viernes, 30 de abril de 2010
Cleopatra: La épica de alcoba
martes, 27 de abril de 2010
Una Alicia preciosa pero hueca (y van dos)
sábado, 24 de abril de 2010
'Pelham 1,2,3': El original siempre gana
Vaya por delante que no me considero un anti-Tony Scott, aunque tampoco lo tengo en los altares, pero en esta ocasión se cubre de gloria. Su actualización del concepto ‘Pelham 1,2,3’ (un grupo de delincuentes secuestra un vagón del metro de Nueva York) mantiene el ritmo frenético en tiempo real, que actualmente asociamos a la serie ‘24’, pero simplifica de manera notable el modelo original.
Scott reduce el argumento a un duelo entre los dos protagonistas, y cuando uno de ellos (Travolta) firma una actuación lamentable (ni vamos a comparar con la interpretación de Shaw, sencillamente perfecta), la película se hunde sin remedio. En cambio, la película del 74 contaba con un gran reparto coral que incluía a un buen número de los mejores secundarios de la época (Martin Balsam, Héctor Elizondo, Dick O’Neill...), lo que hacía ganar en interés al film. Como ejemplo, en el film de Sargent cada uno de los 4 asaltantes tiene una personalidad definida y los roces entre ellos son uno de los puntos fuertes de la cinta, mientras que en el de Scott sólo existe un sobreactuado Travolta.
Otra trama que desaparece en la versión actual es la del policía infiltrado en el vagón, del que desconocemos su identidad, lo que suma más tensión e intriga al desarrollo del film. Por no hablar del cambio del final, donde también sale perdiendo la nueva versión.
Por descontado, en el remake sólo se salva Washington, que luce su habitual profesionalidad y se beneficia de un personaje más trabajado que el de Matthau, quien, eso sí, encajaba a la perfección en la apuesta de Sargent por rebajar la tensión en determinados momentos con ligeros y eficaces toques de humor, ausentes por completo en una cinta que Scott podría haberse ahorrado.
El detalle cinéfilo: Los cuatro asaltantes se llaman entre sí por colores (Mr. Green=Señor Verde) para evitar ser identificados, tal como ocurriría en cintas posteriores como el ‘Reservoir Dogs’ de Tarantino.
jueves, 22 de abril de 2010
'Amarás al prójimo como a ti mismo'
Harían bien todos aquellos que han atacado a los homosexuales de un modo u otro en tener bien presente este mandamiento de la Biblia y lo que significa, porque no distingue entre un tipo de prójimo u otro. Una mujer lo cita en una de las mejores escenas de ‘Milk’, la película de Gus Van Sant, para reprochar a ciertos sectores católicos su vergonzosa persecución de los homosexuales.
Otra de las lecciones que nos da este film es que, tal como dice el protagonista, Harvey Milk –primer concejal elegido en EEUU tras declararse abiertamente gay- se daría un gran paso para la aceptación de los homosexuales si estos no ocultasen su condición: ‘si os conocen, sabrán que no sois enfermos ni pervertidos’. Posiblemente lo peor de esta película sea constatar que tres décadas después del asesinato de Milk en 1978, la homosexualidad tiene todavía muchas barreras que superar.
En cuanto a los valores cinematográficos del film, cabe destacar que Gus Van Sant se aleja de las experimentaciones a las que es tan dado, y opta por una narración clásica para firmar tal vez su obra mayor, y una de las mejores cintas de 2008, cuyo tono semidocumental le acerca a buena parte de la filmografía de Oliver Stone, en concreto sus obras políticas, como ‘JFK’o ‘Nixon’. Su recreación de los 70 también la emparenta con otras películas recientes, como el ‘Zodiac’ de David Fincher, logrando una factura visual que hace creer que fueron rodadas en aquella época, imitando a la perfección la imagen de títulos como ‘Todos los hombres del presidente’.
Pero la principal baza de ‘Milk’ no es otra que su protagonista, Sean Penn, quien de nuevo firma una interpretación superlativa. Por lo que a mí respecta, después de ‘Mystic River’ Penn se había echado a perder progresivamente, acusando una creciente sobreactuación, ya apreciable en títulos como ‘La intérprete’ y sobre todo ‘El asesinato de Richard Nixon’. Sin embargo, aquí recupera su mejor nivel, y lo hace, curiosamente, interpretando de nuevo a un político, al igual que en su anterior ‘Todos los hombres del rey’. Si en aquella firmaba una de sus mayores sobreactuaciones, en esta su interpretación resulta inmensa y llena de matices, desde la primera hasta la última escena, además de retratar a un político que no se parece en nada al de aquella película.
martes, 20 de abril de 2010
El día que murió Superman
Hoy toca comic, la primera reseña referente al noveno arte. Y qué mejor manera de empezar que con el primer superhéroe, Superman. La obra que nos ocupa, y que desde luego merece ese calificativo, es ‘All Star Superman’. La línea All Star de DC Comics (la editorial de Batman y Superman) se creó para contar historias al margen de la continuidad oficial, a cargo de los mejores autores del panorama comiquero, en este caso el guionista británico Grant Morrison y el dibujante Frank Quitely.
Y en efecto, ambos hacen honor a su fama y firman una de las mejores series del hombre de acero, un total de 12 números recopilados en España en un solo tomo de lectura imprescindible. Lo que se propone Morrison es rendir el mayor homenaje a Superman, partiendo de una impactante premisa: su archienemigo, Lex Luthor, ha logrado asesinarle con un envenenamiento masivo por radiación solar, precisamente la fuente de los poderes de Superman, al que le quedan unos días o semanas de vida.
Durante este periodo el mayor superhéroe de todos los tiempos se despedirá de sus seres queridos y ajustará cuentas con algún que otro enemigo, para dejarlo todo atado y bien atado antes de su deceso. Morrison repasa toda la historia de Superman sin que falte nadie: Lois Lane, Jimmy Olsen, los Kent, Bizarro, Krypton… y por supuesto, Luthor. Todos ellos tienen su momento de protagonismo en una obra que, como el propio Superman, acaba siendo bigger tan life.
Y todo ello realzado de manera incomparable por los lápices de Quitely, más inspirado que nunca (es lo que tiene emplear tres años en culminar 12 números que normalmente se publicarían en un solo año, trabajando pues más a la manera europea que norteamericana) a la hora de plasmar el universo de Superman en papel, con un estilo gráfico también más cercano a la línea gráfica europea.
Tanto si os gusta Superman como si no (que es más bien mi caso), vale la pena asomarse a estas páginas, cuya moraleja final es que su humanidad es el mayor valor del hombre de acero, cuya confianza en el ser humano es mucho mayor que la de éste en sí mismo.