domingo, 21 de abril de 2013

'Los últimos días': El apocalipsis en Barna



Buen debut el que se han marcado los hermanos David y Álex Pastor con Los últimos días, el segundo estreno español con tintes apocalípticos que se ha estrenado en los últimos meses. No voy a entrar en comparaciones, dado que aún no he visto Fin, pero aquí nos encontramos con una película que, sin mostrarnos nada original, al menos combina con bastante acierto drama y acción para convertirse en un sólido producto que huele a remake USA. Eso sí, claustrofóbicos, abstenerse.

Y es que Los últimos días nos sitúa en un futuro cercano en el que un virus provoca agorafobia, es decir, terror a los espacios abiertos, de manera que quien se contagia tiene miedo a salir al aire libre, y si lo hace sufre un ataque al corazón fatal. Esto ha llevado a que la gente no salga de los edificios y sobreviva como pueda.

La epidemia es global pero la acción se sitúa en una Barcelona devastada, de modo que ahora tenemos la respuesta a qué hubiera pasado si Amenábar hubiera rodado allí la famosa escena de Abre los ojos en la que aparecía el centro de Madrid desierto. El protagonista, encarnado por Quim Gutiérrez, se alía con otro personaje, interpretado por José Coronado, para con la ayuda de un GPS guiarse por el metro, alcantarillas y pasos subterráneos de la Ciudad Condal en busca de su novia.

Esta trama se alterna al principio con una serie de flashbacks, tal vez demasiado extensos, donde se narra el inicio de la epidemia y conocemos la vida de los protagonistas antes de que todo cambiara. Aquí es inevitable recordar The walking dead, donde, en este caso debido al virus zombi, los protagonistas también ven cómo su vida cambia por completo y todo se reduce a sobrevivir como puedan.

Los recelos hacia todo ser humano son también aquí moneda común, empezando por la relación entre los dos protagonistas, marcada por un pasado común bastante curioso y relacionado con la crisis actual. De hecho, la película puede verse como una metáfora sobre a dónde podemos llegar si no cambiamos nuestra manera de actuar.

Como decía al principio, con las dosis justas de acción y de momentos más dramáticos, reflexionando también sobre la soledad y si aún tiene sentido criar a un hijo en un mundo como este, el film se levanta principalmente sobre sus dos protagonistas. Quim Gutiérrez hace un sólido trabajo, pero es José Coronado quien se lleva la palma, y quien, por cierto, está mucho mejor aquí que en No habrá paz para los malvados, donde básicamente lucía look desaseado (aquí también) y la misma apatía durante todo el metraje.

Marta Etura, como la novia, resulta tan fresca y natural como siempre, y también tenemos a una de mis debilidades, Leticia Dolera, aunque sea en un pequeño papel. Por cierto que este último personaje ha sido más desarrollado en la novela La ciudad silenciosa, inspirada en la película.

Ah, y hasta tenemos un oso en una de las escenas más impresionantes del film, que no pasa a cotas superiores al optar por quedarse en un buen producto de acción en lugar de ahondar en los temas sobre los que podría reflexionar con mayor profundidad. El signo de los tiempos, me temo.


SPOILERS

Sin desvelar tampoco demasiado, tras un desenlace que nos recuerda al de El incidente de Shyamalan, aunque diría que aquí mejor resuelto, los años avanzan en un epílogo en el que parece que después de que nuestra generación pague por sus crímenes, la tierra es heredada por los hijos de quienes vivieron la epidemia, mientras la naturaleza recupera el dominio que le arrebató el hombre. Ahí es donde parece más claro el mensaje del film.

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