lunes, 2 de septiembre de 2013

'Elysium': Ensalada de tiros (y poco más)


Está visto que este ha sido el verano de la decepción. Con Elysium se repite la misma sensación, en mayor o menor grado, que he tenido con cada blockbuster veraniego del 2013: entretenido, pero por debajo de lo esperado, lejos de las posibilidades que ofrecía. A la vista de argumento, director, reparto y tráiler, Elysium prometía ser más que un film de acción, una reflexión sobre las diferencias sociales con esa sociedad ¿futurista? dividida entre archimillonarios que viven en una colonia espacial con todas las comodidades y megapobres condenados a sobrevivir en una Tierra convertida en basurero.

Pero hete aquí que lo que presenta Neill Blomkamp, muy por debajo de su debut, Distrito 9 (2009), no es más que una peli de tiros que tarda en arrancar, y que apenas profundiza en su argumento. De hecho, el film apenas tiene guión, de modo que Blomkamp se luce mucho más como director, ahí poco se le puede reprochar, que como escritor, donde apenas se estruja el cerebro, nos regala un final escandalosamente simplista y con nula credibilidad… y encima nos martiriza con la escena de la monja y el protagonista de niño, que no solo nos recuerda una y otra vez con voz en off, sino que nos muestra una y otra vez, insistiendo en el manido recurso del ‘elegido’.

Por encima de un cumplidor Matt Damon, al que como de costumbre es difícil reprocharle algo, y una Jodie Foster a la que apenas dejan lucirse, el amo de la función es Sharlto Copley -protagonista de Distrito 9 y Murdock en la versión cinematográfica de El equipo A-, como el malo de la función, que es a la vez lo mejor y lo peor de la misma. Lo peor, porque, más allá de insistir con que los pobres no tienen derecho a ir al médico, esto es Hollywood, así que se pasa muy de puntillas por el tema de las clases sociales. Es decir, el malo no es el presidente de Elysium (tampoco se entra demasiado a explicar la situación política de este hipotético futuro) que prohíbe la inmigración, sino una ministra que ve amenazado su puesto por su afición a cargarse a las ‘pateras’ a cañonazos y trama un golpe de estado. Y por si eso no fuera suficiente, luego soltamos al perro de presa, que simplemente es un terrorista sanguinario al que solo le importa matar, ya sea terrestres o elisianos.

Así que el malo se carga cualquier posibilidad de que esto sea una película seria… pero a cambio, gracias al carisma y testosterona que derrocha Copley en cada plano, podemos disfrutar con el malo más implacable visto en una pantalla de cine desde Terminator (1984), y de una pelea final a brazo partido a la altura de la vista entre Batman y Bane en el cierre de la trilogía de Nolan.

Si vais a ver Elisyum buscando simplemente un rato de diversión, cine palomitero sin más, tiros y acción, lo pasaréis bien. Si queréis algo más, olvidadlo. Parece que lo del cine para pensar no está de moda.

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