martes, 11 de mayo de 2010

Jack Bauer descanse ¿en paz?


Primera reseña sobre una serie de televisión, y no podía abrir esta sección con otra que no fuese ‘24’, todo lo polémica que se quiera, pero sin duda el serial televisivo que más me ha enganchado en la última década (el otro es ‘Perdidos’, claro).

La séptima temporada, la última que se ha editado en dvd en España, retomaba las aventuras de Jack Bauer después de un año de ausencia televisiva debido a la huelga de guionistas de Hollywood. Bauer había quedado en una situación desesperada tras el final de la anterior entrega, como consecuencia de todos los límites que había tenido que traspasar temporada tras temporada para evitar atentados terroristas. Había perdido a todos sus seres queridos y no parecía que le quedasen motivos por los que vivir.

A partir de ahí, los guionistas han vuelto a firmar una temporada brillante, en la que, no obstante, se ha perdido una gran ocasión para cerrar definitivamente la serie, algo agotada tras tantos atentados y piruetas de guión, con la muerte de Bauer. Y eso que parecía que todo iba encaminado a ese fin, con un último tercio de la temporada en el que el espectador asume la muerte inminente de Jack y ya en la recta final se suceden las secuencias destinadas a que ajuste todas las cuentas pendientes, incluida la polémica sobre la ‘afición’ de Bauer por la tortura. Ni siquiera falta la presentación de un nuevo personaje, destinado a asumir su rol en la serie.

Al final, sin embargo, todo queda abierto para una nueva temporada, la octava, que se está emitiendo en Estados Unidos y, esta vez sí, será la última. A la espera de ver qué le depara el futuro a Jack Bauer, en la séptima temporada lo hemos tenido más de vuelta de todo que nunca, tratando de redimirse, de hallar un sentido a sus actos, y cómo no, de salvar el mundo una vez más. Como él mismo dice: ‘Cuando veo un autobús secuestrado, sólo pienso en salvar a los rehenes, lo demás no importa’.

Mención aparte para el cambio de escenario, de Los Angeles a Washington (tras un magnífico prólogo en un país africano: la película 'Redención'); las peripecias de la primera presidenta de Estados Unidos, cuya familia da mucho juego (ya se adelantaron a la realidad con el primer presidente negro); el lujazo de contar esta temporada con un actor de la talla de Jon Voight; el (desaprovechado) duelo de informáticas entre Chloe y Janis; y por último, los cambios de bando (demasiados) de un personaje clásico que reaparece, y cuya presencia sólo se justifica de manera aceptable en el último momento.



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