagado a Snyder para hacer realidad lo que debió ser su fantasía de adolescente: un grupito de chicas espectaculares cargándose a soldados nazis, orcos, dragones y robots en escenarios de fantasía donde conviven castillos, dirigibles o trenes bala. Es en estas secuencias en las que encontramos al mejor Snyder, el que crea imágenes apabullantes nunca vistas. Pero para que estas escenas puedan ser realmente épicas hace falta un argumento que las sostenga. Al carecer de él, se reducen a fuegos de artificio que cansan pronto y el débil andamiaje de la película hace aguas por todas partes. Vamos, lo que se dice un ‘desgavell’.
Esperemos que en su relanzamiento de Superman la mano de Nolan como productor se deje notar bastante y le den a Snyder un buen guión, a ver si vuelve a dirigir una película y no un capricho adolescente.
El detalle: ‘Sucker punch’ también puede entenderse como una buena muestra del Hollywood más puritano. Y es que pese a contar las desventuras de varias chicas con vestuario más bien escaso, cada vez que la protagonista va a ejecutar un baile subido de tono, esa escena desaparece y en su lugar tenemos acción y violencia gratuita a mansalva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario