Buen debut el que se han marcado los hermanos David y Álex Pastor con Los últimos días, el
segundo estreno español con tintes apocalípticos que se ha estrenado en los
últimos meses. No voy a entrar en comparaciones, dado que aún no he visto Fin,
pero aquí nos encontramos con una película que, sin mostrarnos nada original,
al menos combina con bastante acierto drama y acción para convertirse en un
sólido producto que huele a remake USA. Eso sí, claustrofóbicos, abstenerse.
Y es que Los últimos días nos sitúa en un futuro cercano en el que un virus
provoca agorafobia, es decir, terror a los espacios abiertos, de manera que
quien se contagia tiene miedo a salir al aire libre, y si lo hace sufre un
ataque al corazón fatal. Esto ha llevado a que la gente no salga de los
edificios y sobreviva como pueda.
La epidemia es global pero la acción se sitúa en una Barcelona devastada,
de modo que ahora tenemos la respuesta a qué hubiera pasado si Amenábar hubiera
rodado allí la famosa escena de Abre los ojos en la que aparecía el centro de
Madrid desierto. El protagonista, encarnado por Quim Gutiérrez, se alía con otro
personaje, interpretado por José Coronado, para con la ayuda de un GPS guiarse
por el metro, alcantarillas y pasos subterráneos de la Ciudad Condal en busca
de su novia.
Esta trama se alterna al principio con una serie de flashbacks, tal vez
demasiado extensos, donde se narra el inicio de la epidemia y conocemos la vida
de los protagonistas antes de que todo cambiara. Aquí es inevitable recordar
The walking dead, donde, en este caso debido al virus zombi, los protagonistas
también ven cómo su vida cambia por completo y todo se reduce a sobrevivir como
puedan.
Los recelos hacia todo ser humano son también aquí moneda común, empezando
por la relación entre los dos protagonistas, marcada por un pasado común
bastante curioso y relacionado con la crisis actual. De hecho, la película
puede verse como una metáfora sobre a dónde podemos llegar si no cambiamos
nuestra manera de actuar.
Como decía al principio, con las dosis justas de acción y de momentos más
dramáticos, reflexionando también sobre la soledad y si aún tiene sentido criar
a un hijo en un mundo como este, el film se levanta principalmente sobre sus
dos protagonistas. Quim Gutiérrez hace un sólido trabajo, pero es José Coronado
quien se lleva la palma, y quien, por cierto, está mucho mejor aquí que en No
habrá paz para los malvados, donde básicamente lucía look desaseado (aquí
también) y la misma apatía durante todo el metraje.
Marta Etura, como la novia, resulta tan fresca y natural como siempre, y
también tenemos a una de mis debilidades, Leticia Dolera, aunque sea en un
pequeño papel. Por cierto que este último personaje ha sido más desarrollado en
la novela La ciudad silenciosa, inspirada en la película.
Ah, y hasta tenemos un oso en una de las escenas más impresionantes del
film, que no pasa a cotas superiores al optar por quedarse en un buen producto de acción en lugar de ahondar en los temas sobre los que podría reflexionar con mayor profundidad. El signo de los tiempos, me temo.
SPOILERS
Sin desvelar tampoco demasiado, tras un desenlace que nos recuerda al de El
incidente de Shyamalan, aunque diría que aquí mejor resuelto, los años avanzan
en un epílogo en el que parece que después de que nuestra generación pague por
sus crímenes, la tierra es heredada por los hijos de quienes vivieron la
epidemia, mientras la naturaleza recupera el dominio que le arrebató el hombre.
Ahí es donde parece más claro el mensaje del film.
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