miércoles, 29 de febrero de 2012

Bienvenidos al mundo mágico de David Lynch



Aprovechamos que en el canal Fox vuelven a echar ‘Twin Peaks’ para revisar la primera temporada de una serie mítica, pero de verdad, y que en muchos aspectos supuso un antes y un después en la televisión norteamericana.

El pueblecito de Twin Peaks le garantizó a David Lynch un hueco en la historia de la tv, al tiempo que relanzó su carrera. La serie se adelantó a la época dorada de las series que vivimos desde hace cosa de una década, apostando por una factura cinematográfica, un reparto tan extenso y variopinto como no se había visto antes y una trama que desarrollaba la investigación de un asesinato durante más de un capítulo.

Tal como ocurre en la más reciente ‘The killing’, la serie se abre con el descubrimiento de un cadáver y cada capítulo narra un día de investigación. En el caso de ‘Twin Peaks’, el primer capítulo no finaliza, sino que arranca con el hallazgo del cuerpo, y es un piloto de hora y media donde Lynch muestra una extraordinaria habilidad a la hora de presentar al interminable elenco de personajes y empezar a apuntar las múltiples tramas. Tantos y tantas, que cuando la serie se emitió por primera vez, hace ya dos décadas, proliferaron los árboles genealógicos y esquemas para aclarar las relaciones entre unos y otros protagonistas. (Por cierto que la última edición de la serie en DVD incluye la versión extendida del piloto, con casi media hora más de metraje que lo convierte en una película con final cerrado para mercados internacionales).

Y es que, como ocurre también en ‘The killing’, pero aún más, la fachada de pequeña, tranquila y perfecta comunidad en la que no pasa nada de Twin Peaks oculta los bajos instintos de buena parte de sus vecinos y todo tipo de crímenes y relaciones prohibidas, que irán saliendo a la luz poco a poco. La propia asesinada, Laura Palmer, como la Rosie Larsen de 'The killing', está lejos de ser la estudiante modelo que todos creían, y oculta numerosos secretos… que tal vez la condujeron a la tumba.



Y así, tras una semana de investigación, el octavo y último capítulo de la primera temporada, escrito y dirigido por Mark Frost (cocreador de la serie junto a Lynch), transcurre por entero en la séptima noche, a la que algunos no sobrevivirán y que acaba dejando muchas cosas en el aire (como la identidad del asesino de Laura) y varios 'continuará' de lo más interesantes, haciendo que el espectador esté impaciente ante el inicio de la siguiente temporada.

Pero si algo diferencia a la serie de Lynch de ‘The killing’ es, principalmente, la comedia, totalmente ausente en esta última, de corte más realista. En cambio, Lynch la utiliza de una manera casi surrealista, consiguiendo un logrado y original híbrido de drama policíaco y comedia delirante, que hay que ver para creer. La gran habilidad del director es conseguir que, pese a múltiples salidas de tono que romperían la credibilidad de la trama en cualquier otra serie, al momento hay un plano, diálogo o situación que te engancha a la pantalla.

Tampoco está lejos ‘Twin Peaks’ de otras obras del cineasta, como ‘Carretera perdida’, ‘Terciopelo azul’ o sobre todo ‘Mullholland drive’, que iba para serie y acabó convirtiéndose en película, en el recurso a lo terrorífico y lo sobrenatural, utilizado eso sí, de una manera muy contenida en esta primera temporada, como leves apuntes, especialmente a través de los sueños del agente Cooper. Mención aparte para las magistrales e inquietantes introducciones de la mujer del leño, que desconozco si se emitieron cuando Tele 5 ofreció la serie en España, y que aclaran bastante de la trama.

Pero es que en ‘Twin Peaks’ cabe todo, desde el culebrón de toda la vida (impagables los fragmentos de ‘Invitación al amor’ que cuela Lynch cada vez que alguien mira el televisor) a los líos de instituto (con su motero a los James Dean incluido), en un decorado que evoca todos los iconos norteamericanos: el bar con sus camareras de uniforme, la comisaría de pueblo, una serrería más propia de un western o un misterioso bosque en el que todo lo malo puede ocurrir.

La serie, por supuesto, no sería lo mismo sin uno de los colaboradores habituales de Lynch, el músico Angelo Badalamenti, que con la complicidad de la cantante Julee Cruise (que aparece cantando en el piloto) compuso una banda sonora de lo más sugerente y turbadora, y que creo que ha dejado más huella en la memoria colectiva que la propia serie.



Por lo que respecta al amplísimo reparto, destaca el actor fetiche de Lynch, Kyle MacLachlan, con quien ya había trabajado en ‘Dune’ y ‘Terciopelo azul’, y que hizo inmortal el personaje del agente del FBI Dale Cooper, tan profesional y atractivo como pirado por los donuts y el café, siempre con salidas imprevisibles y formando un perfecto tándem con el sheriff local, encarnado por Michael Ontkean.

Al margen de la veterana Piper Laurie y una Joan Chen recién salida de la oscarizada ‘El último emperador’, la mayor parte del reparto eran caras desconocidas que ganaron una efímera popularidad durante el tiempo que duró la serie. Quienes más aprovecharon su éxito fueron tres jóvenes actrices, Lara Flynn Boyle, MadchenAmick y Sherilynn Fenn (con esa imagen sensual que combinaba la ingenua chica de instituto con la mujer fatal de los 40), que saltaron a la fama y supieron rentabilizarla con trayectorias más o menos interesantes.

Y por supuesto, como muestra del gusto por lo extraño de Lynch, encontramos desde una resucitada Laura Palmer… en el cuerpo de su prima, exacta a ella solo que morena en vez de rubia, además de un joven autista vestido de indio, un enano que aparece en sueños, un hombre al que le falta un brazo, una mujer tuerta que vive en su propio mundo de fantasía, un psiquiatra que adora todo lo hawaiano, un forense irascible, un pájaro que habla, los bailes del padre de Laura, el disparatado tío de Audrey… o el enigmático y sobrecogedor Bob, que en la primera temporada apenas aparece en unas inquietantes visiones.

Como en ‘The killing’, la principal duda ante la segunda temporada es si sabrán resolver de una manera creíble, y a la altura de lo esperado, el misterio de Laura Palmer, que, de hecho, no queda muy claro si ya se ha resuelto en esta primera temporada. O si por el contrario, estirarán demasiado la trama. Porque, en el caso de ‘Twin Peaks’, el bombazo que supuso en su momento hizo que la segunda temporada, y última, tuviera 22 capítulos.

En cualquier caso, tantos personajes y situaciones tiene Twin Peaks, que cada espectador tiene el suyo favorito. En mi caso, ‘Twin Peaks’ es el agente Cooper tomándose un café y un trozo de tarta de cerezas.

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