lunes, 13 de febrero de 2012

Así se orquestaron las mentiras para invadir Irak



Doug Liman sorprendió a todo el mundo al estrenar en 2010 ‘Caza a la espía’, su mejor film, de lejos,  que rompió la tendencia de sus tres espectáculos de acción, unos mejores que otros, anteriores: 'El caso Bourne', 'Sr. y Sra. Smith' y 'Jumper'. Aquí, en cambio, apostaba por la intriga política y el cine de denuncia contra las más altas esferas.

El film tiene dos partes claramente diferenciadas. En la primera se ocupa de denunciar cómo la administración Bush buscó por todos los medios pruebas que justificasen la invasión de Irak, es decir, pruebas de que Sadam tenía armas masivas, pese a tener más que claro que no era verdad.

Liman no entra en las motivaciones que podía tener el Gobierno estadounidense para forzar el ataque a Irak, pero denuncia de manera contundente cómo Bush y otros destacados miembros de su administración (léase Condoleeza Reece, entre otros) no tuvieron problemas en mentir a todo el mundo para lograr el apoyo a la intervención militar en Irak (y ahí estuvieron Aznar y Blair para echarle una manita).

Sin embargo, al final alguien denunció que todo era montaje, un ex embajador que había sido enviado por la CIA a Niger para averiguar si este país estaba vendiendo uranio a Irak para fabricar bombas nucleares. Él informó de que no era cierto, tras una concienzuda investigación, y cuando vio en televisión a Bush afirmando que sabían que Níger estaba vendiendo uranio a Irak, publicó una columna en un periódico denunciando que él había informado al Gobierno de lo contrario.

¿Cómo reaccionó la administración? Pues, al parecer por obra y gracia del jefe de prensa o algo así del vicepresidente, se filtró a la prensa que el ex embajador había sido enviado a Níger por su propia esposa, agente de la CIA de tercera (una secretaria, vamos), para que se ganara unas pelillas. El objetivo era desacreditar las palabras del ex embajador, pero resulta que su mujer era una de las mejores agentes encubiertas de la CIA, a la que le arruinan su vida y casi su matrimonio, dejando en el aire además todas las operaciones que tenía en marcha, como el rescate de varios científicos irakianos que quedaron abandonados a su suerte.

La segunda parte del film se centra en la lucha del matrimonio, sobre todo de él, por demostrar que su versión era la auténtica y llevar a la Casa Blanca ante los tribunales. Al final, y no es spoiler dado que la película se basa en hechos reales, lograron que condenaran a dos años y medio de cárcel al responsable de todo… claro que Bush le conmutó la sentencia (esto me recuerda un poco a las cosas que están pasando últimamente con la justicia en España, léase Garzón y Camps, etc.).

Liman lleva la cinta con maestría, de una manera elegante y reposada. Logra que la gran cantidad de información que maneja el film llegue al espectador de manera clara, y también está fino a la hora de abordar la crisis matrimonial de los protagonistas. Claro que ahí tiene a unos inspirados Naomi Watts y SeanPenn (en su primer trabajo conjunto tras la estupenda '21 gramos'), que cargan con todo el peso de la película y, sobre todo ella, firma uno de sus mejores papeles.

La cinta arranca mostrándonos cómo se desenvuelve la protagonista como espía, con una actividad muy alejada de la de James Bond, y acaba, como suele ocurrir en este tipo de films, enlazando la imagen de Naomi Watts con la de la auténtica protagonista de la historia, que vivió un auténtico calvario gracias a la irresponsabilidad de la administración Bush. Claro que si fueron capaces de mentir al mundo para invadir un país, todo lo demás se queda en poca cosa.

La gran pregunta es por qué esta cinta no fue nominada el pasado año a los Oscar. Igual es que ya no tocaba ser políticamente incorrecto, claro que con ‘Siryana’ pasó lo mismo.

PD: La traducción del título en España apuesta por lo fácil, ‘Caza a la espía’, que es de lo que va la segunda parte de la película. Pero el título original tiene muchas más connotaciones: ‘Fair game’, es decir, juego limpio. Precisamente de lo que no hizo gala la administración Bush, ni a la hora de justificar la invasión de Irak, ni a la hora de descubrir la identidad de una agente de la CIA. Y ojo a los títulos en Argentina, 'Poder que mata' (nunca mejor dicho), o México, 'Juego de traiciones'.

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