sábado, 24 de abril de 2010

'Pelham 1,2,3': El original siempre gana







Hoy toca comparativa, y como suele pasar, el original siempre gana. Anoche vi ‘Pelham 1,2,3’, pero la primera versión, la que dirigió Joseph Sargent en 1974 con Walter Matthau y Robert Shaw en los papeles principales, es decir, los que en el remake dirigido por Tony Scott el pasado año interpretaban, Denzel Washington y John Travolta, respectivamente.

Vaya por delante que no me considero un anti-Tony Scott, aunque tampoco lo tengo en los altares, pero en esta ocasión se cubre de gloria. Su actualización del concepto ‘Pelham 1,2,3’ (un grupo de delincuentes secuestra un vagón del metro de Nueva York) mantiene el ritmo frenético en tiempo real, que actualmente asociamos a la serie ‘24’, pero simplifica de manera notable el modelo original.

Scott reduce el argumento a un duelo entre los dos protagonistas, y cuando uno de ellos (Travolta) firma una actuación lamentable (ni vamos a comparar con la interpretación de Shaw, sencillamente perfecta), la película se hunde sin remedio. En cambio, la película del 74 contaba con un gran reparto coral que incluía a un buen número de los mejores secundarios de la época (Martin Balsam, Héctor Elizondo, Dick O’Neill...), lo que hacía ganar en interés al film. Como ejemplo, en el film de Sargent cada uno de los 4 asaltantes tiene una personalidad definida y los roces entre ellos son uno de los puntos fuertes de la cinta, mientras que en el de Scott sólo existe un sobreactuado Travolta.

Otra trama que desaparece en la versión actual es la del policía infiltrado en el vagón, del que desconocemos su identidad, lo que suma más tensión e intriga al desarrollo del film. Por no hablar del cambio del final, donde también sale perdiendo la nueva versión.

Por descontado, en el remake sólo se salva Washington, que luce su habitual profesionalidad y se beneficia de un personaje más trabajado que el de Matthau, quien, eso sí, encajaba a la perfección en la apuesta de Sargent por rebajar la tensión en determinados momentos con ligeros y eficaces toques de humor, ausentes por completo en una cinta que Scott podría haberse ahorrado.

El detalle cinéfilo: Los cuatro asaltantes se llaman entre sí por colores (Mr. Green=Señor Verde) para evitar ser identificados, tal como ocurriría en cintas posteriores como el ‘Reservoir Dogs’ de Tarantino.



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