sábado, 29 de mayo de 2010

'Al final del camino'... unas risas y poco más


Dos de los pilares de la popular ‘Aquí no hay quien viva’, Fernando Tejero y Malena Alterio, encabezan el reparto de un film que se propone demostrar que hacer el Camino de Santiago puede servir para echarse unas risas… aunque poco más.

La película acusa su propia falta de pretensiones y sólo sirve para pasar un buen rato si no se es demasiado exigente. La trama, demasiado simple, se reduce a que los dos protagonistas, tras conocerse y caerse fatal, tienen que hacerse pasar por novios en crisis para hacer un reportaje (ella es periodista y él fotógrafo) sobre un psicólogo especializado en salvar parejas con viajes como el del Camino.

Los dos actores están en su línea, repitiendo el papel que les ha hecho populares, pero sin aportar novedades, por lo que casi les gana la partida el resto del reparto, a excepción del argentino Diego Peretti, que se limita a encarnar al psicólogo con bastante desgana, muy por debajo de su nivel habitual.

Da la impresión de que todos los actores, unos con más fortuna que otros, tratan de compensar el flojo guión que les ha caído en las manos. Ojo a Javier Gutiérrez (el fiel escudero de 'Águila Roja') y su acompañante, y sobre todo a Alberto Jo Lee (el Kim Ki de ‘Pelotas’), que se lleva los momentos más desternillantes. También sorprende Cristina Alcázar, lejos de su imagen en ‘Cuéntame cómo pasó’, mientras que Ana Milán recupera su mala baba de ‘Cámera Café’ como la jefa embarazada de Malena Alterio. Y sí, parece que el casting ha tenido muy en cuenta algunas de las series patrias más exitosas.

Pero si algo resulta imperdonable en esta cinta es su total desaprovechamiento de los paisajes que uno puede encontrar mientras recorre el Camino, y que al menos podían haber hecho que la película luciera mucho más en el aspecto visual. Limitarse a mostrar al final una típica imagen tipo postal de la catedral de Santiago sólo sirve para cumplir el expediente.


lunes, 24 de mayo de 2010

Perdidos: valió la pena, pese al final

“Sawyer: Parece que tenías razón.

Jack: Siempre hay una primera vez para todo”


Quizá sería mejor dejar reposar el final de ‘Perdidos’ unas horas antes de ponerme a hacer balance pero, aún con los efectos del madrugón, allá vamos. Primero que nada, dejar claro un pequeño detalle: no he visto ninguna de las dos primeras temporadas, me enganché en la tercera, que sigue siendo mi favorita. Dejando eso aparte…

…aunque haya quien siga queriendo negar la evidencia, ‘Perdidos’ ya forma parte de la historia televisiva como una de las mejores series… pese a su final. Y es que me cuento entre los que estamos decepcionados con los últimos cinco minutos (hasta ahí no íbamos mal…).

Dábamos por hecho que los guionistas no iban a resolver todos los (infinitos) interrogantes que han ido sembrando, pero de ahí a prácticamente no resolver ni uno… Los últimos capítulos han dejado claro que ya no sabían por dónde tirar, y que si alguna vez tuvieron una hoja de ruta, hace mucho tiempo que se salieron de ella.

Con su habitual habilidad, eso sí, han movido las piezas del puzzle para elaborar un final ‘bonito’ que contente a la mayoría y dé algunas respuestas más o menos satisfactorias… a falta de los 20 minutos inéditos que se rumorea que van a incluir en el dvd, y si nos creemos el anuncio de que no van a seguir con la historia ni en tv ni en cine.

Cierto es que al triple capítulo final no le falta de nada: acción, romance, misterio, sorpresas, reapariciones de personajes…, pero queda empañado por la (abrumadora) falta de respuestas y un desenlace muy poco satisfactorio… por no decir poco creíble.




Pero como decía al principio, los creadores de ‘Perdidos’ nos han proporcionado seis temporadas (en mi caso cuatro) a un gran nivel, multitud de grandes momentos, y sobre todo algunos de los mejores personajes que se han visto en televisión: Ben Linus, Desmond (mi favorito) y sobre todo John Locke, interpretado por Terry O’Quinn, uno de los mayores aciertos del serial.

A diferencia de ‘Flashforward’, devorada por su propia ambición, en ‘Perdidos’ siempre he tenido la sensación de que sus guionistas sí tenían todos los cabos atados, hasta esta última temporada, la más floja. También a diferencia de ‘Flashforward’, ha estado muy bien dirigida y ha destacado en aspectos técnicos como la fotografía y la música, además de en innovaciones muy bien utilizadas como los flashforward (soberbio el final de la tercera temporada y su utilización en la cuarta).

Al final (David Lynch estaría de acuerdo), tal vez lo importante no haya sido resolver todas las incógnitas, sino haber creado un universo que nos ha mantenido en vilo durante varios años… y que podía haber acabado mucho peor. 'Perdidos', en definitiva, es una muestra de que en los últimos años la ficción televisiva supera con mucho a la cinematográfica, especialmente en imaginación y originalidad, dos cosas que no se le pueden negar a esta serie.

Y antes de pasar a los spoilers, un pequeño tirón de orejas para Cuatro, que ha tenido algunos problemas con los subtítulos e incluso se ha saltado alguna escena: Locke captura a Desmond y luego ya lo vemos con el grupo de Jack siguiéndole…

SPOILERS

La resolución final: No es de recibo que lo que parecía ser una realidad alternativa sea un limbo en el que todos los que estuvieron en la isla se reencuentran tras su muerte (aunque hayan fallecido en distintas épocas). En la última temporada no ha habido flashbacks ni flashforwards, sino esa realidad paralela en la que todo parecía desarrollarse siguiendo un meticuloso plan en el que Desmond era clave. Pues no, el desenlace se carga de un plumazo todo el interés de esa trama paralela y le resta bastante credibilidad a la serie. Todos nos hemos emocionado con los reencuentros de cada pareja… aunque al final no llevan a ningún lado.

Cuentas pendientes:

¿Qué es la isla? Sin comentarios…

¿Qué es el humo negro? Porque Jack también se cae en la fuente y no le pasa lo mismo…

¿Por qué Desmond es especial? De explicar su ‘viaje’ de ¿ida y vuelta? al limbo, ya ni hablemos…

¿De dónde sale la falsa madre de Jacob?

¿Cómo viajaba Jacob por el mundo? ¿Cómo conoció a Ilana?

Y, cómo no, ¿por qué había un oso polar? Aunque eso es lo de menos…

Seguro que se os ocurren muchas más.

sábado, 22 de mayo de 2010

Iron Man 2: Tony loves Pepper (again)


Segunda ración del Hombre de Hierro y segunda ración de diversión por todo lo alto. Esta secuela deja patente que, contra todos los pronósticos (y más en mi caso, ya que este personaje nunca me ha interesado demasiado), Iron Man se ha convertido en la mejor franquicia basada en cómics… Batman-Nolan aparte.

Uno de los aciertos de este film es precisamente saber que Iron Man no es Batman, que aquí no se pueden abordar cuestiones profundas como en ‘The Dark Knight’, y que la apuesta es otra: acción superheroica en estado puro y un tono de comedia y de no tomarse a sí mismos en serio que no podría aplicarse en la serie de Batman.

Pese a ello, esta segunda entrega tiene momentos serios, como la reflexión sobre qué haría el Gobierno norteamericano si existiese de verdad una armadura como la de Iron Man, o las relaciones entre Tony Stark y su difunto padre. El film combina con acierto tramas y personajes, e incluye diversos cameos para ir preparando la película dedicada a Los Vengadores, véanse las apariciones de Nick Furia, la Viuda Negra… y el final tras los títulos de crédito.

Pero la gran baza del film no es otra que Robert Downey Jr., que ‘es’ Tony Stark, y la extraordinaria química que mantiene con Gwyneth Paltrow, como su secretaria Pepper Potts, que ya era lo mejor de la primera entrega. Por mí Pepper y Tony se pueden tirar las dos horas de la película hablando sin parar, no echaría en falta explosiones ni efectos especiales.

Otra cosa es el resto del reparto, bastante desaprovechado. La peor parada es Scarlett Johansson, que se limita a aportar su físico y una mirada inexpresiva como pocas veces, a la espera de que en ‘Los Vengadores’ desarrollen su papel. Don Cheadle cumple como Máquina de Guerra, aunque está lejos de sus mejores interpretaciones, lo mismo que Sam Rockwell, que hace lo que puede con un personaje que es una caricatura. Y Mickey Rourke… hace de Mickey Rourke.

Por lo demás, pueden contar conmigo para una tercera parte si mantienen el nivel de las dos primeras, aunque esperemos que los guionistas se estrujen un poco más la sesera. Iron Man no es cine de arte y ensayo, pero llevamos dos entregas y en ambas el protagonista se pasa la película buscando una cura para su enfermedad y enfrentándose a otras armaduras… Ya va tocando contar otra historia. (Y parece que han tomado nota: los rumores apuntan que el próximo enemigo de Tony será El Mandarín, su archienemigo en los tebeos).

El detalle cinéfilo: Imagino que a estas alturas ya quedan pocos que no lo sepan, pero Jon Favreau, el actor que interpreta al chofer de Tony Stark, es también el director de las dos entregas de Iron Man.


miércoles, 19 de mayo de 2010

Krabat y un molino sin magia


En los últimos tiempos cada película alemana que veo es una obra maestra (‘La vida de los otros’, ‘Los falsificadores’…), pero esa buena racha se ha cortado con la adaptación de ‘Krabat y el molino del diablo’.

La novela de Otfried Preussler es una de las cumbres de la literatura fantástica alemana, y data de principios de los 70, cuando este autor se basó en leyendas populares para lograr uno de sus mayores éxitos. Pero como suele ocurrir, la versión cinematográfica no está a la altura del original literario. En mi caso, guardo un gran recuerdo de este libro, pero lo cierto es que lo leí bastante joven, hará por lo menos veinte años, por lo que es posible que no sea una valoración muy fiable. Por lo que respecta a su adaptación a la pantalla, no es que sea una mala película, pero no ha logrado capturar la magia del original.

Esto se debe en parte a la dirección de Marco Kreuzpaintner, que se limita a ilustrar la trama literaria y no logra darle la atmósfera necesaria para sacarle todo el partido. El otro gran problema de la película son sus intérpretes, la mayoría poco inspirados. El malo de la función no aterra de verdad, y la gran decepción es el protagonista, David Kross, que sorprendía con su magnífica actuación en ‘El lector’, pero aquí no da la talla como Krabat en ningún momento. La excepción es Daniel Brühl, que parece el único que se cree la historia.

Por lo demás, un film muy recomendable para quienes estén cansados de Harry Potter. Aquí encontrarán otra ‘escuela’ de magia muy distinta, con un ‘profesor’ que no tiene nada que ver con Dumbledore. Y es que la auténtica lección de esta historia es que nada es gratis, y menos el poder… mágico o de cualquier otro tipo.



domingo, 16 de mayo de 2010

Un ejército contra el narcotráfico


Dura y sin concesiones, poco indicada para espíritus sensibles, ‘Tropa de elite’ es una de las mejores cintas que ha dado el cine brasileño en los últimos años. El film de José Padilha, premiado con el Oso de Oro en el Festival de Berlín, aborda la labor del BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales), un cuerpo de policía paramilitar de Río de Janeiro que es el único recurso eficaz para combatir el narcotráfico ante la corrupción policial.

En tono semidocumental, sigue los pasos de un capitán que quiere dejar el BOPE ante el nacimiento de su primer hijo, así como los de dos policías que acaban de iniciar su servicio y que acabarán pasando al BOPE y optando a suceder al capitán.

La primera parte de la cinta constituye una magistral radiografía de la generalizada corrupción policial y del funcionamiento del BOPE, que se enfrenta por igual a narcotraficantes y policías corruptos, situando además la acción en los meses previos a la visita del Papa Juan Pablo II en 1997. Esto supuso que se intensificase la actividad del BOPE en las favelas y que matase a 32 personas, puesto que este cuerpo libra una auténtica guerra contra el narcotráfico.

A continuación el film aborda el entrenamiento al que son sometidos los aspirantes al BOPE, que hace que el instructor de ‘La chaqueta metálica’ parezca una hermanita de la caridad. Un proceso que concluirá cuando uno de los protagonistas sea capaz de matar a sangre fría, de ejecutar sin juicio a un narcotraficante.

Entre los puntos fuertes de la cinta también está la relación de uno de los dos aspirantes, que estudia para ser abogado, con sus compañeros de facultad, lo que permite mostrar cómo es vista la policía por la sociedad brasileña, al tiempo que las dudas del personaje a la hora de elegir entre ser policía o abogado.

El detalle cinéfilo: Esta película sirvió para dar a conocer al actor guatemalteco Oscar Isaac, quien tiene un pequeño papel pero supo aprovecharlo. Ahí están sus actuaciones en ‘Agora’, como Orestes, y en los dos últimos trabajos de Ridley Scott, ‘Red de mentiras’ y ‘Robin Hood’.



viernes, 14 de mayo de 2010

Auster a la luz de la Luna


No se me ocurre mejor manera de iniciar las reseñas de libros (a este cinéfilo también le gusta la lectura, y no olvidemos que muchas películas están basadas en obras literarias) que con la última gran historia que he leído, ‘El Palacio de la Luna’, una de las primeras piezas de una de mis plumas preferidas, el norteamericano Paul Auster.

Narrada en primera persona, como es habitual en Auster, esta novela es, por resumir a lo bestia, la historia de tres hombres cuyas voces se entrecruzan en un prodigio de estructura, algo también muy propio de Auster. Tres hombres cuya auténtica relación no es la que parece a primera vista, y cuyas peripecias influirán mutuamente en el destino de los tres, y sobre todo del protagonista, Marco Fogg.

Cronológicamente, y tras un somero avance de lo que ocurrirá en las siguientes páginas y capítulos, el libro arranca en el verano en el que el hombre pisó la Luna por primera vez. Marco Fogg (como el Phileas Fogg de ‘La vuelta al mundo en 80 días’ de Julio Verne) vive en un apartamento con mil libros regalados por su tío Víctor, quien tocaba en el grupo Moonlight (Luz de Luna) Moods, y desde su ventana se ve el letrero ‘Palacio de la Luna’ de un restaurante chino cercano. Muchas casualidades a las que seguirán muchas otras, con el azar como maestro de ceremonias, una de las constantes en la escritura de Auster.

A partir de ahí el lector hallará amores y desamores, tragedia, comedia, aventuras y unos personajes con los que se emocionará hasta la última línea, en una historia llena de historias y de sorpresas, de idas y venidas por Nueva York y el oeste americano durante un periodo que abarca más de un siglo. Y todo ello con la maestría de Auster, que firma una de sus obras más redondas, de aquellas que nunca quieres que acaben.

martes, 11 de mayo de 2010

Jack Bauer descanse ¿en paz?


Primera reseña sobre una serie de televisión, y no podía abrir esta sección con otra que no fuese ‘24’, todo lo polémica que se quiera, pero sin duda el serial televisivo que más me ha enganchado en la última década (el otro es ‘Perdidos’, claro).

La séptima temporada, la última que se ha editado en dvd en España, retomaba las aventuras de Jack Bauer después de un año de ausencia televisiva debido a la huelga de guionistas de Hollywood. Bauer había quedado en una situación desesperada tras el final de la anterior entrega, como consecuencia de todos los límites que había tenido que traspasar temporada tras temporada para evitar atentados terroristas. Había perdido a todos sus seres queridos y no parecía que le quedasen motivos por los que vivir.

A partir de ahí, los guionistas han vuelto a firmar una temporada brillante, en la que, no obstante, se ha perdido una gran ocasión para cerrar definitivamente la serie, algo agotada tras tantos atentados y piruetas de guión, con la muerte de Bauer. Y eso que parecía que todo iba encaminado a ese fin, con un último tercio de la temporada en el que el espectador asume la muerte inminente de Jack y ya en la recta final se suceden las secuencias destinadas a que ajuste todas las cuentas pendientes, incluida la polémica sobre la ‘afición’ de Bauer por la tortura. Ni siquiera falta la presentación de un nuevo personaje, destinado a asumir su rol en la serie.

Al final, sin embargo, todo queda abierto para una nueva temporada, la octava, que se está emitiendo en Estados Unidos y, esta vez sí, será la última. A la espera de ver qué le depara el futuro a Jack Bauer, en la séptima temporada lo hemos tenido más de vuelta de todo que nunca, tratando de redimirse, de hallar un sentido a sus actos, y cómo no, de salvar el mundo una vez más. Como él mismo dice: ‘Cuando veo un autobús secuestrado, sólo pienso en salvar a los rehenes, lo demás no importa’.

Mención aparte para el cambio de escenario, de Los Angeles a Washington (tras un magnífico prólogo en un país africano: la película 'Redención'); las peripecias de la primera presidenta de Estados Unidos, cuya familia da mucho juego (ya se adelantaron a la realidad con el primer presidente negro); el lujazo de contar esta temporada con un actor de la talla de Jon Voight; el (desaprovechado) duelo de informáticas entre Chloe y Janis; y por último, los cambios de bando (demasiados) de un personaje clásico que reaparece, y cuya presencia sólo se justifica de manera aceptable en el último momento.



domingo, 9 de mayo de 2010

Polanski factura un thriller impecable


La última película de Roman Polanski no logrará convertirse en uno de sus filmes imprescindibles, pero tampoco está entre los peores. El cineasta polaco (galardonado con un Oso de Plata al mejor director en el último festival de Berlín) firma un thriller solvente, en el que retoma algunos de sus temas más queridos, como el falso culpable, muy al estilo Hitchcock.

La traducción del título echa a perder el encanto del original, ‘The ghost writer’, ya que hace referencia tanto a los ‘negros’ que suelen utilizar algunos autores para escribir sus libros, como a la presencia del escritor asesinado al inicio del film, que se dejará sentir durante toda la película y será clave en su desenlace.

A pesar de que ni Ewan McGregor (el escritor que reemplaza al asesinado) ni Pierce Brosnan (el político cuyas memorias redacta el protagonista, parcialmente basado en Tony Blair) están especialmente inspirados, Polanski mezcla intriga y política con habilidad y logra que la trama gane interés a cada minuto hasta una resolución sorprendente y un gran final (que, eso sí, queda fuera de plano).

En el capítulo interpretativo, quienes sí se lucen son Olivia Williams (gran trabajo como la esposa del político) y Tom Wilkinson (perfecto, como siempre, e inquietante).

El detalle cinéfilo: A sus 95 años, Eli Wallach se resiste a bajar el telón y vuelve a ofrecernos una breve escena, de nuevo, como en ‘Mystic River’, como personaje interrogado por el protagonista durante sus pesquisas.



jueves, 6 de mayo de 2010

Springsteen da nuevo brillo al folk norteamericano

The Boss brilla en este directo como pocas veces en su carrera, interpretando tanto temas propios como del cancionero folk norteamericano, y sobre todo, de Pete Seeger, al que ya homenajeó con el disco ‘We shall overcome: The Seeger Sessions’ y su versión ampliada. ‘Live in Dublin’ recoge varios de los conciertos que Springsteen dio en la ciudad irlandesa durante la gira de dichos trabajos, y en ellos se muestra más potente y espectacular que nunca, puro rock, con el formidable acompañamiento de The Sessions Band, reclutada expresamente para este proyecto tan singular.

Resulta complicado destacar alguno de los 23 temas que componen el directo, ya que todos mantienen un nivel envidiable, convirtiendo el concierto en una auténtica fiesta de rock popular. Pero puestos a ello, para mí hay cuatro hits imprescindibles: ‘Further on (up the road)’, del propio Boss, que ya se ha convertido en una de mis canciones favoritas; los tradicionales ‘Jesse James’ y ‘Mrs. McGrath’, portentosos, y cómo no, ‘We shall overcome’, de Seeger, que resume a la perfección el sonido de este disco. Ah, y no nos olvidemos de ‘When the saints go marching in’, otra composición tradicional, mítica como pocas, versioneada aquí de manera sublime.

De lo mejorcito que Springsteen ha dado en los últimos años. Si eres fan disfrutarás como nunca, y si no, también.



lunes, 3 de mayo de 2010

Batman y Robin: ¿Quo Vadis, Frank Miller?


Lamentable. Es lo único que se me ocurre para definir el ‘Batman y Robin’ de Frank Miller y Jim Lee. Si en la primera entrada sobre cómics no escatimé alabanzas para el ‘Superman All Star’ de Morrison y Quitely, esta nueva entrega de la línea ‘All Star’ de DC Comics resulta un auténtico despropósito en el que sus dos autores rayan a muy distinta altura.

Se supone que ‘All Star’ debe reunir a los mejores guionistas y dibujantes, y desde luego Jim Lee vuelve a dejar patente que es una estrella a los lápices, luciéndose tanto como puede una y otra vez… lo que acaba convirtiéndose en un problema. Dedicar páginas y más páginas a demostrar lo bien que dibuja el batmóvil (o aquamóvil, o airmóvil), convertir cada aparición de un personaje femenino en un catálogo de lencería y dedicar ¡seis páginas! a enseñar la batcueva podrá quedar muy bonito, pero no aporta nada a la historia y es un despilfarro de papel.

Pero, claro, eso es lo que le interesa al guionista cuando no tiene nada que contar, y es que Miller deja patente (y van) que hace tiempo que se le fue la olla. Parece empeñado en creer que su Batman es el único que vale, y lo peor es que esta vez el hombre murciélago no merece ni de lejos el calificativo de héroe. Fascista, posiblemente; matón, desde luego. Un Batman que disfruta más apaleando delincuentes que salvando a inocentes y para quien Wonder Woman es una lesbiana, Superman un bobo y Green Lantern un idiota (lo del número 9 no hay por dónde cogerlo), no me parece divertido, ni realista, ni edificante.

Miller parece querer trasladar los diálogos de ‘Sin City’ al universo de Batman y lo único que logra es una sucesión de sentencias postizas y que los personajes femeninos sólo aparezcan para lucir curvas (sólo se salva Batgirl, uno de los pocos momentos inspirados de Miller). Por lo demás, si alguien quiere emocionarse de verdad con el origen de Robin, que le eche un vistazo a ‘Dark Victory’, de Jeph Loeb y Tim Sale, secuela de ‘El largo Halloween’, en la que ambos demuestran que han sabido continuar el legado del ‘Batman: Año Uno’ de Miller mejor que su propio autor.