jueves, 22 de abril de 2010

'Amarás al prójimo como a ti mismo'


Harían bien todos aquellos que han atacado a los homosexuales de un modo u otro en tener bien presente este mandamiento de la Biblia y lo que significa, porque no distingue entre un tipo de prójimo u otro. Una mujer lo cita en una de las mejores escenas de ‘Milk’, la película de Gus Van Sant, para reprochar a ciertos sectores católicos su vergonzosa persecución de los homosexuales.

Otra de las lecciones que nos da este film es que, tal como dice el protagonista, Harvey Milk –primer concejal elegido en EEUU tras declararse abiertamente gay- se daría un gran paso para la aceptación de los homosexuales si estos no ocultasen su condición: ‘si os conocen, sabrán que no sois enfermos ni pervertidos’. Posiblemente lo peor de esta película sea constatar que tres décadas después del asesinato de Milk en 1978, la homosexualidad tiene todavía muchas barreras que superar.

En cuanto a los valores cinematográficos del film, cabe destacar que Gus Van Sant se aleja de las experimentaciones a las que es tan dado, y opta por una narración clásica para firmar tal vez su obra mayor, y una de las mejores cintas de 2008, cuyo tono semidocumental le acerca a buena parte de la filmografía de Oliver Stone, en concreto sus obras políticas, como ‘JFK’o ‘Nixon’. Su recreación de los 70 también la emparenta con otras películas recientes, como el ‘Zodiac’ de David Fincher, logrando una factura visual que hace creer que fueron rodadas en aquella época, imitando a la perfección la imagen de títulos como ‘Todos los hombres del presidente’.

Pero la principal baza de ‘Milk’ no es otra que su protagonista, Sean Penn, quien de nuevo firma una interpretación superlativa. Por lo que a mí respecta, después de ‘Mystic River’ Penn se había echado a perder progresivamente, acusando una creciente sobreactuación, ya apreciable en títulos como ‘La intérprete’ y sobre todo ‘El asesinato de Richard Nixon’. Sin embargo, aquí recupera su mejor nivel, y lo hace, curiosamente, interpretando de nuevo a un político, al igual que en su anterior ‘Todos los hombres del rey’. Si en aquella firmaba una de sus mayores sobreactuaciones, en esta su interpretación resulta inmensa y llena de matices, desde la primera hasta la última escena, además de retratar a un político que no se parece en nada al de aquella película.



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