domingo, 30 de diciembre de 2012

Peter Jackson naufraga en el cielo de Alice Sebold



Aprovechando el reciente estreno de El hobbit, vamos a despedir el año con un post dedicado al anterior trabajo de Peter Jackson, su fallida adaptación de la novela The lovely bones, de Alice Sebold, traducida en nuestro país como Desde mi cielo, aunque en la gran pantalla mantuvieron el título original.

Dado que no he leído el libro, desconozco si los problemas que muestra el film de Jackson ya parten de la historia de Sebold, o por el contrario se deben exclusivamente a que el director no ha sabido traducir la obra en imágenes. El caso es que, si bien The lovely bones prometía traer de regreso al Jackson más lírico e intimista, el de Criaturas celestiales, tras la épica de El señor de los anillos y su King Kong, el cineasta naufraga por completo y entrega uno de sus trabajos más decepcionantes.

La historia narrada por Sebold es la de Susie Salmon, una adolescente de 14 años que es asesinada por un vecino. Tras este arranque, que en absoluto es spoiler, asistimos a cómo su familia trata de reconstruir sus vidas y tanto a la investigación del crimen como a los esfuerzos del asesino por cubrir su rastro. Pero la particularidad de The lovely bones es que también es testigo de todo ello la propia Susie, desde una especie de cielo, más bien purgatorio, donde permanece hasta que haya asumido su muerte y sea capaz de dejar atrás a sus seres queridos para ir al cielo ‘de verdad’.

Este enfoque, al menos en el film, no funciona, ya que se pierde entre momentos y frases más o menos filosóficas y aparentemente trascendentes que no llegan al espectador, a la vez que todo ello le resta importancia a lo que ocurre en el ‘mundo real’, donde no sucede nada que no hayamos visto ya en mil telefilms de sobremesa sobre historias parecidas.

Jackson se luce al plasmar ese mundo onírico, pero solo en el apartado visual, creando planos y escenas de gran belleza, pero que en el fondo no transmiten nada. Y la historia va y viene entre esas imágenes espectaculares, sin que apenas logren crear interés los problemas de los padres de Susie para mantener a flote su matrimonio o la caza del asesino.

En el apartado interpretativo, lo mejor, pese a todo, es Saoirse Ronan, que va confirmando su gran futuro como actriz, encarnando a Susie de manera magistral y transmitiendo, ella sí, sus emociones. Tanto Rachel Weisz como MarkWahlberg cumplen como los padres, al igual que Susan Sarandon como la abuela. Otra cosa es que la personalidad, digamos hippie, de esta última, y sus problemas alcohólicos, apenas apuntados, no aporten nada a la historia, de manera que al final la abuela no es otra cosa que un personaje ‘raro’, que añade otro punto de incredulidad a la trama, al igual que mantener la acción a principios de los 70, como en la novela, lo que aquí solo sirve para distanciar más al espectador de lo que ocurre.

Curiosamente, la peor interpretación corre a cargo de Stanley Tucci, como el asesino, de manera que su nominación al Oscar al mejor actor secundario se antoja poco menos que inexplicable. Su caracterización es ridícula, con un aspecto que parece decirle al espectador que a un psicópata se le empieza a reconocer por su físico, que alguien de apariencia normal nunca podría ser un asesino. Y, como vemos cada día, eso es falso por muy tranquilizador que resulte pensar lo contrario.

Con un metraje demasiado largo, The lovely bones falla por todos lados, excepto en su espléndida banda sonora, pese a que uno pueda identificarse con la historia de una familia destrozada por el asesinato de una joven de 14 años. Pero ya se encarga la película de ir haciendo que eso te importe cada vez menos a medida que avanza la trama, por mucho que se recurra a tratar de enganchar al espectador con los esfuerzos de la hermana de la víctima por desenmascarar al asesino y el plan de este para repetir su ‘obra’ con ella.

Esperemos que Tolkien haya vuelto a inspirar más a Jackson que su lectura del libro de Sebold.

Y con esto, feliz año nuevo para todos!



Ahora sí, SPOILERS

Tal vez otro de los errores de la película es que, a diferencia del libro, no se menciona para nada la violación de la protagonista (la propia Alice Sebold fue víctima de una agresión de este tipo y se ha basado en sus experiencias para escribir su obra) y apenas se sabe nada sobre cómo fue asesinada.

Y en cuanto al destino final del asesino, fiel al libro, no puede ser más insatisfactorio, típico y grotesco.

sábado, 29 de diciembre de 2012

El estreno: 'Los Miserables', el musical salta al cine


Los estrenos de este fin de semana, en plenas fiestas navideñas, se han repartido entre los que llegaron el 25 de diciembre y los del viernes 28. Tenemos una nueva cinta de animación para niños, Rompe Ralph, y la comedia norteamericana Despedida de soltera, con Kirsten Dunst echándose a perder. Y si os apetece una propuesta más 'seria', ahí está el documental sobre Woody Allen de Robert B. Weide.

Vamos, que el estreno de la semana es, sin discusión, la nueva adaptación de Los Miserables, novelón de Víctor Hugo que ya estáis tardando en leer si no lo habéis hecho, porque es uno de los mejores libros de todos los tiempos. ¿Qué distingue a esta nueva versión en la pantalla grande de las desventuras de Jean Valjean (gran personaje donde los haya)? Pues que es la primera adaptación cinematográfica del mítico musical de Broadway... y que en la dirección tenemos a Tom Hooper, a quien yo descubrí con la ácida comedia futbolística The damned United y que se consagró con El discurso del rey, Oscars incluidos.

Los Miserables supone su salto a Hollywood, y lo hace a lo grande, acompañado nada menos que por Hugh Jackman como Valjean, Russell Crowe como su implacable perseguidor, Javert; Anne Hathaway como Fantine y Amanda Seyfried como su hija, Cosette. Sin olvidar a Helena Bonham Carter y Sacha Baron Cohen, que repiten después de coincidir en otra adaptación musical, el Sweeney Todd de Tim Burton, como los Denardier, una pareja que desaparece con demasiada frecuencia en las adaptaciones de la voluminosa obra de Hugo.

Pocas dudas sobre la capacidad vocal de Amandda Seyfried y Hugh Jackman. A la primera ya la vimos cantando como los ángeles en Mamma Mia y Jackman está curtido en los musicales de Broadway. Anne Hathaway, a tenor del tráiler, se sale y va disparada hacia el Oscar (donde me temo que su principal rival será Amy Adams, otra que se merece la estatuilla pero ya). Así que la gran incógnita es Russell Crowe.

En definitiva, tras El Hobbit, llega el segundo gran estreno de las navidades, y último del año 2012.

martes, 25 de diciembre de 2012

Pi: la apasionante aventura de un náufrago



Ang Lee acostumbra a mantener un alto nivel en sus películas (vale, olvidemos su Hulk), y La vida de Pi no es una excepción. Pese a todo, parece que le falta algo para acabar de ser un gran film, y supongo que, como suele ocurrir, el libro de Yann Martel será mejor.

Antes de que el protagonista, como sabe quien haya oído hablar mínimamente de esta historia, se convierta en un náufrago, perdido en alta mar a bordo de un bote… con un tigre por única compañía, la película nos narra la infancia y juventud de Pi, contada por este a un periodista que quiere escribir un libro sobre su aventura marina.

Se podría temer que en esta primera parte se arrastrasen los minutos hasta el momento en el que ‘comienza la acción’, pero uno acaba hasta olvidándose de que todo se dirige hacia ese instante. Es en este inicio donde La vida de Pi recuerda más a Big Fish, tal vez la segunda mejor película de Tim Burton (obviamente, la primera es Ed Wood), que también adaptaba una novela en la que otro prodigioso narrador cambiaba el relato de su vida a su antojo, con la excusa de embellecerla para su público.

Esa es una de las claves de La vida de Pi: no hay que olvidar que la historia la cuenta su protagonista, y por ello no hay que creerle a pies juntillas. De ahí que su interlocutor, el periodista, no deje de plantearle que cuanto le cuenta parece demasiado… increíble.

La historia del verdadero nombre de Pi, y de cómo pasó a llamarse así, es puro Big Fish, y de lo mejorcito de la película, desternillante. Al igual que la historia del nombre del tigre o cómo un joven Pi acaba adorando a la vez al dios cristiano, a Alá y a los dioses indios. Y es que su búsqueda de la fe verdadera y del sentido de la vida es la otra clave de la película, con su moraleja de que Dios existe aunque lo de menos sea el nombre que le demos o los ritos que nos sirven para comunicarnos con él.

Y luego llega el naufragio. A partir de ahí, Ang Lee se luce en el aspecto visual, con imágenes impactantes de gran belleza, mientras asistimos al mejor cine de aventuras, con un Crusoe que ni siquiera tiene isla, sino únicamente una balsa y un singular compañero de peripecias. Humor, terror y audacia se combinan a la perfección en esta segunda parte del film, que a menudo deja al espectador sin aliento ante la potencia de lo que está viendo… hasta llegar a la pirueta argumental del desenlace, que obliga a revisar todo lo acaecido durante el singular viaje de Pi.

Más allá de sus enseñanzas filosóficas, tal vez la parte más floja del film (y donde imagino que se queda más lejos del libro), Ang Lee ha firmado un trabajo espectacular y sorprendente, que al menos supone un soplo de aire fresco en una cartelera donde (innecesarios) remakes y secuelas apenas dejan espacio para nada. Una buena opción para estas fechas tan especiales. 

Bon Nadal!

domingo, 23 de diciembre de 2012

'El cebo': Somoza se repite (y aún así...)



El cebo (2010), última novela de José Carlos Somoza (ha publicado después el volumen de relatos Tetrammeron), gustará más a quienes se acerquen por primera vez a este autor que a quienes hayan seguido su obra. Y es que el escritor español empieza a repetirse.

Su penúltima propuesta levanta el vuelo con respecto a la anterior Zigzag (2006) (aún no he leído la posterior La llave del abismo (2007)), la más floja de Somoza, en la que se empeñaba en dar verosimilitud científica a un argumento de lo más rebuscado, y donde dibujaba a los peores personajes de su bibliografía.

El cebo no alcanza las cotas de brillantez de sus obras más redondas, Clara y la penumbra (2001), y sobre todo La dama número 13 (2003) (curiosamente, la propuesta del autor que más abunda en elementos fantásticos), pero se les acerca bastante y está mucho más lograda que Zigzag, más homogénea.

El problema, para quien ha leído sus obras anteriores, es que Somoza repite en exceso los esquemas, personajes y situaciones, precisamente, de sus dos obras magnas. Como de costumbre la protagonista es una mujer, aunque esta vez sin contrapartida masculina, con un enigmático asesino en las sombras. Además, como en La dama número 13, la protagonista, y parte del reparto, poseen cierto ‘poder mágico’ capaz de influir en la conducta de las personas, algo similar a lo que ocurría con las brujas de aquella novela. Y el doctor Gens, el ‘creador’ de dicho poder en El cebo, recuerda mucho al artista que en Clara y la penumbra ‘inventaba’ las estatuas vivientes.

Somoza, que también ha perdido parte de su habilidad para describir asesinatos macabros, perdiendo originalidad, recupera su declarada pasión por Shakespeare, convirtiéndole en parte de la trama, como ocurría en La dama número 13. Si allí las protagonistas causaban efectos extraordinarios al declamar de una determinada manera los versos del bardo (y los de otros autores), aquí el autor inglés también es clave para los ‘poderes’ de los cebos.

La acción nos sitúa en un cercano futuro, en el que la tecnología no sirve para atrapar a los criminales, que cuentan a su vez con sistemas aún más avanzados que la propia policía. La idea que nos presenta Somoza (y en eso es un maestro, en idear propuestas innovadoras como las estatuas vivientes de Clara y la penumbra o los versos mágicos de La dama número 13) es la siguiente: los psicólogos han descubierto el psinoma del ser humano. Si el genoma nos programa físicamente, el psinoma guía nuestras emociones: cada persona responde de una manera a un estímulo visual que nos produce placer.

En última instancia, la polémica tesis que expone Somoza es que nadie es responsable de sus actos, porque, de manera insconsciente, solo busca satisfacer su psinoma. El autor, eso sí, se demora en exceso en explicar toda esta teoría, que va apuntando poco a poco, y su relación con las obras de Shakespeare, un avanzado a su tiempo, que incluyó en sus obras, en clave, los tipos esenciales de psinoma y cómo afectarlos. Porque la labor de los cebos no es otra que controlar el psinoma, identificar la filia de cada criminal y mediante meros gestos corporales, seducirlo y adueñarse de su voluntad.

La protagonista, Diana Blanco, es la mejor cebo y está a punto de retirarse mientras su hermana menor culmina su aprendizaje para seguir sus pasos. Pero El Espectador, el peor asesino en serie de todos los tiempos, hará que Diana se replantee su decisión.

A pesar de que la trama de El Espectador está bastante conseguida, lo cierto es que el libro realmente despega a mitad del volumen (de más de 400 páginas), cuando Somoza muestra su primer as bajo la manga, y es que El Espectador solo es un actor más en la compleja trama a la que se enfrenta Diana. Ahí es donde realmente arranca la novela, hacia un final cada vez más incierto.

Al final, ya he comentado que El cebo no es un dechado de originalidad pero sí una obra bastante redonda, Somoza ata todos los cabos, con mayor o menor verosimilitud, y lo explica absolutamente todo (incluido el prólogo), reservándonos revelaciones sorprendentes hasta la última página.

Situada, en cuanto a calidad literaria, detrás de La dama número 13 y Clara y la penumbra, El cebo nos muestra a un Somoza en forma, más efectivo que original, que repite con habilidad las claves de sus obras más logradas, para elaborar una intriga que crece en interés a cada página y con un fuerte apartado psicológico, como en él es habitual, al igual que una leve y mórbida atmósfera erótica. Aunque a veces las escenas donde los cebos ejecutan su ‘magia’ bordeen el ridículo… complicando una posible adaptación cinematográfica.



PD: Y sí, yo diría que la del tráiler es María León.

viernes, 21 de diciembre de 2012

El estreno: Una historia 'navideña' diferente


Y vuelve a repetirse la historia. Esta vez sí que el estreno español de la semana cae ante el que nos llega de Hollywood. A punto de celebrar la Nochebuena, parece que los grandes estrenos taquilleros se retrasan, aunque ya está aquí El hobbit, y mientras los pequeños pueden divertirse con la terrorífica El alucinante mundo de Norman, la apuesta española más fuerte es El cuerpo, otro thriller de terror (cuanto daño hizo Amenábar...) en cuya producción están involucrados quienes perpetraron El orfanato y Los ojos de Julia.

Repite como protagonista Belén Rueda, junto a Hugo Silva y un José Coronado al que por lo visto se la tenía jurada su estilista. Masiva campaña en Antena 3, y a tenor del tráiler tenemos un punto de partida interesante, con la desaparición de un cadáver, el del personaje encarnado por Belén Rueda. A partir de ahí puede dar juego la ambigüedad sobre si alguien ha hecho desaparecer el cuerpo o si la explicación es sobrenatural. Tal vez el tráiler da demasiadas pistas, y habrá que ver cómo se resuelve todo.

Tampoco es que me dé demasiadas garantías Las sesiones, con la historia de un tetrapléjico en busca de sexo y algo más, que puede dar lugar a la típica cinta lacrimógena bienintencionada. Pero tenemos un trío interpretativo de lujo, con Helen Hunt reverdeciendo laureles, William H. Macy (y una espectacular melena) como sacerdote y consejero espiritual del protagonista, y John Hawkes como aspirante a una de las interpretaciones del año. Y sobre todo, como podéis apreciar en el tráiler, un sentido del humor que puede ser la clave del film. No es la típica cinta navideña... o tal vez sí.

sábado, 15 de diciembre de 2012

El estreno: Peter Jackson vuelve a la Tierra Media


El cine español sigue en un momento dulce y esta semana tenemos dos estrenos. Por un lado, El muerto y ser feliz, original propuesta de Javier Rebollo, medio inspirada en El Quijote, que le valió a José Sacristán, al parecer recuperado para la gran pantalla, el premio al mejor actor en San Sebastián. Y por otro, El bosque, cinta fantástica, con un argumento que recuerda a El laberinto del fauno, y para la que su director, Óscar Aibar, ha reclutado a Tom Sizemore.

De Francia nos llega De óxido y hueso, cinta de Jacques Audiard que puede mostrar de lo que es capaz la mejor Marion Cotillard en un papel dramático, y que en la última Seminci se llevó los galardones a la dirección, guión y actor, para Matias Schoenaerts. Y de Polonia, El molino y la cruz, con los veteranos Rutger Hauer, Charlotte Rampling y Michael York en el Premio Especial del Jurado del Festival de Sevilla 2011, sobre la historia que muestra el cuadro Cristo cargando la Cruz de Pieter Brueghel el Viejo y el proceso de creación del mismo.

Pero, evidentemente, esta semana el estreno no podía ser otro que El hobbit: Un viaje inesperado, con el que Peter Jackson regresa al universo de Tolkien. Los fracasos de sus cintas posteriores a la trilogía El señor de los anillos, King Kong y Desde mi cielo, y la desbandada de Guillermo del Toro, que debía dirigir este proyecto y acabó harto de esperar financiación, han llevado a Jackson a volver a recrear la Tierra Media. ¿Para bien?

El nuevo film abre otra trilogía, lo que a todas luces parece exagerado dado que El hobbit, obra anterior a El señor de los anillos, está muy lejos de aquella en extensión, resultando un cuento para niños de bastante envergadura, pero de mucha menor calidad literaria. No daría ni para las dos películas del proyecto inicial, pero al parecer Jackson ha apostado por enriquecer la obra original y narrar también los hechos que llevan a la batalla inicial de La comunidad del anillo.

Vuelve a la carga la mayor parte del reparto inicial, aunque como el protagonista, un Bilbo Bolsón más joven, tenemos ahora a Martin Freeman, el Watson de la nueva versión televisiva de la BBC, cuyo Sherlock, Benedict Cumberbatch, pone voz al dragón Smaug. Y sí, también vuelve Gollum.

Habrá que verla, y también habrá que ver qué prestaciones ofrece la nueva tecnología con la que se ha rodado, que incrementa el número de imágenes por segundo para ofrecer una mayor sensación de realismo... que no está levantando demasiados aplausos precisamente.

sábado, 8 de diciembre de 2012

El estreno: Va de machos... o no tanto


Fin de semana cargado de títulos, de lo que no son blockbusters, pero cargados de interés. Y como viene ocurriendo, las películas españolas están entre lo mejorcito. Pero vayamos por partes.

Lo más interesante que nos llega de los USA es lo último de Lee Tamahori, que parece reverdecer laureles con El doble del diablo, donde Dominic Cooper se metamorfosea en el doble del hijo de Sadam Husein. Otro que busca recuperar terreno perdido es Jake Gyllenhaal, que en Sin tregua interpreta a un policía de Los Angeles. Y Gerard Butler se une a Jessica Biel en Un buen partido, comedia sobre un ex jugador de fútbol (sí, de balompié en un film made in Hollywood), que también cuenta con Uma Thurman y Catherine Zeta-Jones. Y si sois fans de Jean Reno, lo encontraréis en su salsa (nunca mejor dicho), en la comedia francesa El chef.

Pero como dijimos, lo mejor viene de nuestro país. Primero, Operación E, nueva incursión de Luis Tosar por tierras sudamericanas, como un campesino al que obligan a cuidar de un niño secuestrado por las FARC, que luego le arrebatan hasta que se monta la operación para liberarlo.

Podría haber sido el estreno de la semana, pero ese puesto es para Una pistola en cada mano, lo nuevo de Cesc Gay, que apuesta de nuevo por un film coral como En la ciudad, en el que se suceden las escenas con un reparto que deja en poco el calificativo 'de lujo': Javier Cámara, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Eduardo Noriega, Jordi Mollà, Alberto San Juan, Leonardo Sbaraglia, y, haciendo doblete en la taquilla, Luis Tosar. Eso, en el lado masculino, de esta película sobre hombres y sus comportamientos. En el femenino: Candela Peña, Leonor Watling, Cayetana Guillén Cuervo y Clara Segura. Falta ver el guión, pero parece una apuesta segura.


sábado, 1 de diciembre de 2012

El estreno: Un náufrago llamado Pi


Y se repite la historia de hace siete días. A punto ha estado un nuevo estreno patrio de ocupar el lugar preferente, para caer a los puntos. Ya se está convirtiendo en una buena costumbre que cada semana tengamos una cinta española de bastante nivel, y esta no es una excepción. Le toca el turno a Invasor, lo último de Daniel Calparsoro, que aborda la participación española en la guerra de Irak con una factura visual que en nada tiene que envidiar a la de un thriller norteamericano y un atractivo reparto encabezado por  Alberto Ammann y Antonio de la Torre.

Más allá de la última aventura de Astérix, Al servicio de la reina, y la cinta de animación navideña El origen de los guardianes, otra propuesta estimulante es lo último de Costa Gavras, El capital, que nos propone otra reflexión sobre la crisis económica actual.

Pero si hace una semana era Clint Eastwood quien acaparaba los focos, ahora es el último trabajo de Ang Lee, con una de las películas más esperadas del año, La vida de Pi, adaptación de la prestigiosa novela de Yann Martel sobre un náufrago perdido en el mar en una barca, solo... con un tigre. Como mínimo, el aspecto visual del film es sencillamente portentoso, e incluso me está haciendo pensar en volver al 3D. Otra cosa será si ha sabido captar todos los aspectos filosóficos del libro, cuyos fans van a ver la película con lupa.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Érase una vez... Perdidos entre cuentos de hadas



Érase una vez ha sido uno de los últimos grandes éxitos en nuestro país de una serie norteamericana, un producto que, con sus fallos y sus aciertos, se ha convertido en una de las revelaciones de la temporada, capaz de atraer a todo tipo de público.

Original, original, tampoco es que lo sea. Hay un cómic, Fábulas, creado por Bill Willingham, con una trama similar: los personajes de los cuentos de hadas viven en Villa Fábula, un barrio residencial de nuestro mundo, desterrados tras una guerra en su mundo con un misterioso adversario.

Aquí se repite lo de un pueblecito de nuestro mundo, Storybrooke (algo así como ‘historia rota’), pero la causa es el hechizo de la bruja de Blancanieves, que para frustrar su felicidad con el Príncipe Azul ha hecho que todos olviden quienes son en realidad. Ahí es donde, sobre todo en los primeros episodios, el espectador puede jugar a adivinar qué personaje es en realidad cada vecino del pueblo, mientras las tramas empiezan a desarrollarse. Algunos personajes son obvios, pero otros no lo son en absoluto.

Hay que reconocer que con la trama se han arriesgado, puesto que no es nada fácil de seguir. Para empezar, y siguiendo al pie de la letra el modelo instaurado por Perdidos, cada capítulo alterna dos tramas: la de Storybrooke y la del pasado en el universo de cuento de hadas, que es donde se luce la serie a nivel de producción, con decorados, vestuario y efectos especiales que apenas tienen que envidiar a una superproducción de cine.

Pero es que, además, si bien algunas de las tramas en el pasado son autoconclusivas, centradas habitualmente en un personaje, otras abarcan varios episodios, pero sin orden cronológico, saltando adelante y atrás en la acción, escamoteando hasta la recta final de la temporada los momentos claves del pasado que explican los secretos mejor guardados.

Una estructura, pues, no precisamente fácil de seguir, pero eficaz para mantener el interés capítulo a capítulo. Ahí, la mejor parte se la lleva sin duda el pasado, con capítulos realmente potentes y las tramas más extensas. En el presente, sin embargo, la acción no avanza ni a la de tres, e incluso tienen que recurrir a la investigación de un asesinato, como si de un procedimental se tratara, para no perder audiencia.

A la hora de reinventar los cuentos clásicos, al margen de los múltiples cambios introducidos en la historia de Blancanieves, la central, con aciertos como convertir a la protagonista en asaltante de caminos pero también momentos en los que se bordea el ridículo como el asalto a un castillo a cargo de Blanca y los siete enanitos, ha habido de todo, desde versiones cargadas de originalidad y que han renovado por completo a los personajes, como los casos de Caperucita Roja, el Sombrerero o Pepito Grillo, hasta otros en los que se ha querido rozar demasiado el rizo, como el origen del espejo de la bruja de Blancanieves.

La serie también se ha mostrado muy fiel a las últimas versiones cinematográficas de los cuentos a la hora de abordar su propuesta. Así, los vestidos que luce Bella son los mismos que en la versión animada de Disney, el País de las Maravillas muestra idéntico aspecto al del film de Tim Burton y el cuento de Caperucita también recuerda visualmente a la película protagonizada por Amanda Seyfried, mucho más realista.

Por lo que respecta al reparto, es evidente que Lana Parrilla, como la reina malvada de Blancanieves, se come con patatas a Jennifer Morrison, la mítica Cameron de House, que pone toda su voluntad, pero no puede con un personaje mucho más interesante. Y es que la reina no es mala porque sí, como en los cuentos tradicionales, sino que tiene sus motivos… aunque estos tardan en desvelarse por completo.

Lana Parrilla, en una interpretación para la que reconoce haberse inspirado en Hillary Clinton, está cerca de ser el gran personaje de la serie, pero ese, con mayúsculas, es Rumpelstiltskin, que aquí forma parte de todas las historias, revelándose, por ejemplo, como la Bestia. Un soberbio personaje, del que, de manera modélica, iremos descubriendo paso a paso (y desde luego no por orden cronológico), cómo llegó a ser lo que es. Y un personaje que tiene la suerte de estar encarnado por un Robert Carlyle en plena forma, brillando como hacía tiempo que no le veíamos, más histriónico en los flashbacks, más sobrio en el presente, pero siempre magnífico, la auténtica estrella de la serie.

Puestos a hablar de fallos, la historia de Blancanieves es demasiado larga y demasiado ñoña, y tampoco se le acaba de sacar todo el partido a la idea que propone Erase una vez, pero tras unos primeros capítulos dubitativos la cosa mejora y hay grandes episodios, sobre todo cada vez que la historia se centra en Rumpelstiltskin.

En la recta final se precipitan los acontecimientos, con la resolución del misterio en torno al asesinato y el ¿definitivo? enfrentamiento entre la reina/alcaldesa y la recién llegada Emma por el hijo que comparten como madre adoptiva y natural, respectivamente, en el mundo real, mientras en el pasado se aclaran las motivaciones de los dos villanos, la reina y Rumpelstiltskin, al tiempo que concluye (o casi) la historia de Blancanieves y se revela la identidad de un misterioso forastero llegado a la ciudad.

Lástima que el desenlace de esta primera temporada (ya se está emitiendo la segunda en los USA), no me haya dejado del todo satisfecho. Esta vez es al revés: en los dos últimos capítulos la trama del pasado apenas interesa, por ya sabida, mientras que los acontecimientos se precipitan en el presente para mostrar por donde van a ir los tiros a partir de ahora. Por el camino encontramos unas escenas con un dragón que no acaban de salir bien paradas, y ciertos reencuentros muy, muy esperados, resueltos de manera demasiado apresurada.

Erase una vez supone una apuesta diferente a las series habituales, una relectura estimulante de los cuentos de hadas, a ratos cursi, a ratos aterradora, ideal para enganchar a todo tipo de público y con una factura visual a gran altura. Pero lo mejor es su capacidad para sorprender.

¿Quién se sumará a la fiesta en la segunda temporada? Habrá que estar atentos.


El detalle: Y hablando de Perdidos, en Storybrooke encontramos a la dulce Claire, reconvertida ahora en una joven capaz de seducir a una bestia...

El detalle 2: Storybrooke, hablando ahora de geografía, está en Maine, ese estado donde transcurren la mayoría de novelas de Stephen King... y donde reside el propio escritor...

domingo, 25 de noviembre de 2012

'Skyfall' o Batman vs el Joker



¿Qué esperabas? ¿Un bolígrafo pistola?

El periodista Manuel Hidalgo se quejaba en un reciente artículo del cambio experimentado por James Bond desde que empezara la etapa de Daniel Craig como el agente británico, dando como resultado un Bond más duro y seco, menos glamouroso y divertido. Pues que se vaya atando los machos, porque la última entrega de la saga, Skyfall, deja claro que no hay vuelta atrás.

La película de Sam Mendes, digámoslo ya, la peor de su filmografía, se debate entre dos objetivos: actualizar a Bond a los nuevos tiempos, a la vez que reivindicar la esencia del personaje. Dos objetivos que se antojan incompatibles, lo que empieza a explicar el despropósito en el que se convierte Skyfall.

“A veces, lo más antiguo es lo mejor”. Esta cita es uno de los mantras del film, donde Bond aparece como un agente viejo, pasado de moda, en baja forma y en el que pocos creen, pero que insiste en hacer las cosas a su manera porque sabe que es lo que da mejores resultados. Es la manera de reivindicar al agente británico después de 50 años de aventuras fílmicas, cuando otros personajes como Jason Bourne le han comido parte de terreno.

Pero a la vez que Bond se reivindica, con constantes guiños a su legado cinematográfico, la saga se adapta a los nuevos tiempos, aunque es algo que ya se había hecho. Como en la saga Bourne y la televisiva 24, al fin y al cabo las dos sagas que han revolucionado el género de acción en la última década, Bond ya no va por libre, sino permanentemente con un auricular en la oreja recibiendo instrucciones de los informáticos que le siguen vía satélite y le dicen por dónde debe ir y qué debe hacer. Algo que le resta parte de su esencia al personaje, y que ya veníamos viendo desde el inicio de la etapa protagonizada por Craig.

Para reforzar esta línea, el nuevo Q (ya he perdido la cuenta de cuantos actores han interpretado este pesonaje en los últimos tiempos, y sigue pareciéndome una lástima que el tono duro del Bond de Craig se cargase a John Cleese) es un empollón, un genio de los ordenadores que gana protagonismo, más allá de la habitual entrega de material, en la que por cierto Q suelta la frase con la que abríamos el post, para dejar claro por donde van los tiros.

Toca renovarse, así que también tenemos nueva Moneypenny y los burócratas quieren jubilar a Judi Dench como M, son los nuevos tiempos.



La pregunta es, ¿le hacía falta una renovación al personaje? Indiscutiblemente, no, después de Casino Royale, sin duda la mejor película de la saga, que por primera vez narraba el origen del personaje y lo redefinía por completo con una magnífica historia de amor. Por desgracia la siguiente entrega, Quantum of solace, fue demasiado rutinaria, aunque parece casi una obra maestra si se la compara con Skyfall, donde se ha buscado un nuevo y precipitado relanzamiento de la serie, tratando de oscurecer (lo siento, Hidalgo) aún más al protagonista, por si ya no se había hecho suficiente en Casino Royale.

Y ahí, el gran problema de la película, es que Bond desaparece para dar paso a Batman. No es que se hayan querido inspirar en el tono realista y oscuro del hombre murciélago de Christopher Nolan, no, es que ahora Bond tiene su batcueva, su mansión de los Wayne, visita la tumba de sus padres y no le falta ni su Alfred, el fiel mayordomo de la casa familiar.

Y por supuesto, Bond también tiene su Joker. Javier Bardem, en otra lamentable interpretación, como siempre que hace de malo (incluyendo No es país para viejos), y a años luz de lo que puede dar de sí este grandísimo actor, se limita a copiar los tics de Heath Ledger para convertirse en el Joker de Bond, su reverso oscuro. No le faltan ni un cabello rubio a lo Joker, ni una horrible sonrisa (un momento, eso sí, realmente escalofriante, tal vez el mejor plano de la película). Un Joker gay, por cierto, que hasta le tira los trastos a Bond. Solo que el Joker de Nolan no tenía motivaciones ni objetivos, era puro caos, mientras que Silva, el personaje de Bardem, sí tiene un pasado y un plan, que no se sostiene por ningún lado.

Tampoco hay buenas noticias para las chicas Bond, que pintan muy poca cosa en esta cinta. Bérénice Marlohe interpreta a la clásica chica que sale poco y muere pronto, mientras que Naomie Harris deslumbra en sus réplicas con Bond en un personaje al que deberían haberle dado mucha más cancha.

El film se salva del desastre absoluto porque todos cumplen su papel a la perfección, a excepción de los guionistas, pero simplemente por ahí se gesta el desastre. En cuanto al resto, el derroche de medios es deslumbrante: Mendes dirige con eficacia y no naufraga en la dirección como su predecesor, Marc ForsterThomas Newman se luce en la partitura y el director de fotografía, Roger Deakins, es uno de los principales aciertos del film, al que dota de un empaque visual envidiable, luciéndose especialmente con una pelea en Shanghai que es el mayor hallazgo de Skyfall. Por no hablar de su extraordinario trabajo en la última media hora, en la que, puestos a hacer un Bond oscuro, la acción transcurre de noche.

Daniel Craig cumple, porque ha nacido para este Bond al que Roger Moore no reconocería, y Judi Dench se lleva la parte del león en un film que vuelve a ponerla en el centro de la trama… como ya ocurriera en El mundo nunca es suficiente, curiosamente la primera entrega escrita por Neal Purvis y Robert Wade, los guionistas de Skyfall, cinta con la que se despiden de la saga. En cambio, el tercer guionista, John Logan, ya está confirmado para las dos próximas entregas.

Impecable, por cierto, la canción de Adele, salvando el despropósito que se marcaron en Quantum of solace Jack White y Alicia Keys, tal vez la peor canción de la saga.

En resumen, demasiado condicionada por ser un reboot sobre el reboot que ya fue Casino Royale, y  obsesionada por imitar al Batman de Nolan (si hasta Bond, tras el prólogo inicial, puro Bourne como la primera mitad de Quantum of Solace, empieza como Bruce Wayne en la última entrega de Batman, retirado y en pésima forma), Skyfall tiene aciertos puntuales (ese tiroteo en el congreso) que no salvan una propuesta que cae en el ridículo y se aleja de la esencia del personaje pese a querer reivindicarla.

Y tras el tráiler, el SPOILER que toca.


SPOILER

Si en algo funciona Skyfall, es en rendir homenaje a Judi Dench, que ha sido de lo mejorcito de la saga durante las últimas siete entregas, las de Pierce Brosnan y Daniel Craig. Bastante envejecida, por cierto, es una de las víctimas de la reconstrucción de la serie, pero se despide absolutamente a lo grande. Otra cosa es si han acertado con su reemplazo. Ralph Fiennes es un actor soberbio, pero su versión de M no acaba de convencerme en absoluto en este primer contacto. Veremos cómo lo enfocan en la  próxima entrega. 

Ah, y otra parte de la trama absolutamente copiada de The Dark Knight es cómo Joker/Silva se deja capturar y tiene su huida perfectamente planificada para escapar ¡vestido de policía en ambos casos! y dar su golpe maestro. Solo que el plan del Joker es creíble y el de Silva no resiste un mero análisis.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Tony Leblanc, adiós al galán que siempre hacía reír


En los últimos años he observado que parece haber una especie de ley no escrita, según la cual, cuando muere un cantante, actor o artista famoso, por desgracia le siguen varios compañeros. Y fatídicamente esta semana hemos tenido una nueva muestra de ello. El viernes fallecía el director de cine español José Luis Borau, y al otro lado del charco tocaba despedir al mítico J. R. de Dallas, Larry Hagman. Y sin capacidad de reacción, esta tarde nos ha dejado Tony Leblanc, y eso son palabras mayores.

Porque hablamos de alguien que ha sido auténtica historia del cine y del teatro español, galán con una vis cómica que le hizo ganarse el cariño de todos, y al que solo un accidente de tráfico pudo apartar de los escenarios. Por fortuna en los últimos años vino a rescatarle Santiago Segura, al que siempre habrá que agradecerle que le convirtiese en el padre de Torrente, luego en su tío, en su abuela... y así hasta hacerle imprescindible en la saga, donde aportó todo su desparpajo, y de paso pudo llevarse a casa el Goya que se había ganado hace décadas, cuando estos premios ni siquiera existían.



El cine español pierde a uno de sus nombres míticos y el firmamento gana una estrella.

PD: Y como véis aquí abajo, genio y figura hasta el final. Este es su último trabajo, con 90 años cumplidos. Un anuncio que se emitió hace poco, y en el que volvía a hacer gala de su talento y humanidad.

viernes, 23 de noviembre de 2012

El estreno: Vuelve el tío Clint (Eastwood)


Tenemos un fin de semana cinematográfico con un poco de todo, desde El hombre de los puños de hierro, que parece la última patochada pagada por Quentin Tarantino (el día en el que este hombre se deje de chorradas y aproveche todo su potencial va a ser muy grande...) a César debe morir, que tiene pinta de nueva obra maestra de los hermanos Taviani.

A punto ha estado de colocarse en primer lugar Fin, cinta española de la que esperaba bastante más cuando empecé a saber de este proyecto, adaptación de una novela al parecer bastante interesante que cuenta entre sus protagonistas con Maribel Verdú. Tono apocalíptico para un debut en la dirección (cada vez son más y mejores, lo que desde luego es para estar más que satisfechos), el de Jorge Torregrossa, aunque la promoción que se le está haciendo no sé si va bien encaminada, y desde luego a mí me ha echado un poco para atrás.

Pero, amigos, Clint Eastwood vuelve a actuar, algo que no hacía desde hace 4 años (Gran Torino), y por primera vez desde En la línea de fuego (1993), hace casi dos décadas, a las órdenes de un director que no sea él mismo. La trama de Golpe de efecto no es desde luego ningún dechado de originalidad: viejo ojeador de jugadores de béisbol viaja para conocer a una joven promesa y lo hace acompañado de su hija, con la que se lleva a parir. Ella es Amy Adams, digámoslo ya, la actriz que mejor filmografía se está forjando en los últimos años (con perdón de Kate Winslet) y completa el trío protagonista un Justin Timberlake, que desde luego sabe elegir sus proyectos.

Pero a lo que vamos, que parece el papel ideal para que Clint haga su (segundo) mutis por el foro, y de paso, con un poco de suerte, se lleve el Oscar al mejor actor. ¿Nueva lección interpretativa del tío Clint? Pues habrá que verlo.

domingo, 18 de noviembre de 2012

'Ted': ¡Vivan los 80!



Como podéis ver arriba, en su cartel Ted anuncia que contiene “juerga, pasotes, chonis y todas esas cosas que molan mogollón”. ¿Cumple con ello? Podríamos decir que sí… sobre todo si te molan los 80.

Ted supone el salto a la gran pantalla de Seth MacFarlane, creador de Padre de familia, serie de animación que reconozco apenas haber visto (básicamente porque donde estén Los Simpson, puede quitarse cualquier imitación), por lo que no voy a entrar a comparar. Aquí MacFarlane, que por cierto, presentará la próxima gala de los Oscar, ejerce de productor, guionista, director e incluso le pone la voz al osito de peluche protagonista así que va a por todas.

Para la causa ha reclutado a Mark Wahlberg y a Mila Kunis, vieja conocida puesto que lleva años poniendo voz a la hija de Padre de familia. Y el chico parece tener unos cuantos amigos, ya que la cinta abunda en cameos e intervenciones especiales de impacto. No es cuestión de destripar, pero esperad a ver la breve aparición de Ryan Reynolds, y sobre todo la intervención de Norah Jones.

El film tiene puntazos de este tipo, y aunque al parecer su humor no es tan ‘salvaje’ como en Padre de familia, sí tiene unos cuantos chistes, digamos de trazo grueso, en una trama bastante previsible y habitual en el cine romántico, aunque ese osito juerguista y mal hablado la hace más llevadera.

Pero la clave son los 80, la época en la que vivieron su infancia el osito y el personaje de Mark Wahlberg, cuyo deseo hizo que Ted cobrase vida. La película homenajea los iconos de aquellos años una y otra vez, desde el desternillante doble flashback sobre cómo se conocieron el protagonista y su novia a la omnipresente versión fílmica de Flash Gordon protagonizada por Sam J. Jones.

Como suele ocurrir en este tipo de comedias, aunque funciona bastante bien la combinación de humor amable y gamberrada, el asunto romántico tampoco da para demasiado, de ahí el segmento de acción final, cuando explota una trama que ya se había apuntado levemente. 

Debut sin excesivas pretensiones, film de consumo rápido entre la carcajada y la sonrisa, aunque la idea del osito hablador (un clon de Mimosín), tal vez hubiera sido más adecuada para una telecomedia. La verdad es que, como ocurriera con Up, lo mejor está al principio: el prólogo con el momento en que Ted cobra vida y los títulos de crédito, con toda una serie de fotos y grabaciones de vídeo que muestran momentos descacharrantes de la infancia y adolescencia de los protagonistas. 

El detalle: En la versión española Santi Millán se ocupa del doblaje, y la verdad uno pronto se olvida de que es él, y cumple con bastante eficacia su labor. Por cierto, que en el doblaje han cambiado varios de los chistes, para 'españolizarlos'.

El detalle 2: Si habéis visto el tráiler, no esperéis ver el chiste de "estaba mandando un tweet", porque la versión del tráiler está más lograda.

sábado, 17 de noviembre de 2012

El estreno: Ken Loach se divierte


Sí, estamos en el fin de semana en el que se estrena la última y ¿definitiva? entrega de Crepúsculo, saga de la que voy a seguir pasando olímpicamente. Así que vamos con el resto de estrenos, casi media docena, y todos bastante interesantes. Empezando por Contra el tiempo, documental español que trata de acercar el lado menos glamouroso de la profesión de actor. De los USA nos llega En la mente del asesino, con Matthew Fox, el Jack de Perdidos, que busca desencasillarse encarnando a un asesino en serie, y de Francia Holy Motors, lo último de Léos Carax, que arrasó en Sitges y despertó pasiones y odios por igual. Y si os va el romanticismo desatado, de Brasil nos llega Y recibí las peores noticias de tus labios, con un triángulo amoroso en el Amazonas.

Pero finalmente nos quedamos con el último trabajo del británico Ken Loach, que por una vez se deja de crítica social y se pasa a la comedia con La parte de los ángeles, la historia de un joven padre de familia de Glasgow con pasado delictivo que acaba condenado a trabajos sociales. Ahí, junto a sus compañeros, se verá sorprendido por su nuevo educador, que les iniciará en secreto en la cata del whisky, y descubrirá que tiene un talento natural como catador. ¿Sabrá usarlo para encauzar su vida o lo utilizará para delinquir? Habrá que ver cómo se le da la comedia a Loach.